miércoles, 29 de junio de 2011

El inicio de un asesino. Parte 6

Ya había pasado la media hora y todo seguía igual.

Estaba sentado en el sofá de la sala esperando a que alguien llamara a la puerta mientras miraba al vacio y pensaba en lo que iba a pasar; en las posibles consecuencias de mis actos y en las probabilidades de ser descubierto.

Toc-toc.

Era hora. Fui a abrir la puerta y la vi ahí parada, con sus labios de diosa y ojos de perdición, era alguien de la cual estaba enamorado pero no de la clásica manera.

Con un gesto la invite a entrar a mi hogar y cerré la puerta lentamente observando por la calle por si alguien la seguía o la había visto. Estaba sola con excepción de un perro que paseaba por la acera oscura, me volteo a ver con indiferencia, como cualquier perro, y siguió su camino.

-¿Todo bien?-me pregunto Emily asomando su cabeza entre mis hombros ya que estaba viendo a la puerta.

-Si- le conteste volteándola a ver.

Era una cara angelical, cada una de sus miradas provocaba un surgimiento de emociones dentro de mi ser que se expandía como un enervante, pasando por mis venas y órganos hasta llegar al centro de todo.

No dejaba de palpitar.

-Acompáñame al cuarto-

Interrumpí mi éxtasis y empecé a caminar a las escaleras, subiéndolas y después deteniéndome en la entrada de la habitación volteé a ver a mi compañera que me seguía.

-Hoy acaba todo- dije mientras abría la puerta y mostraba a mi esposa sobre la cama.

Seguía esposada pero ahora su cuerpo formaba una flecha con las piernas y brazos estirados.

Estaba acostada sobre un borde de la cama con su cuerpo plastificado; piernas, brazos, tórax, estomago, pelvis y cuello envueltos en plástico. Sus ojos y boca se encontraban tapados por cinta adhesiva y claramente estaba sumida en sueño.

La habitación se hiso de un silencio penetrante, creo que mi invitada no esperaba una cosa como esa; sus ojos se abrían de asombro al igual que su boca intentado decir algo. Solo escuchaba su respirar, lo que me conmovió.

Me pare detrás de ella y con un susurro le dije lentamente a su oído:

-Es el fin del camino- Mientras le tapaba los ojos con mi mano derecha y con la izquierda le inyectaba una sustancia que estaba escondida en mi bolcillo que tendría una duración de una hora.

Creo que se conformo con lo que estaba pasando porque solo aspiro aire por su boca y dejo que el líquido hiciera su trabajo.



Estaba acostada de igual manera que mi amada, esposada y con todo su cuerpo plastificado; solo que ella estaba del otro extremo de la cama cuando se despertó.

Lo primero que vio fue el cuchillo que estaba en un buro a su lado, luego giro su mirada desconcertada hasta verme sentado en el borde de la cama donde se encontraban sus pies.

Guardamos silencio hasta que por la ventana se empezaba a oír a las gotas caer del cielo, era tan relajante ese sonido que cerré mis ojos y tranquilamente suspire hasta quedarme sin oxigeno.

Cuando volví a abrir mis ojos ella me miraba pero ahora mi cuerpo no sentía nada. Me pare para volverme a sentar pero ahora más cerca de su hermoso rostro, alado de su pecho desnudo. Me empecé a inclinar hasta que quedaron nuestros ojos paralelos. Sentía su respiración y ella mía. Nunca me había dejado a mirar hasta que con el esfuerzo que hiso, me beso.

La lluvia caía con más fuerza, las ventanas se sacudían estrepitosamente. La única luz que alumbraba la habitación empezaba a fallar provocando momentos de oscuridad. La temperatura aumento al igual que nuestros corazones.

No intentaba soltarse, solo continuaba besándome y yo le acariciaba la cara con la palma de mi mano, hasta que… Con la mano que tenía libre tome el cuchillo sobre la mesa y lo enterré ferozmente sobre su pecho que ahora se tornaba rojo.

Como si hubiera tenido un orgasmo soltó un sollozó y continuo besándome hasta que su corazón dejo de palpitar y sus labios dejaron de moverse.

Me volví a sentar sobre la cama y espere a que mi esposa despertara.



Su cuerpo se empezó a sacudir intentando soltarse. Me estire y removí de sus ojos la cinta.
La luz le lastimaba hasta que se adapto y me empezó a buscar con la mirada hasta que me vio sentada a un costado de una mujer que ya hacia muerta sobre su cama.

Intento gritar, pero fue algo inútil hasta que empezó a llorar y a sollozar.

-Fue bueno mientras duro- le dije para después pararme y salirme del cuarto.



-911-

-Si hola, hablo desde un teléfono público para informarle que hubo gritos desde la casa número 789, calle Oliva, colonia Roma. Parece que hay alguien herido, por favor no tarden- Tenía los guantes de látex puestos.



Estaba sobre la carretera, había una recta de unos 500 metros y después una curva que impedía que los autos se fueran desbordados a un precipicio de 900 metros.

Bañe mi auto de alcohol, le puse un candado al volante para que se mantuviera recto y para terminar “Te dije Emily, hoy se acaba todo” puse una piedra sobre el acelerador y alcancé a cerrar la puerta del auto que se alejaba rápidamente por la recta hasta llegar a la curva y desbordarse.
Camine tranquilamente por la carretera, al norte, donde ya sabía que iba a hacer.



Ese era el final de algo que apenas empezaba.



P.D.- Recuerda que nunca pudieron inculpar a mi esposa por lo que hacía, por falta de pruebas. Pues yo no deje de investigar y encontré al que le hacía sus trabajos.

Esta sentado en donde él por última vez lo hiso, detective. Su cuerpo está por debajo de esa fea choza.



Un saludo.

jueves, 23 de junio de 2011

El inicio de un asesino. Parte 5

Un suspiro… fue todo lo que pude hacer en ese momento antes de salir disparado al supermercado.

Una fuerza me invadió mi cuerpo llenando me de adrenalina y provocando mi mente empezara razonar, a crear pensamientos, ideas, juicios y un momento de excitación que se propagaba velozmente en mi cuerpo, de pies a cabeza. Nunca había sentido algo así, era como si algo detonara en mi interior destruyendo todas mis debilidades y emergiendo mis habilidades y sentimientos más maravillosos; fue un momento en que deseé algo y estaba seguro de eso.

Para empezar a crear algo tienes que adueñarte de la situación, y eso fue lo que hice por primera vez. Apague la computadora sin antes eliminar el historial del buscador, luego me levante disimuladamente de la silla y guarde todas esas maravillosas hojas debajo de la cama, como estaban antes de que supiera de su existencia.

Antes de abrir la puerta del cuarto volteé a ver si todo estaba en orden, lo estaba; gire la perilla y salí de la habitación, camine pasivamente por el pasillo buscando a la asesina “amor, donde estas”, decía una y otra vez hasta que me contesto, “aquí abajo, en la cocina”. Bingo.

Baje las escaleras y la vi, parada enfrente del lava platos con sus manos ocupadas, dándome la espalda. Ahora portaba un delantal, estaba lavando los platos luego de cocinar; siempre le gusto el orden y la limpieza, por algo era mi esposa. Me acerque a ella por la espalda, cuando sintió mis manos en su cadera lanzo un suspiro de alivio, luego de sentir un beso en su cuello, cerró los ojos y sonrió.

-Perdón por mi actitud de hace un momento, estaba nervioso. Ahora te quiero recompensar por ser tan cariñosa y amable con un moribundo hombre- Mientras decía esto mis manos se movían sensualmente por su cuerpo llevándola al deseo y mi voz hablaba por sus orejas y conforme decía palabras disminuía y aumentaba su tono, también daba énfasis a palabras como “recompensa” y “cariñosa”.

Dejo lo que tenía en las manos y las enlazo en mi cuello, al mismo tiempo dándome un beso loco de excitación, pero interrumpiendo esto dije:

-Pero antes debo hacer unas compras para que todo salga excelente.-

Exhalaba e inhalaba aire, estaba más que prendida, y con ese tono dijo:

-No te tardes.-

Me solté de sus brazos y me fui directo a la puerta principal para después tomar el auto e irme de shopping.

El trayecto a la plaza fue rápido, en silencio y muy serio. Entre directamente a un supermercado y fui al apartado de cocina, conseguí unos rollos de plástico, de esos para cubrir la comida, y también un cuchillo de cocina profesional, no muy grande pero si muy filoso. Luego fui a farmacias; ahí compre una caja de guantes de látex, alcohol, algodón y jeringas para glucosa, también compre un par de sustancias para hacer un tipo de somnífero que durara por lo menos 2 horas, dependiendo de la sustancia que se le agregara. Es increíble cuantas cosas puedes encontrar en un supermercado sin siquiera la gente te preguntara, eso me facilito las cosas.

Salí con una bolsa de plástico como si hubiera comprado víveres para la familia. Volteé a ver la bolsa y se me hizo algo ridículo; por suerte hoy en día hay una tienda en cada plaza que venda artículos sexuales.

Compre unas esposas para cama y al querer pagar el tipo que atendía el mostrador me dijo un comentario de lo más astuto “hoy abra acción, ¿eh?”, y conteste honestamente “más de lo que te imaginas” y con un gesto de depravación deje al pobre chico que en su vida imaginaria lo que iba a pasar esa noche en mi casa.

Ya con las compras hechas regrese a casa con una bolsa más apropiada y una sonrisa de oreja a oreja.

-Amor, ¿donde estas?- dije arrastrando las palabras al entrar a la casa.

-Aquí arriba- me contesto desde la habitación principal.

Subí tranquilamente las escaleras con la bolsa y entre a la habitación donde ya hacía mi amada acostada en la cama con un mínimo de ropa e invitándome a acompañarla.

-Primero debo entrar al baño a arreglar un par de cosas- al final de la frase hice un gesto mostrando la bolsa que cargaba.

Entre al baño y con la puerta cerrada saque todas las cosas de la bolsa y recordando lo que vi en internet prepare la sustancia que la dejaría dormida, la modifique para que funcionara por un par de horas más. Al finalizar la introduje en el interior de la jeringa y la escondí en la parte baja de mi espalda atorándola con el cinturón de mi pantalón.

De pronto me interrumpió un comentario suyo. “Llamó Emily, que te pongas en contacto con ella y me dio su número. Esta a lado del teléfono”. Eso me ahorraba el trabajo de buscar su número telefónico.

Volví a guardar las cosas en la bolsa pero dejando las esposas a la mano, me quite la playera y salí del baño.

Me moví rápidamente para encontrarme encima de ella y dejando la bolsa a un lado de la cama, la bese e inclinándome a la bolsa saque las esposas que produjeron un pujido de mayor placer en la mujer. Se las puse en ambas manos y piernas atorando un extremo de ellas a una parte de su cuerpo y la otra en los barandales que rodeaban la cama.

-Para que esto comience- dije tranquilamente-debes cerrar los ojos y relajar el cuerpo- una mano empezó a tocar con cuidado su cuerpo, sin exponer las huellas digitales- ¿entiendes lo que digo?

-Si-respondió con un suspiro.

Tome lentamente la aguja y la introduje en su suave cuello. Al sentir la aguja introducirse a su cuello se empezó a revolver en la cama, pero era inútil, estaba esposada; quiso gritar pero a penas alcanzo a susurrar hasta que por fin se dejo de mover.

Saque la aguja y me dispuse a preparar otra sustancia, pero está más suave, para una hora de duración; luego la guarde en un buro que se encontraba a un lado de la cama donde estaba dormida la mujer que aun estaba viva.

Baje por las escaleras rápidamente hasta llegar al teléfono, ahí vi una hoja de papel con el nombre de Emily y un número anotado. Marque los dígitos y escuche por el auricular. “Bueno” me contesto esa voz angelical que me estremeció. “llega en media hora, te tengo un regalo”.

miércoles, 22 de junio de 2011

El inicio de un asesino. Parte 4

Los edificios y la gente pasaban rápidamente junto a mí, de vez en cuando estos se detenían y se movían con normalidad, pero por momentos estos volvían a moverse velozmente.

El silencio permanecía en el auto mientras mi pareja se concentraba en el camino de regreso a casa después de estar en el hospital donde me dieron de baja la mañana siguiente del encuentro con la bella mujer que me había amenazado de matar a mi esposa si yo no hacía.

Solo miraba por la ventana viendo a la gente pasar, con sus problemas y prisas; me pregunto que si alguna de ellas tenía el mismo problema que yo, pero sabía que no era hacía. Estaba confundido de cómo había llegado a ese punto de mi vida, pero no en lo que tenía que hacer.

Mi esposa me volteaba a ver preocupada y preguntaba si estaba bien, no sabía que contestarle, así que mejor guardaba silencio y continuaba viendo por la ventana del auto. Llegamos a la calle en la cual vivía y el móvil se fue deteniendo lentamente hasta quedar quieto, de igual manera, me baje despacio del carro y vi a mí alrededor; todo parecía tan desconocido, como si no hubiera estado en ese lugar por años, y solo fue una noche.

Mi esposa me abrió la puerta de la casa y mientras entraba todo me parecía tan extraño, tan irreal que al ver las escaleras frente a mí decidí subir rápidamente mientras que la mujer que dejaba a bajo me gritaba si quería algo y estrepitosamente le contestaba “quiero estar solo”.

Entre a mi habitación y cerré la puerta de golpe y enseguida puse el seguro para que nadie entrara. Mi corazón palpitaba a mil por hora, las manos me sudaba en exceso, giraba mi cabeza en busca de algo familiar pero todo era diferente, algo había cambiado; empecé a caminar por el cuarto preocupado de forma angustiosa, el aire me faltaba, no podía respirar; quise gritar pero solo salió un susurro de mi boca, mi cuerpo se tensaba hasta que me puse de rodillas. Sujetaba mi cuello como si me fuera a caer la cabeza, la vista se me empezó a nublar y seguía sin poder respirar hasta que, me desvanecí sobre la alfombra que cubría el cuarto.

Los ojos los tenía abiertos viendo por debajo de la cama, seguía con las manos agarrando mi cuello pero mi respiración volvía cada vez más a la normalidad, mi cuerpo estaba inmóvil y todo sudado, el frío se apoderaba de mi y no podía pensar en otra cosa que no fuera en el inmenso dolor de cabeza que tenía. Como si algo me iluminara, alcance a distinguir algo entre la oscuridad de la cama, era algo blanco y delgado, una hoja de papel; con más fuerza de voluntad que energía logre sujetar el objeto blanco, pero debajo de este había más cosas, más hojas. Las sujete con fuerza y las atraje a mi cuerpo hasta que estuvieran perpendiculares con mi pecho.

Las empecé a leer y me empecé a dar cuenta que las palabras “fraude, delito, robo, extorción, etc.…” se encontraban en mayoría de todo ese conjunto de hojas. Acusaban a mi esposa de estos crímenes a otras personas con ingresos menores, hasta denigrantes; resaltaban testimonios que exponían gente a las que les fue robado todo por medio de mi esposa; también resaltaban argumentos de profesionales donde decía que la joven mujer con la que estaba casado era la responsable de dejar a más de una persona en la calle por hacer mal uso de sus bienes y luego desaparecerlos.

La mayoría de las hojas decían lo mismo hasta que encontré a una hoja de periódico entre el bonche; como si todo se me hubiera olvidado, me senté sobre la alfombra y comencé a leer un titular del periódico de hace no más de un mes. Era la fotografía de una casa incendiándose en una zona rural donde el titular exponía todo, “Familia incinerada” y la noticia decía: “Tras quedar en bancarrota, la casa donde habitaba una familia de dos adultos, una niña de dos años y uno bebe de once meses se quemó misteriosamente matando a toda la familia viva. Tras investigaciones, se dedujo que fue un homicidio ya que, los restos de la familia fueron encontrados atados a sillas de metal y se supo que estos estaban vivos al empezarse el incendio. Las autoridades ya empiezan a investigar y se ha llegado a una primera sospechosa con quien la familia tenía relaciones. No es la primera vez que esta mujer es objeto de sospechas, ya que se han dado hechos parecidos y se ha señalado a la misma mujer; sin embargo, nunca se le ha encontrado culpable. Las autoridades seguirán investigando.”

Tras leer la horrible noticia del periódico me volvió a faltar la respiración y la piel se me palideció. Voltee a ver la computadora y de forma automática y me levante a prenderla y buscar información.

Tras una hora de búsqueda, todo era verdad. Mi esposa había tomado los fondos de las familias que habían confiado en ella dejándolas en la quiebra y luego si no podía dar más dinero ella mandaba a matarlas, siempre vivas.

Era la mujer con quien me había casado, era mi esposa, era mi pareja; era la culpable y todos deben pagar una cuenta.

viernes, 17 de junio de 2011

12 meses

Hace 315,756,060 segundos se empezó un proyecto que hasta hoy sigue vigente.

Se escribió una primera edición de un blog deseoso de contar historias, anécdotas y fantasías hechas por una persona que solo quería ser leída, entendida y, hasta cierto punto, admirada.
Así como se han recibido comentarios agradables y felicitaciones, también se han recibido quejas y hasta amenazas, pero nada ha cambiado ya que sigue siendo un espacio de expresión y opinión de una mente joven y deseosa de seguir a la vida.

El proyecto nació por una necesidad de escribir, de hacer algo. Esperaba tener miles de seguidores y recibir un sinfín de comentarios acerca de mis textos, porque pensé que me daría felicidad ya que sería conocido entre el mundo de la escritura. Pero no fue así, tengo tres seguidores y no recibo muchos comentarios de mis textos, pero no me importa; porque esas tres personas son muy especiales y de una manera u otra, las admiro y agradezco su compañía.

Uno es una persona muy cercana, un bloggero, un escritor de lo más importante ya que me influencio a empezar y seguir con este proyecto con sus historias y comentarios dentro y fuera de la red. Gracias por ser quien eres y apoyarme. Antes te apreciaba y ahora eres un escritor exitoso, para mí y para muchos.

La segunda persona es una mujer que toco lo más profundo de mi ser, me enseño a que todo sapo tiene a su princesa, otra bloggera por cierto. Gracias por todo, y sobre todo, por haberme dejado estar a tú lado; fue algo que nunca olvidare. En mi corazón niña.

La tercera es otra mujer que apenas conozco y que me contacto por un medio de correo electrónico muy conocido. Sé muy poco de ella, pero no importa, se ha convertido en parte del proyecto.

Tal vez no reciba muchos comentarios, ni tenga muchos seguidores; pero si me ha dado felicidad.

Soy feliz escribiendo lo que pienso, lo que imagino, en lo que creo y en lo que no, y lo que siento.

Y, el proyecto sigue y seguirá. Aun faltan cosas por contar.

Gracias, totales.

Un saludo. Ni4.
18/junio/2011

sábado, 11 de junio de 2011

Una anécdota submarina

3-feb-1940

No había nada que reportar en la bitácora del submarino que viajaba por las obscuras aguas del pacifico; a éste se la había encomendado interceptar unos barcos europeos que se dirigían peligrosamente a las costas del golfo mexicano y el objetivo principal era hundirlos.

Se habían enviado tres barcos, un porta aviones y un submarino. Todos los navíos contaban con sus respectivos capitanes y una tripulación que había sido seleccionada de entre los mejores. El comandante en jefe del ataque protector estaba a cargo del capitán Moreno y, aunque mucha gente se había opuesto a que fuera a pelear en alta mar este se había embarcado a la batalla en el submarino que ahora estaba navegando para proteger a la nación.

Era un hombre simple pero que siempre le gustaba portar su traje para demostrar su importancia e imponer autoridad entre los marinos que lo rodeaban.

El capitán estaba sentado en su camarote escribiendo una bitácora que no narraba nada fuera de lo normal y siempre estos textos contenían la frase “sin novedad”. Pero ese día iba a encontrar algo más que narrar.

La alarma empezó a retumbar en el interior del submarino y eso solo significaba una cosa, habían encontrado a contrincante. El capitán sin más tardanza dejo el lápiz con el escribía la bitácora a un lado del libro, se levantó de su silla apurado y salió disparado al puesto de comando donde ya lo esperaba un hombre de aspecto cansado y de avanzada edad que solo le comento:
-Señor, hemos localizado cinco barcos dirigiéndose a nuestra posición a alta velocidad. Tiempo estimado de encuentro en una hora y contando. Suponemos que ellos también ya han rastreado nuestras naves incluyéndonos. ¿Qué prosigue, señor?-

Con confianza y autoridad el capitán le dijo a su tripulación:
-Reitera la orden de que toda la gente se encuentre en sus puestos de combate en todos los barcos y dime la ubicación de nuestros barcos y los de ellos.-

-En seguida señor- contestó el comandante del submarino.

El puesto de comando constaba de un cuadro de 6 metros de largo y tres de altura, lo que provocaba que la gente chocara entre sí al pasar por un mismo punto. En los contornos de la habitación había hombre y mujeres sentados enfrente de televisores viendo mapas, el estado del barco y ubicación de naves aliadas y enemigas. En el centro del cuarto sobre salía un cuadro donde había solo una mesa y una silla de gran tamaño donde se sienta el capitán. En este caso el capitán en jefe. En dos extremos de la habitación desembocaban dos pasillos que pasaban por todo el submarino; haciendo el centro de comandos el centro del submarino.

Interrumpiendo el sonido de los teclados en las computadoras, el comandante informó:
-El enemigo se encuentra a ochenta nudos al norte de distancia señor. Estamos en posición de un ataque.-

El capitán guardo silencio un momento y luego contestó con el mismo tono de autoridad que la última vez:
-Esperen a que el porta aviones se acerque veinte nudos más y luego que lance sus aviones.- Y utilizando las manos apoyándose en la mesa el capitán continuo- Que los barcos pasen al porta aviones creando una barrera para protegerlo. Señor Ramírez…-

Interrumpiendo, el señor Ramírez contesto firmemente:
-Sí, señor.-

-Quiero que nos sitúe por debajo y en medio de nuestros barcos.- Y como si necesitara una explicación dijo- Causaremos un impacto sorpresa.

-Enseguida, señor.-

Y después de un largo suspiro el comandante dijo lo que duraría poco en tiempo, pero una eternidad en su vida:
-Todo listo, señor- Esas palabras sonaron en toda la habitación haciendo que la gente dejara de teclear y los demás se detuvieran a oír lo que diría el capitán.
El silencio era sepulcral, todos se veían nerviosos y todos sabían lo que seguía solo esperaban la orden.

-Vamos a regresar a casa. Lancen torpedos.- Y como si hubiera dado una orden a todos los navegantes, estos corrieron en todas direcciones y el ambiente de tranquilidad que antes había en el submarino, desapareció. Todo seguía en silencio y el capitán esperaba a que el encargado de los misiles le dijera el estado de los torpedos.

Y el silencio se disolvió en una serie de información que daban los marinos al capitán al mismo tiempo.

-El impacto es afirmativo.- decía uno.

-Sesenta nudos para encuentro.- comentaba otro.

-Los aviones desplegaron antes de tiempo.- informaba una señorita.

-El Naufragio está recibiendo gran daño. El Libertad tiene disparos positivos. El Independencia tiene problemas con aviones enemigos.- explicaba un joven.

Y tratando de poner calma en el submarino el capitán dijo casi gritando:
-Quiero que todos se calmen.- dijo de forma general y luego señalando a un marino continuo-Localiza al porta aviones enemigo y húndelo, esa es una prioridad.-

En un submarino había que mantener la calma en uno mismo, ya que era un lugar cerrado y en cualquier momento se podía caer en la locura. Eso lo tenía claro el capitán, por esa razón decidió sentarse y pensar que era lo que podía hacer.

Se empezaron a dar órdenes y a recibir información. Todo era un manojo de nervios hasta que el Naufragio se empezó a hundir, y ese era el barco que estaba por encima de nosotros. Esa noticia impacto al capitán e hizo que saltara de su silla.

-Desciende cien metros y en un ángulo de quince grado quiero que empieces a ascender sin salir a la superficie.-

-Enseguida, señor.- contesto nervioso el que navegaba al submarino.

De pronto se empezaron a escuchar sonidos provenientes del exterior. Era el barco que se hundía por encima de nosotros, lo que escuchábamos eran los fierros calientes retorciéndose al entrar al agua fría. Toda la nave guardo silencio y dejo de hacer sus asuntos para escuchar como el barco se acercaba a nosotros. Uno que otro marino sabía la importancia de esquivar a la nave y por eso empezaron a rezar en susurros.

-Lo desviamos, señor.- Y con un suspiro de alivio el capitán se posiciono para volverse a sentar cuando otro marino le dijo consternado:
-Empezaron los ataques al porta aviones.-

Luego de diez minutos de combate, el submarino empezó a recibir sus primeros ataques. Esté se sacudía precipitadamente provocando que algunos perdieran el equilibrio y hasta cayeran al suelo.

La gente corría diciendo la palabra “fuga”. Eso era lo peor que podías oír en un submarino. Como capitán sabes que al oír esto sabes que estás perdido y que lo único que podías hacer era ir a la superficie, pero en esta situación era peor.

Recibían impactos cercanos del enemigo hasta que uno acertó. En ese momento, como si hubiéramos chocado con algo, la nave se estremeció y provocó que más de uno se golpeara la cabeza con las pantallas que tenía en frente de su cara.

-Señor, el Naufragio y el Independencia han sido hundidos.- comentó el comandante. –y el porta aviones no resiste más impactos.-



De forma automática el capitán dio la orden de seguir atacando al enemigo, esto resulto efectivo porque logro que gran parte de los barcos del rival se hundieran. Pero las condiciones no eran buenas; solo quedaba un barco y el submarino, y si ambos resabian un impacto, ambos se adentrarían a las profundidades del mar. La buena noticia era que tenían localizado al único navío que seguía en pie, pero lo malo era que solo tenían un tiro más y la situación no era nada alentadora.

Por primera vez en toda la batalla la tripulación se encontraba notablemente asustada. Todos miraban al capitán como si él tuviera la respuesta, pero no era así, él sabía que hacer pero era de mucho riesgo y…

-Lancen el torpedo.- ordeno tajantemente.

Todo se silencio, nadie hablo y no se escuchaban sonidos del exterior. Nadie rezaba y nadie suspiraba.

-¡Objetivo alcanzado!- Eso rompió el silencio entre la tripulación y todos volvieron a respirar gritando de alegría y abrazándose unos a otros. Algunos lloraban y otros se sentaban el frío piso como si hubieran corrido miles de kilómetros y estuvieran exhaustos. Mientras que el capitán solo suspiro y se arreglo su traje.

Después de tres semanas de esperar al enemigo y pelear por 15 minutos, todo se resumía en un…”bien hecho capitán, lo logramos. Ahora podemos volver a casa.”



-Bueno creo que te gane- dije seriamente pero con una sonrisa en la cara. -¿Otro?

-Ok, pero no me voy a dejar perder tan fácil.- me comentó mi amiga que estaba enfrente de mí con su tablero.

Entonces empezamos a quitar esas fichitas blancas y rojas que llenaban el tablero, y esos barcos que estaban marcados.

-¿Lista?-

-Si-

-A 14-

-No, B 5-

-Me diste.- y el capitán refunfuñaba.

viernes, 3 de junio de 2011

El inicio de un asesino. Parte 3

Cuando abrí los ojos estaba en un hospital. Una enfermera estaba alado de mi moviendo no se qué cosa de los aparatos que estaban conectados a mi cuerpo que ya asía acostado en una cama portando una bata delgada que apenas y no se transparentaba.

Mi visión era borrosa y mis sentidos estaban torpes. Cuando quise agarrar a la enfermera para preguntarle cómo había llegado a ese lugar una voz me llamó por mi nombre y agrego un “que bueno que ya despertaste”. Era mi esposa que estaba sentada en una silla situada al otro lado de mi cama, portaba una vestimenta de oficina y lucía cansada por su cabello despeinado y maquillaje corrido.


De pronto la puerta del cuarto del hospital se hiso corrediza y entro el doctor con una bata y una libreta.


-¿Cómo se siente?-


-Como tendría que sentirme si…-y recordé el puñal que la joven hermosa me había enterrado, en ese momento moví mi mano para sentir la herida, pero ahora esta estaba cosida. Como de golpe empecé a sentir el dolor de la cortada y el ardor de la costura.


-¿Aun le duele?-


Intrigado por la situación en la que estaba le pregunta al doctor confundido -¿Qué pasó?-
Asombrado por mi pregunta el doctor me contesto en un tono sarcástico que me molesto -¿Qué no recuerda?- Y preocupada mi esposa me contestó.


-Te asaltaron, la policía recibió una llamada de una mujer que decía que habían asaltado a un hombre en un callejón y que lo habían apuñalado en un costado. Entonces llego una ambulancia y te trajeron aquí ahí es en donde me contactaron y vine lo más rápido posible.-
Y agregando el doctor dijo:


-Tuvo suerte, si la mujer no hubiera llamado a la policía la ambulancia no hubiera llegado a tiempo. Habrá que agradecerle a la mujer.-


Guarde silencio en lo que analizaba la situación y llegue a la conclusión que era una mujer que además de maldita, era muy astuta.


Para romper el silencio de la habitación mi esposa dijo algo que me estremeció y provoco que mi miedo volviera.


-Deja que te presente a tú salvadora- y acercándose a la puerta llamo a una mujer que entro lentamente y siempre con los ojos en los míos. Me estremecí tanto que el aparato de presión cardiaca empezó a sonar estrepitosamente, provocando que el doctor me preguntara si estaba bien, no conteste, estaba metido en los ojos de la mujer que me había apuñalado y besado apasionadamente.


-Amor, quiero que conozcas a Emily, ella llamo a la policía cuando te asaltaron, también te acompaño en la ambulancia y no se quiso ir hasta que despertaras. Es una mujer muy atenta ¿no lo crees?-


Y con apenas un respiro alcance a contestarle a mi mujer –Ya lo creo-


-Un gusto conocerte, me preocupe tanto cuando lo vi desmayado en el callejón y sangrando que no lo pude dejar solo- Parecía tan inofensiva, hasta la impresión de ser ingenua. Se veía tan distinta con ropa que hasta mejor relucían sus ojos cafés y sus labios rojos.


-Bueno, es bastante tarde y ya debo irme, pero fue un placer conocerte-


Y agradeciendo le mi esposa por mi le comento –No, por favor el placer es mío, gracias por salvar a mi esposo-


-No se preocupe, solo hacía lo que cualquier otra hubiera hecho-

Y mirándome mi esposa me dijo – ¿tú no le quieres decir algo?-


La angustia y el nerviosismo me invadió el cuerpo en ese momento, no supe que decir y solo guarde silencio.


-No se preocupe han de ser los sedantes que lo han de traer algo mareado, pero bueno, yo me retiro-
Se despidió primero de mi esposa, luego del doctor y al final apoyándose en la cabecera de la cama, se agacho para besarme en la mejilla. Su aroma era envidiable, sus labios tan suaves que todo parecía un sueño solo que al final me dijo al oído “recuerda que tienes que hacer, si no lo voy a hacer yo. Tienes dos días”.