Me gusta el sexo, el alcohol, el cigarro, las drogas, las
armas, las malas palabras, los hombres y a veces las mujeres. También me gusta
leer, el silencio de la noche, el calor de la playa, un baño frío en medio de
la madrugada, la novela de las ocho y mi café hirviendo en la mañana.
Vivo en las tierras calurosas y húmedas de Veracruz y soy
parte de un grupo de monjas llamadas las Monjas Capuchinas desde ya hace tres
años. Nos dedicamos a hacer galletas deliciosas que vendemos en el pueblo, a
ayudar a los desamparados y sobre todo a acompañar a los padres y obispos a sus
viajes por el estado.
He visto, oído, saboreado y tocado los manjares de la vida.
Desde estar frente a la casa de Dios más grande y hermosa del mundo, comido lo
más exótico en medio de la selva, escuchado la voz más angelical de todos los
tiempos y tocado la tela más fina y cara del planeta hasta haber visto a un
hombre abusar de un niño en medio de demás adultos, escuchar bombas caer del
cielo mientras una madre esta hincada llorando por su hijo que ya hace muerto,
probado la más dulce y profunda cocaína con un narcotraficante mientras estamos
desnudos en una cama de un motel y tocado el miembro más grande y grueso que jamás
pudo haber estado dentro de mí.
Esto es lo que hago y disfruto, lo que me hace llorar y
gemir, lo que pienso, digo y hago, lo que esta prohibido y permitido; esta es
mi vida y no la cambiaría por nada.
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