Fueron más rápidos de lo que había imaginado haciendo mi
reacción algo muy lento ante los gritos de aquella dama que trataba de cubrirse
la cara con sus brazos y con sus piernas trataba de quitarme de encima de ella.
Un par de manos me tomaron de los hombros y me jalaron hacía
los pies de la cama tirándome al suelo mientras mi cabeza rebotaba con el suelo
sucio. Abrí los ojos viendo el techo descuidado y con un gran dolor de cabeza
vi como una cara enojada aparecía ente mí y me mostraba sus dientes amarillos.
Era un hombre blanco, con pelo corto y subido de peso; un tipo de seguridad sin
miedo a equivocarme.
De pronto mi vista se volvió oscura y mi respiración cambió,
me habían puesto una bolsa de plástico y ahora me arrastraban fuera de la
habitación con gran rapidez. Trataba de quitarme lo que tenía puesto pero
siempre que trataba de llevar mis manos al rostro era aventado contra una pared
de frente y sin esperar seguían arrastrándome. En un punto dado dejaron de
moverme por el suelo y pude respirar un poco porque la bolsa no estaba sujeta a
nada pero repitiendo sus acciones, al momento de llevar mis manos a mi cara en
lo que seguía acostado, recibí una patada que me saco el aire del cuerpo al
principio pero no me imaginaba que me habían tirado por unas escaleras dejándome
caer unos metros, rodando en la oscuridad y siendo golpeado por aquellos
escalones fríos; no era el primero pero tampoco iba a ser el último.
Llegue a suelo firme y con el cuerpo molido intente moverme
pero alguien ya me estaba esperando. Me tomaron de una pierna y me siguieron
arrastrando pero ahora con la cabeza rezagada y los brazos extendidos. La bolsa
ya estaba casi rota y alcanzaba a ver por un orificio.
Estaba en un pasillo lleno de puertas y poco alumbrado, por
él pasaban mujeres desnudas o en paños menores que no se inmutaban en mirarme,
parecía que era algo común que alguien fuera arrastrado por ese lugar. Alcance
a ver a una chica que miro mi cuerpo pasar y alcanzo a escupirme con un rostro
de asquerosidad demostrado.
No pasó mucho cuando comencé a subir unas escaleras y
trataba de levantar la cabeza para no ir revotando pero no tenía la fuerza
suficiente para hacerlo. En un punto dejaron de subirme y me dejaron tirado
sobre el suelo boca arriba, me tomaron de los brazos y me levantaron; yo
trataba de quedarme en pie pero tambaleaba como un borracho con el corazón
partido.
Me quitaron la bolsa de la cabeza y la luz me cegó haciendo
que cerrara los ojos y no viera nada, solo escuche como una puerta se abrió detrás
de mí y en seguida como era de nuevo empujado y chocaba contra un contenedor de
metal que estaba en ese lugar a propósito. Solo tenía dos cosas en la cabeza,
el intenso dolor en mi cuerpo y el saber que ya estaba afuera de aquel lugar;
ya que sentía la lluvia caer sobre mi cuerpo que descansaba sobre el concreto
que comenzaba a humedecerse.
Creía que eso era todo, que ya había acabado la pesadilla
pero aún falta una cosa. Una paliza de
dos hombres que apenas alcance a ver. No sé si fue mucho tiempo el que pasó pero
a mí me pareció toda una eternidad hasta que dejaron de hacerlo y alcanzaba a
escuchar como la puerta de cerraba de golpe dejándome moribundo en la oscuridad
de la noche.
“Acabala, acabala, acabala, acabala, acabala, acabala…” Una
y otra vez en mi cabeza con esa linda y terrorífica voz.
Todo lo que me había pasado no sabía si era porque había desobedecido
esa orden o porque pensaban que la había cumplido, pensamiento que ahora saben;
es erróneo. Aquella chica estaba sin un solo golpe y yo había sufrido las
consecuencias de mis actos, vaya héroe; y con esa idea en lo poco que me
quedaba de cordura me levantaba de aquel sucio callejón y me dirigía a la
calle, en donde las personas caminaban sumergidas en sus pequeños y estúpidos mundos
digitales y sin darse cuenta de mi pasaría frente a ellos, cruzando la calle y
llegando a la puerta principal de mi edificio y al abrirla me desplomaría
perdiendo el conocimiento.
Escuche comentarios obscenos, insultos y demás por parte de
mis vecinos que entraban y salían del edificio sin ningún interés de ayudarme.
Así era la vida y así debía ser.