lunes, 30 de diciembre de 2013

Intrusos. Parte 2

-Con un beso voraz comenzare, amenazante entre tus labios; una intrusa en tu boca y una delicia para tus sentidos. Tus manos inamovibles no podrán tocarme de regreso, no podrán disfrutar de la dama que es dueña de tu cuerpo, de tu alma y de tu vida, y aunque sea por solo un momento dependerás de mi, de mis pensamientos y sentimientos- Decía esa voz femenina mientras rozaba mi cuerpo con sus dedos delgados y fríos.- Tus ojos serán presa de la oscuridad pero tu imaginación estará más que viva tratando de imaginar cómo soy y qué es lo que hago; sentirás placer y dolor, un placer que hará que tu corazón se agite gritando mi nombre, el nombre que ahora es para ti soledad y un dolor al sentir como este deja de palpitar y como un suspiro se apaga en el interior de tu cuerpo.- Su voz era pausada, relajante y en cierto punto, dulce. Había dejado sus manos y ahora eran sus labios, igual de fríos y pequeños los que me besaban el cuerpo y se detenían a hablar- El hombre es la cólera del mundo, la mujer quien lo acompaña hasta el fin de los tiempos y juntos hacen de la destrucción de su mundo un paraíso solo hecho para los dos.-Me dio un beso en los labios, reaccione y trate de quitarme pero estaba colgado por los brazos y con las piernas por arriba del piso bien atoradas. Mi cuerpo estaba en diagonal, inmóvil.

-Me harás caso y aceptaras lo que te digo. Recibirás cada caricia que te haga y lo disfrutaras, ya que serán las ultimas que recibas de una dama- Sus uñas pasaban por mis costillas rasguñándome y hasta creo yo, cortándome.

-¿Quién eres?- Quieren que hable, que les haga preguntas y ahora quiero saber quiénes son. Por algo no me amordazaron.  

-Todo a su tiempo amado mío. Somos simples humanos comparados con usted, un dios de lo que ha logrado hacer de su vida; un dios disfrazado ya que en verdad, en verdad usted es el mismísimo demonio. Usted vino a la Tierra a darnos una lección, que los humanos somos capaces de matar dioses, aunque sean demonios y por ahora; que se haga la luz- ¿”Qué se haga la luz”? De que esta hablan…

Una descarga de electricidad pasó por mi cuerpo estirando mis músculos, haciendo que mi mandíbula se oprimiera, retorciéndome de dolor lo único que podía moverme y haciéndome gritar en mi interior hasta que se detuvo, me dejo cansado y sin aliento.

-Un dios no es nada sin sus discípulos ni sin sus herramientas. Zeus tenía sus rayos que aterrorizaban a Grecia, Cronos tenía su reloj con el que manejaba los tiempos del planeta y Afrodita su hermosura inigualable con la que corrompía a los hombres pero tu; tú también tienes herramientas, simples y ordinarias herramientas que todos vemos a diario y utilizamos para ciertas labores pero para tus actividades, se vuelven armas- Ahora era un hombre el que hablaba, su tono era fuerte y directo, una voz madura y no estaba muy lejos de donde yo. Caminaba alrededor de mí- ¿Quién lo diría? Cuchillos, martillos, desatornilladores, vidrio, gasolina, cerillos, tus manos; caramba, hasta una cierra. En verdad eres un maldito- Se detuvo enfrente de mí.

-Soy yo el que está colgado ¿Quiénes son los verdaderos demonios? Me hablan poniéndome en un pedestal y ahora estas aquí, frente a mi hablando de un pasado que deje. De algo que no he hecho hace meses, hablando de un demonio al que irónicamente vi hoy pero que sin duda pienso volverlo a dejar entrar a su preciado mundo…-

-No seas un mártir mi amigo, todo tu pasado esta donde lo dejaste; enterrado, en el fondo del mar, quemado, en un edificio abandonado.-Hizo una pequeña pausa después de haberme interrumpido- Pero siempre he tenido una duda o más bien quiero que me corrobores esta afirmación. Sé porque nunca ocupaste un arma y la respuesta es que son rápidas, ruidosas, nunca dejan nada a la imaginación, son muy obvias, comunes y corrientes; y tu quieres algo que te haga sentir, saborear, disfrutar y ser parte de ese momento y mi mejor ejemplo es esté-

Se hiso el silencio entre nosotros y después se escucho un estruendo muy cercano a mí. Aquel hombre se había atrevido a disparar sin un silenciador haciendo un eco en ahora lo sé; un cuarto. Pero para desgracia mía no había pensado en eso, sino en la bala que había perforado mi pierna derecha. Grite de dolor y trate de soltarme con todas mis fuerzas de piernas y brazos pero todo resulto inútil. Segundos después comencé a sentir como la sangre caliente corría por mi pierna precipitadamente manchando mi pantalón, llegando a mis pies desnudos y comenzando a gotear.

Rápidamente sentí como una mano pasaba por la herida y comenzaba a rodearla con una clase de venda. Estrujando por donde entro y salió la bala evitando que siguiera sangrando pero no quitando el dolor que crecía poco a poco.


Me quieren vivo, aunque sea por ahora.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Intrusos. Parte 1

Desperté con un suspiro, con el vaho de mi aliento saliendo de mi boca chocando contra el frío del cuarto. Veía atento al techo esperando en silencio a que pasara algo, intentando averiguar porque me había despertado en medio de la madrugada.

Gire mi cabeza buscando el reloj que estaba en la mesa a un lado de la cama, 4:00 am., ¿Qué demonios me pasa? Son las cuatro de la mañana y hace un frío de la chingada. Debería estar durmiendo. Pensaba mientras me llevaba las manos al rostro y volvía a ver el techo de la habitación.

Lancé otro suspiro y gire al otro lado del reloj y la vi; dormida con los pies recogidos y abrazados por sus brazos, con su cabello largo y lacio cubriéndole parte de su rostro y con las sabanas cubriéndole hasta medio brazo. Me apoye un poco y la cubrí por completo hasta su hombro, no debía pasar este frió y no quería que se despertara.

Me senté en la cama aun un poco desorientado hasta que decidí ir al baño, tal vez ahí estaba lo que buscaba. Me coloque en la orilla y me puse mis pantuflas; como todo una persona que sufre por ir al baño en la noche y con un frío de ese tamaño.

Prendí la luz, me senté en el retrete y nada; ni una sola necesidad. Dime que no es alguna preocupación o algo que me tiene nervioso, no puedo estar enfermo; debo tener hambre o sed. Y tengo que bajar a la cocina con este frío, me caga. Me pare y con un poco de agua me lave el rostro; no sabía si estaba fría el agua o si era mi cara. Al verme en el espejo note algo, esa mirada que hace tiempo no veía en mí, ese algo que había prometido no volver a hacer y que estaba cumpliendo o ¿acaso era algo más? Algo había cambiado. Deja de estar diciendo tonterías y baja a la cocina, te tomas un vaso de agua y regresas a la cama, la besas en la mejilla y te vuelves a dormir; solo que rápido que hace frío.

Apague la luz del baño y baje a oscuras por las escaleras de la casa tratando de no hacer ruido hasta que escuche algo y me detuve al pie del ultimo escalón. Alcé la vista y no vi nada con excepción de esas esferas y luces de colores del árbol de navidad; todo estaba apagado pero resaltaban por la luz de la calle. Volví a escuchar ese ruido, era un rechinido de madera; el sonido de cuando alguien pisa una madera vieja en una casa y el piso de mi casa era de madera.

Voltee rápidamente a donde había escuchado el ruido y lo único que vi fueron muebles, nada extraño. Me quede pasmado un par de segundos tratando de imaginar si había algo extraño pero todo me resulto muy familiar y en orden; hasta todavía estaba el vaso de leche que había dejado en la mesa enfrente del televisor.  Que flojera caminar un par de pasos para recogerlo, mañana lo hago. Con una mueca en la cara volvía a voltearme para ir a la cocina y repentinamente sentí una mano en mi garganta que me empujaba hasta llevarme a una pared y levantarme del piso uno par de centímetros.

No podía hablar y me costaba respirar. Su mano era grande y su fuerza inmensa para haberme levantado solo con su mano. Me tenía viendo al techo y lo único que escuchaba era un respirar agitado y entrecortado. ¿Qué carajo está pasando?

Sus dedos me apretaban cada vez más fuerte el cuello y trataba de alejarlos de mí, pero resultaba imposible, era muy fuerte. Trate de encontrar su rostro o alguna parte de su cuerpo para golpear o patear pero lo único que hacía era mover el viento. Comenzaba a sentir un mareo, no tardaba mucho en esa posición en desmayarme.

-¿Quién eres?- Me dijo esa voz, esa voz que escuchaba a diario pero en ese tono que estaba queriendo olvidar.

-No sé a qué te refieres. Sigo siendo yo- Hablaba cortadamente.

-¡¿Quién eres?! ¡¿Qué te pasó?! ¡¿Por qué cambiaste?! ¡No eres el mismo!-

-En serio, no se a que te refieres… Decidí tener otra vida, decidí que era hora de cambiar, no podía ser el mismo-

-¡¿Por qué?!-

-Era lo mejor para mí y para los que me rodean-

-Sabes que sigues siendo el mismo ¿por qué negarlo? Sabes que sigues siendo ese infeliz y no hace mucho de demostraste pedazo de mierda ¿por qué te crees diferente?- Maldito, bien sabía que con eso me iba a tener a la medida.

-¡Hijo de puta! No fue a propósito, no fue mi intensión, no quería hacerlo; nunca fue el plan, nunca quise que pasara así. ¡Púdrete estúpido!- El coraje y la tristeza comenzaban a invadir mi mente.

-¿Entonces? ¿Qué fue eso?- Su tono era retador.

-Lo siento, en verdad lo siento; no quise que fuera así. Por eso decidí cambiar, tener otra vida; demostrarme que puedo hacerlo, que puedo ser mejor. Prometí no volverlo a hacer y no lo voy a volver a hacer, por eso a ti te mate, ¡por esa razón te saque del juego! ¡Eres historia en mi vida pedazo de mierda! No volveré a eso y sé que cometo errores pero voy a cambiar, estoy cambiando y por eso estas aquí. Te vi en el espejo, tú también ya eres diferente inútil-

Me soltó sorpresivo y caí al piso. Mis piernas estaban dormidas y me tomaba en cuello tratando de recuperar el aliento mientras le veía las piernas y como estas iban a un sillón y se sentaban tranquilamente. Ya repuesto lo acompañe lentamente sentándome a su lado en forma de L.

-¿Qué haces aquí?- Ya podía hablar con más tranquilidad.

-Soy la razón por la que estas despierto- Me lleva la chingada, dime que estas mintiendo.

-¿Y ahora qué?-

-No puedes sacarme de tu vida. Sabes que no puedo salir, para empezar-

-Lo sé, pero es para mí bien. Quiero hacerlo.-

-Debes pagar por tus acciones del pasado-

-Y lo estoy haciendo, en verdad siento mucho los malentendidos con todas las personas con quien los tuve; no sabes el arrepentimiento de todo esto-

Se levanto de su lugar y antes de desaparecer en la oscuridad y frialdad de la noche dijo:

-No es suficiente-


Volví a abrir los ojos en el sillón enfrente de la mesa donde estaba el vaso de leche que había olvidado.

Debió ser una pesadilla. Maldita leche echada a perder. Tome mi rostro y jale mis cabellos mientras estaba apoyado en mis rodillas hasta que de pronto escuche un golpe muy fuerte en la puerta principal de la casa que estaba enfrente de mí. El golpe hiso que brincara de mi lugar y me pusiera de pie; segundos después se escucho otro más estruendoso ya que la puerta se abrió de golpe y choco contra la pared.

Tres personas vestidas de negro completamente y con los rostros tapados con mascaras de animales entraron rápidamente a mi hogar. No pude pensar nada y solo alcance a decir en un grito:

-¡¿Qué demonios está pasando aquí?!- Cuando de pronto uno de ellos alzo una pistola y apunto hacia mí, segundos después sentí como algo entraba en mí; como una inyección muy dolorosa.


Volvía a alzar la vista y empecé a ver borroso hasta que caí al suelo chocando con la mesa y solo viendo por ultimo los pies que se quedaban quietos, esperando.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Infantes.

La música retumbaba en el lugar, de pared a pared y los vidrios vibraban junto con el bajo de las grandes bocinas que prendían conforme al ritmo. Era música sin letra o con una muy escasa, los sonidos de una caja eran los que movían a la gente entre sus notas altas y bajas. Era una fiesta de las que llaman épicas.

Todos brincaban sin control y se movían dejándose llevar por el aire caliente que era producido por los cuerpos sudorosos que bailaban; por la pasión reflejada entre las parejas en los sillones y aquellas apoyadas en las paredes del lugar; y por el humo de cigarro de aquellos que lloraban por amores fallidos o que solo trataban de bajar su ansiedad de conquistar a aquella dama que les había regalado una sonrisa o a aquel hombre con el que habían bailado y que las había dejado sin aliento. Hombres y mujeres con los corazones agitados y sudor en sus frentes.

Las luces parpadeaban colores, era un arcoíris dentro del departamento. Rojo, azul, verde, amarillo, rosa, café; era increíble todo. Esas torres con focos hacían maravillas con el lugar, llenándolo perspectivas diferentes; a veces solo veías a las personas como si estuvieran pintadas de morado y de inmediato cambiaban, aparecían y desaparecían con diferentes posiciones a la anterior. Era un lugar mágico, parecía una explosión pero sin que nadie gritara de dolor, sino una explosión de sonrisas y alegría inyectado a todos de adrenalina.

En las mesas; caramba ¿cuál era mi vaso?, líneas finas de un polvo blanco pero no veía ningún pizarrón verde o a alguno de los invitados con cara de profesor, vasos rojos sin terminarse y con bebidas de muchísimos colores y hasta olores que me dejaban mareado, cigarros de todos los tamaños y especies pero todos con humo aun saliendo; algunos eras cafés otros blancos y otros hasta verdes. Que curiosos estaban pero no me atrevía a tomar uno, eran para los grandes. También habían unas pastillas pequeñas blancas regadas por el piso y en la mesa; había muchas personas enfermas ya que todos tomaban una de vez en cuando; espero no contagiarme de gripa.

 Pero no eran las personas que bailaban ni el lugar o la música o las luces de colores y ni siquiera las bebidas y demás cosas en la mesa lo que llamaba mi atención; sino eras tú, la mujer que estaba sentada a mi lado y que no me atrevía a ver.

El sillón era viejo y de color café, con uno que otro hoyo por donde se le salía el relleno y hasta en algunos se alcanzaba a ver el resorte plateado. Los dos estábamos sentados en él, a unos escasos centímetros de distancia. No hablamos con nadie, éramos los únicos sentados en silencio en el lugar  ya que otros se dedicaban a expresarse su amor; unos sentados encima de los otros con sus manos enredándose entre sus cuerpos que a veces suspiraban y otras estaban ocupados encerrados en la oscuridad de sus miradas sintiendo los labios chocar y hacer corto circuito en sus cuerpos. No es envidia, solo que algún día yo podría ser él.

Estabas totalmente recargada en el sillón con los brazos cruzados mirando a los jóvenes pasar frente a ti y lanzando uno que otro suspiro de aburrimiento. Yo quisiera estar dentro de ese suspiro para sentir el calor de tus labios.

Tu cabello oscuro, lacio y largo cubría solo un hombro tuyo; el que estaba más lejos de mí, dejando tu cuello desnudo y tú otro hombro siendo una tentación voraz para cualquier depredador.

Tu vestido era blanco y tan largo que llegaba a tus rodillas, con un cinturón negro que protegía su cadera y esa hebilla blanca que era el detalle que te hacia deslumbrar. Tus zapatos negros con un tacón no muy alto y unas pulseras blanca y negra en una de tus muñecas.

Tus piernas y brazos delgados; tu piel lisa, blanca y supongo suave; tu poco maquillaje que apenas alcanzaba a ver de reojo hasta que me viste y me regalaste una sonrisa. Dios, me vio; rápido deja de verla y ve otra cosa.

Tus labios con un tono claro de ser rojos, tus mejillas un poco resaltadas, tus ojos rodeados de un negro atractivo y ese ahora aroma que me llega quitando el olor de cigarro del lugar y ahora dejándome solamente con ese aroma fresco y seductor pero, esos labios; pequeños, curveados y… necesito volver a ver.

Me apoye en mis rodillas con mis codos y empiezo a jugar con mis manos que ahora estaban sudadas. Sentía esa adrenalina por el nerviosismo correr por mi cuerpo y esa clara necesidad de mi cerebro de volverla a ver y lo hice girando lentamente mi cuello hasta poderte ver otra vez de reojo.

Impensable que te encontraría aquí, esas mejillas, esos ojos oscuros, esos labios.

Volvía a ver mis manos y me pregunte que era; las 23:11. No tardaba en irme. Mire al frente y vi a una pareja que peleaba y discutía hasta que ella soltó un par de golpes al hombre y se fue dejándolo a él parado y sin una palabra en su boca; no fue detrás de ella.

Seguí viendo a mí alrededor y vi a un par de parejas sentadas en una mesa cuadrada; los hombres sentados enfrente de las mujeres. Estaban jugando domino. Reían y bromeaban, a veces había miradas de odio y sonrisas de nerviosismo pero a lo lejos se mandaban besos con un gesto en los labios. Termino el juego y una de las mujeres pareció ganar por sus brazos alzados de victoria hasta que el hombre que estaba enfrente de ella se levanto de su lugar y atravesando la mesa la tomo del cuello y la acerco a sus labios dándole un beso. Apostaron besos, tal parece.

Regrese a ver mis manos y habían dejado de estar sudadas pero ella seguía mi lado, la sentía. Tenía que hacer algo, estaba a punto de explotar sino hacia algo antes de tenerme que ir.

Suspire y me arme de valor, pero necesite algo más para poder hacer algo pero de la nada adoptaste mi misma posición. Era ahora o nunca, que nerviosismo.

Tú tenías 10 y yo 9 años, estábamos ahí por nuestros hermanos mayores. Íbamos en salones diferentes y en años diferentes pero tenía que hacer algo pero, ¿qué podía hacer un niño en esa situación?

Hermano, ya vámonos. Escuchaba a mi hermano mientras lo veía haciéndome un gesto con las manos.

El tiempo lo tenía encima, tenía que hacer algo; me iba a arrepentir sino salía de ahí con saber que había hecho algo. Respiraba por la boca, abría y cerraba mis manos, parpadeaba sin saber porqué y sin pensar…

Tu piel sí era suave, tu aroma era más fresco de cerca, tu cabello también olía algo muy rico y el calor de tu cuerpo era más que envolvente. Te bese en la mejilla con los ojos cerrados tratando de prestar atención a mí alrededor y no a mi corazón que parecía que iba a salir de mi pecho.

Fue rápido pero para mí, pareció eterno.

Mis labios se despegaron de tu mejilla y regrese a mi posición para que segundos después me parara y alcanzara a mi hermano que ya se había adelantado. No mire atrás, pero sentía muchas cosas, algo más que no sé como decir que es. Solo que estaba pasado y sentía, era algo; algo grande, cálido y… y… se sentía bonito.

Mañana la escuela iba a dar playeras para la carrera del colegio por su aniversario así que todos tenían que estar presentables. Iba a ver caras conocidas pero por ahora me quedaba con lo que había pasado y eso que apenas habían pasado 2 meses del comienzo del año escolar.


¿Qué pasara el lunes que nos veamos en la escuela?

jueves, 12 de diciembre de 2013

Gestos.

No sabía de su existencia, no los había visto antes, no sabía quiénes eran, no sabía a qué se dedicaban, no sabía que les gustaba, no sabía cómo se habían conocido, no sabía la historia de cada uno, no sabía que eran diferentes; no sabía nada de ellos con excepción de una cosa, eran una pareja de seres humanos singulares y que estaban enamorados.

La noche pasaba por la ventana del camión en el que iba, las luces deslumbraban e iluminaban momentáneamente los rostros que miraban las lámparas pasar a su lado a gran velocidad. Yo estaba en uno de los primeros lugares del autobús de lado izquierdo y pegado al pasillo ya que no me había dignado a adentrarme más en el transporte y preferí irme a la segura; sentarme en el primer lugar que vi, a lado de una mujer de másomenos treinta años que vestía una combinación de negro y blanco, típico saco y pantalón para un trabajo en una oficina. No le prestaba atención a ella, sino a un par de situaciones diferentes.

Una de ellas era a la película que se proyectaba en las pantallas situadas en el techo poco alumbrado del bus, era una compilación de situaciones con personas diferentes de cómo abordan el embarazo; entre una película cómica y un drama típico americano. Tampoco le prestaba mucha atención a eso, solo de vez en cuando.

Otra situación era la de un hombre sentado a mi altura del otro lado del pasillo, a unos cuarenta centímetro de distancia. Él era mayor a la mujer que estaba del otro lado, como unos cinco años más grande. Parecía un hombre alto, delgado y pacifico. Iba más informal en vestimenta, pero lo que me llamó la atención era que estaba muy concentrado en la película y con una sonrisa en su rostro; disfrutando plenamente los comentarios que yo no escuchaba. De vez en cuando lo miraba y nunca dejo de sonreír.

En lo que iba concentrado era en la música, en mis pensamientos, en lo que había pasado en el día. En todo lo que pase para poder recibir aunque sea una sonrisa, una mirada seductora, un beso, un abrazo, un sentir de su tacto, un poder escuchar su respiración, un poder tomarla de la mano y sentir su corazón palpitar. ¿Valió la pena perderme en un paradero enorme  de la ciudad, en preocuparme por ir en la ruta correcta, en sentir ese nerviosismo de conocer personas que tenía que ganarme su aceptación? Claro que sí y lo volveré a hacer.

Estaba absorto en esas imágenes que deslumbraban en mi cabeza, en esas sensaciones que deseaba volver a sentir y en ese rostro por el que viaje mientras miraba por la ventana, la película, la mujer a mi lado y el hombre sonriente. Todas esas personas con historias, con objetivos, con propósitos, con razones de estar ahí sentados y yo con las mías. Vivimos en un mundo donde nunca sabremos a lado de quien nos sentamos, solo son personas que tienen un porqué.

Al fin, en casa o a una media hora más de camino; pero ya cerca.

Baje del autobús y curiosamente la mujer que estaba sentada a mi lado salió en esa misma parada; la ironía de la vida y yo seguía escuchando música en mis audífonos. Ahora comenzaba a tocar mi celular el nuevo disco de Thirty seconds to Mars, Love Lust Faith + Dreams. Disfruto mucho de su música y deseo irlos a ver en concierto.

Caminaba por debajo de un puente oscuro pero transitado por vehículos y gente deseosa de ir a sus destinos cuando voy cruzando la calle y los veo. Instantaneamente iban cruzando la calle a la par que yo pero más atrás y llamarón mi atención. Una pareja de sordo-mudos.

Él era moreno, alto y flaco, portaba una mochila; ella era igual de delgada, con un tono de piel parecido al hombre pero de una altura menor y traía una bolsa grande. La ropa de los dos era informal y casual. No dejaban de hablar.

Sus manos se movían magistralmente en el aire, parecía que hiciera maravillas con el viento que pasaba por entre sus dedos como un mago que le demuestra a una niña un truco que ella jamás había visto y sus gestos eran más que sobre exagerados para personas que no saben de ese idioma, como yo.

Solo los mire de reojo y cuando volví la mirada tenía una sonrisa enorme, me había encantado de esa escena, de esa pareja y había pensado en que me gustaría aprender ese lenguaje para saber de qué tanto hablaban.  

Para llegar a mí casa tenía que tomar un taxi que se llena de tres personas más y toma una ruta específica; se llaman colectivos.

Me subí en la parte de atrás del colectivo de la ruta de mi casa y después de decir “buenas noches” al hombre que estaba sentado en el único lugar de adelante como si me hubieran llamado gire la mirada y los vi. También iban a tomar un colectivo o solo ella para ser especifico.

El conductor les entendió con un gesto que ambos hicieron y antes de que se subiera la dama tomo a su caballero de su chamarra y con una sonrisa lo jalo a su cuerpo y lo beso; fue todo en silencio para ellos, fue todo tranquilo, romántico y dulce para esa pareja que ahora se despedía.

Dejo de tomarlo de la chamarra y subía su mano hasta su mejilla rozándola con su pulgar y él la tomaba de la cadera sujetándola de una manera en que sus cuerpos no dejaran pasar el frío entre ellos y con la otra mano se veía como se abría paso por su cabello del otro lado de su cara.

Era la canción City of Angels lo que escuchaba “One life, one love” mientras los veía, mientras recordaba esa sonrisa, esa mirada, mientras sentía su mano pasar por mi pecho y sus labios rozar los míos. No dejaba de pensar en ella y mi corazón lo sabía al igual que mi mente.

Fueron menos de veinte segundos cuando ella se despego de él y con una última sonrisa se subió al auto y cerró la puerta. Él hiso unos gestos más acompañados con la magia de sus manos y al final sonrió.

Espero hasta que el auto arranco y se fue dejándolo en la acera bajo ese foco solitario que alumbra la parada de los llamados colectivos.

Me voltee y mire por la ventana, la noche era fría y oscura pero yo no dejaba de sonreír.


“I´m in home”

jueves, 5 de diciembre de 2013

Un dedo sobre la piel.

La luz de la mañana fría corría por el piso blanco del cuarto mientras entraba sin permiso por la ventana e iluminaba poco a poco la oscuridad de un cuarto que guardaba algo más que objetos y fotografías.

Comenzaba a subir por la cama pasando por los pares de zapatos que estaba tirados y una que otra prenda hasta llegar al borde superior, un lugar donde las sabanas se juntaban y donde poco a poco dos pares de pies aparecían descubiertos pero entrelazados.

Los vidrios estaban empeñados de un lado y por otro la blanca nieve se iba derritiendo lentamente haciendo crujir el borde metálico que sostenía la ventana haciendo sonidos suaves y poco constantes.

Una sabana delgada cubría dos cuerpos que reposaban dulcemente en la cama, uno encima del otro. Él estaba debajo, viendo al techo y con un brazo abrazando el cuerpo de la dama que ocupaba como almohada el pecho del hombre. Ambos dormidos, ambos enamorados, ambos esperando su despertar mientras estaban inmersos en sus sueños; en donde eran reyes y creadores de sus propios mundos.

La luz inconsciente comenzó a pasearse por las piernas de ambos haciendo brotar humo de sus pieles que atravesaba la delicada sabana. Continúo avanzando hasta llegar a sus rostros anunciándoles que ya había amanecido y que era hora de volver a la realidad. Una realidad donde vivían juntos, donde iban al súper mercado por los víveres de la semana, donde hacían ejercicio los sábados por la mañana, donde los dos se veían al comienzo de su día y al final de esté en un día de la semana; donde los dos eras una pajera.

Los pies comenzaron a moverse acompañados de sonidos diversos; gestos de estar despertando en un día libre por la mañana.

Ella fue la primera en despertar, estirando sus piernas y brazos soltando un gran bostezo y abriendo poco a poco los ojos cafés que tenía; pasando sus manos por su cabello enredado pero liso y hermoso. Esto despertó al joven que de igual manera comenzaba a estirarse y a tocarse la cara como muestra de desagrado por la luz.

Tardaron varios minutos en estar totalmente despiertos y sin decirse ni una palabra o una mirada. Uno miraba al techo y otra a la ventana que estaba cubierta por una delgada capa de agua.

Era suave, delicada y tibia mientras que sus dedos comenzaban a recorrer su brazo con lentitud y en eso ella escuchaba su corazón palpitar de la misma manera que la noche anterior, ese sonido con el que se había arrullado hasta quedar perdidamente dormida.

Dejo el brazo y acomodando el cuerpo continuo tocando la espalda que no estaba del todo descubierta por una blusa delgada, pero no fue tomado como obstáculo; sino como un reto y un pretexto para poder explorar más allá.

Comenzaba a retorcerse y a besar el cuello del hombre que era víctima de unos labios con mente propia, pequeños y deliciosos. Subía poco a poco hasta encontrar una boca de la que salía un vahó de pasión, el efecto inevitable que le causa una dama a un caballero.

Un beso que parecía el comienzo de una eternidad, unas manos que paseaban por una espalda que comenzaba a estar desnuda, una ventana que permite más que solo luz de una mañana fría, un cuarto que guarda más que objetos tangentes y una pareja que comenzaba a estar junta.


El calor derretía la nieve.