domingo, 16 de octubre de 2016

Días del Futuro. Parte 4.0

El bite, un bite sordo y destructor; dupstep pesado, un ritmo que hacía a todos bailar. Hombres ebrios sentados sobre sillones de piel con las piernas abiertas ya que en ellas había mujeres delgadas semidesnudas tratando de seducirlos, robándoles sus carteras y relojes; haciéndoles creer que estaban recibiendo un poco de amor, cariño y compasión.

Más de una se me acercó con un paso seductor e invitándome a pasar un agradable rato con ellas me daban sus nombres artísticos y su tarifa por hora, yo no estaba interesado y me dirigí sin dudar a la barra de bebidas en donde se mostraban los nombres de los líquidos con luces de neón y palabras coloridas.

-Un sexo en la bahía, por favor- Dije mientras el cantinero se me acercaba por primera vez y antes de que me preguntara.

No perdía la vista en el espejo fracturado en cientos de pedazos pero ninguno faltante en la pared que estaba frente a mí mientras estaba sentado en un banco y dándole la espalda al espectáculo de mujeres. Había uno de ellos que enmarcaba solamente mi cara, un rostro golpeado, ojeroso; con el cabello y la barba maltratada, con heridas en los labios y cortadas en las cejas y mejillas. Un reflejo de un hombre sin futuro ni esperanza.

Por reflejo vi como una mujer con el cabello oscuro, con los labios pintados de risa, con un sostén azul cielo que cubría sus senos de tamaño promedio, un vientre plano y una braga diminuta caminaba hacía mi sin quitarme la vista de enfrente hasta que llegó a estar parada a un lado de mí.
-No te voy a invitar nada- Seco y serio le conteste.

-Pero no quiero que me invites nada cariño, yo me puedo dar lo que yo quiera sin nadie más- Era una voz seductora que aumento aún más cuando paso su lengua por los labios.

-Bien por ti entonces ahora vete, no quiero nada- Trataba de no verla pero mi cuerpo me traicionaba una y otra vez.

-Sabes que eso es mentira guapo. Ya te están esperando, acompáñame- Me tocó el hombro y percibiendo su aroma fresco se acercó a mí oído lentamente y continuó:

-Eres el afortunado que la va a jubilar, ya no sirve para esto; entonces puedes hacer con ella lo que quieras. Es una lástima, no aguanto ni un año-

Se sabía que el significado de jubilar en esta época no era algo agradable. Los servicios médicos para gente mayor o enfermos no existían o eran muy escasos para nuestro nivel económico, entonces una persona al ser jubilada se refería a que era un gasto más y eso ya no era permitido; todo gasto debía ser eliminado.

Me volví a ver al espejo pero ahora estaba con esa hermosa dama a mi lado y en mi mano mi bebida de color rosa, una mezcla de vodka, jugo y demás ingredientes. Seguía siendo un hombre destrozado aquel.

Me levante y con tomado de la mano me encaminaba a un pasillo en donde desaparecían las de luces parpadeantes y todo era más sobrio. Puertas por ambos lados, algunas cerradas, otras entre abiertas y otras sin dejar nada a la imaginación; sexo, drogas, violencia, gritos, llanto, risas, sangre, saliva y sudor; cada habitación parecía un mundo diferente, un mundo regido por el hombre y su puño de hierro, un mundo triste y desolado; nada diferente al mundo real.

Se detuvo en una puerta y con su mano en la manija me dijo frente a mí:

-¿Listo bebe?- Y con su mano libre toco mí entre pierna apretándola un poco, ella continúo:

-No pareces estar muy animado, casi nadie tiene esta oportunidad. Si quieres te puedo ayudar un poco, esta perra necesita un castigo fuerte; se ha portado muy mal-

-¿Qué hizo?- No quitaba la mirada de sus ojos color café, era una mujer despiadada.

-Nos hizo perder mucho dinero, nos dio la idea de que era capaz pero nos dimos cuenta que solo era una niña y a las niñas tonta nadie las quiere; entonces ¿qué dices? ¿Entramos los dos?- Y me guiño el ojo izquierdo en lo que volvía a sacar su larga lengua y la pasaba por su sonrisa-

-Creó que yo solo puedo- Y apretando más mis órganos sexuales contentó efusiva:

-Eso era lo que quería escuchar, tigre- Y giro la perilla. Antes de que entrara a la habitación la volví a ver y con sus labios me dijo una palabra en silencio, palabra que se dice a todos los clientes que pasan al otro lado.


D-E-S-T-R-O-Z-A-L-A. 

domingo, 9 de octubre de 2016

Días del Futuro. Parte 3.0

Cruce la calle sin importar que estuviera lloviendo o que la gente viera que iba directo a un lugar donde se ve lujuria, se respira sexo, se sienten adicciones, se escucha violencia y se siente sucio. 
Nadie está en esa situación voluntariamente pero en la actualidad, en la maldita actualidad; nadie tiene opción.

Tocas una puerta hueca y se abre una rendija por donde te ven unos ojos oscuros y penetrantes que te analizan y tras unos segundos escuchas como se quitan los seguros del otro lado del metal y se abren las puertas del infierno.

Sale humo del interior y se comienza a escuchar música al fondo del pasillo que está poco alumbrado. Das los primeros pasos y una gran mano te toma del pecho impidiéndote seguir adelante mientras la puerta se cierra detrás de ti con un molesto rechinido, ya hecho; todo es oscuridad unos segundos pero te das cuenta que desde tus pies está subiendo un láser que escanea tu cuerpo. Uno pensaría que es para ver si traes armas o cosas peligrosas pero no, es para ver si traes dinero y a cuanto es esa cantidad, todo al final es negocio y si entras con las manos vacías; sales con algo más que tu presencia, golpeado y amenazado de muerte.

La luz roja termina de examinar tu cuerpo hasta la punta más alta de tu cabello y se apaga. Después de eso se alumbra el pasillo con luces como pista de avión en el aeropuerto y la música sube de tonalidad, igual aparecen unas luces pegadas en la pared que te mostraran lo que hay de promoción en el día o en la noche.

Comencé a caminar y debajo de las ya antes mencionadas luces se ven mujeres bailando eróticamente detrás de un vidrio blindado. No están en un cuadro mayor a de dos metros cuadrados ni dos metros de alto, están forrados de tela negra y en el suelo hay luces parpadeantes que las hacen resaltar.  

Vez sus rostros y aunque tratan de sonreír por orden del jefe puedes ver sus ojos de dolor y pena, sus cuerpos llenos de moretones y golpes que tratan de ocultar con maquillaje y sus movimientos cansados después de estar en un habitación donde no te puedes sentar cómodamente. Son pocas las que son “sanas” y son aún menos las que antes de entrar a trabajar son drogadas y sometidas por los hombres y mujeres de su mundo laboral por solo unos dólares más.

Había mujeres de ambos lados del pasillo y todas se movían al ritmo de la música de fondo excepto una que estaba inmóvil sobre el piso de su cuadro, recargada en una pared y con los ojos volteados. Uno habría pensado que estaba muerta pero su vientre se movía suavemente entre sus pequeños senos solo tapados por pezoneras y una tanga sucia y verde limón.

Lentamente me acerque al vidrio y con mi mano lo toque, al instante se prendió una luz verde alrededor del cuadro y eso solo eran malas noticias. Era la manera en que los clientes mostraban su interés por alguien y tras el escáner, si podías pagarla se enmarcaba de verde su ventanal y si era rojo; no podías ser acreedor de sus servicios y tenías que seguir buscando. Y al parecer, había ya pagado por una hora con estar con ella y yo ser su dueño.

La mujer estaba de frente a mí y tras la luz no había reaccionado, la pared en la que estaba recargada se abrió y entro un señor con guantes de plástico, traje negro y una máscara blanca de esas que ocupan los pintores para no estar respirando las toxinas de los líquidos tóxicos.

La tomo de las axilas antes de que cayera por completo en el suelo y me observo dándome una señal de afirmación con su cara. Minutos después desaparecieron de mi vista y entro otra chica sustituyéndola. Se cerró la puerta y comenzó a bailar.


Mira al otro lado del pasillo al que me había ya acercado y observe unas escaleras que descendían a una puerta por donde salía todo el humo, luces y la música. Cada vez estaba más cerca del infierno.