-Con un beso voraz comenzare, amenazante entre tus labios;
una intrusa en tu boca y una delicia para tus sentidos. Tus manos inamovibles
no podrán tocarme de regreso, no podrán disfrutar de la dama que es dueña de tu
cuerpo, de tu alma y de tu vida, y aunque sea por solo un momento dependerás de
mi, de mis pensamientos y sentimientos- Decía esa voz femenina mientras rozaba
mi cuerpo con sus dedos delgados y fríos.- Tus ojos serán presa de la oscuridad
pero tu imaginación estará más que viva tratando de imaginar cómo soy y qué es
lo que hago; sentirás placer y dolor, un placer que hará que tu corazón se
agite gritando mi nombre, el nombre que ahora es para ti soledad y un dolor al
sentir como este deja de palpitar y como un suspiro se apaga en el interior de
tu cuerpo.- Su voz era pausada, relajante y en cierto punto, dulce. Había
dejado sus manos y ahora eran sus labios, igual de fríos y pequeños los que me
besaban el cuerpo y se detenían a hablar- El hombre es la cólera del mundo, la
mujer quien lo acompaña hasta el fin de los tiempos y juntos hacen de la
destrucción de su mundo un paraíso solo hecho para los dos.-Me dio un beso en
los labios, reaccione y trate de quitarme pero estaba colgado por los brazos y
con las piernas por arriba del piso bien atoradas. Mi cuerpo estaba en diagonal,
inmóvil.
-Me harás caso y aceptaras lo que te digo. Recibirás cada
caricia que te haga y lo disfrutaras, ya que serán las ultimas que recibas de
una dama- Sus uñas pasaban por mis costillas rasguñándome y hasta creo yo, cortándome.
-¿Quién eres?- Quieren
que hable, que les haga preguntas y ahora quiero saber quiénes son. Por algo no
me amordazaron.
-Todo a su tiempo amado mío. Somos simples humanos
comparados con usted, un dios de lo que ha logrado hacer de su vida; un dios
disfrazado ya que en verdad, en verdad usted es el mismísimo demonio. Usted
vino a la Tierra a darnos una lección, que los humanos somos capaces de matar
dioses, aunque sean demonios y por ahora; que se haga la luz- ¿”Qué se haga la luz”? De que esta hablan…
Una descarga de electricidad pasó por mi cuerpo estirando
mis músculos, haciendo que mi mandíbula se oprimiera, retorciéndome de dolor lo
único que podía moverme y haciéndome gritar en mi interior hasta que se detuvo,
me dejo cansado y sin aliento.
-Un dios no es nada sin sus discípulos ni sin sus
herramientas. Zeus tenía sus rayos que aterrorizaban a Grecia, Cronos tenía su
reloj con el que manejaba los tiempos del planeta y Afrodita su hermosura
inigualable con la que corrompía a los hombres pero tu; tú también tienes
herramientas, simples y ordinarias herramientas que todos vemos a diario y
utilizamos para ciertas labores pero para tus actividades, se vuelven armas-
Ahora era un hombre el que hablaba, su tono era fuerte y directo, una voz
madura y no estaba muy lejos de donde yo. Caminaba alrededor de mí- ¿Quién lo
diría? Cuchillos, martillos, desatornilladores, vidrio, gasolina, cerillos, tus
manos; caramba, hasta una cierra. En verdad eres un maldito- Se detuvo enfrente
de mí.
-Soy yo el que está colgado ¿Quiénes son los verdaderos
demonios? Me hablan poniéndome en un pedestal y ahora estas aquí, frente a mi
hablando de un pasado que deje. De algo que no he hecho hace meses, hablando de
un demonio al que irónicamente vi hoy pero que sin duda pienso volverlo a dejar
entrar a su preciado mundo…-
-No seas un mártir mi amigo, todo tu pasado esta donde lo
dejaste; enterrado, en el fondo del mar, quemado, en un edificio
abandonado.-Hizo una pequeña pausa después de haberme interrumpido- Pero
siempre he tenido una duda o más bien quiero que me corrobores esta afirmación.
Sé porque nunca ocupaste un arma y la respuesta es que son rápidas, ruidosas,
nunca dejan nada a la imaginación, son muy obvias, comunes y corrientes; y tu
quieres algo que te haga sentir, saborear, disfrutar y ser parte de ese momento
y mi mejor ejemplo es esté-
Se hiso el silencio entre nosotros y después se escucho un
estruendo muy cercano a mí. Aquel hombre se había atrevido a disparar sin un
silenciador haciendo un eco en ahora lo sé; un cuarto. Pero para desgracia mía
no había pensado en eso, sino en la bala que había perforado mi pierna derecha.
Grite de dolor y trate de soltarme con todas mis fuerzas de piernas y brazos
pero todo resulto inútil. Segundos después comencé a sentir como la sangre caliente
corría por mi pierna precipitadamente manchando mi pantalón, llegando a mis
pies desnudos y comenzando a gotear.
Rápidamente sentí como una mano pasaba por la herida y comenzaba
a rodearla con una clase de venda. Estrujando por donde entro y salió la bala
evitando que siguiera sangrando pero no quitando el dolor que crecía poco a
poco.
Me quieren vivo,
aunque sea por ahora.