miércoles, 29 de febrero de 2012

Esta vivo el asesino.

-He vuelto- Dijo estrepitosamente.
Sin necesidad de una presentación, tras haberlo esperado con muchas ansias, tras haberlo soñado y deseado día a día de bien y de mal, pero dijo “aquí estoy, y por desgracia no estás solo”.

Emergió del fondo de una habitación obscura tras estar en posición fetal por más de un mes, estaba cansado y quería algo, deseaba algo. Se puso de pie con su cuerpo desnudo, tirando los hombros hacia atrás y sacando el pecho. Una luz iluminaba el cuarto, pero no era suficiente ya que aun seguía obscuro; solo se veía de la cintura hacia arriba de su cuerpo y como un estimulo alzo la cabeza y me miro, me miro profundamente con esos ojos claros que lo caracterizaban y ese cabello chino del mismo color de esas esferas que decían más que mil palabras.

No decía nada pero expresaba lo que quería decir y hacer. Era serio y disfrutaba lo que antes hacía, lo que lo obligaba a hacer, lo que me haría lo disfrutaría con una alegoría como nunca.

Se sabía si estaba seguro de su regreso, era como un espectro o una ilusión pero me di cuenta que no, era más que eso, era más que real. Sus ojos, su boca, su cabello, su emoción; respiraba, estaba vivo y fue alimentado de recuerdos, de frustración, de esas emociones que lo llamaban y gritaban que volviera, su llama nunca se apago, su corazón nunca dejo de latir y dentro de mi sabía que eso estaba pasando ya que gritaba ferozmente volver a escena. En un cierto punto se reprimió y dude de su existencia pero sabía, sabía muy bien que ahí estaba y ahora yo deseaba que estuviera ahí presente, a un lado de mi, diciéndome que hacer, cómo y cuándo hacerlo.

Empezó a gritar, a decir que iba a salir, que quería estar fuera del sistema, que el mismo sistema estaba mal; pero ese sistema lo mantenía vivo, lo dejo vivir y no podía matarlo. El sistema no estaba mal, él era su creador, él lo formo y lo dejo salir una vez y otra y otra y otra para cometer sus fechorías. Y con la mano derecho simbolizo el número uno, solo una vez por ahora y sonrió como nunca antes anunciando que volvería a salir, que volvería a…no puedo decirlo, aun no, no es tiempo.

Bajo el brazo junto con la mirada e inhalo u aire que no existía, exhalo un dióxido que no conocía; pero ahí me equivoco, por qué él era yo. Cerró los ojos, inhalo y exhalo, inhalo y exhalo, se relajo y desapareció.

Gire mi vista para buscarlo en mi habitación, pero no estaba hasta donde yo sabía y seguía escribiendo. Empecé a girar mi cuello buscándolo en mi cama y no estaba, me separe del escritorio y gire la silla para ver detrás de mí y no estaba, suspire aliviado y cuando regresaba a mi posición ahí estaba, en la entrada de mi cuarto con esa expresión que ya había visto, con esos ojos claros penetrantes, con esa sonrisa que jamás olvidare. Camino lentamente hacia mí y se detuvo, toco mi mejilla suavemente y tomo el cabello, me tiro sobre la alfombra azul y estaba inmóvil y mudo.

Tomo con una mano el cuello y acerco su cara a la mía, no podía respirar y lo veía, lo veía venir, lo veía sonreír pero no reír. Alzo el otro brazo y enseñando el cuchillo goteando con sangre lo introdujo agresivamente sobre mi pecho. No grite y solté una lagrima.

Se levanto firmemente y empezó a caminar, lo vi irse y voltearse para ver su nuevo crimen, pero tenía en pecho con una cortada profunda y grande de manera vertical. Como dije antes él era yo, yo era él, pero aun así y sin importarle sonrió y desapareció de mi vista. Seguía sin poder gritar y solo vi el techo sobre mí cuando cerré los ojos. No hubo lágrimas derramadas, no hubo gritos desesperados solo la aceptación de que seguía vivo y estaba libre, el asesino, mi asesino; yo el asesino.

-He vuelto- Dije estrpitosamente

martes, 28 de febrero de 2012

Sin pasión, sin lagrimas que derramar, sin lujuria. Sin algo llamado amor.

No hay pasión, no hay amor.
No hay lágrimas, si hay amor pero falta por demostrar.

No hay lujuria, las relaciones se destruyen o fortalecen después de pasar por esa etapa.

No hay algo llamado amor, si lo hay pero es destruido, es oculto por una manta de enojo en un momento de discusión, es negado y ahorcado hasta el fin; se libera y es un simple sentimiento que te destruye sin dudarlo. Como una bala que atraviesa las arterias y crea hemorragias, se expande por todo el cuerpo y llega a causar lastima, dolor, pena y textos como estos.

 Deseo correr y estoy sentado.

Deseo dejar de ser yo y estoy escribiendo.

Deseo haber comido algo y estoy sufriendo de hambre como una sanción a lo que hice.

Deseo ir al psicólogo y estoy cómodo con mi personalidad y conducta ante las situaciones de mi vida. Puedo ser molesto, arrogante y ambicioso. ¿Y?

Deseo hacer lo que quiera y estoy con una mentalidad de atadura y restricciones que cada vez me molestan más.

Deseo no estar solo y estoy cada vez más seguro que terminare solo.

Deseo que las hojas de los arboles no caigan como una lagrima tuya sobre tu mejilla. Tan inocente pero tan fuerte que es capaz de lastimar hasta al hombre más fuerte del mundo.

Deseo que eso no hubiera pasado pero paso.

Deseo no haber hablado así pero hable así.

Deseo haber o no hecho más pero no lo hice y eso me lleva al dilema del momento ¿en verdad quería, a quien estoy engañando?

Deseo decir abiertamente lo que pasó pero tengo la boca con comida y no puedo por respeto.



Deseo volver a escribir con más coherencia algún día, como antes era. ¿Dónde deje a mi asesino que me mataba una y otra y otra vez, y si no era a mi era al lado de mi personalidad que dejaba rastro alguno de amor?

Deseo…poder estar contigo y decirte todo pero estoy aquí, pensando en ti. Pero no en ti, sino en ti.

viernes, 10 de febrero de 2012

Rojo número 14

-No me van a atrapar, no me van a atrapar- repetía una y otra vez. Sin remordimiento ni algún sentimiento de culpa salía de la casa con la mano derecha sangrante y un gesto de indiferencia que aterrorizaría a cualquiera. No importaba que la calle estuviera repleta de gente que lo empezaba a ver con miedo y preocupación por los chorros de sangre que brotaban de su cuerpo, con la camisa blanca que ahora era roja, con los ojos abiertos de par en par y un tono de piel pálida. Era media calle y se detuvo en la orilla, vio un autobús aproximarse y cuando estaba casi en frente de él, dio un paso y todo se acabo.

Detrás del cuerpo ya muerto estaba una puerta de una casa que ahora contaba con una mujer sollozando al borde de la cama con su ropa de color rojo sangre, con un cuchillo en el piso rojo y un rastro de liquido rojo que recorría gran parte del hogar hasta llegar al pórtico, a la calle, al cemento y al parabrisas de un autobús sin culpa alguna del acto.

La gente se preguntaba que había pasado y porque, mujeres lloraban por un hombre que no conocían, niños pasmados siendo abrazados por sus familiares impidiendo que vieran el suceso. Un borracho caminaba a tropezones y dijo “debió ser una mujer, solo un hombre muere por una mujer y si no lo hace es más que un pendejo”.

El día se prestaba para los enamorados que demostraban su cariño con regalos materiales, pero al igual que en un día de estos hay personas que son felices y hay otras que sufren por diversas razones como divorcios, rupturas, desamparo, etc. ¿Qué había ocurrido para que el sujeto se lanzara al móvil? ¿De qué no lo iban a atrapar?

Las preguntas eran simples pero el resultado de cada una era algo más que complicado, todo un acertijo para algún psicoanalista o un perito. Tenía un motivo el hombre ¿cuál? ¿Terminar con su vida? ¿Por qué? ¿En qué modo le afecta al sujeto la presencia de la mujer? Solo alguien sabía las respuestas a esas preguntas y vive una agonía en estos momentos.

Se le pregunto a la mujer y no supo que contestar, sus ojos rojos y despintados por las lagrimas no supieron que contestar y su voz se quedo muda y la única respuesta que daba era un sollozo entre cortado. Algo que sobre salía de su cuerpo era un ojo morado obtenido por un golpe contundente y con fuerza suficiente  como para dejar un rastro como aquel. Le pidieron que se parara y se fuera con los policías a la comisaria pero en ese momento su cuerpo se tenso y sujeto las sabanas con mucha fuerza que al jalarla los oficiales se dieron cuenta que algo sostenía, era una pierna.

Las sabanas cubrían un cuerpo de otro sujeto con una perforación en el corazón provocada por el mismo cuchillo que estaba en el suelo. Un nuevo rastro de sangre se descubría, este entraba al baño y empezaba en un espejo quebrado y también manchado de sangre. ¿Qué había pasado ahí?

Sujeto uno- Le había llevado flores a su amada, esta le abrió la puerta y lo dejo pasar, él le pregunto por su ojo morado y ella solo contesto que se había caído. Otro hombre entraba por la puerta, su esposo. El sujeto uno no sabía que ella era casada y se queda intrigado al recibir el primer golpe que lo deja en el suelo, al irse levantando observa que el esposo empieza a golpear a su amada, él se levanta y protege a la mujer que amaba y que jamás lastimaría. El esposo saca un cuchillo y se lo entierra al “amante”, la esposa a su marido rebotándolo en un espejo del baño y cortándole el brazo. El sujeto cae de rodillas, besa a su amante y le pide que no se valla que no había sido su intención, que lo sentía mucho; el otro ya era cadáver. El esposo sale del hogar e instantes después se oyen gritos. Logra subir el cuerpo de la persona que amo a la cama y la cubre con las sabanas de la cama, se sienta en la orilla y comienza a llorar.

Yo era el amante, el que la quería, el que la protegió y la cuido hasta la muerte aun sin estar casados, solo unidos por un lazo como el amor mismo.

¿Qué sería el amor sin algo hermoso, sin algo con que sufrir, sin algo que fuera rojo?