domingo, 31 de enero de 2016

Peso Muerto.

Se le denomina peso muerto a los objetos que presentan una resistencia al movimiento en situaciones en las que se requiere agilidad y destreza; es decir, una disminución de tiempo en trayectos o actividades.

Una caja puede representar un peso muerto en un auto al hacer un trayecto si es que la caja es inservible para la acción que se necesita hacer o contiene un peso considerable para evitar el movimiento. Así como la caja, una persona también puede representar el significado de peso muerto, y hasta es el ejemplo más característico de este término usado en películas, en el área de ingeniería y en los mundos donde se busca rapidez.

Una persona lenta, inútil, con una sola habilidad y que solo busca la lambisconería; es un peso muerto. Una persona que detiene a sus semejantes, que les causa desagrado y que además; busca cambiarlos para su bien propio; es un peso muerto.

En este mundo, en este país, en esta comunidad, en esta calle, en la escuela o en el trabajo; siempre hay personas que oponen resistencia al movimiento y aunque no nos demos cuenta en ese momento o cuando las conocemos, al final te das cuentas; terminan por germinar como mala hierba en la comunidad y se reproducen; afectan el pensamiento de las personas más débiles y les hacen creer, hasta en cierto punto, ser sus amigos. Les dan confianza, paz y en un punto dado; amor. Son seres que no causan más que preocupación, estrés, enojo y odio. Así como la caja al auto, evitan tu movimiento.


Este es un texto de traición, odio y resentimiento. El peso muerto no siempre es lo que da su significado o eso creemos cuando lo necesitamos, y no por interés, sino que solo para eso sirven. Mejor evitarlo y vivir por si solo que tener una persona así, mejor no cargar algo que no vas a necesitar y así iras más rápido en este planeta con una gravedad constante.  

sábado, 2 de enero de 2016

Media Naranja. El final.

Las noches pasaban así como los policías y sus múltiples golpizas, pero el silencio y el sentimiento de la soledad aun perduraban. ¿Cuánto más debía de esperar para ya terminar esta trama? ¿Qué más tenía que pasar para poder al fin darle un buen finiquito a esta historia? Me estaba volviendo loco, estaba estancado en la novela aunque; al final y agradecido, hubo un chispazo de luz que entro por esa puerta y me dio la fuerza necesaria para al fin terminar. Hoy termina y hoy al fin habrá paz y alegría.  

-Espero que te la estés pasando bien. Ya fue un mes y me dicen mis compañeros que desde que llegaste no dices ni una palabra y eso, te digo la verdad, los hace enfadar más; así que, dales la satisfacción de escucharte, de oír esa linda voz tuya- Me decía el “licenciado” mientras se quitaba su saco barato, lo ponía en la mesa y se arremangaba sus mangas de su camisa lisa. El mismo que me había entrevistado en la comisaría antes de que volara en mil pedazos y el mismo que me había llevado a mi hogar actual sin antes haberme enseñado a…ella.

-Solo las personas dignas pueden escuchar mi voz y usted se lo ha ganado y aunque su compañero no, él es solo afortunado- Tenía más de un diente roto, así que dolía al hablar. Un dolor nuevo.

-Guau, esa voz. Encantadora- Decía el oficial que acompañaba al trajeado mientras me veía y se colocaba detrás de mí para soltarme las esposas y empezarme a golpear.

-Eres muy afortunado niño, bastante yo diría; aprovéchalo- Le dije mientras sentía mis piernas y brazos libres de la fría silla de metal. Ya era libre y estaba motivado.

El policía libero las esposas y empezó a caminar a la mesa de madera, por donde estaba su acompañante dándome la espalda. Justo cuando pasó a un lado mío y me dio la espalda él también, me levante con rapidez y coloque mis manos alrededor de su cabeza y dije:

-Debiste de aprovecharlo niño- Cuando jale mis brazos en direcciones opuestas con mis manos aferradas a un rostro que apenas de daba cuanta que estaba sucediendo rompiendo su cuello y dejando un cuerpo sin vida.

El crujido fue notorio y el investigador se dio la vuelta con cierta torpeza. Al momento que ya estábamos de frente y él tenía una mano lista para sacar su arma, yo ya tenía la del oficial muerto en mis manos apuntándolo.

-Como la vida va y viene ¿No cree oficial? Las cosas cambian tan rápido. Era un buen chico, me agradaba; su cabello olía rico- La sonrisa volvía a mi rostro y se sentía tan bien.

-No hagas nada…- No lo deje terminar la clásica frase.

-No lo digas querido, está muy sobrevaluada esa frase. Mejor saca tu arma y aviéntamela antes de que te perfore el cráneo, tome las llaves de tu auto y vayamos al lugar donde me encontraron medio muerto y, aunque eso lo puedo hacer yo solo; no quiero manejar en soledad y no sé dónde estoy, primeramente; así que, no me hagas perder tiempo y dame el arma- Dudo por unos momentos pero al final cedió.

Ya con las dos armas en mi poder, una la guarde y con la otra le seguí apuntando.

-Bueno, ya escuchó el plan; así que vámonos, no perdamos tiempo-

Salimos de la choza y una ola de aire fresco golpeo mi rostro, era tan delicioso; una cosa que envicia a cualquiera que este un mes en una pocilga. Subió al auto en la parte del chofer y yo en el asiento de atrás de él; arrancó la máquina y nos fuimos.

El camino no fue largo pero si en silencio hasta el pequeño pueblo en donde viví por una temporada.

-Ve lento por aquí, no queremos perder a nuestro objetivo; aunque sé que no puede moverse mucho-

-¿A quién buscamos? ¿A quién la mató?- Preguntó el chofer mientras seguía el tranquilo camino del poblado.

-Que inteligente eres, querido. Pero si vuelves a decir una tontería así te hago un tercer ojo muy sexy entre los dos que ya tienes- Veía a la misma gente “aburrida” caminar por la calle hasta que por fin, un minusválido caminado; sin una pierna y sin un brazo. Hoy era un buen día. –Detente y dile a ese tipo que se suba al auto, bajas mi ventana para que me vea. Y no hagas nada tonto, no quiero terminar aquí nuestro viaje- Cumplió mis instrucciones a la perfección y cuando me vio el hombre de la calle, su rostro jamás se me olvidara, no tenía precio esa combinación de horror y sorpresa que reflejaron sus ojos.

Ya arriba del auto, sentado a un lado mío, con un arma apuntándole y con la otra al conductor dije con una sonrisa sin mascara, una sonrisa honesta:

-Hola- No sabía que contestarme, no sabía qué hacer y no sabía lo que venía –Conduce hasta el mirador del condado, está a cinco minutos de aquí; sigue esta calle y en el semáforo das vuelta a la derecha, luego a la izquierda y en el tope, a diez metros te detienes; sin hacer tonterías o será tu fin también.

En el camino intento hacer una pregunta:

-¿Cómo es qué tú…?- Su voz titubeaba y sudaba como puerco.

-La magia del cine mi amigo, nos ha enseñado que todo es posible en la realidad- No dejaba de sonreír.

Llegamos al lugar y ordenándoles que se bajaran lentamente me coloque detrás del inválido que ya no traía su muleta y se apoyaba delante de mí mientras recargaba la punta del arma en la cien del pobre hombre. Estábamos de frente al oficial cuando le arroje a éste la otra arma, la agarro en el aire y sin perder tiempo nos apuntó a los dos.

-¿Para qué me das el arma?- Su voz ahora era más firme. Estaba determinado, yo me tenía que encargar de quitarle esa determinación.

-Para que haga lo que está haciendo ahora, apúntenos y no falle, en lo que yo empiezo a caminar cada vez más cerca de la barda en donde empieza este barranco en donde si cae alguien ya no sobrevive- Me ocultaba detrás del cuerpo del hombre que le costaba trabajo estar de pie por obvias razones.

-Dispare, no deje vivo a este hijo de puta; no lo valgo. ¡Dispare!- Era cierto y lo más inteligente que podía hacer el policía ante la respuesta del invalido, pero su nobleza y orden moral se lo impedían; era incorruptible y sabía que me tenía que tener vivo para pagar por todos mis males.

-¿En serio crees que eso valgo? Eres un encanto de hombre, lástima que te tengas que ir de nuestra pequeña reunión porque, el tiempo se acabó- Dije mientras llegaba al barandal y me detenía en el borde. –Sabes algo, por un momento me tuviste y debiste haberme acabado ahí, pero no; esperabas que viviera como tú, que sintiera tu dolor y pena; fue una lástima que pensaras así. ¿Unas palabras más?- Y sin darle tiempo de contestar o de siquiera pensarlo, lo jale con toda mi fuerza aventándolo al barranco y escuchando solo como su grito se alejaba velozmente.

Mire al oficial que estaba congelado apuntándome con su arma sin saber ni que pensar.

-Creo que nuestro amigo no sabía que había escaleras para bajar-

-¿Qué quieres?- Fue una pregunta en susurro mientras una lágrima salía por su rostro, era muestra de su impotencia, de su desesperación y de que su moral ahora ya estaba rota; ya no tenía nada.

Me subía al barandal con la poca fuerza que me quedaba y con trabajos de mantenerme con equilibrio en el borde, me puse de pie con los brazos extendidos y en una mano un arma dije:

-No quiero nada en la vida, solo me dejo ir- Coloque el arma en mi frente y jale del gatillo mientras caía al mismo tiempo al vacío viendo como el borde se alejaba de mí y segundos después como el policía se apoyaba en él viéndome caer.












La bala no perforo, el cuerpo se desplomo antes de la reacción del dedo en el gatillo pero lo que me sorprende es que; la caída tampoco me mató y supongo que dieron el cuerpo por perdido porque desperté sobre el pasto boca abajo con huesos rotos y un pájaro enfrente de mí que me observaba desconcertado.


Gire en el suelo para ver el cielo azul, suspire y sonreí. Todo ya se había acabado, por ahora.