Click…
Click…
Click…
Click…
…
Soltó el arma a un lado de su cuerpo mientras se quedó
viendo esa alfombra que había sido testigo de toda la actividad de esta noche.
Aun se escuchaba el bullicio de la calle y a los policías ponerse
de acuerdo para entrar al cuarto. Eran minutos los que tenía; lo suficiente.
-Nada es tan fácil mi amor. Nada puede terminar así de
fácil. Vas a pagar por tus crímenes de una forma talvez exagerada; pero así lo
quiero y así se va a hacer-
Ya no lloraba, ya no gemía, ya no presentaba alguna
respuesta de vida con excepción de su respirar tranquilo. Estaba vivo, pero sin
estarlo.
-Si te importa, quiero poner una canción. La última de los
dos- Tome mi celular y se empezó a escuchar la guitarra, la batería, el bajo y
una voz melodiosa de mujer.
Estábamos en silencio escuchando la canción, él sentado en
la alfombra viéndola y cubriendo su herida mientras que yo lo hacía desde la
orilla de la cama de vez en cuando viendo a aquel hombre destrozado por sí
mismo, por sus acciones, por su estilo de vida y por una mujer que nunca pudo
en verdad tocar.
La canción estaba a punto de acabar cuando me levante y cogí
el arma del suelo. Cuando lo hice me tomo de la mano y sin alzar la cara dijo:
-Perdón, no lo vale; pero perdón- Y me soltó.
Regrese a la orilla de la cama y lo volví a ver. Levantaba
la cara lentamente y se me quedo observando. Esos ojos hermosos, esas facciones
definidas, ese cabello envidiable; ya no estaban. Solo era el rostro de un
hombre muestro.
No dijimos nada, solo tome la bala que tenía cerca de mí, la
puse en el arma y me lleve a la sien el cañón.
Di un leve suspiro y sonreí un poco para al final mandarle
un beso tierno; de una enamorada a su amado.
Jale del gatillo.
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