lunes, 29 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 7

Los días pasaron y no supe nada de aquel hombre moreno y de ojos oscuros y he de ser honesta; no recuerdo si era alto o bajo o el color y textura de su cabello, solo esa voz seria; muy seria.

Sin embargo, no me quise arriesgar y tuve que suspender mis salidas nocturnas del convento y conformarme con esas líneas blancas que formaba en mi habitación y ese palo de plástico que hace vibrar mis entrañas.

Comenzaba pensando en mis aventuras con mis hombres, en la forma en la que me tocaban y recordando lo que habían provocado en ese momento en mi cuerpo pero de un momento a otro comenzaba a fantasear con aquel oficial sin talvez verle bien el rostro, solo con un cuerpo tonificado, esa voz que me encanto dándome órdenes y unas manos fuertes que hacían lo que querían conmigo. ¿Cómo no gemir y suspirarle a un hombre así?

Por el pueblo se veían las patrullas y los oficiales federales con sus armas largas y su uniforme entre azul y negro. Trataba de ver el rostro de cada uno de ellos y cuando se me iban algunos pensaba si acaso habrá sido él. A veces llegaban al puesto de galletas y yo estando distraída cuando alzaba la mirada esperaba sus facciones o un tono serio de voz; jamás lo recibí.

¿Acaso lo habrán matado? ¿Acaso habrá reflexionado y abandonado esta tierra de muertos? ¿Acaso esta tras los malos y solamente esta ocupado? No lo sé, pero me esta volviendo loca.

¿Cómo es posible que una voz, qué un hombre que acaso lo vi un par de minutos haya entrado de esa manera en mi mente? ¿Qué una voz me haya robado la mía cuando yo le robo la voz a los hombres?


¿Dónde estará?

viernes, 26 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 6

Un día, un día que transcurría con normalidad en el puesto de galletas se convirtió en un asalto a mi intimidad y a mis nervios cuando llego en una patrulla de la policía federal aquel hombre alto, moreno, algo fornido, de cabello corto y ojos oscuros.

El gobierno estatal había solicitado apoyo al poder judicial para que les enviaran policías federales tras una oleada de asesinatos, secuestros y homicidios recientes en el pueblo. Algo que ocurría desde siempre solo que con una diferencia; había aparecido el hijo gay del gobernador con cinco plomazos en el cuerpo en un motel junto con su pareja igualmente balaceada. Alguna información no fue dada en los noticieros, pero los del pueblo lo sabíamos.

-Madre, vengo a confesarme- Me dijo con sus lentes oscuros de policía y con una seriedad que por lo menos a mí me mata y me produce algo en el cerebro que me atonta y entre las piernas que me empieza a temblar.

-Lo siento, pero yo no estoy capacitada para hacer eso. Solo los padres- Le dije desde mi silla de plástico en la que estaba sentada.

-Entiendo madre, pero es una emergencia y necesito sacarlo de mi pecho- Y por estúpida mire su pecho; tenía buenos pectorales.

Me quede pensativa un momento sabiendo que iba terminar aceptando y así le dije y acomodamos un par de sillas en su respectiva posición.

-Sin pecado concebido- No lo veía, pero sentía su seriedad y con eso me bastaba.

-Amen, dime tus pecados hermano-

 -Antes que nada madre Carmelita, le quiero decir que por nada del mundo voltee a verme el rostro de ahora en adelante- ¿Cómo sabe mi nombre? ¿Qué está pasando? –Segundo, le voy a hacer unas cuantas preguntas y necesito que me conteste con la verdad. Ante cualquier sospecha que usted me tendrá que acompañar y las cosas se pondrán feas. ¿Entendió lo que le he ordenado?-

¿Ordenes? Yo no sé acatar órdenes. ¿Qué está pasando? ¿Quién es este tipo? ¿Sera otro narco vestido de policía?

-Honestamente no tiene por qué contestarme esa pregunta; de todos modos tendrá que hablar o se tendrá que olvidar por un tiempo de sus escapadas por las noches, de los tragos, los hombres y los moteles baratos- …este hijo de puta ya me había investigado, me ha seguido. Carajo, que pena.

-Cuénteme de los narcos que vienen a confesarse con usted, quiero sus nombres y sus actos. Cuantos hombres y mujeres han matado. Para quienes trabajan y cuanta droga transportan por la frontera madre- No había dicho ni una sola palabra desde que se sentó y ya me sentía sin aliento.

-No, no puedo hacerlo- Espero que me haya escuchado o ¿es que solo lo pensé? Se lo volveré a decir.
Pero me interrumpió, si había escuchado.

-¿Es acaso por ese maldito celibato de las monjas en donde ustedes no pueden hablar de los pecados de las demás personas? ¿No saben que están encubriendo hombres malos y pueden salvar cientos de vidas?- Este parece ser un buen policía, de los pocos. Por su forma de hablar.

-Escúcheme y escúcheme bien. Puede confiar en mí, jamás me han sobornado y tengo tantas ganas como la gente de este pueblo que las masacres que ustedes viven se acaban. Necesito que me de pruebas para mandar a esos tipos a un penal o deportarlos, en verdad lo necesito- Sus palabras son honestas.

-No podrá, son intocables- Otras palabras sinceras.

-Claro que podre. Aquí estoy yo para cuidarlos y cuidarla a usted también- ¿Cuidarme? –Estaremos en contacto, cuídese-

Cuando sentí que se iba a parar de la silla lo detuve con una mano en su hombro, mi mano izquierda en su hombro derecho.

-Su nombre oficial. Quiero saber el nombre del hombre que estará con el señor pronto-

-Arturo, Arturo Cárdenas, para servirle-


Se levantó y se fue. 

martes, 23 de diciembre de 2014

Navidad; feliz, feliz navidad.

¿Es acaso un resumen de lo que fue el año? ¿Una barata reflexión de lo que fue, es y será? Me temo que sí, pero esto es lo que hago.

Nos pasó lo que nos pasó pero estamos aquí o más bien, estas ahí sentada o parado leyendo esto. Meses, días, horas o segundos después de haber estado preocupado, estresado, triste, decepcionado o preguntándote como ibas a salir de cierto conflicto… eso si es para festejar ¿no lo crees?

Pudo ser un año negro, ya saben; la noticia de mamá Rosa y su guardería, el avión perdido en el cielo, la aprensión del Chapo, el ebola atacando al mundo o solo a los Estados Unidos; más bien dicho y los 42 desaparecidos y el calcinado.

Pero también pudo ser un año color amargo con nuestro querido presidente, sus casas y sus giras poniendo en lo alto al país, con el campeonato de Seattle contra los poderosos y supremos Denver Broncos, el fraude del Teletón y el tan afamado y aún seguros de que; no era penal.

El año quizás fue problemático con las crisis económicas de toda Europa, las guerras en Turquía y en toda esa zona y al igual que las peleas en Venezuela contra un dictador nada maduro y con problemas tan reales como los del Politécnico.

2014 fue de innovación con la patineta voladora que se eleva no más de 5cm del piso, con prótesis de extremidades y órganos hechos con una impresora 3D, con un auto que salvara a los autos de altas velocidades cuando ya no haya gasolina; hablo del i8 y con celulares más inteligentes que personas. Como olvidar ese maldito juego del pajarito volador.

Un año talvez empañado por la muerte de actores tanto nacionales como internacionales. Un niño en un barril, un médico que se vestía de payaso, un cura y un corredor de autos callejeros.

Un año con héroes como Ochoa y Navas, con héroes como la mujer que se opuso contra la cultura de una parte entera del planeta y ganadora del novel de la paz.

Un año talvez marcado con uniones sociales de talla mundial como el de la cubeta de hielo o un grito de ayuda desesperado de cansancio o marchas de estudiantes recordando los acontecimientos del pasado que ahora según la población, volvían a suceder.

Marcado quizás por una canción feliz o una acción de una fotografía tomándonos a nosotros mismos.
2014 fue un año… fue el año que quieras. Fue tu año y fue el de tu mejor amigo, el de tu mamá y el de tu vecino, el del gato que salvo a un niño después de ser jaloneado por un perro y el de tu actor favorito interpretando una película apta para un Oscar.

Fue el año de tus más grandes éxitos y el de tus peores fracasos. Fue el año en que comiste algo diferente o conociste un lugar nuevo. 2014 fue cuando hiciste algo que no pensabas nunca hacer por tu cuenta o fue el año en que por momentos te volviste la persona más malvada que jamás imaginaste. Este año lloraste y reíste más que el pasado. Este 2014 conociste a alguien o te olvidaste de quien ya no te acuerdas.

2014 no fue un año malo, ni lo fue 2013 y mucho menos 2012. Pero tampoco lo será 2015, así que no te preocupes por eso ahora.

2014 está a punto de acabar y han pasado muchas cosas en todo el mundo, en tu mundo sobre todo.
Tienes casa, familia, amigos y cosas que no se regalan, se ganan.

Ni tu vida ni la mía y ni la de nadie más es más fácil o complicada, nos toca lo que somos capaces de soportar.

Puedes llorar o enojarte, pero jamás salgas enojado de casa.

Puedes estar triste o desesperado, pero si una persona te ama; vale la pena vivir.

Pudiste perder algo o a alguien, pero jamás es tarde para pedir perdón y remediar las cosas, tampoco es tarde para llorar o reír mientras se recuerda.


De parte de este blog, de esta imaginación que trato de relatarles por medio de letras y de esta persona que estar con las manos en el teclado; seas quien seas. Feliz Navidad o Feliz Janucá o Feliz Vida, solo felicidad.


Creo que este texto iba más bien para año nuevo.

Ni modo, ya lo escribí.


Feliz Navidad.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 5

La noche se acerca y los animales están por salir, las bestias sacaran sus garras y las presas correrán a sus guaridas. La noche es para nosotros y para nosotros esta la noche.

Amén.


De las ganancias que se sacan en el día algunas monjas dan la mitad o todo para la iglesia; lo que cubre nuestros gastos como servicios de agua, luz y gas; y otros como comida, bebida y un cuarto. La otra mitad es para nosotras, para nuestros gastos.

Son entre las seis y siete de la noche y regresamos todas a nuestro convento; tomamos misa y agradecemos por un día más.

Regreso a mi alcoba y recuerdo porque me gusta tanto, esa vista a todas horas y esa barda que esta debajo que puedo saltar con facilidad y escaparme en la noche sin que nadie se dé cuenta. Y eso… eso es lo que hago.

Me cambio de ropa y saco algo más apropiado de mi closet. Unas botas, un pantalón de mezclilla entallado, una blusa y una chamarra. Unos aretes, un collar y una pulsera. Unos cuantos cientos de pesos y un gas pimienta.

Me persino antes de salir por la ventana en la ahora oscuridad del pueblo y doy el primer paso.

En los cuantos minutos ya estoy caminando en la calle y tomando un taxi que pasa solitario. Le pido que me deje en la zona de bares del pueblo y en menos de una media hora ya estoy entrando a un lugar que no conozco pero dispuesta a experimentar lo que se presente en la noche.

Doy el primer trago y ya un hombre se me acerco invitándome otro y sin refutar acepto su petición.

Uno más de los que no recordare su cara y que no me importara, uno más de aquellos hombres que me han invitado algo de tomar, con los que he platicado, acostado y drogado. Uno más que es narco.

En dos horas ya estamos platicando cómodamente y ya esta empezando a invitarme a irnos a un lugar más cómodo.


No escribiré lo que le hice a su verga y ni lo que él le hizo a mi cuerpo en la alfombra, en la cama y en la terraza del cuarto barato del hotel que si conozco. Y todo eso entre líneas de una deliciosa coca.

Ya son las cinco de la mañana y lo dejo tirado en la cama sin unos cuantos billetes y con su arma en el buro del cuarto. He de tomar un taxi de regreso a la ventana que da a mi habitación.


La vida es dura, pero es más dura la verdura. 

lunes, 15 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 4

Es un pueblo simple, pobre, noble y humano que esta en medio de una gran problemática; la justicia que algunos tratan de hacer y la ilegalidad que todos saben pero que no se evita. Es un pueblo que vive de la pesca, las siembras y el narcotráfico. Algunos dicen que del turismo, pero es un turismo local y que solo dura una noche; es beneficioso para quienes quieren hacer un ajuste de cuentas o solo acostarse con alguna mujer que encuentren y se deje. Aquí como en otros lugares de esta república; los esperamos con las fosas abiertas, con cualquier fosa abierta.

Nosotras, las monjas; vivimos de vendarle galletas a esta noble gente pero también en venderle galletas a aquellas familias de narcos y a los mismos narcos, ahí es donde esta el dinero y no solo pesos hay veces que hasta dólares.

La razón de esto es porque los narcos fueron como cualquier campesino pobre que quería tener dinero y una vida mejor sin importar el costo; que estaba cansado de las escaseces y de una vida pobre y que soñaba con dinero, mujeres, autos y acción en su vida; aunque fuera corta. Por esta razón a vernos, al ver a las monjas recordaban sus momentos de comunión y sus orígenes ya que indudablemente este era uno de los tantos pueblos religiosos del país; donde se veneran a los padres y respetan a las monjas aunque no sepan lo que hay detrás de todo eso.

Había ocasiones en las que los narcos llegaban a nuestro puesto de galletas en sus lujosas y ostentosas camionetas y nos pedían que los confesáramos a cambio de una buena cantidad de dinero y aunque sabíamos que eso solo lo podían hacer los sacerdotes nosotras accedíamos ya que ese dinero se iba para nuestros múltiples gastos o para la iglesia. Era un secreto a voces.

El procedimiento era simple. Un par de sillas mirando en direcciones opuestas casi pegadas contra las espaldas y al decir las palabras mágicas de “sin pecado concebido” comenzaban los relatos.

Las historias eran en voz baja pero lo suficiente para escuchar todo lo que salía de las bocas de aquellos hombres de armas largas, lentes oscuros y joyas en el cuello y manos. Eran de cuantos hombres habían matado y como lo habían hecho, de cuantas mujeres habían violado y como lo habían hecho, de cómo habían dejado a niños huérfanos enfrente de ellos mismos, de cómo sus patrones  les daban las ordenes y de cualquier otro tipo de fechoría.

Ellos daban nombres y fechas pero por nuestros votos no podíamos ir a la policía a dar declaraciones; una, porque no nos lo permitía nuestro celibato y otra porque la misma policía lo sabía pero los oficiales querían vivir un día más.


Y después de las historias ellos se paraban de sus lugares y dejaban el fajo de billetes en su lugar. 

martes, 9 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 3

Me dirijo a la cocina y preparo mi dulce elixir. Hirviente en una taza de barro que me regalo una señora a la que le di $200 para que comprara comida para su bebe que lloraba sin cesar mientras lo trataba de calmar con un tenue y cansado arrullo.

Negro como aun es la noche en el convento y fuerte como un animal que trata de escapar de una jaula es mi café a las 7 de la mañana cuando le doy el primer sorbo que entra y cubre mi garganta, que llega a mi estómago y como una bomba calienta el centro de mi cuerpo y a pesar del calor de la mañana no tiro ni una sola gota de sudor.

Lo disfruto de principio a fin y sin importarme que las demás mujeres del lugar me reclamen por qué no les prepare a ellas uno o me dirijan una mirada molesta e incómoda. Pinches viejas huevonas.

Ya con energía en mi sistema salgo del lugar con una canasta llena de galletas y panes que vendo en el pueblo y hasta ahí días en los que vendo más que eso.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 2

Mi día, mi santo día comienza con una maldita alarma que compre en un mercado que primero comienza sonando a todo volumen y conforme pasan los segundos parece que se le va a acabando la batería hasta dar un último que más bien parece un suspiro o un grito de cansancio. Pobre alarma desfallecida.

Mi cuarto es maso menos de dos metros por dos metros alumbrado por un foco desnudo; que por cierto es ahorrador, puedo ser una maldita pero no quiero gastar mi dinero en algo que se puede disminuir. Tengo un pequeño closet de madera que está protegido por un candado de combinación; la razón de esto es porque aparte de tener ahí mis togas para la iglesia tengo mis vestidos con los que consigo bebidas gratis y las chamarras de piel que me dan los hombres con los que me he acostado, aparte de una caja fuerte con demás cosas como joyas, dinero, drogas, alcohol, discos de música y cosas para entretener mis necesidades de mujer; que son muchas. Una mesita en un costado de la cama en donde tengo un pequeño ventilador para las noches calurosas y mi cama claro esta.

Ahí una ventana que da a las montañas en el amanecer, al valle en las tardes y a la Luna y sus estrellas en la noche. Es lo que más me gusta de este cuartito.

Me levanto y me dirijo a un baño en donde me doy un duchazo frio y rápido para no llamar la atención de las demás madres que aunque lo nieguen; son demasiado chismosas. Me gusta cantar en la regadera y pasar mis manos por mí no tan pronunciado cuerpo pero al final de cuentas cuerpo de mujer que muchos hombres en este lugar quisieran poseer.

Después de cepillarme el cabello y vestirme como la monja que supongo ser voy a la capilla en donde me siento en las bancas del frente y me hinco para rezar por quince minutos. Platico de lo que hago, a donde voy y que pienso con mis papas que están espero en el cielo; los saludo y les digo que espero estén bien.

Son quince minutos donde puedo planear mi día, platicar con la gente que ame, desearle el bien a la gente que conozco y a la que no conozco. Son quince minutos donde el silencio me acompaña y solo me escucho a mí.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 1

Mi nombre es Carmela, pero algunas personas me dicen madre Carmen o Carmelita; otras me dicen caramelita, mi puta, zorrita mía, Carmen la profunda y Santa Carmen. Son mis nombres, mis apodos; son mi vida.

Me gusta el sexo, el alcohol, el cigarro, las drogas, las armas, las malas palabras, los hombres y a veces las mujeres. También me gusta leer, el silencio de la noche, el calor de la playa, un baño frío en medio de la madrugada, la novela de las ocho y mi café hirviendo en la mañana.

Vivo en las tierras calurosas y húmedas de Veracruz y soy parte de un grupo de monjas llamadas las Monjas Capuchinas desde ya hace tres años. Nos dedicamos a hacer galletas deliciosas que vendemos en el pueblo, a ayudar a los desamparados y sobre todo a acompañar a los padres y obispos a sus viajes por el estado.

He visto, oído, saboreado y tocado los manjares de la vida. Desde estar frente a la casa de Dios más grande y hermosa del mundo, comido lo más exótico en medio de la selva, escuchado la voz más angelical de todos los tiempos y tocado la tela más fina y cara del planeta hasta haber visto a un hombre abusar de un niño en medio de demás adultos, escuchar bombas caer del cielo mientras una madre esta hincada llorando por su hijo que ya hace muerto, probado la más dulce y profunda cocaína con un narcotraficante mientras estamos desnudos en una cama de un motel y tocado el miembro más grande y grueso que jamás pudo haber estado dentro de mí.

Esto es lo que hago y disfruto, lo que me hace llorar y gemir, lo que pienso, digo y hago, lo que esta prohibido y permitido; esta es mi vida y no la cambiaría por nada.

domingo, 16 de noviembre de 2014

El árbol de la vida.

Un ejercicio que me aplicaron el día sábado 15 de noviembre del presente año, que presente a mis compañeros y del que quise sacar más provecho.

En el tronco, de dónde vienes. Quienes son los que te han formado y los que te han enseñado la persona que eres hoy. Para mí; mi familia, mis amigos, mis maestros y la sociedad. Cuatro pilares de quien soy ahora.

Del lado derecho del tronco, tus éxitos. Que es lo que has logrado a través de tu vida, que es lo más valioso que has recibido o hecho en tu camino. Ser una persona que te escuche, que te de confianza; estar becado académicamente en toda mi vida, ser amado por alguien o por muchos; pero simplemente para mí es un éxito el ser amado por alguien, los diferentes trabajos que he desarrollado en la escuela y laboralmente; el ser maestro y ayudante en un taller mecánico, ser un líder en todo lo que haga, estar saludable y no haber caído en las adicciones, ser alguien reconocido por donde he pasado y ser una persona sensible.

Del lado izquierdo del tronco, tus errores. Que es de lo que te arrepientes, que no debiste hacer y te dejo marca por toda tu vida. Ser indiferente en situaciones donde no lo debo ser, soy una persona demasiado impaciente y eso me ha traído muchos problemas, en ciertas ocasiones la deshonestidad me siguió y me he arrepentido mucho, ser una persona inestable emocional, espiritual y físicamente, la apatía en momentos de sentimientos, decepcionar a personas que han confiado en mí y como ultima; la crueldad, he lastimado a quien no.

Como frutos en las hojas, los valores que te han inculcado y que tienes en mayoría; los más importantes que te rigen. Amor, justicia, respeto, responsabilidad, honestidad y en la cima; liderazgo.

Y como mi firma y aporte a la actividad que va a estar pegada en mi cuarto y que seguirá llenándose de éxitos, errores y valores una frase en un idioma el cual espero dominar algún día, es decir, una meta. Cuyo significado es: Se el mejor, siempre.

Seien Sie das Beste, immer.
 

sábado, 1 de noviembre de 2014

El frío de hoy.

Como dos pistolas tus ojos me miraron, como una bala te fuiste acercando a mi pasando entre todo lo demás, como el estallido tardío fueron tus primeras palabras, como la bala entrando por mi cuerpo fue la caricia con la que me tocaste, como un musculo rasgado fue el apretón de tus manos en mi brazo, como un hueso roto fue cuando con tu otra mano me tomaste del cuello y como la bala haciendo al final estallar mi corazón fue ese beso que me diste.

Al roce de los labios una onda expansiva provocamos y todo lo que estaba en nuestro alrededor salió disparado en distintas direcciones; pero los dos parados, como si nada estuviera pasando o eso creíamos.

Tu cabello poco a poco se fue elevándose por una brisa que crecía del piso al cielo y comenzaba a teñirse de rojo de las puntas a la raíz. Ese cabello que antes había sido negro como la profundidad del océano que divide dos continentes ahora era tan rojo como una rosa que florece por primera vez en otoño.

El piso se comienza a cimbrar y el primer sonido comienza a aparecer, el único sonido de la tierra que somos capaces de escuchar en nuestro acto. El crujir de todos los arboles del planeta, el crujir que hacen cuando se parten por la mitad, esa destrucción de la madre naturaleza; su grito de agonía e histeria.

Te veo como una fotografía; tu cara esta inclinada, con los ojos cerrados disfrutando del beso y tu nariz pegada a mi mejilla. En el fondo solo hay destrucción; edificios cayéndose, gritos de dolor de familias enteras que desaparecían, fuego por todos lados, el cielo negro con rayos cayendo de él; caos y pánico son la actualidad mientras tú me besas con disfrute y calma.

Y en un parpadeo, todo cambia; tu cambias pero no el entorno. Ahora estas sujeta con tus dos brazos de mi cuello y en un extremo de mi rostro esta tu cabeza que gime de placer; de un éxtasis que yo no estaba dando pero que tú estabas recibiendo. Tus piernas están enlazadas en mi cadera y tu cuerpo por completo pegado al mío. Tus uñas comienzan a enterrarse en mis hombros de los que ahora te apoyas y haces tu cuerpo hacia atrás provocando que tu cabello vaya de adelante a atrás. Fue en cámara lenta el momento en que tu cabello rojo primero cubre tu cara, después se abre como un ave cuando abre sus alas para comenzar su vuelo por el mundo y al final como choca todo detrás de tu cuerpo juntándose en una teoría de lazos y mechones.

Sonríes cuando llegas a lo más atrás que tus brazos extendidos te lo permiten y abres los ojos con la misma lentitud que el movimiento de tu cabello. Esos ojos cafés que antes conocía ahora eran verdes, luego grises, sin antes ser azules claro; eran de un color diferente en cada parpadeo que dabas.

Me miras con firmeza, con profundidad y en silencio. Ahora observo por encima de tu hombro y no veo nada. No veo el fuego, ni el pánico, ni el caos, ni el miedo o el llanto; no veo nada porque todo eso ya se había consumido y ahora solo estábamos los dos solos, sin un cielo azul ni arboles verdes; solo tierra.

Te tengo cargando de la cadera en todo este tiempo y cuando regreso la mirada para verte ahora todo cambio en ti. Tu belleza ahora era dolor.

De tus ojos salían grandes cantidades de lágrimas mientras tu rostro era manchado por ese rímel oscuro que traías, tus labios antes rojos ahora eran pálidos y temblantes, tu cabello deslumbrante antes; ahora maltratado y quemado se encontraba.

Te soltaba y caías de rodillas en el piso y veía tu ropa, tus harapos rotos y sucios que te cubrían. Me veías desde el piso y gateabas hacia mí mientras con pasos temerosos me iba haciendo hacia atrás.

Conforme íbamos avanzando me daba cuenta que de tu pierna estabas encadenada al suelo y que tu juventud se iba diluyendo hasta que te hacías totalmente vieja cuando la cadena y la pierna atada a ella se tensaban y con tu cuerpo estirado apoyado en una rodilla y una mano me estirabas la mano sobrante.

Eras una viejita con el cabello blanco llena de arrugas, con los labios partidos y los ojos cansados. Pero a pesar de eso no dejabas de verme, nada te lo impedía.

Te observaba en el piso cuando sentí un golpe en el corazón, un golpe que me puso de rodillas y manos en el piso y me hizo cerrar los ojos y la mandíbula con fuerza. Mis oídos comenzaron a zumbar y mi nariz a sangrar. Mis latidos los escuchaba fuertes en todo mi ser pero lentos a pesar de eso.

Cuando abrí los ojos puse una mano en mi pecho y esté estaba rojo, estaba herido por una bala.

Alce el rostro y te vi, no habías cambiado; aun eras una viejecita que me veía y que me trataba de decir algo pero yo no escuchaba. Me fui acercando a tu rostro poco a poco hasta sentir el frío de tu aliento y cerrando los ojos te bese.

Labios cerrados, una mano en el piso y la otra en el pecho sintiendo como mi corazón se desangraba por ti, de rodillas los dos; entregados a lo que tuviera que pasar.

Cuando abrí los ojos todo había regresado a la normalidad. Estaba parado en el mismo lugar por donde te vi la primera vez, mire a mi alrededor y la gente estaba normal; nada había pasado.

Te busque entre la multitud y como dos pistolas tus ojos me miraron.

martes, 21 de octubre de 2014

Los 7 del hombre. Soberbia.

Un humano que se cree más que tú; no merece ser humano.

Jamás estarás por debajo de alguien, jamás alguien merecerá estar por delante de ti, jamás alguien tendrá porque quitarte el alimento, la bebida o las ganas de hacer o decir algo; jamás nadie te hará menos y si es así, tú eres quien está cometiendo el error al fallarte a ti mismo. No culpes al maleducado porque como lo dice su nombre, tiene una deficiencia hacia sí mismo.

Podrás no ser perfecto y haber cometido errores, podrás haber lastimado a gente u haber odiado a quien amaste, podrás no ser atractivo o adinerado, podrás no ser inteligente o seductor, podrás no ser fiestero o gustarte otro tipo de cosas, podrás haber intentado quitarte la vida o querido extender con ejercicio exagerado, podrás ser una persona con tantos errores como las otras; pero eres tú y solo tú; único como lo dice tu genética.

Te podrán pisar, señalar, criticar, ofender, abandonar o traicionar y tú también lo podrías hacer; eres tan capaz como ellos y aunque pienses ser la víctima, también ha habido víctimas por ti.

Podrás ser un padre o madre de familia, la torre principal del sustento de personas; personas que dependen de ti y por esa razón no tienes por qué fallar, aunque hay veces; más comunes de las que pensamos en las que el sistema falla ya que no hay sistemas perfectos; en todos hay perdidas de energía, desgaste y fallas de logística, en todos se necesita mantenimiento y hasta hay veces en las que se necesitan cambios de piezas porque alguna salió de baja calidad y por esta razón no eres único o tan importante, no eres a quien siempre necesitara pero si del que siempre aprenderán.

Podrás ser el jefe de una compañía exitosa en la que tienes todo y todos dependen de ti, de tu inteligencia y astucia pero, no de tu falta de humanismo. No puedes poner a alguien debajo de ti, no puedes dar órdenes sin antes no haber cumplido las tuyas o haber pasado por ahí, no puedes poner a hacer algo a alguien simplemente porque no te gusta. No puedes ser jefe sin antes no ser quien recibió órdenes.

Podrás ser el novio o la novia con una alta vida social o un alto nivel de trabajo u ocupado por el trabajo pero eso no te da razones de ser infiel o dejar de hablarle a tu pareja. No te da razones de hacerla menos por su nivel de vida, principios u objetivos. No te da derecho de faltarle al respeto aun estando solos. No te da derecho de dejarla sola o solo sin una buena razón.

Podrás ser yo, podrás ser el hombre que te vio mientras caminabas por la calle o la mujer que estaba parada hace un momento a tu lado, podrás ser el padre de familia o la madre soltera, podrás ser el estudiante dedicado o la supuesta dama con más de un trago encima, podrás ser la hija abandonada o el hijo violado, podrás ser cualquiera pero nunca serás el que este arriba de ellos.

lunes, 20 de octubre de 2014

La Dictadura siendo Perfecta.

Una película realista, una película que nadie acepta pero que todos vivimos.

Televisa, la corporación dueña de millones de televisores de todo el país y que les guste o no; la televisora que en realidad coloco a un presidente en una silla devaluada con el paso de los años.

Tras la promoción exagerada de la película Cantinflas todos estábamos ansioso de verla; de ver la dramatización de un actor que marco toda una época en el cine mexicano y, ¿qué resulto ser? Una película corta de una larga vida de un actor; hay cosas que se salvan de está pero cuando escuche el comentario de mi abuela; gran conocedora de Cantinflas y de sus películas, lo único que me dijo fue: esta chafa.

La ley de Herodes, el infierno y ahora La Dictadura Perfecta.  Películas censuradas y criticadas, películas que no se atreven a pasar en televisión abierta por sus duras críticas hacia un partido político y ahora a una televisora que son desgraciadamente dueños de México.  

Comparemos; Cantinflas que recibo gran promoción y resulto ser una mala película; La Dictadura Perfecta, una película con nada de promoción y que es en realidad buena. ¿No se supone que las televisoras deben apoyar al cine mexicano? ¿A las pequeñas compañías de producción de cineastas? Creo que es por eso que el director mexicano Cuarón nunca agradeció a su país aun haciendo historia.
Qué vergüenza Televisa, que vergüenza TV AZTECA, que vergüenza gobierno de mi país. Ya quedaron expuestos en esta filmación.

Es una película con alto contenido de palabras altisonantes, con cero desnudos, con hechos reales y con personas reales. ¿Qué al comprar mi boleto de entrada a la película me dan una tarjeta de afiliación al partido político de MORENA? ¿Qué el gobierno de Veracruz impidió la película en sus cines? ¿Qué el expresidente Calderón Hinojosa ya dio su crítica con un #LACAJACHINA? ¿Qué quitaron toda la propaganda de la ciudad de México de la película en donde se postulaba el candidato Vargas a la próxima presidencia? ¿Qué México puede cambiar? ¿Qué la moral es un árbol que da moras y la próxima página de internet más vista se va a llamar CHUPAMELOSHUEVOS.COM? ¿Qué en un fin de semana ya está dentro del TOP cinco de las mayores películas vistas en el cine de producción mexicana?


Son casi tres horas sentado viendo la película; pero vez más que eso. Vez a mi México lindo y querido, vez a Televisa, a Peña Nieto, a la niña Paullet y a su familia, vez a los pocos políticos mexicanos, vez a Loret de Mola y a López Doriga, vez a todos los mexicanos y tu ¿ya la viste?

jueves, 2 de octubre de 2014

2 de Octubre queridos estudiantes del Poli.


El estado actual del Instituto Politécnico, el aniversario luctuoso de 2 de Octubre, los normalistas desaparecidos y los 22 asesinatos de delincuentes a manos del ejército. De todo esto se habló en la conferencia inaugural de la conmemoración de la matanza de Tlatelolco en la Universidad Iberoamericana; una universidad que se levantó hace un par de años en contra no solo de un candidato que después se convertiría en presidente, sino de un partido político que ha maltratado a su ciudadanía pero está,  a pesar de todo lo que le suceda, se levanta y alza su voz en contra de sus inconformidades.

Elena Poniatowska; francesa de nacimiento, mexicana por pasión y escritora por vocación. Una mujer que nos habló después de una introducción a su persona rápida y de unas palabras del nuevo rector del que se esperan cambios tajantes en la universidad.

Nos alentó al cambio, a seguir estudiando y a no defraudar nuestros ideales mientras relataba de su viva voz y de diferentes personas como es que se vivieron los días anteriores, como se vivió ese momento de las bengalas verdes caer de los helicópteros del ejército y como fueron los segundos siguientes cuando los padres comenzaban a preguntar por sus hijos desaparecidos en una plaza que reúne las tres épocas más importantes de la nación mexicana, en una plaza donde hay solo una salida y está rodeada por edificios residenciales altos, en una plaza donde nadie sabía nada y que en la madrugada del 3 de octubre solo había zapatos y gente de limpieza.

Comparto los ideales revolucionarios de que el pueblo debe exigir y pedir a gritos lo que se merece. De que se puede mejorar el país por medio del estudio, la información y la acción de nuestros sueños. De qué sino nos levantamos a hacer algo, todo se ira a donde menos tiene que dirigirse; en la noche más oscura en la que no podremos dormir y seremos presas de nuestros peores miedos, en el que el sueño jamás será una salvación y si vemos una luz al final no será la del amanecer, sino la de un tren político que se dirige desenfrenado hacia nosotros y no tiene intenciones de parar.

El 2 de octubre jamás se olvida y jamás se perdona pero si se agradece al igual que lo que están haciendo los estudiantes del Politecnico, la UNAM y la UAM y de otras universidades al no hablar a susurros y gritar a los cuatro vientos por lo que es justo y lo que no lo es.

Orgullo de ser estudiante, orgullo de querer algo más que conformismo.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Dulces Labios. Parte 20

Todo fue tan rápido. Todo pasó enfrente de mí y no supe que hacer. Todo era verdad y se acabó en un abrir y cerrar de ojos. Así como llegaste, te fuiste. Así fue que termino todo.

No pude parpadear cuando pasó y mucho menos darme cuenta de lo que seguía. Solo estabas tú… acostada en lo que quedaba de la cama, con los ojos abiertos viéndome con intriga como los policías me levantaban del suelo rápidamente y me sacaban del cuarto esposado. Lo último que vi de ti fueron esos labios, rojos, carnosos, seductores y tan prohibidos.

Me llevaban a rastras en el pasillo los dos policías que primero habían entrado a la habitación tirando la puerta en el momento que jalaste el gatillo. No eran muy altos y no recuerdo sus nombres pero si haber visto sus placas.

No paso mucho tiempo cuando vi a tu novio, tirado en el pasillo sin vida. Cerca de él había una cuerda y una silla. También tenía los ojos abiertos pero él veía el tapizado crema de las paredes. Pase por su vista y sentí que me observaba, sentí como sonreía y se reía satisfecho. Solo lo vi dos veces en mi vida, cuando llegue al motel ilusionado de salir con una sonrisa y cuando salí de esté, esposado con dos policías en mis costados; pero nunca se me olvidara su rostro ni ese cuello morado que portaba.

Salimos del motel entre periodistas, luces de cámara, policías, patrullas y ambulancias. Todo era ruido, todo era caos, nadie sabía que hacer o decir con excepción de seguir a aquel joven al que le hacían preguntas de los hechos, esperando respuestas que nunca llegaron y que no lo iban a hacer nunca.

Me subieron a la patrulla y aventándome la puerta el auto arranco. En la ventana se aventaban las personas tratando de encontrar algo más, algo que les diera un mejor puesto en sus trabajos o simplemente encontrar como molestar a alguien más, a esa persona que estaba sentada semidesnuda sobre el frío plástico de los asientos de atrás de los autos policiales.

No me importaban ellos, ni sus comentarios o preguntas; yo solo trataba de alzar la vista para no perder la puerta principal del motel ilusionado de ver algo más que policías entrar y salir y ahí fue cuando la vi.

Escoltada por paramédicos y policías y con una sábana por encima; la camilla que cargaba a aquella mujer, lo sabía porque la sabana estaba manchada del rostro que trataba de cubrir algo más que un cuerpo.

El motel se fue alejando al igual que el ruido, al igual que a la dama que vería en foto semanas después en la corte, al igual que al novio que se suicidó y que nadie recordara, al igual que mi dedo sobre esa alfombre maloliente, al igual que tres vidas; dos muertas y una que esperaría a la muerte y la ansiara.

Ya solo era en la calle la patrulla la que hacía ruido, la que transitaba sobre el asfalto cubierto por agua de lluvia, la que se alejaba del lugar de los hechos; de los hechos que en verdad pasaron.

Secuestro y asesinato fueron los cargos. Al novio lo pusieron como mi cómplice que arrepentido se colgó en medio del pasillo del hotel. Mi dedo, producto de que se defendiera la mujer. El arma contenía en su mayoría mis huellas ya que yo la presione más al jalar más veces del gatillo haciendo presión en el mango. La bala, aunque con sus huellas; jamás me ayudo. Mis antecedentes, lo que me condeno aún más. Mis dedos en su cuello, sus costillas rotas y su rostro golpeado; la cereza del pastel.

A mis veinte años fui sentenciado a cincuenta en prisión sin libertad condicional. Tantos años porque un político quería quedar bien con su gente y ganar votos.

Violado, golpeado, drogado, tomado, comido, escupido, escuchando a travez de una ventana que mi familia moría, visitado y dejado de ser visitado, dormido y demás cosas viví dentro de mi reja, pero con solo una idea; volver a ese hotel, a ese cuarto y sentir de nuevo ese cuerpo frío, ese cabello largo y oscuro y ese corazón palpitar.

Salí por la parte de atrás del reclusorio con un objetivo que iba a cumplir en ese mismo momento, con un arma en mi pantalón  y una bala que conseguí dentro del recinto me subí a un camión y espere por tres horas más mi sueño.

El motel ahí seguía, la misma estructura pero con color diferente. Es increíble como prevalecen los lugares así. Ahora era parte de una compañía hotelera importante pero no dejaba de ser un motel de paso.

Otro joven era el que atendía el lugar pero yo lo veía igual a aquel que había dejado con los ojos abiertos viéndome salir escoltado.

La misma habitación solo que con otro número, con otra alfombra, con otra temática y con otro baño.

Camine por él recordando esos momentos; esas horas últimas de mi vida y la vi. La volví a ver como aquella noche, el antes y el después en ese instante en el que me senté en la alfombra viendo a la cama, donde ella estaba sentada.

Su cabello café, quebrado y largo; su tez blanca y fría; su altura promedio para una mujer y su complexión delgada; sus ojos claros e intrigantes, su nariz fina y hermosa y…

Y eso que me había cautivado, eso que ansiaba desde que la vi en persona luego en mis sueños y en mis pesadillas.

Saque el arma y le puse la bala justo como ella lo había hecho. Sobre mi sien como ella lo había hecho y cerrado los ojos.

La recuerdo sentada, jalando el gatillo y haciendo que un lado de su cara explotara manchando todo de rojo, abriendo sus ojos lentamente y su boca con un último suspiro, cayendo de lado sobre la cama y comenzando a verme mientras sangre salía de su cara y le daba color a su piel.

Recuerdo sus labios, sus dulces labios justo cuando jalo del gatillo; como ella lo había hecho.

FIN

jueves, 4 de septiembre de 2014

Dulces Labios. Parte 19

Click…

Click…

Click…

Click…

Click…


Soltó el arma a un lado de su cuerpo mientras se quedó viendo esa alfombra que había sido testigo de toda la actividad de esta noche.

Aun se escuchaba el bullicio de la calle y a los policías ponerse de acuerdo para entrar al cuarto. Eran minutos los que tenía; lo suficiente.

-Nada es tan fácil mi amor. Nada puede terminar así de fácil. Vas a pagar por tus crímenes de una forma talvez exagerada; pero así lo quiero y así se va a hacer-

Ya no lloraba, ya no gemía, ya no presentaba alguna respuesta de vida con excepción de su respirar tranquilo. Estaba vivo, pero sin estarlo.

-Si te importa, quiero poner una canción. La última de los dos- Tome mi celular y se empezó a escuchar la guitarra, la batería, el bajo y una voz melodiosa de mujer.

Estábamos en silencio escuchando la canción, él sentado en la alfombra viéndola y cubriendo su herida mientras que yo lo hacía desde la orilla de la cama de vez en cuando viendo a aquel hombre destrozado por sí mismo, por sus acciones, por su estilo de vida y por una mujer que nunca pudo en verdad tocar.

La canción estaba a punto de acabar cuando me levante y cogí el arma del suelo. Cuando lo hice me tomo de la mano y sin alzar la cara dijo:

-Perdón, no lo vale; pero perdón- Y me soltó.

Regrese a la orilla de la cama y lo volví a ver. Levantaba la cara lentamente y se me quedo observando. Esos ojos hermosos, esas facciones definidas, ese cabello envidiable; ya no estaban. Solo era el rostro de un hombre muestro.

No dijimos nada, solo tome la bala que tenía cerca de mí, la puse en el arma y me lleve a la sien el cañón.

Di un leve suspiro y sonreí un poco para al final mandarle un beso tierno; de una enamorada a su amado.

Jale del gatillo.

martes, 2 de septiembre de 2014

Dulces Labios. Parte 18

-Tienes tres opciones. La que yo te estoy dando de quitarte la vida y todo habrá acabado. Otra de dispararme a mí y esperar a que se solucione, pero no tienes muchas posibilidades y si es que pasa; ya tienes seguros diez años en una prisión federal y la última opción es hacer lo que quieras con la bala, si quieres mata a un policía cuando entren por esa puerta o simplemente no hagas nada con ella. Es tu decisión- Le extendí la mano con el arma.

La miro, la tomo y sin dudar me apunto con ella. Esto me exalto un poco y brinque de mi lugar.

Su mano le temblaba y me miraba con rabia mientras apretaba su mandíbula con fuerza. Lagrimas salían de sus ojos y uno que otro gemido de su boca.

Fueron minutos que para los dos pasaron como meses hasta que bajo el arma. No había tenido la fuerza para hacerlo, ya había perdido la batalla; era cuestión de tiempo.

Respiro con profundidad y suspiro sacando todo su aire cerrando sus ojos con tranquilidad para después llevarse el arma a la cien.

Me miro y mantuvo sus ojos en mí. No decía nada y solo lloraba en silencio.

El mundo se detuvo, las patrullas se dejaron de oír al igual que el gentío. Éramos solo los dos en esa habitación, solo los dos en ese mundo cuando apretó el gatillo.

Click…

…Silencio absoluto.

Cick…

Cick…

domingo, 31 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 17

-Fue la hermana de mi novio, mi mejor amiga a quien lastimaste y utilizaste. A quien humillaste y casi matas a golpes-

Comenzaba nuevamente a llorar.

-No era mi intensión, no quería, yo la amaba…- Trataba de darse a explicar y que lo entendiera cuando lo interrumpí con un gesto.

-Ya cállate, no sirven de nada tus explicaciones. Ya estamos aquí y no hay vuelta atrás a nuestros actos- Volvió a bajar la cara y lloro aun con más ganas.

Pasaron los minutos y el tiempo se nos acababa, tenía que apresurar las cosas mientras pudiera.

-Escúchame...- seguía llorando- ¡Escúchame de una vez! Aun puedes salir de esto- Se calló por unos momentos.

-¿Yo salir de esto? Tienes un cómplice y él va a hablar, va a decir que tú fuiste quien me trajo y engaño. Tú eres la que debe de estar preocupada. Eres una niña tonta.- Sonrió un poco.

-Me gusta que sonrías ahora, porque te la voy a borrar de ese lindo rostro. El supuesto cómplice ya hace muerto en el pasillo para llegar al cuarto; era un suicida. Esa es la razón por la que se tardan tanto en llegar- Y se cumplió, su sonrisa dejo de existir –Soy menor de edad aunque no lo parezca, tienes antecedentes de violencia y presuntas acusaciones de violación, la llamada a la policía era de que yo estaba secuestrada, de que se oían mis gritos de dolor y auxilio. Nadie puede decir que no era verdad. El arma que vacía que está en el baño tiene tus huellas; fuiste el último en tocarla, tengo tus dedos en mi cuello como intento de ahogamiento sin decir que estoy todavía mojada con golpes en todo el cuerpo y una costilla rota…-

-Pero mi dedo…-

-Pero mi dedo…- en tono burlón –fue mi respuesta a la violencia-

Estaba callado pensando en todo lo que había pasado y como podía salir de esta situación.

 -Si se te ocurre lo de la sustancia que te inyecte, también es utilizada como droga y creo que también tienes antecedentes por eso. ¿Se me olvida algo más?-

El llanto volvió y sin importar su mano, se llevó ambas al rostro tratando de cubrir toda su pena. Ya se había dado cuenta que no tenía salida.

-Aun tienes una salida, una última oportunidad que te ofrezco-

-¿Cuál?- Dijo en un grito de angustia y dolor.

-Quítate la vida- le dije mientras le enseñaba una segunda arma, una pequeña que guardaba en mi bolsa y que saque junto con el cuchillo y la lámpara cuando estaba oscuro el cuarto –Tiene una bala-

viernes, 29 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 16

Las múltiples patrullas ya se habían estacionado afuera del motel con sus sirenas prendidas y junto con este ruido se escuchaba a la gente que se iba agrupando en las afueras de nuestras paredes. De seguro también ya habrán llegado los medios de comunicación y estarían en un enlace directo con los noticieros. Nuestra tranquila noche ya estaba siendo interrumpida y no faltaba mucho para que todo esto acabara.

Seguíamos a oscuras en el cuarto hasta que prendí una lámpara que traía en la bolsa. Era pequeña pero alumbraba lo suficiente y ahí fue cuando lo vi.

Sentado en el piso con su mano entre las piernas, cubierta por parte de las supuestas sábanas blancas que ahora se manchaban de rojo. Miraba el piso y me daba la espalda, pero ya se había dado cuenta de que aunque fuera poca, ya había luz y estaba a la vista. Pero eso no le importaba ya. Estaba destruido, roto; totalmente a mi disposición.

Aun con el ruido de fuera escuchaba sus sollozos y su respirar tímido.

-¿Cómo supieron que estabas aquí?- Pregunto casi en un susurro.

-El gerente del lugar es mi novio y él les llamo-

-¿Por qué?-

-Porque ya todo estaba planeado-

Alzo el rostro y se dio la vuelta sin pararse para verme de frente.

Su rostro estaba rojo, lleno de lágrimas secas. Cuidaba entre sus piernas, cubriendo con parte de la sabana de la cama y presionando con su otra mano el dedo amputado de su mano. Seguía perdiendo sangre y claro que el dolor existía, pero eso ya era en segundo término y en tercer; el dedo que estaba botado en la alfombra sucia a unos pocos centímetros de nosotros, ya estaba morado y había dejado de sacar sangre. Era como una cola de lagartija, curveada y aunque no muy delgada daba esa forma.

-¿Recuerdas que yo fui quien te insistió en tener sexo? ¿En qué fuera lo más rápido posible aunque fuera en un motel sucio? ¿La que te señalo el lugar mientras andábamos en el carro buscando donde hacerlo? ¿Quién se ofreció a pagar el cuarto y tú los condones?-

Él me veía, pero no creía una sola palabra que decía. Estaba fascinado con la historia.

-Te vengo cazando desde hace tiempo mi amor. El conocerme no fue ironía, el enamorarte no fue de a gratis, el que te dijera que lo hiciéramos donde fuera no fue porque sí-

-¿Por qué yo?-

-Porque has lastimado a mucha gente, a muchas mujeres las has utilizado y abandonado. Eso se acaba hoy- Nos mirábamos directamente a los ojos aunque uno con más fuerzas que otro.

Se hizo un silencio corto mientras miraba como es que meditaba la situación.

-¿Por qué le llamó a la policía si no querías que nadie me ayudara?-

-Yo se lo pedí, él sabía todo está la situación y  también no permitiría que nadie más se quedara en el motel. No podíamos hacer que alguien nos aguadara la fiesta. Los policías estaban planeados justo en este momento-

-¿Por qué?-

Un breve silencio ya que era la pregunta correcta.

-¿No te has puesto a pensar que es a mí a quien buscan mi amor?- Alzo la cara de su mano ensangrentada y su color de piel cambio a un pálido tipo cadáver -¿Sabes cuantos años tengo?-

miércoles, 27 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 15

Lloraba y gritaba de dolor. Se cubría la herida con su mano entera mientras chollos de sangre brotaba de su mano.

-¡Maldita perra estúpida! ¡Te voy a matar! ¡Estas muerta! ¡Ah!- Maldecía con las nuevas fuerzas encontradas mientras pataleaba como un niño malcriado al que no le habían comprado su dulce.

-Grita todo lo que quieras, golpea todo lo que desees, haz lo que quieras. Nadie te va a encontrar, nadie se va a acordar de ti, nadie te llorara o extrañara. Serás solo una nota en el periódico y noticia de un día-

-¡Ayuda! ¡Por favor!- Comenzaba de nuevo a llorar en el piso.

-Nadie te puede ayudar. No hay nadie aquí. ¿Qué acaso no pensaste o te preguntaste que si yo ya conocía este lugar? Estas solo y mejor vete dando cuenta de eso-

-¿Porqué? ¿Qué hice yo? ¿Qué te hice?- Ya no eran gritos, sino lamentos.

-Porque has sido una mala persona, porque no mereces esto, porque te lo mereces, porque has lastimado a muchas mujeres y hombres, porque te crees poderoso, porque crees dar lástima, porque tienes dinero, porque respiras, porque yo te debo matar, porque debes sobrevivir a esta noche-

-¿Sobrevivir?- Era la pregunta indicada.

-Así es, debes vivir para poder pagar tus cuentas. Escucha, ahí vienen por ti-

Se hiso el silencio entre los dos cuando al fondo se escuchaban múltiples patrullas llegar al hotel.

lunes, 25 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 14


Se escuchó un pequeño chillido que salía de sus entrañas y un gemido de dolor emitido de su boca mientras golpeaba con aun mayor fuerza la puerta y gritaba con todo lo que le daban sus pulmones.

-¡Ayuda carajo! ¡Alguien ayúdeme! ¡Me quieren matar!- Una y otra vez gritaba en la oscuridad de la habitación.

Un golpe tras otro, patadas y hasta utilizo su peso para tratar de abrir la puerta empujándola. No había manera que la abriera pero no aceptaba ese hecho hasta que cansado de sus intentos cayo de rodillas en la puerta mientras comenzaba a gimotear impotente de poder salir por ahí.

Como un haz de luz recordó que había una ventana en el baño por la que talvez pudiera salir y decidido se levantó y se dio la vuelta. 

La oscuridad del cuarto era total y por eso estiro sus manos tratando de sentir las cosas a su alrededor para no caer.

-¿Crees que iba a ser tan fácil? ¿Crees que esto solo era un juego?- Comencé a reír sin piedad.

-¡Callate! ¡Callate ya! Si te encuentro te matare, te juro que te matare maldita-

-Si no es que yo te mato primero mi amor- y aprovechando la oscuridad y mi agilidad me acerque lo suficiente a él sin que se diera cuenta y con un cuchillo lo comencé a cortar de la espalda.
Trataba de agarrarme, pero no podía. Yo si podía ver, él no. Uno, dos, tres, cuatro… múltiples cortadas le hacía mientras trataba de llegar al baño.
-¡¿Qué quieres de mí?! ¡¿Por qué yo?!- Decía mientras aguantaba el dolor de su espalda y llegaba a la puerta del baño.
-Eso es fácil. Porque no te gusta mi música- Volví a reír y puse una canción que claro que conocería.
Esa canción sonaba en toda la habitación, sino es que en todo el hotel. Las trompetas y el acordeón marcaban el ritmo. Era baile, era danzón, era sabor.
Amor, amor, amor. Amor, amor, amor. Quiero que me vuelvan a mirar tus ojos. Amor, amor, amor. Amor, amor, amor. Quiero volver a besar tus labios rojos”*
Reía sin parar mientras la canción sonaba y lo veía batallar por llegar a la tina.
-Anda mi amor, canta conmigo. ¿Cómo no acordarme de ti? ¿De qué manera olvidarte? Si todo me recuerda a ti. En todas partes estas tú- Justo en ese momento, ni un segundo más lo tome de la espalda y lo tire al piso azotándolo y acostándome encima de él mientras le cantaba al oído con un susurro y él gritaba de intenso dolor. 
-Si en una rosa estas tú, si en cada respirar estas tú ¿Cómo te voy a olvidar? ¿Cómo te voy a olvidar?- Cantaba tranquila en su oído mientras aguantaba las contracciones de su cuerpo y su grito de dolor ya que le había cortado un dedo de su mano izquierda; el dedo donde va el anillo de bodas.
*Como te voy a olvidar, Los Angeles Azules.

sábado, 23 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 13

-Suficiente de ti. Suficiente de tus juegos, de tus retos y de tus maldades- Ahora él sonreía confiado de sus palabras –No sé qué tramabas al traerme aquí, al hacerme caer en tus brazos para después demostrarme que eres una perra cualquiera que intentaba hacer locuras, pero todo para que al final quedaras hecha porquería dentro de la tina donde casi mueres-

Se acercó a mi rostro y me todo con sus manos fuertes del cuello.

-Pero te lo digo una vez y solo una vez. Vuélvete a aparecer en mi vida y no voy a ser tan piadoso de ti preciosa- Después de sus palabras y su mirada centrada en la mía me escupió dejando su saliva en mi nariz y cubriéndome un ojo.

-¿Entendiste bonita? Búscame y hasta quedaras- Me soltó de la cara y se salió de la tina con lentitud.

Me limpie la cara con las manos mojadas aun y lo vi ahí parado; debajo del marco de la puerta del baño. Sin camisa exhibiendo su cuerpo tonificado y su pantalón de mezclilla mojado. Era más alto de lo que pensaba.

Nos quedamos viéndonos por unos momentos hasta que le dije seriamente.

-No somos tan diferentes. Yo te trate de matar y luego te salve; lo mismo hiciste tú conmigo. Te demostré que eres tan perro como yo-

-Pero todo eso lo hiciste sin tener un motivo; yo si lo tenía y esa era la gran diferencia-

-¿Un motivo? Aun no puedes saber el motivo; no es tiempo mi amor- Estas palabras lo dejaron en silencio y me regalo una última mirada antes de ir a la puerta de salida del cuarto y desaparecer de mi vista.

Era silencio la habitación, por alguna razón no había salido aun del cuarto. Algo esperaba y yo no tenía su tiempo.

Salí de la tina escurriendo sangre diluida en agua y me pare donde él había estado, sacando solamente mi cara y ahí fue cuando lo vi.

Parado enfrente de la puerta, pensando, decidiendo que hacer conmigo sobre todo.

-¿Por qué aun no te vas? ¿Qué esperas al dejarme aquí como novia de pueblo? ¿Crees que te necesito o que voy a cumplir con mi palabra? Eres como cualquiera, solo vez a las mujeres como objeto, pero cuando una te quiere matar estas en todo un dilema- No se movía de la puerta –Dime ¿Cómo vas a acabar conmigo?-

Giro su cuello y me miro de reojo

-Te encontrare y te matare- Con su mano tomo la perilla y la trato de abrir. Se giró viendo su mano en el objeto de metal y ahora con ambas manos trato de abrir. Estaba cerrada.

Empezó a empujar la puerta y a golpearla con sus puños histéricamente.

-¡Ayuda! ¡Alguien por favor, ayúdeme! ¡Alguien! ¡Ayuda!- gritaba con fuerza mientras golpeaba la puerta.

-No tendrás que buscarme, porque yo ya te encontré- Y las luces del cuarto se apagaron.

jueves, 21 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 12

No paro hasta que se cansó, hasta que el afamado “dolor de caballo” apareció y lo termino sentando de nuevo en el borde de la tina conmigo en el fondo aun hecha “bolita”, con rasguños, moretones y manchas de sangre en todo mi cuerpo.

Una costilla rota fue la herida más grave que sentía aunque por ahora tampoco podía sentir las piernas.

Jadeaba como un perro después de correr, con la lengua por fuera y parpadeando múltiples veces. Era mi perro.

Poco a poco me fui incorporando, adolorida e hinchada de mi cara y todo mi cuerpo. Me recargue de nuevo en un extremo de la tina y alce la cara.

Sangre salía de mi nariz, mi ojo derecho estaba hinchado y veía poco, mi boca tenía un sabor metálico en ella y mis orejas dolían como nunca.

-¿Terminaste?- pregunte firmemente.

-¿Qué quieres de mí?- su voz aún era cansada.

-Te pregunte que si ya terminaste-

-No- trago saliva y volvió a jadear –Aún no término contigo-

 -Qué bueno, porque yo tampoco. Esto esta apenas empezando y tú y yo tenemos que pasar aún por muchas cosas. Bienvenido al juego-

-¡¿Qué juego?! ¡¿De que estas hablando mandita perra?! Estas acabada. ¿Qué quieres de mi por Dios?-

-Lo quiero todo- reí por un momento -¿Todavía no te das cuenta? De esta no vas a salir-

lunes, 18 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 11

Una y otra y otra y otra y una más hasta que en verdad, ese silencio de las madrugadas en la ciudad se apoderó de igual manera de la habitación y del baño.

La luz seguía parpadeando teniendo un falso y ya la tina estaba totalmente vacía con excepción de una mujer que estaba sentada en el piso de está con los ojos cerrados y con un par de pies de un hombre que sudaba frío y jadeaba por la boca por falta de oxígeno en sus pulmones mientras iba regresando su brazo con el arma a su cuerpo lentamente; no sin antes volver a jalar el gatillo un par de veces más oprimiendo la mandíbula con fuerza y con el ceño fruncido.

Se escuchaba cansado, arrepentido y frustrado. 

-No hay bala, siempre estuvo vacía- Le dije aun con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa.

Dejaron de escucharse sus inhalaciones y exhalaciones, solo hubo silencio por unos segundos hasta que sentí un golpe contundente en la cabeza producto del mango del arma y por la inercia de esté mi cabeza igualmente golpeo con el borde de la tina haciéndome sangrar de ambos lados de la cara.

Solo pude gemir de dolor y abrir lentamente los ojos. Pase mis manos por mis heridas y ambas estaban con rastros de sangre, nada grave pero que si dejaría marca por mucho tiempo.

-¡Eres una maldita, malagradecida perra mal parida! ¡¿Por qué no te mueres?!- Me gritaba mientras una fuerte jaqueca me atacaba.

-No hasta que te vea tras las rejas o seis metros bajo tierra pequeño bastardo-

Ahora respiraba por la nariz y en vez de usar el arma ahora me golpeaba con sus puños, me azotaba contra el piso y me pateaba con todo su enojo.

Él no lo sabía, pero esto apenas estaba comenzando.

domingo, 17 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 10

El juego de la ruleta rusa se trata de que en una de sus seis recamaras haya una bala, pero no se sabe dónde está. Tienes una de seis probabilidades de que salga una bala disparada.

Hoy no fue la situación.

Solo se escuchó un golpe en seco de los mecanismos del arma y su reacción tardía ante la sorpresa de que jale el gatillo haciéndolo brincar de su lugar.

Lagrimas comenzaban a salir de sus ojos y volvía a respirar profundamente mientras sus piernas temblaban y tenía la mandíbula cerrada fuertemente.

Yo solo lo miraba con seriedad aun apuntándole con el arma que a cada segundo pesaba más.

-Te toca- Le dije invitándole a tomar la pistola de mi mano.

Con una mano temblorosa la tomó y se la puso en el regazo admirándola como si fuera un objeto prohibido. Alzo la cara inexpresiva y con fuerza me coloco el cañón del arma en la frente inclinándose.

No decía ni una sola palabra y no sabía que cara tenía ya que estaba ligeramente más arriba de mi posición y su mano cerca de mi cara me lo impedía. El arma se notaba más grande de lo normal y comenzaba a doler la fuerza con la que chocaba mi frente con el extremo de está.

Nadie dijo nada, nadie hizo algún esfuerzo para cambiar la situación.

Uno, dos, tres, cuatro… cuatro veces jalo el gatillo y si sabía contar es que a la siguiente vez que lo presionara iba a salir una bala a una velocidad endiablada perforando los tejidos de mi piel y penetrando por mi cráneo haciendo explotar mi cerebro por la presión y manchando todo el baño de rojo sangre.

Lo pensó, se tardó, se acomodó las piernas, y los dedos del arma la tomaron con fuerza.

Llego la quinta.

viernes, 15 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 9

Sus labios dándome más que un beso, sus manos siendo rudas y fuertes las sentía en mis hombros y mejillas y una oleada de aire inundo mi cuerpo mientras gritaba que despertara.

Abrí los ojos de golpe y expulse el agua que había en mis pulmones mientras asustada trataba de jalar oxígeno para mi cuerpo. Mis piernas y manos temblaban con ese hormigueo característico de falta de sangre.

Cuando mis ojos se adaptaron a la luz y pude recuperar el aliento me di cuenta que seguía dentro de la tina pero está bajaba su nivel de agua poco a poco y que él estaba sentado enfrente de mí en el borde de la estructura con sus piernas dentro.

Sus ojos estaban totalmente centrados en mí, expresando cierta angustia pero también cierta tranquilidad. Respiraba con nerviosismo y fatiga.

-No despertabas- Dijo en un tono bajo y serio.

-No tenía que despertar- Tampoco lo dejaba de mirar con seriedad.

-¿Porqué? ¿Por qué todo esto?-

-Porque así tiene que ser- Fueron palabras que hicieron el silencio en la habitación hasta que volví a hablar.

-En mi bolsa, ve a mi bolsa y tráemela- Titubeo por un momento pero se terminó parando yendo por mi bolsa y aventándome a las piernas que estaban mojadas.

Se volvió a sentar en la tina apoyándose con las manos y haciéndome un ademan de que ahí estaba mi bolsa.

Lance un suspiro, cerré los ojos y le dije:

 -¿Has jugado a la ruleta rusa?-

-No, nunca-

-Entonces juguemos- conteste en una onda de adrenalina abriendo los ojos y sacando con un movimiento una pistola de la bolsa para al final apuntarle y jalar el gatillo.

lunes, 11 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 8

Todo mi cuerpo estaba bajo el agua mientras lo observaba pedir por aire.

Con mis manos tome un pedazo de cinta que amarraba sus piernas y dado que ya estaba mojada la pude romper con facilidad liberando sus piernas y con esto su demás cuerpo.

Él se dio cuenta y de inmediato comenzó a revolverse quitándose la cinta de su cuerpo hasta quedar totalmente en libertad y poderse parar en la tina que seguía recibiendo y tirando agua por todo el alboroto que había generado.

Se quedó parado en silencio mientras recuperaba la respiración y el agua se apaciguaba un poco. Se apoyó en una cabecera de la tina y se sentó cansado.

Yo lo miraba bajo el agua hasta que poco a poco me fui sentando en la tina sacando solo mi cara.

Miraba al agua tratando de encontrar respuestas a sus preguntas mientras inhalaba y exhalaba el aire contaminado del cuarto.

Estuvimos en silencio hasta que de golpe alzo el rostro y me miro con ojos de odio en lo que se lanzaba sobre mi cuello con sus manos por delante y devolviéndome al fondo del agua ahorcándome.

Ahora mis piernas y manos hacían en chapoteo tratando de ayudarme para poder salir de ahí, tratando de apoyarme en algo o de llegar a su rostro para poderme liberar. Era imposible, su fuerza dada su posición era la idónea para evitar que me escapase de ahí.

Necesitaba aire lo más rápido posible y seguí luchando hasta que mis extremidades dejaron de reaccionar y mis ojos se cerraban poco a poco. Fuera del agua escuchaba palabras, pero no descifraba lo que decían y solo veía un espejismo de su cuerpo encima del mío.

sábado, 9 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 7

La luz comenzaba a fallar en el baño, parpadeaba mientras un pequeño sonido se oía que estaba empezando a hacer corto. Una mosca volaba sobre nosotros mientras nos encontrábamos inmóviles en la tina que comenzaba a tirar agua por los bordes. Solo se escuchaba el agua desbordarse y nuestro respirar profundo. El agua estaba al ras de sus hombros y al ras de mi mentón mientras yo aún me encontraba recargada en él, en su hombro que había dejado de temblar bajo el tono de su respiración que se había normalizado conforme los minutos pasaban.

De pronto, del fondo de la tina sentí un pequeño brinco de sus piernas el cual me anunciaba que ya su cuerpo estaba superando los efectos del tranquilizante. Su respiración volvió a dar un brinco de adrenalina en lo que sus demás extremidades comenzaban a responder.

Empecé también a escuchar un pequeño quejido por medio de boca y como trataba que sus músculos de la cara respondieran para que pudiera hablar.

Me quite de su hombro y le tome el rostro con las manos escurriendo haciendo que me viera a los ojos mientras le decía en medio de que yo comenzaba a llorar.

-Espera mi amor, espera un poco y todo el efecto habrá pasado en par de minutos pero por favor espera un poco más. No hagas mucho esfuerzo o sino comenzaras a sufrir calambres, por favor- Las lágrimas salían de mi rostro, mis dedos temblaban y mi voz se entrecortaba; al final él confió en mí.

Se tranquilizó en su respiración y dejo de hacer esfuerzo en sus brazos y piernas.

Mi miro con curiosidad y trato de decir algo pero aún su lengua estaba dormida. Le tape los labios con un dedo y dije:

-No digas nada mi amor, solo descansa y disfruta el momento- Lo bese enredando mis brazos en su cuello.

Nos besamos sin abrir la boca, solo chocando nuestros pálidos labios. Recargue mis pies firmemente en el piso de la tina y lo jale de la orilla con mis brazos en su cuello  tirándonos en el fondo de la tina.

Estábamos bajo el agua y ahora sus piernas fuera de ella. Yo estaba encima de él con los ojos abiertos para poder ver como se asombraba por la situación y como aclamaba por aire en sus pulmones.  Se comenzó a retorcer con fuerza y yo trataba de contenerlo hasta que hice que giráramos en la tina dejándome ahora debajo de él.

Lo solté del cuello, él se alejó de mis labios y se inclinaba tratando de sacar su cara del agua para respirar.

Fuera del agua se escuchaba en chapoteo que hacía para poder respirar y dentro de está todo era tranquilidad. Veía el agua agitarse, como si estuviera bajo una ola que chocaba en la orilla de la playa y veía su rostro salir y entrar ahogándose mientras yo, en el fondo de la tina lo observaba tranquila, era una película que pasaba en cámara lenta frente a mi ojos.