lunes, 30 de diciembre de 2013

Intrusos. Parte 2

-Con un beso voraz comenzare, amenazante entre tus labios; una intrusa en tu boca y una delicia para tus sentidos. Tus manos inamovibles no podrán tocarme de regreso, no podrán disfrutar de la dama que es dueña de tu cuerpo, de tu alma y de tu vida, y aunque sea por solo un momento dependerás de mi, de mis pensamientos y sentimientos- Decía esa voz femenina mientras rozaba mi cuerpo con sus dedos delgados y fríos.- Tus ojos serán presa de la oscuridad pero tu imaginación estará más que viva tratando de imaginar cómo soy y qué es lo que hago; sentirás placer y dolor, un placer que hará que tu corazón se agite gritando mi nombre, el nombre que ahora es para ti soledad y un dolor al sentir como este deja de palpitar y como un suspiro se apaga en el interior de tu cuerpo.- Su voz era pausada, relajante y en cierto punto, dulce. Había dejado sus manos y ahora eran sus labios, igual de fríos y pequeños los que me besaban el cuerpo y se detenían a hablar- El hombre es la cólera del mundo, la mujer quien lo acompaña hasta el fin de los tiempos y juntos hacen de la destrucción de su mundo un paraíso solo hecho para los dos.-Me dio un beso en los labios, reaccione y trate de quitarme pero estaba colgado por los brazos y con las piernas por arriba del piso bien atoradas. Mi cuerpo estaba en diagonal, inmóvil.

-Me harás caso y aceptaras lo que te digo. Recibirás cada caricia que te haga y lo disfrutaras, ya que serán las ultimas que recibas de una dama- Sus uñas pasaban por mis costillas rasguñándome y hasta creo yo, cortándome.

-¿Quién eres?- Quieren que hable, que les haga preguntas y ahora quiero saber quiénes son. Por algo no me amordazaron.  

-Todo a su tiempo amado mío. Somos simples humanos comparados con usted, un dios de lo que ha logrado hacer de su vida; un dios disfrazado ya que en verdad, en verdad usted es el mismísimo demonio. Usted vino a la Tierra a darnos una lección, que los humanos somos capaces de matar dioses, aunque sean demonios y por ahora; que se haga la luz- ¿”Qué se haga la luz”? De que esta hablan…

Una descarga de electricidad pasó por mi cuerpo estirando mis músculos, haciendo que mi mandíbula se oprimiera, retorciéndome de dolor lo único que podía moverme y haciéndome gritar en mi interior hasta que se detuvo, me dejo cansado y sin aliento.

-Un dios no es nada sin sus discípulos ni sin sus herramientas. Zeus tenía sus rayos que aterrorizaban a Grecia, Cronos tenía su reloj con el que manejaba los tiempos del planeta y Afrodita su hermosura inigualable con la que corrompía a los hombres pero tu; tú también tienes herramientas, simples y ordinarias herramientas que todos vemos a diario y utilizamos para ciertas labores pero para tus actividades, se vuelven armas- Ahora era un hombre el que hablaba, su tono era fuerte y directo, una voz madura y no estaba muy lejos de donde yo. Caminaba alrededor de mí- ¿Quién lo diría? Cuchillos, martillos, desatornilladores, vidrio, gasolina, cerillos, tus manos; caramba, hasta una cierra. En verdad eres un maldito- Se detuvo enfrente de mí.

-Soy yo el que está colgado ¿Quiénes son los verdaderos demonios? Me hablan poniéndome en un pedestal y ahora estas aquí, frente a mi hablando de un pasado que deje. De algo que no he hecho hace meses, hablando de un demonio al que irónicamente vi hoy pero que sin duda pienso volverlo a dejar entrar a su preciado mundo…-

-No seas un mártir mi amigo, todo tu pasado esta donde lo dejaste; enterrado, en el fondo del mar, quemado, en un edificio abandonado.-Hizo una pequeña pausa después de haberme interrumpido- Pero siempre he tenido una duda o más bien quiero que me corrobores esta afirmación. Sé porque nunca ocupaste un arma y la respuesta es que son rápidas, ruidosas, nunca dejan nada a la imaginación, son muy obvias, comunes y corrientes; y tu quieres algo que te haga sentir, saborear, disfrutar y ser parte de ese momento y mi mejor ejemplo es esté-

Se hiso el silencio entre nosotros y después se escucho un estruendo muy cercano a mí. Aquel hombre se había atrevido a disparar sin un silenciador haciendo un eco en ahora lo sé; un cuarto. Pero para desgracia mía no había pensado en eso, sino en la bala que había perforado mi pierna derecha. Grite de dolor y trate de soltarme con todas mis fuerzas de piernas y brazos pero todo resulto inútil. Segundos después comencé a sentir como la sangre caliente corría por mi pierna precipitadamente manchando mi pantalón, llegando a mis pies desnudos y comenzando a gotear.

Rápidamente sentí como una mano pasaba por la herida y comenzaba a rodearla con una clase de venda. Estrujando por donde entro y salió la bala evitando que siguiera sangrando pero no quitando el dolor que crecía poco a poco.


Me quieren vivo, aunque sea por ahora.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Intrusos. Parte 1

Desperté con un suspiro, con el vaho de mi aliento saliendo de mi boca chocando contra el frío del cuarto. Veía atento al techo esperando en silencio a que pasara algo, intentando averiguar porque me había despertado en medio de la madrugada.

Gire mi cabeza buscando el reloj que estaba en la mesa a un lado de la cama, 4:00 am., ¿Qué demonios me pasa? Son las cuatro de la mañana y hace un frío de la chingada. Debería estar durmiendo. Pensaba mientras me llevaba las manos al rostro y volvía a ver el techo de la habitación.

Lancé otro suspiro y gire al otro lado del reloj y la vi; dormida con los pies recogidos y abrazados por sus brazos, con su cabello largo y lacio cubriéndole parte de su rostro y con las sabanas cubriéndole hasta medio brazo. Me apoye un poco y la cubrí por completo hasta su hombro, no debía pasar este frió y no quería que se despertara.

Me senté en la cama aun un poco desorientado hasta que decidí ir al baño, tal vez ahí estaba lo que buscaba. Me coloque en la orilla y me puse mis pantuflas; como todo una persona que sufre por ir al baño en la noche y con un frío de ese tamaño.

Prendí la luz, me senté en el retrete y nada; ni una sola necesidad. Dime que no es alguna preocupación o algo que me tiene nervioso, no puedo estar enfermo; debo tener hambre o sed. Y tengo que bajar a la cocina con este frío, me caga. Me pare y con un poco de agua me lave el rostro; no sabía si estaba fría el agua o si era mi cara. Al verme en el espejo note algo, esa mirada que hace tiempo no veía en mí, ese algo que había prometido no volver a hacer y que estaba cumpliendo o ¿acaso era algo más? Algo había cambiado. Deja de estar diciendo tonterías y baja a la cocina, te tomas un vaso de agua y regresas a la cama, la besas en la mejilla y te vuelves a dormir; solo que rápido que hace frío.

Apague la luz del baño y baje a oscuras por las escaleras de la casa tratando de no hacer ruido hasta que escuche algo y me detuve al pie del ultimo escalón. Alcé la vista y no vi nada con excepción de esas esferas y luces de colores del árbol de navidad; todo estaba apagado pero resaltaban por la luz de la calle. Volví a escuchar ese ruido, era un rechinido de madera; el sonido de cuando alguien pisa una madera vieja en una casa y el piso de mi casa era de madera.

Voltee rápidamente a donde había escuchado el ruido y lo único que vi fueron muebles, nada extraño. Me quede pasmado un par de segundos tratando de imaginar si había algo extraño pero todo me resulto muy familiar y en orden; hasta todavía estaba el vaso de leche que había dejado en la mesa enfrente del televisor.  Que flojera caminar un par de pasos para recogerlo, mañana lo hago. Con una mueca en la cara volvía a voltearme para ir a la cocina y repentinamente sentí una mano en mi garganta que me empujaba hasta llevarme a una pared y levantarme del piso uno par de centímetros.

No podía hablar y me costaba respirar. Su mano era grande y su fuerza inmensa para haberme levantado solo con su mano. Me tenía viendo al techo y lo único que escuchaba era un respirar agitado y entrecortado. ¿Qué carajo está pasando?

Sus dedos me apretaban cada vez más fuerte el cuello y trataba de alejarlos de mí, pero resultaba imposible, era muy fuerte. Trate de encontrar su rostro o alguna parte de su cuerpo para golpear o patear pero lo único que hacía era mover el viento. Comenzaba a sentir un mareo, no tardaba mucho en esa posición en desmayarme.

-¿Quién eres?- Me dijo esa voz, esa voz que escuchaba a diario pero en ese tono que estaba queriendo olvidar.

-No sé a qué te refieres. Sigo siendo yo- Hablaba cortadamente.

-¡¿Quién eres?! ¡¿Qué te pasó?! ¡¿Por qué cambiaste?! ¡No eres el mismo!-

-En serio, no se a que te refieres… Decidí tener otra vida, decidí que era hora de cambiar, no podía ser el mismo-

-¡¿Por qué?!-

-Era lo mejor para mí y para los que me rodean-

-Sabes que sigues siendo el mismo ¿por qué negarlo? Sabes que sigues siendo ese infeliz y no hace mucho de demostraste pedazo de mierda ¿por qué te crees diferente?- Maldito, bien sabía que con eso me iba a tener a la medida.

-¡Hijo de puta! No fue a propósito, no fue mi intensión, no quería hacerlo; nunca fue el plan, nunca quise que pasara así. ¡Púdrete estúpido!- El coraje y la tristeza comenzaban a invadir mi mente.

-¿Entonces? ¿Qué fue eso?- Su tono era retador.

-Lo siento, en verdad lo siento; no quise que fuera así. Por eso decidí cambiar, tener otra vida; demostrarme que puedo hacerlo, que puedo ser mejor. Prometí no volverlo a hacer y no lo voy a volver a hacer, por eso a ti te mate, ¡por esa razón te saque del juego! ¡Eres historia en mi vida pedazo de mierda! No volveré a eso y sé que cometo errores pero voy a cambiar, estoy cambiando y por eso estas aquí. Te vi en el espejo, tú también ya eres diferente inútil-

Me soltó sorpresivo y caí al piso. Mis piernas estaban dormidas y me tomaba en cuello tratando de recuperar el aliento mientras le veía las piernas y como estas iban a un sillón y se sentaban tranquilamente. Ya repuesto lo acompañe lentamente sentándome a su lado en forma de L.

-¿Qué haces aquí?- Ya podía hablar con más tranquilidad.

-Soy la razón por la que estas despierto- Me lleva la chingada, dime que estas mintiendo.

-¿Y ahora qué?-

-No puedes sacarme de tu vida. Sabes que no puedo salir, para empezar-

-Lo sé, pero es para mí bien. Quiero hacerlo.-

-Debes pagar por tus acciones del pasado-

-Y lo estoy haciendo, en verdad siento mucho los malentendidos con todas las personas con quien los tuve; no sabes el arrepentimiento de todo esto-

Se levanto de su lugar y antes de desaparecer en la oscuridad y frialdad de la noche dijo:

-No es suficiente-


Volví a abrir los ojos en el sillón enfrente de la mesa donde estaba el vaso de leche que había olvidado.

Debió ser una pesadilla. Maldita leche echada a perder. Tome mi rostro y jale mis cabellos mientras estaba apoyado en mis rodillas hasta que de pronto escuche un golpe muy fuerte en la puerta principal de la casa que estaba enfrente de mí. El golpe hiso que brincara de mi lugar y me pusiera de pie; segundos después se escucho otro más estruendoso ya que la puerta se abrió de golpe y choco contra la pared.

Tres personas vestidas de negro completamente y con los rostros tapados con mascaras de animales entraron rápidamente a mi hogar. No pude pensar nada y solo alcance a decir en un grito:

-¡¿Qué demonios está pasando aquí?!- Cuando de pronto uno de ellos alzo una pistola y apunto hacia mí, segundos después sentí como algo entraba en mí; como una inyección muy dolorosa.


Volvía a alzar la vista y empecé a ver borroso hasta que caí al suelo chocando con la mesa y solo viendo por ultimo los pies que se quedaban quietos, esperando.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Infantes.

La música retumbaba en el lugar, de pared a pared y los vidrios vibraban junto con el bajo de las grandes bocinas que prendían conforme al ritmo. Era música sin letra o con una muy escasa, los sonidos de una caja eran los que movían a la gente entre sus notas altas y bajas. Era una fiesta de las que llaman épicas.

Todos brincaban sin control y se movían dejándose llevar por el aire caliente que era producido por los cuerpos sudorosos que bailaban; por la pasión reflejada entre las parejas en los sillones y aquellas apoyadas en las paredes del lugar; y por el humo de cigarro de aquellos que lloraban por amores fallidos o que solo trataban de bajar su ansiedad de conquistar a aquella dama que les había regalado una sonrisa o a aquel hombre con el que habían bailado y que las había dejado sin aliento. Hombres y mujeres con los corazones agitados y sudor en sus frentes.

Las luces parpadeaban colores, era un arcoíris dentro del departamento. Rojo, azul, verde, amarillo, rosa, café; era increíble todo. Esas torres con focos hacían maravillas con el lugar, llenándolo perspectivas diferentes; a veces solo veías a las personas como si estuvieran pintadas de morado y de inmediato cambiaban, aparecían y desaparecían con diferentes posiciones a la anterior. Era un lugar mágico, parecía una explosión pero sin que nadie gritara de dolor, sino una explosión de sonrisas y alegría inyectado a todos de adrenalina.

En las mesas; caramba ¿cuál era mi vaso?, líneas finas de un polvo blanco pero no veía ningún pizarrón verde o a alguno de los invitados con cara de profesor, vasos rojos sin terminarse y con bebidas de muchísimos colores y hasta olores que me dejaban mareado, cigarros de todos los tamaños y especies pero todos con humo aun saliendo; algunos eras cafés otros blancos y otros hasta verdes. Que curiosos estaban pero no me atrevía a tomar uno, eran para los grandes. También habían unas pastillas pequeñas blancas regadas por el piso y en la mesa; había muchas personas enfermas ya que todos tomaban una de vez en cuando; espero no contagiarme de gripa.

 Pero no eran las personas que bailaban ni el lugar o la música o las luces de colores y ni siquiera las bebidas y demás cosas en la mesa lo que llamaba mi atención; sino eras tú, la mujer que estaba sentada a mi lado y que no me atrevía a ver.

El sillón era viejo y de color café, con uno que otro hoyo por donde se le salía el relleno y hasta en algunos se alcanzaba a ver el resorte plateado. Los dos estábamos sentados en él, a unos escasos centímetros de distancia. No hablamos con nadie, éramos los únicos sentados en silencio en el lugar  ya que otros se dedicaban a expresarse su amor; unos sentados encima de los otros con sus manos enredándose entre sus cuerpos que a veces suspiraban y otras estaban ocupados encerrados en la oscuridad de sus miradas sintiendo los labios chocar y hacer corto circuito en sus cuerpos. No es envidia, solo que algún día yo podría ser él.

Estabas totalmente recargada en el sillón con los brazos cruzados mirando a los jóvenes pasar frente a ti y lanzando uno que otro suspiro de aburrimiento. Yo quisiera estar dentro de ese suspiro para sentir el calor de tus labios.

Tu cabello oscuro, lacio y largo cubría solo un hombro tuyo; el que estaba más lejos de mí, dejando tu cuello desnudo y tú otro hombro siendo una tentación voraz para cualquier depredador.

Tu vestido era blanco y tan largo que llegaba a tus rodillas, con un cinturón negro que protegía su cadera y esa hebilla blanca que era el detalle que te hacia deslumbrar. Tus zapatos negros con un tacón no muy alto y unas pulseras blanca y negra en una de tus muñecas.

Tus piernas y brazos delgados; tu piel lisa, blanca y supongo suave; tu poco maquillaje que apenas alcanzaba a ver de reojo hasta que me viste y me regalaste una sonrisa. Dios, me vio; rápido deja de verla y ve otra cosa.

Tus labios con un tono claro de ser rojos, tus mejillas un poco resaltadas, tus ojos rodeados de un negro atractivo y ese ahora aroma que me llega quitando el olor de cigarro del lugar y ahora dejándome solamente con ese aroma fresco y seductor pero, esos labios; pequeños, curveados y… necesito volver a ver.

Me apoye en mis rodillas con mis codos y empiezo a jugar con mis manos que ahora estaban sudadas. Sentía esa adrenalina por el nerviosismo correr por mi cuerpo y esa clara necesidad de mi cerebro de volverla a ver y lo hice girando lentamente mi cuello hasta poderte ver otra vez de reojo.

Impensable que te encontraría aquí, esas mejillas, esos ojos oscuros, esos labios.

Volvía a ver mis manos y me pregunte que era; las 23:11. No tardaba en irme. Mire al frente y vi a una pareja que peleaba y discutía hasta que ella soltó un par de golpes al hombre y se fue dejándolo a él parado y sin una palabra en su boca; no fue detrás de ella.

Seguí viendo a mí alrededor y vi a un par de parejas sentadas en una mesa cuadrada; los hombres sentados enfrente de las mujeres. Estaban jugando domino. Reían y bromeaban, a veces había miradas de odio y sonrisas de nerviosismo pero a lo lejos se mandaban besos con un gesto en los labios. Termino el juego y una de las mujeres pareció ganar por sus brazos alzados de victoria hasta que el hombre que estaba enfrente de ella se levanto de su lugar y atravesando la mesa la tomo del cuello y la acerco a sus labios dándole un beso. Apostaron besos, tal parece.

Regrese a ver mis manos y habían dejado de estar sudadas pero ella seguía mi lado, la sentía. Tenía que hacer algo, estaba a punto de explotar sino hacia algo antes de tenerme que ir.

Suspire y me arme de valor, pero necesite algo más para poder hacer algo pero de la nada adoptaste mi misma posición. Era ahora o nunca, que nerviosismo.

Tú tenías 10 y yo 9 años, estábamos ahí por nuestros hermanos mayores. Íbamos en salones diferentes y en años diferentes pero tenía que hacer algo pero, ¿qué podía hacer un niño en esa situación?

Hermano, ya vámonos. Escuchaba a mi hermano mientras lo veía haciéndome un gesto con las manos.

El tiempo lo tenía encima, tenía que hacer algo; me iba a arrepentir sino salía de ahí con saber que había hecho algo. Respiraba por la boca, abría y cerraba mis manos, parpadeaba sin saber porqué y sin pensar…

Tu piel sí era suave, tu aroma era más fresco de cerca, tu cabello también olía algo muy rico y el calor de tu cuerpo era más que envolvente. Te bese en la mejilla con los ojos cerrados tratando de prestar atención a mí alrededor y no a mi corazón que parecía que iba a salir de mi pecho.

Fue rápido pero para mí, pareció eterno.

Mis labios se despegaron de tu mejilla y regrese a mi posición para que segundos después me parara y alcanzara a mi hermano que ya se había adelantado. No mire atrás, pero sentía muchas cosas, algo más que no sé como decir que es. Solo que estaba pasado y sentía, era algo; algo grande, cálido y… y… se sentía bonito.

Mañana la escuela iba a dar playeras para la carrera del colegio por su aniversario así que todos tenían que estar presentables. Iba a ver caras conocidas pero por ahora me quedaba con lo que había pasado y eso que apenas habían pasado 2 meses del comienzo del año escolar.


¿Qué pasara el lunes que nos veamos en la escuela?

jueves, 12 de diciembre de 2013

Gestos.

No sabía de su existencia, no los había visto antes, no sabía quiénes eran, no sabía a qué se dedicaban, no sabía que les gustaba, no sabía cómo se habían conocido, no sabía la historia de cada uno, no sabía que eran diferentes; no sabía nada de ellos con excepción de una cosa, eran una pareja de seres humanos singulares y que estaban enamorados.

La noche pasaba por la ventana del camión en el que iba, las luces deslumbraban e iluminaban momentáneamente los rostros que miraban las lámparas pasar a su lado a gran velocidad. Yo estaba en uno de los primeros lugares del autobús de lado izquierdo y pegado al pasillo ya que no me había dignado a adentrarme más en el transporte y preferí irme a la segura; sentarme en el primer lugar que vi, a lado de una mujer de másomenos treinta años que vestía una combinación de negro y blanco, típico saco y pantalón para un trabajo en una oficina. No le prestaba atención a ella, sino a un par de situaciones diferentes.

Una de ellas era a la película que se proyectaba en las pantallas situadas en el techo poco alumbrado del bus, era una compilación de situaciones con personas diferentes de cómo abordan el embarazo; entre una película cómica y un drama típico americano. Tampoco le prestaba mucha atención a eso, solo de vez en cuando.

Otra situación era la de un hombre sentado a mi altura del otro lado del pasillo, a unos cuarenta centímetro de distancia. Él era mayor a la mujer que estaba del otro lado, como unos cinco años más grande. Parecía un hombre alto, delgado y pacifico. Iba más informal en vestimenta, pero lo que me llamó la atención era que estaba muy concentrado en la película y con una sonrisa en su rostro; disfrutando plenamente los comentarios que yo no escuchaba. De vez en cuando lo miraba y nunca dejo de sonreír.

En lo que iba concentrado era en la música, en mis pensamientos, en lo que había pasado en el día. En todo lo que pase para poder recibir aunque sea una sonrisa, una mirada seductora, un beso, un abrazo, un sentir de su tacto, un poder escuchar su respiración, un poder tomarla de la mano y sentir su corazón palpitar. ¿Valió la pena perderme en un paradero enorme  de la ciudad, en preocuparme por ir en la ruta correcta, en sentir ese nerviosismo de conocer personas que tenía que ganarme su aceptación? Claro que sí y lo volveré a hacer.

Estaba absorto en esas imágenes que deslumbraban en mi cabeza, en esas sensaciones que deseaba volver a sentir y en ese rostro por el que viaje mientras miraba por la ventana, la película, la mujer a mi lado y el hombre sonriente. Todas esas personas con historias, con objetivos, con propósitos, con razones de estar ahí sentados y yo con las mías. Vivimos en un mundo donde nunca sabremos a lado de quien nos sentamos, solo son personas que tienen un porqué.

Al fin, en casa o a una media hora más de camino; pero ya cerca.

Baje del autobús y curiosamente la mujer que estaba sentada a mi lado salió en esa misma parada; la ironía de la vida y yo seguía escuchando música en mis audífonos. Ahora comenzaba a tocar mi celular el nuevo disco de Thirty seconds to Mars, Love Lust Faith + Dreams. Disfruto mucho de su música y deseo irlos a ver en concierto.

Caminaba por debajo de un puente oscuro pero transitado por vehículos y gente deseosa de ir a sus destinos cuando voy cruzando la calle y los veo. Instantaneamente iban cruzando la calle a la par que yo pero más atrás y llamarón mi atención. Una pareja de sordo-mudos.

Él era moreno, alto y flaco, portaba una mochila; ella era igual de delgada, con un tono de piel parecido al hombre pero de una altura menor y traía una bolsa grande. La ropa de los dos era informal y casual. No dejaban de hablar.

Sus manos se movían magistralmente en el aire, parecía que hiciera maravillas con el viento que pasaba por entre sus dedos como un mago que le demuestra a una niña un truco que ella jamás había visto y sus gestos eran más que sobre exagerados para personas que no saben de ese idioma, como yo.

Solo los mire de reojo y cuando volví la mirada tenía una sonrisa enorme, me había encantado de esa escena, de esa pareja y había pensado en que me gustaría aprender ese lenguaje para saber de qué tanto hablaban.  

Para llegar a mí casa tenía que tomar un taxi que se llena de tres personas más y toma una ruta específica; se llaman colectivos.

Me subí en la parte de atrás del colectivo de la ruta de mi casa y después de decir “buenas noches” al hombre que estaba sentado en el único lugar de adelante como si me hubieran llamado gire la mirada y los vi. También iban a tomar un colectivo o solo ella para ser especifico.

El conductor les entendió con un gesto que ambos hicieron y antes de que se subiera la dama tomo a su caballero de su chamarra y con una sonrisa lo jalo a su cuerpo y lo beso; fue todo en silencio para ellos, fue todo tranquilo, romántico y dulce para esa pareja que ahora se despedía.

Dejo de tomarlo de la chamarra y subía su mano hasta su mejilla rozándola con su pulgar y él la tomaba de la cadera sujetándola de una manera en que sus cuerpos no dejaran pasar el frío entre ellos y con la otra mano se veía como se abría paso por su cabello del otro lado de su cara.

Era la canción City of Angels lo que escuchaba “One life, one love” mientras los veía, mientras recordaba esa sonrisa, esa mirada, mientras sentía su mano pasar por mi pecho y sus labios rozar los míos. No dejaba de pensar en ella y mi corazón lo sabía al igual que mi mente.

Fueron menos de veinte segundos cuando ella se despego de él y con una última sonrisa se subió al auto y cerró la puerta. Él hiso unos gestos más acompañados con la magia de sus manos y al final sonrió.

Espero hasta que el auto arranco y se fue dejándolo en la acera bajo ese foco solitario que alumbra la parada de los llamados colectivos.

Me voltee y mire por la ventana, la noche era fría y oscura pero yo no dejaba de sonreír.


“I´m in home”

jueves, 5 de diciembre de 2013

Un dedo sobre la piel.

La luz de la mañana fría corría por el piso blanco del cuarto mientras entraba sin permiso por la ventana e iluminaba poco a poco la oscuridad de un cuarto que guardaba algo más que objetos y fotografías.

Comenzaba a subir por la cama pasando por los pares de zapatos que estaba tirados y una que otra prenda hasta llegar al borde superior, un lugar donde las sabanas se juntaban y donde poco a poco dos pares de pies aparecían descubiertos pero entrelazados.

Los vidrios estaban empeñados de un lado y por otro la blanca nieve se iba derritiendo lentamente haciendo crujir el borde metálico que sostenía la ventana haciendo sonidos suaves y poco constantes.

Una sabana delgada cubría dos cuerpos que reposaban dulcemente en la cama, uno encima del otro. Él estaba debajo, viendo al techo y con un brazo abrazando el cuerpo de la dama que ocupaba como almohada el pecho del hombre. Ambos dormidos, ambos enamorados, ambos esperando su despertar mientras estaban inmersos en sus sueños; en donde eran reyes y creadores de sus propios mundos.

La luz inconsciente comenzó a pasearse por las piernas de ambos haciendo brotar humo de sus pieles que atravesaba la delicada sabana. Continúo avanzando hasta llegar a sus rostros anunciándoles que ya había amanecido y que era hora de volver a la realidad. Una realidad donde vivían juntos, donde iban al súper mercado por los víveres de la semana, donde hacían ejercicio los sábados por la mañana, donde los dos se veían al comienzo de su día y al final de esté en un día de la semana; donde los dos eras una pajera.

Los pies comenzaron a moverse acompañados de sonidos diversos; gestos de estar despertando en un día libre por la mañana.

Ella fue la primera en despertar, estirando sus piernas y brazos soltando un gran bostezo y abriendo poco a poco los ojos cafés que tenía; pasando sus manos por su cabello enredado pero liso y hermoso. Esto despertó al joven que de igual manera comenzaba a estirarse y a tocarse la cara como muestra de desagrado por la luz.

Tardaron varios minutos en estar totalmente despiertos y sin decirse ni una palabra o una mirada. Uno miraba al techo y otra a la ventana que estaba cubierta por una delgada capa de agua.

Era suave, delicada y tibia mientras que sus dedos comenzaban a recorrer su brazo con lentitud y en eso ella escuchaba su corazón palpitar de la misma manera que la noche anterior, ese sonido con el que se había arrullado hasta quedar perdidamente dormida.

Dejo el brazo y acomodando el cuerpo continuo tocando la espalda que no estaba del todo descubierta por una blusa delgada, pero no fue tomado como obstáculo; sino como un reto y un pretexto para poder explorar más allá.

Comenzaba a retorcerse y a besar el cuello del hombre que era víctima de unos labios con mente propia, pequeños y deliciosos. Subía poco a poco hasta encontrar una boca de la que salía un vahó de pasión, el efecto inevitable que le causa una dama a un caballero.

Un beso que parecía el comienzo de una eternidad, unas manos que paseaban por una espalda que comenzaba a estar desnuda, una ventana que permite más que solo luz de una mañana fría, un cuarto que guarda más que objetos tangentes y una pareja que comenzaba a estar junta.


El calor derretía la nieve. 

viernes, 22 de noviembre de 2013

Las vibraciones de la música.

La música salía por las paredes haciendo vibrar las ventanas de los autos y los cuerpos que esperaban formados impacientes y con sus mejores prendas donde los hombres usaban camisas de colores y playeras con cuellos V, pantalones de mezclilla y zapatos entre formales y elegantes y las mujeres vestidos entallados para mostrar sus atributos naturales entre los que destacaban en la mayoría las piernas, la espalda, los muslos y los senos; todos esperaban entre comentarios y risas para poder entrar al famoso club del que todos hablaban, donde no cualquiera podía entrar y en la entrada era regido por un hombre fornido con un traje que hacía notar sus músculos.

¿Qué me había llevado ahí? No lo sé, solo recordaba como última vez que estaba en mi casa y me había acostado en mi cama dispuesto a dormir para poder recuperarme ya que estaba muy cansado. Me había tomado unas pastillas y después de eso nada. ¿Cómo me había bañado, vestido, llegado al auto y arribado a aquel lugar de ladrillos rojos, con solo una puerta pequeña de lamina y ventanas en lo alto de donde salían luces de muchos colores sin alguna sincronización?

Era una situación extraña ya que podía pensar con cierta claridad y tenía todos mis sentidos pero no era dueño de los movimientos de mi cuerpo; era como si estuviera viendo una película en primera  persona o tal vez jugando un video juego pero en la parte donde la computadora toma los controles del personaje.

¿Acaso era loción? ¿Me había bañado? ¿De dónde saque el saco entallado, el pantalón oscuro entubado y los zapatos? La camisa que traía si la tenía y la corbata negra a medio ajustar.

Estacione el auto enfrente de la puerta y me bajaba dejando las llaves en el vallet aventándolas al aire y después recogiéndolas el muchacho con su chaleco negro y camisa blanca. Pero qué bonito carro traía.

Caminaba a la puerta principal y con un gesto estreche la mano del cadenero, parecía que lo conociera ya que movía sus labios en forma amigable, como si estuviéramos hablando pero no podía escuchar nada, ni de mí ni de él. De pronto con una sonrisa, el hombre se quito de enfrente de mí y me dejaba pasar al lugar. Ya dentro, era una locura total.

El lugar era oscuro y grande pero estaba todo iluminado por luces de neón y lásers de colores que parpadeaban en todas direcciones de forma descontrolada mientras que la gente enfrente de mi brincaba con las manos en el aire dejándose llevar por la música que era lo único que escuchaba; el ambiente estaba muy bueno, envidiable unos dirían pero tenía algo raro.

Había un segundo piso en el edificio que rodeaba las paredes siendo solo pasillos. Al fondo dos torres de bocinas gigantes que prendían de colores en cada extremo de una mesa donde había una mujer tocando la música electrónica. Todos bailaban.

Las mujeres dejaban su largo cabello relucir y moverse sin ninguna restricción mientras que sus blusas y vestidos se levantaban con cada brinco; los hombres con sus camisas desabrochonadas o sin ellas dejaban que su sudor corriera por sus pechos y abdomen haciéndolos brillar mostrando sus músculos o sus panzas producidas por la cantidad de cerveza que ya había consumido.

Empecé a caminar entre la multitud y observe de todo, parejas de todas las combinaciones demostrándose su amor apasionadas por la música, dejando que sus manos tuvieran mente propia y sus labios fueran dueños de la situación; hombres y mujeres tomando todo tipo de bebidas de todos los colores y de formas diferentes como mangueras, botellas, zapatos, latas, en grupo, de barriles, etc.; gente en mesas drogándose con pastillas, caminos de polvo blanco, pipas y cigarros alargados.

La gente estaba feliz, y se dejaba llevar por las vibraciones de la música hasta que empezaron a saludarme estrechándome la mano, dándome palmadas en la espalda y levantando sus bebidas; todo eso de parte de hombres y por las mujeres se me acercaban dándome besos en las mejillas, abrazándome efusivamente y haciéndome gestos seductores con una sonrisa, una mirada picara y sus manos recorriendo su cabello y cuerpo lentamente.

¿De dónde parecía que conocía a esta gente? ¿Por qué todo mundo me saluda? ¿Qué pasó aquí? Todo era un caos en mi mente pero no podía hacer nada al respecto, no dejaba de saludar a la gente y al parecer conversar con ellos.

Después de ese momento llegue a una puerta de madera que cruce dejando la música y la multitud atrás. Estaba en el baño que era de lo más sencillo pero como el de cualquier otro antro; sucio. Me agachaba, me mojaba la cara y al momento de levantar la cara me miraba al espejo y no era yo.

Veía a un sujeto con una mirada cansada, con ojeras enormes en los ojos, con los labios pálidos, con un golpe en la mandíbula, con el cabello hecho un desastre y con los dientes amarillentos. Tenía un aspecto demacrado por el alcohol, las drogas y el desvelo; yo sospechaba. Pero después de ver bien esa cara, resultaba ser que si era yo. ¿Qué me había pasado?

De pronto dejaba de ver el espejo y miraba la puerta que se azotaba y entraban dos hombres grandes; en ese momento el ruido de la música entro y volvió a salir con la puerta cerrada.

Los hombres portaban trajes negros con camisa blanca y corbata oscura, no eran mayores de cuarenta años, ambos calvos, uno estaba perforado de la oreja y el otro de la ceja y con un tatuaje en el cuello de un tigre. Tenían un aspecto serio, algo estaba pasando ya que yo dejaba de estar apoyado en el lavamanos y me levantaba con los brazos estirados hacia ellos como si los fuera a detener de algo mientras yo iba retrocediendo y ellos acercándose a mí hasta que llegue a la pared.

Los hombres no mostraban otro rostro que el de su seriedad y no tenía que escuchar para saber que iba a pasar. El de el tatuaje soltó el primer golpe y después el de la perforación en la oreja.

Trataba de defenderme pero solo sentía golpe tras golpe en el rostro y en el cuerpo que retumbaban por toda mi mente taladrándola de dolor. Yo soltaba golpes pero parecían que ninguno hacía efecto hasta que uno de ellos me tomo del cuello y me aventó al vidrio del espejo tronándolo con mi espalda. Me levantaba lentamente pero de nuevo me tomaban del cuello y ahora me arrojaban a la pared donde antes estaba.

De pronto la música subió de tono y como si tuviera la bocina a un lado escuchaba el electro mientras me golpeaban.

Decidí mejor por cubrirme pero lo único que logre era que los golpes fueran más efectivos y dolorosos hasta que se detuvieron cuando yo ya estaba en el suelo y tras unas patadas en el estomago me sentaron en el piso mojado por el agua, las vomitadas, los orines y mi sangre que salía de mi boca, nariz y cortadas.

Sentía toda la cara hinchada y el inmenso dolor de mi cuerpo que me impedía levantarme hasta que alcé la cara y vi a ambos hombres, ellos como si no hubiera pasado nada ya que seguían con su seriedad pero un poco exaltados.

Uno de ellos metía su mano a su saco y sacaba una pequeña pistola con la que jugó un poco entre sus manos y al final me apunto.

El olor era asqueroso, la boca me sabía a metal, el cuerpo me dolía y la música se escuchaba fuertemente mientras salía la bala del arma a alta velocidad hacia mí.



Estaba sudando frío en mi cama cuando me desperté. 

viernes, 15 de noviembre de 2013

Entre el frío.

Es extraño, no tengo frío a pesar de sentir el aire fresco pasar rápidamente por mi piel, fue lo último que pensé antes de volver a abrir los ojos y dar una última sonrisa.

Estaba parado en una pradera en medio de la noche, las estrellas brillaban a todo lo que daban y la Luna crecía conforme más tiempo la veías imponerse sobre los humanos. El largo pasto se movía con gracia y coordinado siendo víctima del viento; solo se escuchaba el silbido que provenía de los árboles que rodeaban el prado y uno que otro animal que se dedicaba a cazar en la noche para poder sobrevivir.

El momento era mío y de nadie más, estaba solo y la civilización estaba a kilómetros de distancia. Aquí no existía la tecnología, la religión o alguna sociedad diferente a la ley de la naturaleza; era un lugar libre del tacto del humano y eso se respiraba, tranquilidad y paz.

Suspire y una gran bocanada de humo salió por mi boca, mi cuerpo generaba calor por sí solo y lograba un equilibrio con el entorno frío. La piel se me erizaba y sentía el corazón palpitar rápidamente para poderme dar vida y fuerza para ese momento tan maravilloso.

Voltee a ver diferentes direcciones en busca de alguien que me haya seguido pero lo único que encontré fueron árboles, pasto, arbustos y uno que otro animal que cruzaba por ahí. Tranquilizado por mi soledad volví a cerrar los ojos y empecé a escuchar el palpitar de mi corazón y el respirar de mis pulmones como único ruido presente; cerré mis manos con fuerza y empecé a contraer los músculos de mi cuerpo empezando por mis brazos, luego mi pecho, abdomen y piernas.

Poco a poco el calor empezó a invadir mi cuerpo, cerraba mis ojos y presionaba mi mandíbula con mayor fuerza; quería gritar del esfuerzo pero mi mente me pedía que aguantara un poco más.

El silbido de los árboles se calló al igual que mi respiración y solo escuchaba mi corazón palpitar cada vez con menos fuerza, era un momento en que el tiempo se detuvo y como si estuviera en el vació no sentía nada diferente que no fuera la fuerza de mi cuerpo y el ahora lento palpitar de mi órgano.

No me atrevía a abrir los ojos ya que sabía que iba a estar en una oscuridad profunda en la que ni mi cuerpo se vería pero aun así lo hice y no estaba equivocado; todo estaba oscuro, ya no estaba en la pradera.

No sentía mi corazón ni mi cuerpo, no estaba respirando ni parpadeando. Como si me hubiera ido a otro lado inmerso en mi mente.  El silencio era penetrante.

No se cuento tiempo haya pasado pero fue después cuando enfrente de mí una luz aparecía muy tenue, una luz blanca que crecía de intensidad hasta cegarme la vista, solo veía blanco.

No podía pensar en nada, ni sentir nada; estaba vacío por ese momento hasta que sentí un golpe en mi corazón, como si alguien hubiera entrado en mi cuerpo y con todas sus fuerzas me hubiera golpeado justo en el corazón; en ese momento volví a sentir algo, primero era la falta de aire en mis pulmones, luego como se doblaban mis piernas de dolor, mis brazos abrazándome, mis ojos cerrarse y mi boca abrirse por el dolor. Mi cuerpo estaba contraído de dolor.


El tiempo pasó y volví a escuchar el aire pasar por los árboles y sentir el aire frío correr por mi piel erizándola. El dolor iba bajando hasta que pude y quise volver a abrir mis ojos.

Miraba al pastor preguntándome que era lo que había pasado y donde había estado hasta que me di cuenta que en frente de mi había un par de pies parados; eran unos Converse blancos para ser exacto.

Mis brazos seguir abrazando mi pecho y fui subiendo la mirada pasando por las piernas, la cadera y cintura; hasta ese momento ya sabía que era una mujer pero para averiguar quién tenía que ponerme de pie ya que estaba incado. Me fui parando sintiendo el frío cada vez más fuerte pero como recompensa averigüe quien era.

No pregunte que hacia ahí ni como había llegado ni que había visto, solo deje de abrazarme y la abrace a ella diciéndole en voz baja que hacía mucho frío; debía taparse ya que estaba enferma.

Sentí el calor de su piel que comenzaba a circular por mi cuerpo agradecido, su corazón tranquilo que retumbaba en su interior y su respirar cálido.

Sus manos a pesar que estaban frías me seguían abrazando con fuerza hasta que me separe de ella y con mis manos ahora en sus mejillas la bese con ternura y tranquilidad por el tiempo que allá sido pero en ese momento volví a sentir mi corazón acelerado y ahora el frío había desaparecido del ambiente, ahora solo estaba el de sus manos que recorrían mi espalda con delicadeza juntándome a su cuerpo caliente. Estaba con la mente centrado en ella y en ese momento.

Nos volvimos a separar y un cansancio impresionante abordo mi cuerpo haciendo que me apoyara en ella.

Con su voz tranquila me pidió que nos fuéramos de ese lugar y yo acepte sin dudarlo. Mientras caminábamos para los arboles me pregunto que donde estaba mi playera o camisa y hasta ese momento me había dado cuenta que no la traía puesta y no sabía que le había pasado; la traía puesta cuando llegue al lugar y estaba parado entre el pasto; había desaparecido.

Lo único que le conteste era que no lo sabía y que a lo mejor se la había llevado el duende del bosque de la montaña, me regalo una sonrisa y una pequeña risa que me hicieron sonreír aun más y reírme un poco.

Pero por curiosidad me di la vuelta y no había nada con excepción de un humo blanco que se elevaba del pasto; justo donde estaba incado.


 ¿Qué pasó? Me pregunte hasta ese momento en que la volví a ver y ella a mí. Después de eso ya no recordé lo que pasó esa noche fría en medio de la pradera; solo una luz en la oscuridad que crecía y crecía y se detenía frente a mí dándome calor. 

sábado, 9 de noviembre de 2013

El tacto de tu piel.

Tan dulce, tan suave, tan lento, tan delicioso, tan atractivo, tan delicado, tan… real para mi mente.

El estremecimiento surgía en mi piel y en mi cabeza, los colores aparecían en mis ojos cerrados como fuegos pirotécnicos en una noche sobre el mar y mis manos temblaban sin pedir más que tu piel junto a la mía.

No me atrevía a verte sumergida en tus sensaciones y en tus emociones; solo me satisfacía sintiendo tus labios enlazados en los míos y tus manos pegadas como imanes entre mis prendas que me rozaban y me mostraban la fuerza que transmitías y contenías entre tus pensamientos que surgían en tu mente.

Tu cabello delicado y celoso de los labios no me soltaba las manos y pedía que no lo dejara de tocar con mi mano extendida entregada a él; entre mechones se perdían mis dedos y entre su textura mi tacto se enloquecía.

Ambos de pie frente a frente, con mis manos en tu cintura y las tuyas en mis hombros, con tu cabello dejándose guiar por el aire y con mí respirar cortado ambos teníamos los ojos abiertos y las bocas levemente abiertas. Respirábamos acelerados por la nariz pero exhalábamos atreves de nuestros labios que soltaban humo producido dentro de nuestro cuerpo que se unía y desaparecía en el aire al juntarse por su amor y excitación.

Estábamos solos y el amanecer nos comenzaba a invadir con los rayos de un Sol que corría hacia nosotros siendo testigo de nuestros actos pero el frío que había en el ambiente era impenetrable e imposible de quitar; para nuestra gracia, fue lo mejor que nos pudo pasar.

La luz corría de nuestros pies hacia nuestras caras que no se veían y seguían inmersas en esa sensación y atracción; humo comenzó a aparecer a nuestro alrededor como si estuviéramos en llamas, era el calor de nuestros cuerpos en una fría mañana que comenzaba a despertar. Las bocanadas de nuestros cuerpos explotaban al tocarse, crecían al besarse y desaparecían al unirse.

Lentamente entre los vahos de los labios el joven comenzaba a moverse al cuello, era lento y seductor, era tierno y quería transmitir esa sensación que tenía en el corazón por medio de sus besos a ese suave y sensible cuello.

Luego sus labios se volvieron a encontrar entre las emociones y ambos explotaron entre susurros y sensaciones de tacto. La delicadeza comenzaba a hacerse a un lado y la llama de un gran incendio comenzaba a crecer impetuosa a demostrar que poderosa entre su brillo y calor.

Como el humo del calor, como el vaho de sus labios, como el tacto entre las prendas y el cabello, como ese beso hecho de pólvora y como ese abrazo que nos dimos al final suspirando y sintiendo nuestros corazones agitados nos miramos inmensos de esa mirada que delata más que mil palabras; que decía el deseo, la pasión, el amor y la adrenalina de estar juntos entre el frío y la mirada de un Sol que nos comenzaba a someter en su calor.


No se habló de nada, no se tenía nada que decir; solo sentir.

viernes, 1 de noviembre de 2013

De regreso a las cenizas.

¿Qué estoy haciendo? Era la única pregunta que pasaba por mi cabeza en esos momentos.

La carretera estaba vacía y oscura con la poca iluminación que tenía. De vez en cuando me encontraba con otro auto pero lo pasaba rápidamente, no quería tardar más tiempo de lo pensado.

Cuando entre al pueblo todo seguía como lo imaginaba y recordé conforme pasaba por las calles vacías y los sembradíos porque había escogido un lugar recóndito para hacer una de mis tantas maldades; era un lugar perfecto donde nadie se entera de nada y donde pueden pasar miles de cosas y no van a pasar de ahí. Tan rural, tan cerrado y complicado de llegar en auto o en cualquier otro medio. Era perfecto y lo seguía siendo.

Pase por el único semáforo que existía en el lugar y me toco el rojo para que me detuviera, pudiera dar un suspiro y poder ver lo que pasaba por la ventana. Un borracho tirado en la banqueta, un perro flaco y feo caminando sin rumbo y un par de niños disfrazados; uno era una calavera y el otro como un tipo de momia, ambos acompañados por un señor y una señora que supongo que eran sus padres. Una familia humilde.

No los deje de ver hasta que me di cuenta que ya tenía el verde pero sin que hubiera algún otro carro detrás de mi continúe tranquilo hasta llegar a aquella casa que tantos recuerdos me traía.

-Ya estoy cerca- Me repetía una y otra vez cuando familiarizado por la calle supe que en verdad estaba cerca de mi destino. Mi corazón palpitaba emocionado y mi mente se encontraba aterrada por la situación; pero era tal la cantidad de adrenalina que tenía que empecé a sudar frío y mis manos a temblar un poco. Hace mucho que no tenía esa sensación y creo que ya había perdido la habilidad de no mostrar mi nerviosismo ya que no me había pasado desde que cometí mi primer crimen ya muchos años atrás; pero eme ahí, como un niño en una juguetería o como un viejo viendo fotos de sus años de gloria.

Estacione el carro donde la ultima vez y lo apague quedándome adentro un momento viendo aquella casa en cenizas que aun se mantenía de pie. Me recordé caminando por aquella senda de arbustos con un cuerpo de un hombre cargando en mi hombro y volviendo al carro para sacar todas mis cosas. Era una persona con voluntad, con fuerza, decidida a lo que iba, ansiosa y envuelta en un pensamiento de color rojo pero que hacía de regreso ahí, porque tuve que regresar  para ver lo que había sido de mí en ese lugar.

Estaba limpio desde ya hace mazo menos tres meses desde que mate aquel hombre que me había convertido en monstruo, estaba asistiendo a la doble A para recuperarme de mi adicción, empecé a enfocarme en otras cosas  como mi trabajo, una pareja nueva; una vida nueva pero ¿Qué hacía de regreso? ¿Por qué estaba tan emocionado de estar ahí? ¿Por qué mi corazón comenzaba a latir como aquella noche mientras preparaba a mi huésped? Tenía que aclararlo todo y quitarme este peso de encima.

Salí del auto y camine por el mismo lugar donde me había dado la vuelta la última vez viendo como la casa era envuelta en llamas y como un cuerpo era convertido en polvo.

Había diferencias pero todas habían sido causadas por mi o por lo menos la mayoría. Ya no había puertas o ventanas solo las paredes estaban manchadas de negro y con dibujos de grafiti y el techo estaba agujerado lo que permitía que la Luna entrara sin permiso.

Me quede parado y como si hubiera sido un fantasma en el pasado me vi. Vi todo lo que hacía, todos mis movimientos medidos, toda mi ansiedad en los ojos, todo el dolor del hombre que pedía por su vida, toda esa pasión y emoción de hacer lo que más amaba, en lo que era el mejor.

Mi recuerdo termino cuando me observaba poniéndome de pie dejando al hombre envuelto en plástico ensangrentado enfrente de mis ojos con un cuchillo en medio de su cuerpo y con los ojos abiertos; dándome la vuelta y como si hubiera estado presente físicamente en ese momento nos vimos el pasado y el presente, de frente. Era la misa persona, pero algo era diferente.

-Y dime ¿A quién engañas? ¿A caso a tu nueva pareja, a tu nuevo estilo de vida o a ti mismo? ¿En serio eres feliz o te hace fala algo?- Sentado entre las sombras saliendo de una esquina se asomaba un hombre de mi misma edad, de mi misma altura y complexión, del mismo tono de voz que el mío y con la misa ropa que yo.

-¿No vas a contestarme mal educado? ¿Acaso no sabes quién soy ó quien fui? ¿En serio eres feliz niño?- Me decía mientras se comenzaba a parar lentamente y me miraba fijamente.

-Crees tener esto contenido, crees saber cómo curarlo- y con un tono burlón haciendo ademanes continuo- Mírenme, mírenme, ya soy una persona nueva, ya deje de ser el mejor asesino en serie que hay en este lugar, ya tengo una vida nueva y ya puedo ser feliz, mírenme, mírenme- Comenzaba a subir su tono de voz hasta casi gritar.

-¡Eres un mentiroso! ¡Acepta quien eres y lo que fuiste, porque sabes que eras el mejor!- No sé como paso pero cuando me di cuenta ya tenía una piedra en mi mano y se la arrojaba con fuerza dando un grito ahogado. Solo escuchaba como está se hacía pedazos en lo que quedaba de una pared.

-Desde hace tres meses no sabes lo que es saciar esa sed que tanto te molesta. Crees que con haber encontrado a quien te hiso quien eres y cobrar venganza ibas a estar bien, ibas a ser una persona mejorada. Que grave error.- Ahora hablaba detrás de mí, pegado a mi oreja y en un susurro. Sentí su calor y el aliento de su boca. Era tan real.

Me da la vuelta bruscamente y gritando “¡déjame en paz!” me puse de rodillas con las manos en la cara.

-Por cierto, estas de rodillas en el mismo lugar donde estaba aquel hombre que merecía sufrir y hasta acaso morir, en el mismo lugar donde se calcino- Ya no sabía de dónde me estaba hablando pero esas fueron sus últimas palabras.

Me pare poco a poco y viendo a mí alrededor me fui del lugar. Ya en el auto pero sin aun encenderlo no pude pensar en otra cosa que no fueran esas palabras, en esa adrenalina, en esa sensación, en ese momento en el que yo soy el presente, el pasado y el futuro de la persona que tengo enfrente mi.

Una sonrisa de éxtasis salió de mi rostro y una mirada que hace tiempo no veía. Había vuelto.

Mire por el espejo retrovisor y lo vi, sentado en los asientos de atrás viéndome con esa misma mirada que yo traía y solo diciendo entre su sonrisa:

-Y… ¿Ahora qué?-

Volvía la mirada al frente y me dije a mi mismo:

-Es hora de volver. Tengo tantas cosas que hacer-





Somos lo que somos y nadie nos puede decir lo contrario; solo nosotros mismos.

viernes, 25 de octubre de 2013

Mi Arnold.

Hoy no hay música mientras escribo, hoy no tengo que inspirarme en algo que ya se veía venir y de lo que estábamos o pensábamos estar preparados; nunca estás listo para estas situaciones.

Hace 14 años llegaste a mi vida, hace catorce años te vi por primera vez correr entre los muebles de casa de mis abuelos como el cachorrito que eras. Ese día me entere que eras hijo de Shuster, el perro de mi abuelo, y que querían que fueras nuestra mascota que al final de cuentas fuiste más que eso, mucho más.

En el camino pensamos en un nombre; se me ocurrió Arnold en alusión a la caricatura del niño cara de balón de aquellos tiempos que tanto nos encantaba a mi hermana y a mí. Ese fue tu nombre en vida y ese será tu único nombre con el que siempre te recordare.

Llegaste en una caja de cartón y jugamos en el pasillo del departamento que fue tu hogar. Hoy me entero que esa noche no dejabas de llorar y David, un vecino, nos dijo que era porque tenías frío y que te pusiéramos un peluche para que no lloraras. Ese remedio fue la solución.

Yo iba en el Kinder y soñaba que al salir te viera con mi mamá esperándome; paso una vez y creía haberlo olvidado. Pero imagino mi rostro y alegría.

Fuiste un perro “puto”, te orinabas en los sillones y en donde fuera; un día te dejamos en la cocina y cuando nos fuimos aprovechaste para salir y poner tu hogar de cabeza; en otra ocasión paso lo mismo y mi madre enojada salió contigo y te dejo en la calle, yo corrí a mi ventana y veía como te ibas alejando, envuelto en llanto mi mamá te llamo y regresaste al departamento.

La primera vez que te dejamos en casa de mis abuelos porque nosotros nos íbamos de viaje, recuerdo haber llorado mucho y haberte dado tu bendición para que no te pasara nada y me esperaras. Regresábamos y te veíamos desde abajo como te asomabas y brincoteabas por la azotea, eras por quien primero preguntaba y corría a abrazarte mientras escuchaba a mis abuelos decir que habías estado llorando porque nos extrañabas. Una vez te caíste desde ese techo hasta el suelo, pero un árbol amortiguo la caída y no te pasó nada.

Tuviste una enfermedad que fue causada por una bacteria, te causaba convulsiones y la primera vez que te vi así no sabía qué hacer y recuerdo que me metieron a bañar y yo rogaba a Dios que no te llevara, después mi mamá me enseño que ya estabas bien. Era cuestión de hablarte para calmarte.

Cuando estabas en la cocina y yo tenía algún problema, iba contigo y me desahogaba mientras estaba sentado en un banquito y tú te subías en mis piernas como si me dijeras que todo estaría bien; yo seguía llorando y te abrazaba.

Jugábamos en el piso, en la cocina, en una esquina donde no te dejaba salir con mi espalda, con los cojines, con tu hot-dog y tus pelotas. Te saque a caminar y te llevaba a la veterinaria para que te pusieran guapo.

Siempre miedoso a los cohetes y a los rayos en la hora que fueran. Fiestas patrias y año nuevo eran una pesadilla para ti.

Creciste al igual que yo y siempre te ame.

Nos mudamos y te seguí sacando a caminar pero ya estabas viejo, ya no veías bien y escuchabas muy poco pero a pesar de eso te me acercabas cuando estaba cerca de ti y de una u otra manera evitabas pisar las coladeras.

En estos últimos días, ya era inevitable lo que tenía que suceder, por lo que tanto lloraba y por lo que jamás quería pasar. Ya todos lo presentíamos y ya teníamos un día fijo.

Hoy, 25 de octubre de 2013 iba a ser tu último viernes con nosotros ya que el sábado a las dos íbamos a ir al veterinario a que dieras el último aliento.

Me negaba a esa travesía y a pesar de ser una persona que cree muy poco en Dios, rogaba que no pasara eso y te adelantaras; Dios escucho.

Fue entre las 6 y las 9 de la mañana que pasó. Mi madre te encontró tranquilo y en paz. Yo me entere no hace mucho.

No sé cómo explicarte ni como decirte otra cosa que no sea gracias. Gracias por haber sido mi perro, mi mejor amigo, mi confidente, mi guía, mi compañero, mi motivo de sonrisas, risas y llanto y sobre todo, miembro de mi familia.

Jugué futbol en la mañana y sin saber nada, quise dedicarte cada paso que diera en la cancha y me mataría ahí para dedicártelo. Ganamos Arnold, 3-2.

Llegue en la tarde noche y pregunte por ti “¿Cómo esta Arnold?” aunque ya habían sido muchas veces en el día en las que había llorado por ti, volví a hacerlo mientras me decía a mí mismo “Era por su bien”.
No hay nadie como tú.

Caminando lentamente y la ultima vez, yo cantaba “El Gato triste y azul” de Roberto Carlos y decidí que fuera tuya.

…………. “Mi perro me hacia compañía”…………………

Todos los perros van al cielo. Siempre odie esa película ya que no quería que fueras al cielo y en vez de eso, te quedaras conmigo.

Gracias Arnold y anqué hoy no me hayas esperado para despedirme siempre serás ese perro, mi mejor amigo que me apoyo y acompaño hasta el fin de su vida.

Tu vela se fue apagando y hoy diste el último soplido.


Te amo, adiós mi amigo; te fuiste al cielo.



sábado, 19 de octubre de 2013

Tu perfil en mis ojos.

¿Acaso es la crema para la piel que llevas puesta? ¿Es un perfume suave que cubre tu seductor cuello? ¿Es el olor del acondicionador de cabello que usas cuando el agua pasa por tu cuerpo y tienes los ojos cerrados? ¿Es el detergente de tu ropa que tanto deseo desgarrar o del de las sabanas que por momentos están enredándonos y en otros ya están en suelo? ¿O es acaso tu olor corporal? Tan suave, tan delicado y tan delicioso que no me canso de disfrutarlo con cada bocanada de aire que entra por mis pulmones. Sea lo que sea quiero seguir saboreándolo dentro de mi cuerpo y en mi mente que esta extasiada.

Aun es de noche y estas acostada sobre mí, acurrucada en mi pecho que crece y se hace pequeño por cada respirar, con tu mano en mi hombro y tu oreja pegada en donde mi corazón late lentamente. Tu cabello oscuro esta enredado, tus ojos cerrados descansan y por tu mente pasan miles de imágenes que se vuelven tus sueños; tu respirar es pausado y relajado y aunque no estoy sobre ti, escucho tu corazón moverse en el interior de tu cuerpo impulsando litros de sangre que pasan por cada rincón de tu organismo haciendo que puedas vivir en ese momento y yo te pueda disfrutar. De vez en cuando tu lengua sale a humedecer tus labios un poco y vuelve a donde pertenece; quisiera ser esa lengua y esos labios o por lo menos poderlos tocar con todos mis sentidos agudizados y poder sentir ese calor que emana de tu cuerpo.

No dejo de ver el techo de nuestra habitación y te empujo un poco hasta quedar libre de tus manos y de tu cuerpo y poderme levantar sin hacer mucho ruido para evitar despertarte. Al final lo logro y camino descalzo y con solo un pantalón de pijama para el baño, entro y prendo la luz cuando estoy frente al espejo.

Mis pupilas se dilatan y me hacen doblarme un poco porque la luz me afecta; parpadeo un par de veces hasta que me acostumbro. Hace frío y por el espejo veo como sale humo de mi cuerpo tocándome los brazos queriéndolo atrapar. Me lavo la cara y con una toalla me seco pasivamente y me quedo con ella un momento más presionándola contra mi rostro. Me la quito y me miro al espejo con el pecho desnudo y los vellos erizados por el frío

Estoy tranquilo, feliz y un poco cansado pero tengo un rostro calmado; sin ninguna preocupación.

Se abre poco a poco la puerta y ella entra al baño con una blusa que le queda grande y debajo de ella un pequeño bóxer, le cuesta igual de trabajo acostumbrarse a la luz pero cuando ya lo está me mira atreves del espejo con la cabeza un poco inclinada y el cabello cayéndole a un hombro y a la frente. Lanza un bostezo y se rasca los ojos con la parte exterior de sus manos; fue una escena tierna, dulce y de esos momentos que jamás cambiaría por nada ya que lo único que yo hacía era sonreír y ser víctima de sus actos que me encantaban.

Se acerco a mí y me abrazo por la espalda diciendo:

-Hace frío- Fue un susurro pero con el silencio de la noche cómplice de nosotros sonó como si hablara en su tono normal.

Acaricie su mano y sin dejarla de ver en el espejo le dije:

-Lo sé, pero ahora ya no tanto-

Me di la vuelta y la bese tiernamente con mi mano debajo de su oreja y mis dedos entrelazados en su cabello oscuro. Sentí su calor, el palpitar de su corazón, sus manos en mis hombros y la suavidad de su piel.

La lluvia comenzaba a caer y solo se escuchaba el golpeteo de las gotas con la ventana hasta que cayó un rayo del cielo y sus manos me tomaron con más fuerza; no sé si habrá sido por ese momento o porque en ese mismo instante nuestras lenguas se comenzaban a tocar.

De pronto se fue la luz y aunque ya estaba en la oscuridad por tener los ojos cerrados ya no se pasaba luz por mis parpados y en esa oscuridad estábamos los dos juntos, como desde el principio.


Estuve de nuevo en la oscuridad y sin tener frío.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Hermosa de verde.

Acostada en la pradera bajo un árbol estás dormida; donde puedes imaginar un mundo mejor, puedes soñar y hacer lo que quieras realidad; un mundo perfecto para ti, una vida perfecta para ti y estar con quien más deseas. Todo eso lo transmites  con tus ojos cerrados, con tu mano descansando en tu pecho y con tu cabeza ladeada.

No veo tus piernas ni más allá de tus senos que resultan ser lo más alto que hay mientras yo igual acostado te veo de tu frente hacia abajo.

El pasto verde se une a tu cabello que parece negro y café, a tu piel clara y a tu vestido blanco lleno de flores que se robó sin permiso del bosque. El árbol gentilmente te cubre con su sombra protegiéndote de todo mal, de la luz evitando que despiertes y dejándote descansar para que te siga observando desde lo más alto de su copa y cuando una hoja cae significa que el deseo de tocarte es tan suave como la caída lente de una hoja pero tan intenso que se las arranca para sentir un leve tacto de ti.

Tu cabello oscuro se mueve suave por la brisa y hace que tu mechón cubra parte de tu frente rosándola y acariciándola poco a poco arrullándote y demostrando su amor a ti, a tu belleza.

Tu boca está cerrada y yo imagino que pide ser abierta por algún valiente que se anime a despertarte de tu profundo sueño con un tierno beso sintiendo la calidez de tu aliento y de tu cuerpo mientras tu mano responde devolviendo una caricia tranquila y suave siendo lo primero en tocar después de descansar sobre tu corazón que sigue palpitando y dándote energía para volver a abrir esos ojos que ahora, por ahora, desconozco su color.

Tu pecho crece y se encoje periódicamente y tu mano lo cubre protegiéndolo de todo invasor. Portas una pulsera blanca parecida a un listón que se va cayendo poco a poco de tu muñeca mientras yo celoso de ella que te toca la veo rozar tu clara y suave piel.

Hay flores blancas sobre el verde pasto que te rodean al igual que demás árboles que dejan caer sus hojas tratando de sobarte una sensación de poder sentir tu piel. Flores de colores alegres pero pálidos en tu vestido blanco resaltan del fondo que sobre tus senos parecen florecer y cubrirse de nuevo para anunciar las estaciones del año.


El cielo es azul claro y parece que no lloverá sobre ti, por ahora podrás seguir durmiendo entre el verde de la naturaleza que te acepta y te acobija. Dulces sueños mi dama, descansa tranquila que algún día podré ver tus ojos y despertarte con un beso. 

Hermosa de café.

Tu suéter blanco tejido que deja ver tu pecho y dejando tu cuello desnudo es un vicio, es emoción, es esa sensación de cobijo y seducción. Lo café de tu cabello largo, ondulado y hecho un desastre es un conjunto de emociones por las que todos queremos pasar. Grandes son tus labios, rosados y con una leve sonrisa que encanta, que en loquéese a cualquier hombre rudo, que hipnotiza las sensaciones y rodea las perspectivas siendo el único universo existente. Ojos claros de tonalidades azules, el mar que está dentro está en calma pero como quiero verlo lleno de energía, con grandes y reflejando la fuerza de la madre naturaleza; de tu naturaleza. Tu piel hecha de porcelana que al tacto pareciera romperse. ¿Alguien es dueño de esos ojos, de ese cabello, de esa piel, de esos labios y de esa sonrisa tan tuya que no dejo de ver?

La mañana está a tu favor, los rayos de luz hacen brillar tu piel pero la calidez del Sol no es lo que calienta mi cuerpo; sino tu mirada, tu pose de ternura, tu leve sonrisa, tu cabello que con el poco aire que hay ondula con él que siendo tan largo parece moverse con gracia y alegría.

El puente oxidado detrás de ti te esconde en sus tonos cafés y negros pero tu piel te delata como una mancha de pureza entre tanto escombro y efecto de la naturaleza. Pureza cubierta de alegría.

Tus pequeños ojos, azules como el mar, tranquilos como el cielo escondido por las nubes andantes, alegres como una rosa floreciendo, intrigantes como la curiosidad de un niño. Escondiendo la fuerza de la naturaleza, la fuerza que está detrás de tu ternura y de tu sonrisa cautivante.

Porcelana rodeando tu cuerpo es lo que se junta con tu oscuridad, tan frágil, tan delicada, tan suave, tan lisa, tan perfecta. Mejillas tan deseables de sentir, un cuello tan seductor para rozar los labios y sin besar o morder, saber cuál es su textura, su color, su olor y su secreto oculto para enamorar.

Una sonrisa es lo que enamora a cualquiera y unos labios son el camino para llevar al éxtasis. El labio inferior es más grueso que el inferior y entre los dos; el secreto para enamorar. Un beso lento, una mordida suave y un paseo para descubrir el interior es lo que hay y es más de lo que se puede pensar que existe.

Tu mentón delicadamente definido es más que un detalle a destacar; es parte de la suave sonrisa que me regalas para imaginarte y tratar de describirte.

Un suéter cubre tu piel y tu cuerpo, parece rígido y hecho para tu medida a pesar de que tus manos desaparezcan mientras que tus brazos se acogen en él y se cruzan frente a tu cadera. Puedo ver tu cuello entero deseándolo cada vez más, tu pecho resalta del suéter con cuello v y tu persona me sigue mirando con esa alegría que me das con solo una sonrisa.


viernes, 13 de septiembre de 2013

Hermosa de gris.

La música es una sana forma de elevarse.

¿Cómo decírtelo? ¿Cómo hablarte? ¿Cómo dejarte de ver? ¿Cómo dejar de desear esos labios color melón y con un sabor oculto que deseo explorar como un aventurero en busca del más grande tesoro de todos los tiempo? ¿Cómo pedirte que no parpadees para seguir viendo tus ojos grises? ¿Cómo no querer pasar mis manos por ese cabello claro como el cielo? ¿Cómo evitar ilusionarme sintiendo tus mejillas pálidas, con pecas y con un tono rosado? ¿Cómo quiero tocar tu nariz con la mía mientras nos hundimos en un profundo beso?

Tu cara medio inclinada y tu mirada fija con los ojos abiertos al igual que tu boca mientras veo tus dientes blancos y detrás de ellos oscuridad; oscuridad que deseo tocar y sentir en lo más profundo de mi corazón que inexperto por la situación choca dentro de mi cuerpo pidiendo alguna respuesta que mi cerebro es incapaz de dar; no puedo responder. ¿En verdad existes?

Tu cabello con una base negra y lo demás blanco iluminan la noche del bosque que tienes a tus espaldas resplandeciendo a los animales y a todo tu entorno mientras todos están callados contemplándote y pidiendo a los dioses que fueras un sueño porque este es el infierno y tu estas en él.

Tu piel pálida, tus pequeñas cejas y tu mirada me tienen cautivado en la locura, en un lugar de donde no quiero salir. Si tan solo pudiera hablarte y decirte que eres hermosa, si tan solo no estuvieras en mi mente, si tan solo pudiera descifrar que es lo que estás pensando, que es lo que tienes en tu cabeza.

Esos labios y ese cuello. Un paraíso que quiero probar del que no quiero salir; sentir tus latidos y tu calor. Hundirme en ese placer, en ese amor, dormir escuchando tu pulso y oliendo ese aroma tan tuyo que me excita y me mantendría despierto día y noche.

La noche es joven al igual que tú, la noche es silenciosa como mi locura por ti, la noche es oscura como lo profundo de tu boca, la noche es iluminada por las estrellas; tú iluminas mi noche aunque sea solo por hoy, por ahora y por un solo momento de mi vida.


Cruzas la oscuridad con luces, con tu mirada y mi mirada te sigue hasta que desapareces entre los árboles que ahora te reclaman por haber aparecido ante un mortal. El bosque y sus praderas te esconden, pero volverás al igual que la noche.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Hermosa de blanco.

Tus ojos grises como lunas en lo alto del cielo me miran fijamente y como un intruso en medio de todo, tu retina es pequeña y oscura; guardando secretos y siendo tan clara como la transparencia del cielo. Parpadeas una que otra vez, pero todo es lento para que pueda admirarlo hasta el final. Tienes alas que cubren tus ojos que me impiden ver tus hermosos ojos por un mínimo de tiempo que se vuelve una eternidad.

Tu ceja café y delgada destaca entre tu piel pálida que es acompañada por pecas en tus mejillas y en tu nariz que de un lado recibe al Sol y del otro esta oscura por su misma sombra. Puedo ver la mitad de tu rostro, pero a pesar de eso eres hermosa, una dama que me mira y que trato de describir con palabras que nunca serán suficientes.

Tu cabello era café pero lo volviste blanco y lo controlaste tratando de hacer una cola de caballo que destaca detrás de ti. Un mecho de cabello cubre casi la mitad de tu rostro y eso tu ojo no lo recrimina ya que se asoma con curiosidad tratando de quitarse ese cabello que le impide ver e mundo pero, ¿para qué? La belleza está detrás y por fuera de ese cabello, el merecedor de verlo libre será el compañero que pudo descifrar ese laberinto de cabello blanco por fuera y café por dentro.

Una bufanda negra cubre su cuello y a pesar de que detrás de ti estar el desierto invitándote a entrar en él, la portas con elegancia y dejando para todo aquel que te vea que la imaginación vuele.


No veo tus orejas por tu voluminoso cabello pero si veo tus labios de un rojo quemado, entre abiertos y tus dientes blancos son guardianes de tus pasiones que guardas custodiando tus palabras y tu aliento. Seductores y perfectos para regalarles un beso que nunca quisiera satisfacer sino dar hasta que yo, víctima de tu mirada, belleza, seducción e intriga muera entre tus brazos.

martes, 3 de septiembre de 2013

Hermosa de azul.

Estoy abriendo los ojos y poco a poco la puedo ver, su luz es lo que me hipnotiza. Soy invisible ante sus ojos cerrados y el único que contempla su belleza en esos momentos mientras las olas chocan entre si siendo el fondo perfecto la pintura de dama.

Su cabello oscuro baila con el fuerte viento que pareciera que saliera de la Tierra y brincara ante ella celosa por su rostro y cuyo viento le favorece y se enreda entre sus mejillas, su nariz y sus orejas que están ocultas por esos enormes audífonos coloridos. Sus labios están cerrados pero dicen palabras que no puedo descifrar.

Veo su garganta y lentamente está se contrae tragando saliva. Pasa su suave y pequeña mano sobre su dulce y tierna mejilla tratándose de quitar ese aire que intenta llamarle la atención para que abriera los ojos, para que yo pudiera ver esos ojos que vanidosos estaban entre las oscuridad de sus parpados.

Su piel de porcelana y de un tono rosado era todo lo que complementaba esa imagen; un contraste de colores y sensaciones que encantaban hasta al hombre más rudo y valiente de este mundo.

Su lengua sale poco a poco de sus seductores labios como si fuera un prisionero que vuelve a ver la luz del Sol, triunfante y lleno de alegría. Su musculo humedece poco a poco ese par de labios que hacen que me sienta indefenso y con el corazón gritando dentro de mi cuerpo a penas logro respirar y lanzar un suspiro que sale de mi boca como un humo caliente y gritando en silencio esa sensación de placer, emoción, excitación y seducción que me provocaba solo verla hacer sus gestos vánales y sencillos.


No puedo respirar y la luz poco a poco se va; ella va desapareciendo en la oscuridad y en un parpadeo regreso a mi vida perdiéndola de vista, donde jamás la volveré a ver. 

domingo, 11 de agosto de 2013

Dentro de mi mente. Gran Final. Parte 11.

-No podrán hacer nada. Ya no tiene porque vivir, ha muerto su única esperanza y ahora esta vacio; sin un rumbo que seguir, sin fe y sin a esa persona que lo motivaba, que le daba ganas de vivir y que tanto lo amaba. Esta solo y ahora tu lo estas, atrapada en este lugar que se irá desvaneciendo poco a poco hasta desaparecer y tú con él. Estas igual de muerta- Era como un susurro, una voz dentro de mi cabeza que hablaba sin que pensara o quisiera. Una maldita maldición que sonaba detrás de mí y que gozaba de mi mala fortuna.

Cállate, cállate, cállate, ¡Cállate ya! ¡Ah, ya para! ¡Ah! Y con un impulso de fuerza, furia y agonía brinque del suelo y corrí a donde estaba con un puño en alto y un grito de guerra que emergió de lo más profundo de mi cuerpo. Me sentía poderosa y con ganas de arrebatarle la vida, de hacerlo desaparecer y de golpearlo hasta que hiciera regresar al amor de mi vida, a lo que me había quitado, a lo más preciado que tenía.  

Con un movimiento a su costado se quito de mi golpe y me empujo de una manera en la que choque de costado contra una pared y cayera al suelo estrepitosamente.

Creo que me rompió el brazo, no lo siento. Duele, duele mucho. Y era cierto, me había roto el brazo al chocar contra la pared.

Estaba de rodillas y él tranquilamente camino a donde estaba levantándome del suelo por el cuello y poniéndome entre la pared y su cuerpo. Me miro a esos ojos cafés que había amado y sentí el calor de su cuerpo con el que me había cobijado tantas veces. Todo era silencio y solo estábamos los dos viéndonos con fijación; yo recordaba todo lo que habíamos pasado juntos, las idas a parques, las películas en el cine, las risas, las peleas, las muestras de afecto, los arrebatos de celos, las caricias tiernas y esos besos que nos habíamos robado y dado que tanto nos enamoraban; sus abrazos, esos abrazos que me hacían llorar y a él igual mientras nos decíamos un simple “te amo”. Comencé a llorar frente a él.

Pero él solo tomo fácilmente de mi mano el cuchillo que tenía y con contundencia lo comenzó a clavar lentamente en mi estomago haciéndome gritar y tomarlo de los hombros sin que pudiera quitarme cerrando mis ojos y aun viendo nuestra vida juntos. Lo amaba en verdad.

Mi amado no hablaba, no hacia un gesto, no se movía, solo contenía con fuerza el cuchillo hasta que lo soltó y me dejo caer de nuevo al suelo retorciéndome de dolor.

Se quito de mi vista y me dio la espada y no dude a pesar del intenso dolor.

¡Levántate, hazlo ya; es el momento!

Me quite el cuchillo ensangrentado y volví a pararme de un brinco con el cuchillo en mano y con un movimiento se lo clave en la espada penetrando su cuerpo con una mano y con la otra tomando su cuello de frente.

-Esto es por lo que me hiciste y lo que te hiciste a ti mismo pedazo de mierda. Ahora tú serás quien desaparezca y sufra. Te veré morir ahora así como te vi en la pantalla. Adiós amado mío- Él sin soltar más que un gemido se retorció un poco y cayó de rodillas mientras le hablaba en el oído.

Quite ambas manos y su cuerpo ya sin vida se desvaneció en el piso cayendo muerto y comenzando a producir un charco lleno de sangre que ahora se juntaba con el mío que recorría mi pierna. Caí de espaldas al suelo y viendo al techo entre el silencio que ahora había pensé:

Lo hice, lo logre hermoso, te intente salvar. No sé si es tarde o temprano, pero lo intente y lo logre; por favor perdóname por todo, te amo y no lo dudes nunca; siempre quise estar a tu lado y ahora nos toca estar juntos, dentro de tu mente; dentro de ti como tanto he deseado y no hay nada mejor que eso. Te amo y siempre lo he hecho y lo hare; solo tuya hasta el fin. Adiós amado mío, este será el lugar donde pueda descansar y vivir a tu lado. Te amo.

Mi cuerpo se iba desangrando y mis fuerzas iban desapareciendo poco a poco hasta que no tenía para tener los ojos abiertos y los fui cerrando poco a poco.

...

-Gracias preciosas. Sé lo que has hecho por mí y te estaré eternamente agradecido. Quiero una vida a tu lado así que por favor no te vayas; no me dejes. Déjame quedarme a tu lado hoy y siempre, preciosa despierta por favor; abre esos ojos y déjame verlos de nuevo. Perdón por todo esto pero no te vayas, quédate a mi lado amor; vamos mi amor eterno. Soy solo tuyo hasta el fin, solo siempre que he querido estar a tu lado. Vamos mi amor, vamos- Me decía su voz entrecortada por su llanto mientras sentía sus manos tomarme de mis brazos y su calor acobijarme.

Me dejo un momento y se hundió en un abrazo conmigo aunque siguiera llorando y pidiéndome que abriera los ojos, que no lo dejara y que se quedaría a mi lado para siempre.

Al final abrí los ojos para igual darle un abrazo y vernos directamente no para decirnos un te amo ni para besarnos o jurarnos amor eterno. Sino para enamorarnos aun más y estar siempre juntos.






Estar dentro de la mente de alguien no es fácil, querer entender a los demás siempre va a ser algo rutinario; pero amar a la otra persona conociéndola y sabiendo quien es y como es. Es algo que no se tiene que descubrir, sino que vivir.


Fin.

sábado, 10 de agosto de 2013

Dentro de mi mente. Parte 10.

Es increíble ver como un lugar se va cayendo desde su interior. Como partes del techo cae cerca de ti y como las personas corren lejos del peligro tratando de esquivar los objetos que pasan cerca de ellos; cubriéndose la cabeza y tratando de ser los primeros en llegar.

Deja de ver, tienes que correr. Puedes arreglar todo esto, por favor corre. Sálvate y sábalo, solo deséalo pero por favor corre ahora. Arregla lo que puedas hacer pero hazlo ya que no tienes tiempo. Muévete.

Frente a mi tenía al asesino que aun con convicción me miraba fijamente aunque detrás de él empezara a desaparecer todo y aunque los demás reos corrían esquivándonos seguíamos parados viéndonos. ¿Corríamos o nos matábamos? Ninguna de esas dos.

En un momento alzo la cabeza y corrió en mi dirección, me estremecí y aun parada solo sentí como me empujaba y caía de espaldas. Una piedra cayó encima de él y murió. Tenía los ojos abiertos y su cuerpo temblaba un poco hasta que dejo de moverse en cuestión de segundos. Me había salvado.

Enfrente de él estaba el cuchillo en el suelo con el que me había amenazado y con el que había matado a tanta gente, sus iguales pero diferentes.

Tómalo y haz lo que tengas que hacer. Pero ya.

Me levante tomando el cuchillo y comencé a correr empujando a los prisioneros. Me fui acercando a mi igual y la vi aun sentada en el suelo con la espalda en la pared y las manos en su rostro mientras temblaba. Llegue a donde estaba, la sujete de los hombros parándola y parada en frente de mi empecé a sentir un momento de arrepentimiento y algo que me detenía de hacer lo correcto.

Si puedo, si puedo, si puedo, si puedo. Anda hazlo ya, ya, ya, ya, por favor el tiempo se acaba, ya. Me repetía en la cabeza múltiples veces tratando de darme valor. Por ti, por él, ya por favor.

Sujetaba el mango del cuchillo con fuerza y ella me veía aun llorando y sus labios temblorosos hasta que me di valor y cerrando los ojos enterré el metal en el centro del cuerpo de mi gemela. Me tomo con fuerza de los hombros con sus manos al momento de hacerlo y escuche un suave gemido y el aliento de su boca.

Fui abriendo los ojos lentamente, vi como los de ella estaba abiertos por su totalidad y como iban perdiendo su color y el cuerpo su vida que salía en sangre. Tenía la boca abierta y al final solo pudo hacer una leve sonrisa mientras la fuerza de sus manos iba desapareciendo y sus rodillas se iban doblando. Solté un suspiro como si me hubiera quitado un peso de encima y quite el cuchillo de su cuerpo rápidamente para que su cuerpo cayera en su totalidad a mis pies apoyada en mis piernas.

Estaba desorientada y aun sin darme cuenta que ya ninguna piedra caía y que ahora todos los reos estaban de pies viendo al suelo; como si los fueran unos robots y los hubieran desconectado.

¿Qué pasó? ¿Eso es todo? ¿Por qué no vuelven en sí? Muévanse por favor. Tengo que ir al centro de control a ver qué pasa.

Volvía a correr por los pasillos esquivando las estatuas de mis novios hasta que cruce la puerta de la habitación donde estaban las computadoras y todos los trabajadores con sus cabezas en los teclados de sus computadoras. Por la pantalla central se veía al doctor presionando el pecho de mi amado y gritando a la enfermera que le trajera un desfibrilador.

¿Acaso yo…? ¿En serio yo…? ¿Qué hice? ¡Por Dios, que he hecho! ¡No puede ser verdad, no puede estar pasando esto! ¡No me pude haber equivocado! ¡No! ¡Despierta! ¡Hazlo ya! ¡No te vayas, no me dejes! ¡No!

Pensaba mientras mis ojos empezaban a llorar y mis labios a temblar. Mis manos me taparon la boca y mis piernas se doblaron poniéndome de rodillas mientras aun veía como el doctor le daba un RCP al cuerpo de mi novio que ahora estaba…


-Así es, está muerto; lo has matado. Todo se ha acabado, ya no tiene razón de vivir porque esta sin ti. Te equivocaste, murió en vez de salvarse- Me decía la voz de mi amado, pero no era él en verdad, solo una parte; la que más odiaba. –Ha dejado de vivir-