domingo, 27 de noviembre de 2016

Días del Futuro. Parte 7.0

Fueron más rápidos de lo que había imaginado haciendo mi reacción algo muy lento ante los gritos de aquella dama que trataba de cubrirse la cara con sus brazos y con sus piernas trataba de quitarme de encima de ella.

Un par de manos me tomaron de los hombros y me jalaron hacía los pies de la cama tirándome al suelo mientras mi cabeza rebotaba con el suelo sucio. Abrí los ojos viendo el techo descuidado y con un gran dolor de cabeza vi como una cara enojada aparecía ente mí y me mostraba sus dientes amarillos. Era un hombre blanco, con pelo corto y subido de peso; un tipo de seguridad sin miedo a equivocarme.

De pronto mi vista se volvió oscura y mi respiración cambió, me habían puesto una bolsa de plástico y ahora me arrastraban fuera de la habitación con gran rapidez. Trataba de quitarme lo que tenía puesto pero siempre que trataba de llevar mis manos al rostro era aventado contra una pared de frente y sin esperar seguían arrastrándome. En un punto dado dejaron de moverme por el suelo y pude respirar un poco porque la bolsa no estaba sujeta a nada pero repitiendo sus acciones, al momento de llevar mis manos a mi cara en lo que seguía acostado, recibí una patada que me saco el aire del cuerpo al principio pero no me imaginaba que me habían tirado por unas escaleras dejándome caer unos metros, rodando en la oscuridad y siendo golpeado por aquellos escalones fríos; no era el primero pero tampoco iba a ser el último.

Llegue a suelo firme y con el cuerpo molido intente moverme pero alguien ya me estaba esperando. Me tomaron de una pierna y me siguieron arrastrando pero ahora con la cabeza rezagada y los brazos extendidos. La bolsa ya estaba casi rota y alcanzaba a ver por un orificio.

Estaba en un pasillo lleno de puertas y poco alumbrado, por él pasaban mujeres desnudas o en paños menores que no se inmutaban en mirarme, parecía que era algo común que alguien fuera arrastrado por ese lugar. Alcance a ver a una chica que miro mi cuerpo pasar y alcanzo a escupirme con un rostro de asquerosidad demostrado.

No pasó mucho cuando comencé a subir unas escaleras y trataba de levantar la cabeza para no ir revotando pero no tenía la fuerza suficiente para hacerlo. En un punto dejaron de subirme y me dejaron tirado sobre el suelo boca arriba, me tomaron de los brazos y me levantaron; yo trataba de quedarme en pie pero tambaleaba como un borracho con el corazón partido.

Me quitaron la bolsa de la cabeza y la luz me cegó haciendo que cerrara los ojos y no viera nada, solo escuche como una puerta se abrió detrás de mí y en seguida como era de nuevo empujado y chocaba contra un contenedor de metal que estaba en ese lugar a propósito. Solo tenía dos cosas en la cabeza, el intenso dolor en mi cuerpo y el saber que ya estaba afuera de aquel lugar; ya que sentía la lluvia caer sobre mi cuerpo que descansaba sobre el concreto que comenzaba a humedecerse.

Creía que eso era todo, que ya había acabado la pesadilla pero aún falta una cosa.  Una paliza de dos hombres que apenas alcance a ver. No sé si fue mucho tiempo el que pasó pero a mí me pareció toda una eternidad hasta que dejaron de hacerlo y alcanzaba a escuchar como la puerta de cerraba de golpe dejándome moribundo en la oscuridad de la noche.

“Acabala, acabala, acabala, acabala, acabala, acabala…” Una y otra vez en mi cabeza con esa linda y terrorífica voz.

Todo lo que me había pasado no sabía si era porque había desobedecido esa orden o porque pensaban que la había cumplido, pensamiento que ahora saben; es erróneo. Aquella chica estaba sin un solo golpe y yo había sufrido las consecuencias de mis actos, vaya héroe; y con esa idea en lo poco que me quedaba de cordura me levantaba de aquel sucio callejón y me dirigía a la calle, en donde las personas caminaban sumergidas en sus pequeños y estúpidos mundos digitales y sin darse cuenta de mi pasaría frente a ellos, cruzando la calle y llegando a la puerta principal de mi edificio y al abrirla me desplomaría perdiendo el conocimiento.


Escuche comentarios obscenos, insultos y demás por parte de mis vecinos que entraban y salían del edificio sin ningún interés de ayudarme. Así era la vida y así debía ser.  

sábado, 12 de noviembre de 2016

Días del Futuro. Parte 6.0

-¿Te piensas quedar ahí sentado toda la noche viendo la televisión?- Me preguntaba mientras seguía sentada en aquel sillón de tela colorida y yo estaba sentado en la cama recargado en la pared con el control remoto en mi mano tratando de encontrar algún canal que no fuera pornografía ni violencia sexual.

-¿Por qué no simplemente disfrutas del momento como me lo comentaste en tu discurso de hace un momento y respiras?- Trataba de no mirarla porque claro, estaba encantado de ella.

-Porque los de tu tipo son los que más miedo me dan. Están tranquilos en un momento y después de un rato van al baño a drogarse y regresan más bestias que nunca- Ya había perdido esa postura de seducción y estaba recargada con sus codos en sus rodillas.

-Ten por seguro que no traigo droga y que no me voy a volver una bestia, es un error que este en estos momentos contigo. Nunca quise en realidad tocar ese vidrio, jamás quise contratarte ¿de acuerdo?- Nada en la televisión, era mejor apagarla y buscar algo en el radio, un noticiero o algo diferente.

-Nada pasa porque no queramos, todo es por algo en esta vida. Por algo estas ahí sentado, estas esperando algo; al igual que yo y no soy una persona que tenga mucha paciencia- Ya estaba recargada en el sillón con su vista en el techo blanco.

-Espero irme de este lugar lo más pronto posible- Apague el televisor y con la mirada comencé a buscar el radio, nada; esto no era bueno.

-Esto no va a acabar hasta que hagas algo conmigo. Tu y yo sabemos que hay cámaras por todos lados y están viéndonos por pantallas esperando que hagamos algo para entretenerlos y al terminar, abrirán la puerta y te podrás ir- Me lo decía como si no hubiera otra manera y creo que no la había.
-En ese caso ven, siéntate a mi lado y… no lo sé; primero lo primero- Pensar, debía pensar.

-Me parece bien- Y regreso aquella voz seductora mientras se paraba y caminaba a mi lugar. Decidió detenerse a los pies de la cama y subiéndose a ella comenzó a gatear hasta mí, hasta tener su boca cerca de la mía y sentir su gélida piel.

-Listo guapo ahora ¿qué se te ocurre?- Y me regala un beso en el borde de uno de los lados de mis labios.

-Creo que, irme de aquí- La tome de golpe por los hombros y la tire a un lado mío haciendo que los giráramos hasta yo estar encima de ella con la misma distancia entre nuestras bocas. Solo soltó un gemido por la sorpresa pero al final mantuvo la boca cerrada y los ojos bien abiertos por lo que había pasado -¿Dónde están las cámaras?- le pregunte y eso la sorprendió.

-En aquella esquina detrás de ti y en la mesa que está a un lado de la cama- Y con un gesto con el rostro me reafirmo las ubicaciones –Después de esto puedes pedir tu DVD en alta definición, a mí también me dan una comisión mientras más bueno este-

-No lo vas a querer porque no va a existir. Te voy a besar y vas a enredar tus piernas en mi cadera, después te voy a cargar levantándome de aquí y poniendo tu espalda contra la pared; momentos enseguida debes soltarte e irme empujando a la mesa, me acostare y te pondrás encima de mí; debes hacer muchos movimientos para tirar las cosas de la mesa contando la cámara- Mientras le decía esto tocaba sus mejillas tiernamente y le hablaba al oído en lo que con mi mano libre sujetaba su muslo y cadera –Me levantare regresando a esta misma posición donde yo le daré la espalda a la cámara y comenzaras a gritar pidiendo ayuda ¿Entiendes?- No paraba en mis movimientos.

-Entiendo la parte de los besos y las caricias pero no entiendo…- Y antes de que terminara la comencé a besar ferozmente y ella respondió de la misma manera.

Seguimos los pasos en el orden antes dicho y ella le agrego mordidas en los hombros y rasguños en la espalda al estar recargada contra la pared, después fueron gemidos al yo golpear su trasero al estar sobre la mesa y ella sobre mí; sin duda que tiro la mesa y todo lo que había ahí.

Regresamos a la cama y me senté en su cadera mientras ella acostada me veía.

-¿Lista?- le pregunté.

-¿Lista para qué?- Y le enseñe mi puño mientras lo ponía frente a mí.

Lo vio hipnotizada y tragando saliva solo dijo antes de que abalanzara mi fuerza contra ella “eres igual a todos” y cerró los ojos con fuerza.

Exactamente, lo era; y con fuerza solté el primer golpe en el que solo ella forzó todos los músculos en su rostro para tratar de evitar el dolor.


Uno, dos, tres, cuatro. Con las dos manos. Uno, dos, tres, cuatro. 

jueves, 10 de noviembre de 2016

Días del Futuro. Parte 5.0

La puerta se cerraba frente a mí, justo en mi nariz mientras aquella mujer desaparecía de mi vista con una bella y aterradora sonrisa en su rostro. Lo único que fui capaz de hacer al escuchar el seguro ponerse fue recargar mi cabeza en la madera de la puerta y suspirar esperando que todo esto se acabara pronto.

Sabía que no debía de estar en ese lugar, que había sido una pésima decisión el haberme levantado del suelo mientras sentía la necesidad de algo, de lo más cercano a estar vivo o de sentir algo de calor; la soledad puede irte matando poco a poco pero al final eres tu quien jala del gatillo. Maldita noche y maldita vida que me había llevado hasta ese punto.

-¿Te piensas quedar ahí toda la noche?- Una voz cortada, una voz femenina, una voz que tenía que d-e-s-t-r-o-z-a-r.

-Te aseguro que no quieres que me dé la vuelta y haga lo que tengo que hacer- Mantenía los ojos cerrados y dándole la espalda.

-Sé que no voy a durar mucho en este negocio y que cada noche cuenta pero también estoy lista para lo que tenga que venir- Y su voz no negaba lo que comentaba.

-Pareces estar muy segura de lo dices pero yo no soy el indicado, no debería estar aquí- Levante la vista y abrí los ojos, aún seguía la puerta cerrada.

-Nadie debería estar aquí pero hay cosas que no puedes cambiar ni hoy ni nunca. Anda, date la vuelta y aunque sea dame la satisfacción de ver el rostro del hombre que se interesó en mi cuando estaba muriendo en aquella jaula de vidrio y que, de no ser por el ya estaría muerta y talvez aun siendo el espectáculo de hombres que buscan descargar su ira y que solo Dios sabe que habrían hecho con mi cuerpo; profanarlo aún muerto hubiera sido poco- Dios… dios no existe en este mundo.

Me di la vuelta temor, como si fuera yo quien fuera a ser abusado; quien estuviera metido en el infierno mismo y ahí fue cuando la vi, cuando aquella mujer ya respiraba con facilidad, que tenía los ojos abiertos y que no temblaba ni se desvanecía en una habitación solitaria. Ahí estaba yo para hacer su muerte más… acompañada.

-No estas mal a decir verdad, un poco jodido y con marcas de que eres un pobre diablo; pero nada mal- Mis ojeras, marcas en la cara, cabello desatendido, manos de obrero, ropa sucia y pose jorobada no ayudaban mucho; sin nombrar las marcas de inyecciones en la parte interna de mis codos ni de los tatuajes de mi cuerpo, pero ella decía que no estaba mal… que dulce.

Tacones negros, ligero “blanco”, tanga negra, corsé gris y sostén negro eran sus prendas. Uñas de los pies y manos pintadas de rojo al igual que sus labios y un cabello, que claramente era una peluca, de color azul que llamaba demasiado la atención; me mostraban a aquella mujer joven sentada con las piernas cruzadas en un sillón en forma de C que se me veía con esos ojos adornados con sombras y diamantina que me costaba descifrar por el momento su color. Nada mal.


-¿Y? ¿Te gustó guapo?- inclinaba su rostro a un lado y sonreía, una sonrisa que me hubiera creído en otra época pero no hoy, no ahora en esta habitación con una mesa de vidrio redonda, una cama matrimonial con millones de rastros de otras personas,  un baño sucio con una gotera en el lavamanos, un ventilador que giraba lentamente, luces en las paredes de neón y un teléfono para pedir hasta los más peligrosos objetos existentes con la simple razón de causar placer. Había gente muy enferma en este mundo y ahora yo estaba entre los primeros lugares. 

domingo, 16 de octubre de 2016

Días del Futuro. Parte 4.0

El bite, un bite sordo y destructor; dupstep pesado, un ritmo que hacía a todos bailar. Hombres ebrios sentados sobre sillones de piel con las piernas abiertas ya que en ellas había mujeres delgadas semidesnudas tratando de seducirlos, robándoles sus carteras y relojes; haciéndoles creer que estaban recibiendo un poco de amor, cariño y compasión.

Más de una se me acercó con un paso seductor e invitándome a pasar un agradable rato con ellas me daban sus nombres artísticos y su tarifa por hora, yo no estaba interesado y me dirigí sin dudar a la barra de bebidas en donde se mostraban los nombres de los líquidos con luces de neón y palabras coloridas.

-Un sexo en la bahía, por favor- Dije mientras el cantinero se me acercaba por primera vez y antes de que me preguntara.

No perdía la vista en el espejo fracturado en cientos de pedazos pero ninguno faltante en la pared que estaba frente a mí mientras estaba sentado en un banco y dándole la espalda al espectáculo de mujeres. Había uno de ellos que enmarcaba solamente mi cara, un rostro golpeado, ojeroso; con el cabello y la barba maltratada, con heridas en los labios y cortadas en las cejas y mejillas. Un reflejo de un hombre sin futuro ni esperanza.

Por reflejo vi como una mujer con el cabello oscuro, con los labios pintados de risa, con un sostén azul cielo que cubría sus senos de tamaño promedio, un vientre plano y una braga diminuta caminaba hacía mi sin quitarme la vista de enfrente hasta que llegó a estar parada a un lado de mí.
-No te voy a invitar nada- Seco y serio le conteste.

-Pero no quiero que me invites nada cariño, yo me puedo dar lo que yo quiera sin nadie más- Era una voz seductora que aumento aún más cuando paso su lengua por los labios.

-Bien por ti entonces ahora vete, no quiero nada- Trataba de no verla pero mi cuerpo me traicionaba una y otra vez.

-Sabes que eso es mentira guapo. Ya te están esperando, acompáñame- Me tocó el hombro y percibiendo su aroma fresco se acercó a mí oído lentamente y continuó:

-Eres el afortunado que la va a jubilar, ya no sirve para esto; entonces puedes hacer con ella lo que quieras. Es una lástima, no aguanto ni un año-

Se sabía que el significado de jubilar en esta época no era algo agradable. Los servicios médicos para gente mayor o enfermos no existían o eran muy escasos para nuestro nivel económico, entonces una persona al ser jubilada se refería a que era un gasto más y eso ya no era permitido; todo gasto debía ser eliminado.

Me volví a ver al espejo pero ahora estaba con esa hermosa dama a mi lado y en mi mano mi bebida de color rosa, una mezcla de vodka, jugo y demás ingredientes. Seguía siendo un hombre destrozado aquel.

Me levante y con tomado de la mano me encaminaba a un pasillo en donde desaparecían las de luces parpadeantes y todo era más sobrio. Puertas por ambos lados, algunas cerradas, otras entre abiertas y otras sin dejar nada a la imaginación; sexo, drogas, violencia, gritos, llanto, risas, sangre, saliva y sudor; cada habitación parecía un mundo diferente, un mundo regido por el hombre y su puño de hierro, un mundo triste y desolado; nada diferente al mundo real.

Se detuvo en una puerta y con su mano en la manija me dijo frente a mí:

-¿Listo bebe?- Y con su mano libre toco mí entre pierna apretándola un poco, ella continúo:

-No pareces estar muy animado, casi nadie tiene esta oportunidad. Si quieres te puedo ayudar un poco, esta perra necesita un castigo fuerte; se ha portado muy mal-

-¿Qué hizo?- No quitaba la mirada de sus ojos color café, era una mujer despiadada.

-Nos hizo perder mucho dinero, nos dio la idea de que era capaz pero nos dimos cuenta que solo era una niña y a las niñas tonta nadie las quiere; entonces ¿qué dices? ¿Entramos los dos?- Y me guiño el ojo izquierdo en lo que volvía a sacar su larga lengua y la pasaba por su sonrisa-

-Creó que yo solo puedo- Y apretando más mis órganos sexuales contentó efusiva:

-Eso era lo que quería escuchar, tigre- Y giro la perilla. Antes de que entrara a la habitación la volví a ver y con sus labios me dijo una palabra en silencio, palabra que se dice a todos los clientes que pasan al otro lado.


D-E-S-T-R-O-Z-A-L-A. 

domingo, 9 de octubre de 2016

Días del Futuro. Parte 3.0

Cruce la calle sin importar que estuviera lloviendo o que la gente viera que iba directo a un lugar donde se ve lujuria, se respira sexo, se sienten adicciones, se escucha violencia y se siente sucio. 
Nadie está en esa situación voluntariamente pero en la actualidad, en la maldita actualidad; nadie tiene opción.

Tocas una puerta hueca y se abre una rendija por donde te ven unos ojos oscuros y penetrantes que te analizan y tras unos segundos escuchas como se quitan los seguros del otro lado del metal y se abren las puertas del infierno.

Sale humo del interior y se comienza a escuchar música al fondo del pasillo que está poco alumbrado. Das los primeros pasos y una gran mano te toma del pecho impidiéndote seguir adelante mientras la puerta se cierra detrás de ti con un molesto rechinido, ya hecho; todo es oscuridad unos segundos pero te das cuenta que desde tus pies está subiendo un láser que escanea tu cuerpo. Uno pensaría que es para ver si traes armas o cosas peligrosas pero no, es para ver si traes dinero y a cuanto es esa cantidad, todo al final es negocio y si entras con las manos vacías; sales con algo más que tu presencia, golpeado y amenazado de muerte.

La luz roja termina de examinar tu cuerpo hasta la punta más alta de tu cabello y se apaga. Después de eso se alumbra el pasillo con luces como pista de avión en el aeropuerto y la música sube de tonalidad, igual aparecen unas luces pegadas en la pared que te mostraran lo que hay de promoción en el día o en la noche.

Comencé a caminar y debajo de las ya antes mencionadas luces se ven mujeres bailando eróticamente detrás de un vidrio blindado. No están en un cuadro mayor a de dos metros cuadrados ni dos metros de alto, están forrados de tela negra y en el suelo hay luces parpadeantes que las hacen resaltar.  

Vez sus rostros y aunque tratan de sonreír por orden del jefe puedes ver sus ojos de dolor y pena, sus cuerpos llenos de moretones y golpes que tratan de ocultar con maquillaje y sus movimientos cansados después de estar en un habitación donde no te puedes sentar cómodamente. Son pocas las que son “sanas” y son aún menos las que antes de entrar a trabajar son drogadas y sometidas por los hombres y mujeres de su mundo laboral por solo unos dólares más.

Había mujeres de ambos lados del pasillo y todas se movían al ritmo de la música de fondo excepto una que estaba inmóvil sobre el piso de su cuadro, recargada en una pared y con los ojos volteados. Uno habría pensado que estaba muerta pero su vientre se movía suavemente entre sus pequeños senos solo tapados por pezoneras y una tanga sucia y verde limón.

Lentamente me acerque al vidrio y con mi mano lo toque, al instante se prendió una luz verde alrededor del cuadro y eso solo eran malas noticias. Era la manera en que los clientes mostraban su interés por alguien y tras el escáner, si podías pagarla se enmarcaba de verde su ventanal y si era rojo; no podías ser acreedor de sus servicios y tenías que seguir buscando. Y al parecer, había ya pagado por una hora con estar con ella y yo ser su dueño.

La mujer estaba de frente a mí y tras la luz no había reaccionado, la pared en la que estaba recargada se abrió y entro un señor con guantes de plástico, traje negro y una máscara blanca de esas que ocupan los pintores para no estar respirando las toxinas de los líquidos tóxicos.

La tomo de las axilas antes de que cayera por completo en el suelo y me observo dándome una señal de afirmación con su cara. Minutos después desaparecieron de mi vista y entro otra chica sustituyéndola. Se cerró la puerta y comenzó a bailar.


Mira al otro lado del pasillo al que me había ya acercado y observe unas escaleras que descendían a una puerta por donde salía todo el humo, luces y la música. Cada vez estaba más cerca del infierno. 

viernes, 16 de septiembre de 2016

Días del Futuro. Parte 2.0

Recuerdo una vez que estaba en el bosque con mi madre, los dos sentados sobre un verde pasto frente a un cristalino lago mientras el Sol se ocultaba detrás de las montañas y el aire paseaba por los árboles moviéndolos en toda dirección. Escuchábamos el sonido de las pequeñas olas, de los animales que comenzaban a refugiarse de la penumbra y el danzar de las hojas por el viento. Una escena que era perfecta en todo sentido.

 Mi madre era una mujer hermosa de toda perspectiva, tierna y sensible. Ella me enseño todo de la vida, a nunca dejar de amar y a nunca dejar de luchar. Pase doce años a su lado, doce maravillosos años hasta que todo cambio, hasta ese día en el bosque; ese día que ella me había regalado, el último de su vida dada una seria enfermedad que tenía que estaba haciendo que su sistema inmunológico fallara, así como todos sus órganos y sentidos. Ella sabía que si salíamos del hospital moriría pero no quería que sus últimas horas fueran ahí.

Papá estaba sentado detrás de nosotros abrazándonos en ese momento, mi mamá tenía mi mano sostenida con la suya y todo transcurría perfectamente hasta que comencé a escuchar el llanto de mi padre diciendo “no quites la vista de enfrente” mientras que poco a poco sentía como la mano de mi madre perdía fuerza y se alejaba de la mía hasta que quede completamente solo.

No sabía qué hacer, que decir o que pensar; solo tenía una orden y pensaba seguirla hasta el final, no quitar la vista de enfrente.

No se cuento tiempo paso hasta que mi padre volvió a hablar y me dijo mientras caminaba hacía el carro “Hijo, vámonos”; ya era de noche y hacía frío. Me levante y vi en el horizonte como mi papá lleno de tierra y con la pala para cavar en su hombro caminaba directo al auto con la cabeza baja.

Quería alcanzarlo pero solo mis pies caminaban lentamente. Sabía dónde estaba mi mamá y sin detenerme fije mi vista a un montón de tierra que estaba revuelta en un montículo con una planta recién sembrada en lo más alto. Ahora estaba varios metros bajo tierra y de ella saldría una plata, me gustaba pensar eso.

Seguí caminando al auto mientras me esperaba aquel hombre que estaba sufriendo de la misma manera que yo pero que solo por ahora estaba aferrado al volante y con la vista en el camino, el mismo hombre que después cambiaría el volante por botellas de alcohol día tras día.

Después de ese día todo cambiaría y el futuro comenzaría escribirse.


Ahora una rata corría frente a mí atravesando el departamento de una pared con su hocico ocupado con un pedazo de pan viejo. Yo estaba sentado en el suelo segundos antes de que la luz de neón de un prostíbulo que estaba en el edificio de enfrente del mío llamara mi atención.

“Grandes y jugosas” decía mientras mostraba el perfil de una atleta del tubo y las fotografías de la variedad del día de hoy.


-No creo que vendan fruta- Dije mientras veía mis piernas acostadas en la madera podrida –Ya nadie lo hace- 

domingo, 11 de septiembre de 2016

Días del Futuro. Parte 1.0

No es el futuro que queríamos, no es el futuro que buscábamos ni el futuro que tano anunciaban. Nunca lo vimos venir y nunca nos prepararon para esto. Los días ya no son soleados, la gente no tiene una vida más fácil y estamos sujetos a escuchar solo la palabra de algunos en los medios de comunicación. ¿Cómo llegamos a este punto? ¿Qué hicimos mal?

Gente caminando por la calle bajo la lluvia en una noche que perdura las 24 horas dados los altos índices de contaminación. Su ropa es de un material parecido al plástico con colores extravagantes y diseños obscenos; hombres y mujeres en direcciones opuesta. Humo sale de las coladeras, vagabundos caminando desconcertados, asaltantes golpeando a sus víctimas, perros comiendo de la basura del suelo, parejas haciendo teniendo relaciones en la entrada de callejones y vendedores de drogas y de sexo en cada esquina. ¿Este era el futuro que nos prometían?

Hay autos voladores, más bien; levitan sobre el suelo solamente, gadgets súper inteligentes; comida condimentada, procesada y fácil de hacer, y edificaciones enormes con millones de luces. Eso es el futuro.

Un régimen único policiaco corrupto, un gobernador adicto al dinero, adicciones al por mayor, una ruptura de la economía, pobreza en cada hogar, asesinatos cada hora, servicios públicos insuficientes, inflación monetaria, mala educación pública y millones de huérfanos; los derechos humanos ahora se han vuelto un mito. Eso es el futuro.

Voy viajando sobre mi auto por las autopistas a toda velocidad viendo a los demás conductores con sus celulares en las manos, con sus parejas haciéndoles felaciones, con sus cigarrillos en las manos y sus botellas en sus labios. Se transita a 200km/hr diariamente y siempre hay cuerpos sobre el suelo o autos destruidos, es el pan de cada día de las grúas y de un servicio médico que se ha privatizado. 

Vivó en un edificio viejo, junto con vagabundos, familias rotas, adictos, viejos olvidados, prostitutas, perros y ratas. Es un departamento vacío, sucio y olvidado; con paredes delgadas, suelo de madera y goteras en el techo. Con un gran ventanal para que pueda ver la desgracia de la humanidad y si me quisiera suicidar tenga problemas en salir por ella.

Llego a una mesa de madera con una botella de alcohol, me siento en la única silla igual de madera podrida subo mi brazo, amarró mi musculo superior con una liga y me inyecto en la parte interna del codo; pasan los minutos y comienzo a disfrutar del presente hasta que caigo dormido o muerto.


Al final de cuentas, nadie es perfecto en el futuro. 

sábado, 6 de agosto de 2016

La Prueba. Parte 24. Final.

-¿Cómo sobreviviste?- Le pregunte mientras avanzábamos gateando por los ductos de ventilación que estaban arriba de los pasillos oscuros del hospital.

-Después de la ola desperté en la costa y observe como te llevaban a este feo lugar-

-¿Dónde estuviste todo este tiempo?- Hacia frío y tratábamos de avanzar lo más rápido posible pero ya estábamos tardando demasiado para salir.

-Escondido en este lugar, tratando de encontrar el momento indicado para ayudarte a escapar y que por fin se terminara esta pesadilla- Giraba en las esquinas, derecha, izquierda; parecía que estábamos dando vueltas en círculos.

-¿Sabes por dónde ir?- Comenzaba a desesperarme, no tardaba en amanecer.

-Claro que sí, ya pronto esto acabara- Su tono era serio, bastante serio para la ocasión.

-¿Podrías dejar de decir que esto se va a acabar? He estado demasiado tiempo esperando ese verdadero momento y siempre pasa algo-

-Tranquilo compañero, ya casi llegamos-

Mientras avanzábamos sentí como comenzaban a temblar el ducto por donde veníamos y como iba perdiendo la vista, trataba de hablar pero solo veía como se iba alejando mi amigo y por un momento todo cambió. Ya no estaba en el ducto, ya no estaba cansado, ya no estaba en la oscuridad; ahora regresaba a mi cuarto, acostado en mi cama con el Sol pegándome en el rostro. Todo era tan tranquilo, todo era tan hermoso; ya no recordaba hace mucho tiempo que era sentir esa sensación.

Parpadee un par de veces y a la segunda vez regresé al ducto, todo había sido una alucinación; un sueño despierto.

-¿Estás bien?- Levante la vista y ahí estaba Marco, mirándome de reojo.

-Sí, solo me maree un poco- Y continuamos.

Gateamos unos metros más hasta que se detuvo y quitando un pasador abrió una ventanilla que nos llevaba a la parte superior de un cuarto de aseo. Se acomodó y se soltó cayendo de pie sobre el suelo, trate de hacer lo mismo pero no logre tener la fuerza en las piernas para aguantar el impacto y termine con la espalda en el piso.

-Llegamos a casa, ahora esperaremos a que abran el hospital para salir vestidos de enfermeros y por fin ser libres-

-¿Cuánto falta para eso?- Me levantaba lentamente mientras volvía a sentir como el cuarto comenzaba a temblar igual que como pasó en el ducto.

-Poco, muy poco-

-No me siento muy bien- Todo se movía en todas direcciones y solo observaba como Marco se acercaba a un estante mientras aparecía y desaparecía de mi vista modificada.

-No entiendo porque, aun no pasa nada. Debes aguantar, ya falta poco para que se acabe-

-Deja de decir eso y ayúdame, no puedo ver bien, tomo está temblando ¿Qué vas a tomar del estante? Dame la mano, no puedo estar de pie-

-Esto se va a acabar ahora, por fin seré libre- Y tomaba algo del estante, era un arma y en cuanto me apunto con ella, como pude me avente sobre su cuerpo. Forcejeamos por unos momentos hasta que hubo dos estallidos en la habitación.

Mi vista se recuperó después de eso y mientras me levantaba del suelo pude ver sus ojos perdidos, vacíos; su boca estaba abierta y sus labios resecos. Debajo de él ya había un charco de sangre que crecía por el orificio que tenía en su pecho.

Me senté recargado con mi espalda en la pared más próxima mientras enfrente de mi veía su cuerpo muerto.

No se cuento tiempo pasó pero nunca me había dado cuenta de que había una puerta cerca de su cuerpo. Me levante con mis manos manchadas del líquido rojo y tome la perilla, la gire y abrí la puerta.

Un destello de luz me deslumbró la vista al principio pero momentos después pude observar que había alguien parado frente a mí, vi sus pies y sus piernas; era una mujer.

-Se acabó- Era la misma voz que nos había dado la bienvenida a ese centro de control, la que hablaba por el teléfono, por las bocinas y en mi cabeza.

-¿En verdad?-

-En verdad, eres el único con vida- Era seria su voz e invisible de la cintura para arriba.

-¿Ya puedo ir a casa?-

-Sí, ya puedes irte con tu premio a casa-

-¿Y qué me gané?-

-¿Ya no recuerdas?- Y por primera vez sentí su mano en mi hombro, eran dedos largos y fríos; era el tacto de una mujer fuerte y aterradora.

-Por algo pregunto señorita-

-Dime Amanda, ya no tenemos que tener formalidades, querido-

-Amanda, bien. ¿Qué me gané Amanda?-

-Todas tus respuestas ¿recuerdas?-

-¿Respuestas?- Sentí como se acercaba a mí y su rostro gélido casi rozaba el mío. Su respirar era tranquilo y su olor era desagradable, a algo muerto.

-Tu siempre pediste que se murieran ellos ¿recuerdas? Cuando estaba con el ataque en la computadora frente a ti, cuando le disparo, cuando estabas en el cuarto viendo por las pantallas, cuando ibas caminando por la playa, cuando estabas en el hospital; siempre quisiste la muerte de ellos y ahora la tienes, es tu mejor premio; el mejor de todos, tus deseos se hicieron realidad ¿Miento?- Su voz era fría, su voz era malvada; estaba maldita.

-No, no mientes- Todo era verdad, nadie es tan santo como pretende.

-Bien, ahora una cosa más antes de que te vayas-

-Dime Amanda- Era extraña la sensación ahora, de cansancio, mareo, la vista se volvía a nublar y un zumbido en mis oídos.

-Hubo dos disparos y tu compañero solo tiene uno ¿Dónde está el segundo?-

-Jamás íbamos a salir, ¿verdad?- apenas sonreía por la ironía de la vida.

-No eres tan tonto como pensaba- Se alejaba de nuevo de mí y me daba un beso en la mejilla con esos labios congelados –Siempre fuiste mi favorito para llegar al final, pero jamás me imagine que llegaran tan lejos; en verdad que sobrevivieron a todas las pruebas pero…-

Y la interrumpí  tomándola del brazo con la fuerza que restante ya que ahora me tocaba a mí decirlo.

-Pero todo ha llegado a su fin, ahora lo sé- La solté y me desvanecí en sus pies como un muñeco de trapos o mejor dicho, como a un títere al que al fin le cortaron los hilos y se volvía libre; libertad que ahora le costaba su movimiento, su vida y su respirar; sus sueños y sus anhelos; libertad que ahora obtenía a costa de todo.


-Ahora soy libre, ya se acabó- 

domingo, 10 de julio de 2016

La Prueba. Parte 23

-Luis, Luis contéstame; soy yo Marco-

-¿Marco?- lo escuchaba e la madrugada mientras estaba acostado en mi fría cama y por alguna razón desamarrado.

-Sí, ven; ayúdame- Hablaba desde el otro lado de la puerta de metal que sabía que se iba a abrir si me paraba.

-Tú no existes, se supone que estás muerto; yo te vi muerto entre mis brazos- Trataba de mantener la calma, trataba.

-Me estas escuchando ¿no? No estás loco, estoy vivo- Era su voz, era él pero ¿era real?

-No, no puedo; no debo. Quiero salir ya de aquí- Tomaba las sabanas con fuerza tratando de concentrarme.

-¡Carajo! ¡Párate y ayúdame!- Eran sus gritos y golpeaba la puerta de metal con sus puños retumbando en la noche fría.

-No, déjame en paz; quiero dormir- Lagrimas comenzaban a pasear por mis mejillas.

-¡No seas tonto, esta es tu oportunidad de salir! Todo es parte del plan, ahora párate y corre. Están todos dormidos- Me estaba convenciendo y sin darme cuenta ya estaba sentado en la cama a unos centímetros de que los dedos de los pies tocaran el suelo.

-Es ahora, corre- Ahora lo escuchaba no en la puerta, sino en un susurro; dentro de mi cabeza y me daban escalofríos.

-No debo…- Ya estaba parado frente a la puerta con la mano en la perilla.

-¡Es ahora!- Giraba la perilla y estaba cerrada, ahora estaba cerrada; siempre había estado abierta y ahora cerrada ¿Ahora qué?

-No en la puerta, aquí estoy- Y la voz estaba detrás de mí a unos metros.

Lentamente, con temor y con los ojos cerrados me di la vuelta esperando verlo de repente frente a mí. Abrí los ojos y no estaba, estaba solo en la habitación.

-Aquí arriba- Levante el rostro y ahí estaba, en el ducto de ventilación -¿Nos vamos?-


-Eres tú, eres Marco y estas vivo- 

domingo, 3 de julio de 2016

La Prueba. Parte 22

-No estoy loco, la escucho-

-Yo sé que la escuchas ¿qué te dice?-

-Que ya es la prueba final, que ya se va a acabar todo-

-¿Eso no es lo mismo que te dijo la vez pasada que nos vimos?-

-Sí, si fue; pero nos vimos ayer-

-No, nos vimos hace un mes-

-No, no puede ser. No puede haber pasado un mes-

-Y no solo un mes, llevas aquí ya tres meses-

-¿Tres meses?- 

-Sí, ya es bastante ¿no crees?-

-Sí, ya es mucho tiempo pero ya casi se acaba; ya el final esta cerca, lo presiento-

-Lo siento pero pensaba que estabas presentando mejorías, tendré que aumentar el medicamento de nuevo-

-¿Qué medicamento? Yo no puedo tomar nada, debo de estar atento si es que manda un mensaje; una nueva orden, la orden final- 

-No creo que te vaya a enviar algo en lo que tomas el medicamento; no te vas a perder de nada. No te preocupes por nada- 

-Pero, Marco está vivo ¿no? Hay noches en las que lo escucho hablar del otro lado de la puerta y me dice que aguante, que todo va a acabar pronto; que no me deje llevar por la locura-

-¿Lo has visto?-

-… no, pero sé que es él, sé que está vivo-

-¿Por qué piensas que está vivo? ¿Dónde fue la última vez que lo viste?-

-Estaba sosteniéndolo, tratando de que la corriente no se lo llevara-

-¿Estaba vivo en ese momento?-

-No, si; no lo sé-

-Se ha ido, nunca regresara-

-Entonces me esta diciendo que estoy escuchando a alguien que ya esta muerto ¿y en serio esta tratando de convencerme de que no estoy loco?-

-Yo no te estoy convenciendo de nada-

-No estoy loco, no puedo estarlo; llevo solo un par de días aquí y debo aguantar-

-¿Para que debes aguantar?-

-Para ganar, para terminar con… para poder salir de aquí-

-¿Para terminar con qué?-

-Para terminar con… eso, esto-

-¿Qué es esto?-

-Es un reto, una prueba; es el examen final para poder terminar mis estudios-

-¿Tus estudios? ¿Estudios de qué?-

-Sí, mi… mi carrera-

-Entiendo y dime, se me olvido escribir tu nombre ¿Cuál era?-

-Mi nombre, mi nombre es…- cerraba los ojos tratando de recordar y trataba de llevar mis manos al rostro, pero estaban esposadas en la fría y metálica silla.

Di un suspiro cerrando su libreta aquel cuerpo que solo veía ya que una luz brillante impedía que le viera el rostro en la oscura habitación y decía:

-Creo que no has mejorado y debemos vernos el próximo mes para ver si ahora hay avances-  Esa voz, esa misma voz femenina que existió desde el principio me mantenía ahí.

-No logro recordarlo pero… pero… usted me dijo que ya faltaba poco, ya era la prueba final-

-No sé de lo que estás hablando- Contestaba mientras se levantaba de su lugar con su vestido y su bata blanca.

-Por favor, mi nombre es…-

-Oficial, llévelo a su cuarto y no olvide darle esta receta al doctor para que le den su nuevo medicamento-


-Mi nombre es…-

miércoles, 22 de junio de 2016

La prueba. Parte 21

Gritos, llanto, el esfuerzo de quererme zafar de mis opresores que me mantenían acostado en una cama dura dentro de una habitación blanca con una gran lámpara redonda que siempre estaba prendida.

Me alimentaban sin desatarme, era una enfermera joven que las primeras veces entraba con miedo, con la charola temblando, con sus pasos cortos y tratando de respirar con tranquilidad. Se sentaba en una silla de metal a un lado mío y con una cuchara me daba mis alimentos y aunque las primeras veces, por su nerviosismo, tiraba la comida en mí pero ahora me saluda, me da los buenos días, las buenas tardes y en las buenas noches. Confiaba en ella.

Para darme un baño entraban dos hombres fornidos que me desataban y me llevaban arrastrando a unas regaderas donde ordenaban que me desvistiera y me metían en agua fría, nunca dejaban de verme ni de hablar entre ellos. Cerraban la llave y había días en los que con un palo negro me golpeaban hasta hacerme sangrar y había días en los que en vez de regadera era una manguera de alta presión que me golpeaba y arrojaba hasta una pared, siempre pedía que pararan pero nunca lo hacían.

De regreso, ya vestido; me llevaban a un cuarto acolchonado en donde me botaban como un trapo. 
Los primero días me levantaba con fuerza y trataba de escapar chocando con las cuatro paredes, los siguientes días solo gritaba y golpeaba la puerta; ahora solo me quedo sentado recargado en una pared esperando que regresaran y me inyectaran para despertar inmovilizado y acostado en la cama.

Los días pasaban y eran las mismas monotonías, pero en las noches; las noches eran el peor momento del día.

A veces despertaba en medio de la madrugada desatado y lo primero que hacía era saltar de la cama e ir a la puerta que también estaba abierta, salía por el pasillo y estaba vacío; todos parecían dormir. Caminaba lentamente sobre el frío piso hasta que empezaba a escuchar ruidos, sonidos de alguien que venía detrás de mí y entonces comenzaba a correr por el laberinto sin fin de pasillos hasta que me tropezaba y viendo al frente solo sentía que algo me tomaba de la pierna y me jalaba con fuerza arrastrándome sobre todo el piso hasta llevarme a mi cuarto de nuevo y amarrarme con fuerza a la cama de nuevo. Era una sombra, no hablaba ni podía identificarla por otro medio pero era mi peor pesadilla, era mi pesadilla diaria.

Fueron noches seguidas en las que abría los ojos y la veía encima de mí y sentía su fría presencia y de alguna manera me hacía sentir miedo, tristeza, terror y angustia. Hubo noches en las que aparecía frente a mí, tapando la puerta y abalanzándose contra mí para golpearme con sus fuertes manos. Ocasiones en las que pensaba que ahora no estaba y que en cualquier momento aparecía detrás de mí con una bolsa de plástico y me ahogaba hasta despertar con la lámpara redonda encima de mí.


Sabía que no era real, pero se sentía tan; pero tan real que me costaba creerlo. Cada día me estaba volviendo más loco pero tenía que aguantar, el final lo veía cerca. 

jueves, 16 de junio de 2016

Familia FCA.

No hay palabras para comenzar este texto ya que solo existe un sentimiento de agradecimiento, orgullo y felicidad; no hay mejor manera de empezar un reconocimiento con el recuerdo de los momentos que se vivieron, de esas muestras de cariño, afecto y de mucho, mucho humor y aunque a algunos no les pareciera; que vayan y sean felices.

Platicas de oficina, platicas de lavadero, platicas de amigos, platicas de “cosheo” o como se escriba esa madre, platicas de comics, platicas de caricaturas, platicas de películas, platicas de… ¿qué preferirías, que te ataque un tiburón o un cocodrilo?, etc. Platicas que solo nosotros entendemos y recordamos, solo nuestras.

Había días en los que atacaban mucho las tierras mágicas y necesitábamos dragones y pociones mágicas para sobrevivir, había días en los que el café se acababa o peor aún; el azúcar, había días en los que la música nos envolvía y no le hacíamos ni caso al jefe que nos llamaba por nuestro nombre detrás de nosotros, había días en los que; como un asalto a mano armada, no había jugo de naranja ni cuernitos, había días en los que el sueño era nuestro peor enemigo pero aun peor que eso; eran las fotos en ese momento mágico. Había días en los que Tom Brady era tan malo como al Capone y tan bueno como el Papa (todos sabemos que es culpable). Había días en los que Jared Leto en verdad era Jesús Cristo (yo digo que si es). Había días en que en la cafetería había mucho queso o mucha crema o pocos totopos; malditos esos días y había días, esos días perfectos, espectaculares, mágicos en los que estábamos más salados que el agua de mar.

Hoy es para agradecerles a todos sus consejos, sus comentarios, sus enseñanzas, su ayuda, su paciencia y sobre todo; su amistad y confianza que poco a poco fue creciendo.

No sabemos si nos vamos a volver a ver, ni que va a ser de nosotros el día de mañana pero aun existiendo esa gran incertidumbre; por este medio les deseo éxito, paz y mucha felicidad.

PD. Que Ulises ya nos agregue a Facebook. 







viernes, 10 de junio de 2016

La Prueba. Parte 20

-Niño… niño despierta… niño… ¿cómo te llamas? ¿De dónde vienes?... niño despierta- Eran las palabras de un hombre que distinguía entre el ruido de la habitación y mi despertar lento.

-Niño… ¿sabes quién eres?- ¿Quién era? ¿Dónde estaba?

Poco a poco fui abriendo los ojos y vi a un señor ya grande vestido de doctor encima de mí y debajo de una lámpara blanca de una habitación de hospital. Estaba conectado a aparatos y mangueras que metían y sacaban líquidos de mi cuerpo. Bip bip bip bip.

-Niño ¿Quién eres? Di algo-

-¿Dónde estoy?- Cobraba poco a poco la vista hasta por fin tener una idea clara de que estaba en un lugar de emergencias, donde las paredes eran cortinas, las camas pequeñas y se escuchaba mucho ruido alrededor.

-Estas en el aula de emergencia de la capital, te encontramos en la playa a punto de caer desahuciado por falta de alimentos y bebidas ¿Qué hacías en la costa? Esa es una zona muy peligrosa- Su tono era preocupado, parecía decir la verdad.

-¿En la costa? ¿Qué hacía?- Y a la mente me llegaron como un tren que golpea a una persona distraída dos nombres, los nombres de mis compañeros, de mis excompañeros y… esa voz “la prueba final”

Y reaccionando con temor abrí los ojos como un par de platos y viendo mis brazos conectados comencé a quitarme todos los tubos que tenía y a tratar de pararme.

-¡Deje eso joven! ¡No lo haga!- Gritaba el doctor mientras trataba de evitar mis acciones y aunque todos sus esfuerzos fueron en vano no me dejaba levantarme hasta que los dos caímos al suelo y logre salir de las cortinas que me cubrían.

Gente gritando, corriendo, llorando; enfermeras caminando con pasos rápidos y doctores tratando de dar consuelo o de leer sus carpetas. Gire a mi alrededor y era la misma imagen en todas direcciones, una imagen de gente, mucha gente; no estaba solo.

-¡Deténganlo! ¡Seguridad!- Fueron los gritos del doctor que se reincorporaba del suelo y mi respuesta fue obvia, correr.

Corrí descalzo por el pasillo donde no dejaba de ver personas que chocaban conmigo por accidente o tratando de detenerme hasta que llegue a una puerta, la cual la empuje y salí al exterior haciendo sonar una alarma de emergencia.

El calor del Sol, el aire del viento contaminado, autos pasar por la calle, gente caminando asustada por mi presencia ansiosa, un semáforo, espectaculares en el techo de edificios, edificios, departamentos, oficinas, gente, gente… gente.

Corrí en dirección al flujo vehicular hasta llegar a una avenida grande y en donde estaba la puerta principal del hospital en donde había gran cumulo de personas que me veían con horror, temor, extrañeza y demás sentimientos. No me había dado cuenta que tenía solo puesta una bata delgada azul claro y que de mi brazo escurría un poco de sangre por las agujas que me había arrancado.

Me quede parado y gire y observe, observe mientras giraba. Este mundo, el mundo real ¿lo era?

-¡No te muevas! ¡Policía!- Estaba ahora rodeado de señores con trajes de la seguridad del hospital que se acercaban lentamente hasta no dejarme mover.

-Ustedes no entienden- Les decía mientras trataba de salir de ese círculo. Era como un perro de la calle acorralado por los de la perrera, sin poder ver una salida.

-¿Qué no entendemos?- Un agente de seguridad preguntó.

-Esta es la prueba final, esto es lo último para poder salir del juego- Les decía a todos con alteración.

-¿Cuál juego?- … ¿Cuál juego?

Me volvía a quedar quieto absorto en mis pensamientos, en mis recuerdos de todo lo que había sucedido hasta que sentí una mano que me tomaba del brazo, luego otra y otra y otra. Trataba de quitármelas de encima y gritaba pidiendo ayuda pero nadie hacía nada, solo me veían aterrorizados.

-Métanlo al hospital- Decía uno.


-¡No! ¡Déjenme! ¡Tengo que salir de aquí! ¡No!- Y entre varios policías me metieron al hospital cerrando las puertas y pidiéndole a la gente de los alrededores que se calmara, que todo estaba ahora en orden y que no entraran en pánico pero de fondo solo se seguían escuchando mis gritos hasta que se fueron perdiendo por el mismo ruido urbano, desaparecía de escena. 

sábado, 28 de mayo de 2016

La Prueba. Parte 19

-Salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza, salte de mi cabeza. ¡Salte de mi cabeza!- Gritaba con mis manos tapándome mis orejas mientras seguía escuchando su risa y su pregunta constante “¿Aun no me vez?”.

Nunca deje de caminar por toda la bahía y nunca lograba llegar a un lugar diferente, siempre eran piedras, olas, cangrejos, arbustos, pelicanos, arena y más arena.  

No había comida, no había agua, no había descanso, no había noche, no había día, no había nadie más, no había nada.

Intente con una piedra quitarme el aparato de mi cuello, el aparato que le permitía hablarme y escucharme y de seguro, localizarme; pero ante el comentario “Si te lo quitas te dañas la columna vertebral y nadie podrá ayudarte, será una muerte desafortunada” nada podía hacer que no fuera caminar.

Intente adentrarme al territorio y alejarme de la costa pero había una muralla de tres metros de altura de concreto que era impenetrable y si intentaba cavar para cruzarla por debajo, mi cuerpo recibía descargas eléctricas. Solo podía seguir caminando.

Un día o una noche, agotado; me quede de rodillas sobre la arena viendo el horizonte, recordando todo lo que habíamos pasado Marco y Juan ¿o era Rodrigo y Luis? No, yo era Luis ¿Luis? No, si eran Marco y Luis; no, no era así. Solo cerraba los ojos ante mi impotencia y deseos de terminar con este terror.

-Aquí sigo ¿aún no me encuentras?- Me decía esa voz femenina.

-Tú no existes, solo estas en mi cabeza- Ya no podía más y si querían que siguiera con la prueba tenían que ir por mí, aunque sea para salvarme.

-¿Seguro?-

-Jejeje, no; la verdad es que no pero ya no me importa, te vas a salir de mi cabeza ahora- Y con una piedra afilada me rasgue el cuello hasta tener una cortada profunda. Solté la piedra y aun con el dolor latente, metí mis dedos por mi cuello hasta sentir algo metálico y de un jalón lo arranque de mi cuerpo.

Cuando abrí la palma de mi mano ensangrentada vi que era solamente un foco de led con una batería de reloj que parpadeaba.

-¿Qué es esto?- Cansado y al borde de desmayarme alcance a escucharla de nuevo.


-No es tan fácil. Bienvenido a la parte final de tu prueba- Y me desmaye sobre la arena y cerrando lentamente los ojos vi siluetas de hombres que se acercaban a mi rápidamente. 

martes, 17 de mayo de 2016

La prueba. Parte 18

Solo recuerdo que trate de sostenerlos, que con mi brazo estirado trataba de tomar su mano pero no lo alcanzaba y veía como la marea lo alejaba de mí y lo perdía de vista en la oscuridad del mar. Todo fue tan lento que hasta creo que abrió sus ojos y expreso su miedo e impotencia pero nada pude hacer, estábamos a la deriva; solos.

Abrí los ojos y estaba recostado viendo el cielo sobre unas piedras en la orilla del mar, mi cuerpo me dolía y solo escuchaba las olas chocar contra la costa; unas aves pasaban encima de mí volando y sentía esa brisa llena de sal y demás minerales marinos.

Trate de levantarme pero solo logre sentarme y tomar mi cabeza con ambas manos, el dolor era inmenso y no lograba sacarme de la cabeza la imagen de Marco escaparse de mis manos. Levante la vista tratando de buscarlo pero me encontraba solo en la costa, en la misma en la que llegamos en bote los tres estudiantes expectantes de lo que nos iba a pasar; no teníamos ni idea de lo que nos iba a pasar, que solo quedaría uno en pie hasta donde se sabía.

Arena gruesa y piedras grandes en una tarde lluviosa, troncos de madera y basura marina que traían las olas y al fondo, el edificio donde estábamos encerrados con agua saliendo de él y sé que sonaba extraño pero tenía que regresar a buscar algo que me ayudara a salir de aquí.

Caminaba por la playa con mi ropa mojada y heridas en mis extremidades tratando de percatar cualquier ruido y buscando cualquier señal de vida diferente a la mía pero todo se quedaba en cangrejos y pájaros.

Entre al cuarto y estaba con el nivel del agua hasta el ventanal y tratando de encontrar algo útil, mi intento fue una pérdida de tiempo aunque no del todo; me di cuenta que el agua se estaba filtrando por algún lado y fue cuando voltee a ver la puerta, estaba abierta.

-No hay mucho que hacer de todos modos- Y con trabajo fui entrando al pasillo hasta llegar a las escaleras que estaba inundadas, no había manera de que pudiera bajar dada la profundidad y la oscuridad de ahí, no iba a poder encontrar nada.

Salí de la habitación y regrese a la costa en donde me volví a encontrar solo, me tire sobre la arena gruesa y viendo al cielo cerré los ojos.

Trate de sostenerlos, que con mi brazo estirado trataba de tomar su mano pero no lo alcanzaba y veía como la marea lo alejaba de mí y lo perdía de vista en la oscuridad del mar. Todo fue tan lento que hasta creo que abrió sus ojos y expreso su miedo e impotencia pero nada pude hacer, estábamos a la deriva; solos.

Me desperté exaltado sentándome en un instante y moviendo la cabeza tratando de encontrar algo, nada.

Ya era de noche y todo seguía igual. Me limpie el sudor de la frente, suspire y me solté a llorar.

-Ya quedo uno, ya que acabe esto- entre pujidos y lágrimas saladas.

Y a respuesta de mi queja fue el sonido de las olas y un:

-Aun no acaba, aun la prueba sigue en pie- Esa voz, esa voz, ¡Esa voz!

Me levante de mi lugar tratando de encontrarla pero estaba demasiado oscuro.

-¡¿Dónde estás?!- y giraba sobre mi eje tratando de localizar algo pero como un susurro ella contestó:


-Aquí- lo sentí tan cerca que me espantó y tiro al suelo tratándome de dar la vuelta para verla pero no podía observar aun nada y estaba casi seguro de que estaba solo. 

jueves, 5 de mayo de 2016

La prueba. Parte 17

La brisa, la humedad, el aire fresco, el calor de un Sol que era tapado por unas nubes pero que aun así sentías en tu rostro. Esa sensación de estar en libertad y de perderte en el entorno y que a pesar de todos los males, sabías que todo iba a estar bien; ese pequeño momento de libertad y tranquilidad; algo por el momento, irreal y aunque, éramos perseguidos por personas que no conocíamos, como un regalo del cielo; comenzó a llover y por instinto, como si no conociéramos las gotas del cielo sacamos las manos y sentimos esa agua fría que caía desde las alturas. La podíamos saborear, la pidamos sentir como un ser vivo; como si esas pequeñas porciones de líquido contuvieran formas de vida tan valiosas para nosotros y era así; en ese momento, era lo único que tenía vida para nosotros ya que ni nosotros mismos podíamos tener esa pureza y esperanza que tenía una sola gota de agua.

Uno, dos, tres golpes a la pared y se podía asomar el rostro de un policía cubierto por un pasamontañas. Lo único que podíamos identificar de él eran sus ojos, penetrantes y poderosos y a cada momento que dejábamos pasar podíamos observar más su cuerpo; ya casi podía caber una persona.

-¿Qué vamos a hacer?- Preguntaba Marco mientras caminaba de espaldas hasta chocar contra el borde de la ventana rota.

-Tenemos que salir por la ventana- Y me asomaba para ver alguna manera. Era brincar y ser golpeado por las olas y arrastrado hasta las piedras o tratar de escalar por piedras que había a nuestro alrededor hasta llegar a la cima y esperar algo mejor. Ninguna opción era vista de buena manera pero eran las únicas.

-¡Podemos luchar, podemos contra ellos!- Trataba de darse ánimos pero ni él creía que era una victoria alcanzable.

-Podemos dispararles pero si nosotros tenemos armas, armas que ellos nos dieron; sin duda también tendrán ellos- La lógica era obvia.

-Dios, ayúdanos- Y como si la divinidad lo hubiera escuchado dejaron de golpear la puerta y se cerró de golpe dejándonos solos y en silencio.

-¿Qué fue eso?- Pregunte asombrado y poco creyente que algo maravilloso hubiera pasado.

-¿Se fueron?-

-No lo sé, pero pueden volver y no quiero estar aquí cuando eso pase-

-Cierto, vámonos de aquí- Los dos estábamos viendo la puerta expectantes de que se volviera a abrir pero ante la negativa, nos dimos la vuelta y al volver a ver el mar descubierto una ola nos golpeó aventándonos al suelo y arrastrándonos hasta el otro extremo de la habitación.

Nos tratamos de parar pero otra ola volvió a entrar al cuarto empapándonos y llevándonos al suelo de nuevo.

-¿Qué chin…-Otra ola ingreso sin ni siquiera dejarnos levantar.

Algo raro estaba sucediendo pero no podíamos con eso; estaba fuera de nuestro control.

Agua empezó a entrar al cuarto como si se derramara de una tina llena y empezara a mojar el piso del baño, nosotros estábamos en el baño.

-No sé nadar- Fue el último comentario que escuche de Marco antes de que una ola volviera a entrar al cuarto y golpearnos dejando a Marco flotando al igual que el otro cuerpo de mi amigo muerto que flotaba boca abajo.

Me acerque tan rápido pude y tome del brazo a ambas personas mientras veía como el cuarto de llenaba y una ola más se formaba al fondo.


-Dios, si estás ahí en verdad; ayúdanos- Y cerré los ojos para solo esperar el impacto de la ola. 

martes, 3 de mayo de 2016

La prueba. Parte 16

Los dos golpeábamos la lámina con fuerza, con desesperación, con furia, con miedo y con cansancio. No podíamos con nuestros cuerpos que pedían a gritos un descanso, comida y agua.

Nuestras manos dolían y los hombros ya cansados estaban cuando después de muchos golpes los metales ya estaban doblados pero aún no se caían. Aun nuestra libertad estaba muy lejos o eso era lo que pensábamos.

-No puedo más- Decía Marco mientras soltaba la silla doblada, se apoyaba en sus rodillas y respiraba por la boca.

-No podemos rendirnos, no sabemos que es lo que pueda seguir. Ya perdimos a Juan, o podemos arriesgarnos- Y otro golpe aunque ya sin fuerza, un movimiento inútil.

-Ya no aguanto, que acaben conmigo como sea pero ya; que se acabe esto- Y se sentaba en el piso tratando de apoyarse en él y mirar al techo buscando otra cosa que observar que no fuera la de nuestro “amigo” tirado sobre uno de sus costados con la mirada perdida.

-Vamos Marco, no lo puedo hacer solo. Podemos hacerlo- Yo también buscaba también con que apoyarme mientras soltaba la silla.

Respirábamos cansados sin decirnos ni una sola palabra cuando se escuchó un golpe en seco que retumbo por toda la habitación.

-¿Qué fue eso?- Dijo Marco tratando de prestar atención.

-No lo sé pero…- Y otro golpe intenso, ahora sabíamos que venía del otro lado de la puerta.

Hace unos momentos, cuando le di el primer golpe; Marco tomó también una silla y comenzó a hacer lo mismo que yo pero minutos después me comentó que podían entrar por la puerta de nuevo, entonces movimos las mesas y atoramos la puerta para que no la pudieran abrir desde el exterior. 
Ahora estaban tratando de abrirla.

-Tenemos que irnos, ahora- Y como un golpe de fuerza, los dos volvimos a tomar las sillas y más que fuerte que antes, golpeábamos una y otra vez las láminas que cedían pero, así como nosotros aumentábamos el ritmo; también lo hacían los otros.

-Espera- Me dijo mientras aventaba la silla y tomaba la lámina y la jalaba hacía él. Poco a poco se observaba más luz hasta que los dos juntos tomamos el metal y jalamos hasta que por fin pudimos quitar una lámina y vimos de nuevo las olas que se estrellaban en el vidrio que estaba con algunos impactos aunque no roto.

Mi compañero tomó su silla y la arrojó a la ventana tronando aún más el material.

-No se rompe- Se le olvidaba que aun teníamos el arma; así que la tome del suelo y dispare dos veces contra el vidrio, luego la guarde en mi bolsillo y tome de nuevo mi silla y golpee el vidrio. Ahora si se tronó.

Limpiando el bode con la misma pudimos respirar por primera vez aire fresco y sentir la brisa de una playa, esa brisa tersa y refrescante de agua salada. Por un momento se nos olvidó donde estábamos y dejamos de poner atención.


A nuestras espaldas la puerta ya estaba entre abierta y unas manos ingresaban al cuarto. 

viernes, 29 de abril de 2016

La prueba. Parte 15

-No puedo más, no puedo- Decía entre lágrimas mientras bajaba la miraba y miraba a Marco que estaba de rodillas frente a mí.

-No lo vas a hacer, sabes que no puedes- Hablaba serio.

-Le dispare a este tonto ¿no? ¿Y aun así dudas de si soy capaz?-

-Sí, si lo dudo-

-¡Pues te equivocas!- Gritaba y presionaba el arma en un costado de mi cabeza.

-¿Eso crees?- Baje el arma mientras aun Marco la veía y me gire para ver a Juan directo a los ojos -
¿En verdad crees que me equivoco?-  Ahora su arma la tenía en medio de mis ojos.

-¡Sí! ¡Solo eres un peón más en este juego de ajedrez en el que nadie va a salir ganando, estamos los tres condenados!- La mano le temblaba, no lo iba a hacer.

-Eso aún no lo sabes. Podemos salir los tres de aquí, te lo prometo-

-No, hace un momento le estabas apuntando a él ¿y dices que vamos a salir los tres?- Me quitaba el arma de la cabeza para apuntar al techo y la regresaba a mi frente.

-Tenía que saber en quien podía confiar- Lo miraba a los ojos llorosos.

-¿Y confías en mí?- Lloraba, lloraba de impotencia y tristeza.


Guarde silencio ya que, él sabía la respuesta.

-¡¿Confías en mí?!- Se acercó tanto a mí que podía sentir su respiración.

-No, tú nos quieres a los dos muertos- Quito el arma de mi cara dejando caer su brazo y entre sollozos dijo:

-Los quiero a los dos bien muertos- Y con una sonrisa final se llevó el arma a un costado de su cabeza y jalo del gatillo.

El estallido no se confundió con una ola, la explosión ilumino la sala y su sangre marco todo lo que quedaba del desorden. Frente a mí ya había un cuerpo acostado sobre su lado derecho viendo al vacío sobre un charco del líquido de la vida.

-Vamos a salir de aquí- Susurre mientras veía lo que quedaba del cráneo de mi ex-compañero.

-¿Cómo?- Con el mismo tono de voz decía Marco mientras tenía las manos tapándose la boca.

Gire y levantando mi arma apunte a una esquina de la habitación y le dispare a la cámara de seguridad.

Baje de nuevo el arma y la deje en una mesa.

-¿Ya no nos ven?- Dijo Marco.

-No lo sé- Empecé a caminar por la habitación.

-¿Y no crees que ahora vengan por nosotros?- Seguía sentado en el suelo siguiéndome con la mirada.

-No si antes nos vamos-


-¡¿Cómo?!- Tomé una silla, la cargue y con un grito de guerra la estampe contra la lámina que cubría las ventanas; esta se dobló un poco.

lunes, 25 de abril de 2016

La Prueba. Parte 14

Lo deje inservible, inútil; ya era un desecho más y entonces enfoque mi mirada al que estaba frente a mí, y brincando sobre la mesa como un primate, me abalancé sobre la computadora tirándola al suelo y pateándola hasta destruirla.

Así fue con las que restaban hasta que ya no había más, ni un solo monitor, ni un solo CPU servible y con el único medio de comunicación sirviendo, que era el teléfono. Me acerque y al momento de alzar el martillo para destruirlo Marco me tomo de la muñeca y me vio con miedo, un miedo que no puedo explicar; parecido al de un niño al que lo mandas a la escuela por primera vez, ese miedo de no saber qué hacer ni que esperar de lo siguiente.

No supe que decirle, solo le expresé mi mirada de odio y desesperación y me dejo, soltó mi mano y con fuerza destruí el teléfono.

Ya no había nada con lo que nos pudiera controlar, nada con lo que nos pudieran poner en contra o poner en situaciones de decisiones complicadas. Éramos libres o eso creíamos.

-¡¿Qué más quieren de nosotros?! ¡¿Lo esperaban?! ¡¿En serio estaban esperando esto malditos bastardos?!- Furia, coraje, enojo, tensión, estrés y todos los sentimientos reprimidos salieron de mi junto con lágrimas de impotencia y miedo, un miedo real.

Respiraba exaltado buscando alguna respuesta en el techo, de esa voz femenina y malévola. Nada; solo las olas chocar contra la ahora placa y el ambiente de tensión entre nosotros.

Baje la mirada y vi a mis compañeros, estaban parados expectantes y temerosos. Tire el martillo al suelo y me dirigí a mi bolsa en busca de algo que sabía que encontraría.

Esta estaba grande y llena; un llenado diferente al que nos había dado la primera vez y de la que habíamos sacado cosas de ella en busca de auxilio. Cuando la abrí solo había algodón, mucho algodón y lo fui sacando con mis manos llenas de él hasta que la deje vacía y la encontré, solitaria y de seguro llena de balas.

La saque de un movimiento y le apunte a Marco  en la frente.

-¿Por qué? ¿Por qué me quisiste matar imbécil?- Le pregunte seco.

No sabía que decir, solo veía el arma fijamente y tartamudeaba.

-¡Contéstame!- Se asustó y con lágrimas comenzó a hablar.

-No sé de qué hablas, yo no te quise matar-

-¡No mientas! ¡¿Por qué?!- Le acerque el arma hasta que el cañón toco su sudor.

Tragó saliva y bajando un poco la cara cerrando la cara dijo al final sollozando:

-Perdón, perdón, perdón. No teníamos opción y ya quiero que se acabe esto. Acaba esto ya. Ya acabalo-

Lo miraba debajo de mi cuando sentí algo frío en mi lado derecho de la sien, era la otra arma. Estaba siendo apuntado por Juan.

-¿Qué crees que estás haciendo Juan?- Lo miraba de reojo sin dejar de estar de frente a Marco.

-Lo necesario para salir de aquí como ganador- Su voz, estaba seguro de eso; quería acabar con la prueba.

sábado, 23 de abril de 2016

La Prueba. Parte 13

La puerta ya estaba abierta, los pasillos y las escaleras igual. Todo había cambiado y ellos habían ganado, quienes fueran; ya tenían el control de nosotros y ya no podíamos hacer algo para cambiarlo, estábamos en sus manos, éramos sus títeres y ellos jalaban de los hilos. Títeres, marionetas. Estamos acabados y no vamos a poder salir hasta que solo quede uno y eso dependía de nosotros. El tiempo pasaba y nosotros solo nos destruíamos más, pronto; ya pronto esto terminaría.

Llegue a la puerta del centro de control y recargado en ella, en el suelo había un martillo. Lo tome y fije la mirada en una cámara que había en una esquina del techo. Tenía que hacerlo a su manera.

Entre a la habitación y los vi sentados en sus lugares, frente a los monitores y con una mirada de ansiedad y sorpresa. Uno estaba más sorprendido que el otro.

“¿Y la comida?” preguntó Marco.

“No había” conteste mientras me dirigía a pararme a un lado de Juan y esté contestó:

 “¿Y ahora?” Ya a su lado lo tome del hombro y con una cara sarcástica le dije:

“No lo sé, tendremos que volver a esperar”

“Que horror es esto, ya que se acabe” Dijo Marco llevándose las manos al rostro.

“¿Si verdad Juan? Que esto se acabe pronto” Esté alzó el rostro y me vio directo a los ojos mientras con mi otra mano levantaba el martillo y con fuerza lo dejaba caer haciendo a Marco espantarse y brincar de su lugar.


Uno, dos, tres, cuatro golpes hasta dejarlo inutilizable. Ya no era parte del juego y tenía otro que destruir y estaba justo frente a mí. 

Un anti-héroe más. Parte 16. Final.

-No espera, no. Sabes que no- Le decía mientras volvía a entrar a la habitación recuperado de la mano.

-¿No? ¿No qué?- Ella me preguntaba indignada.

-No pienso hacerlo, no pienso pelear a muerte contigo y para empezar, tú ya deberías estar muerta y en vez de eso estas ahí parada con la blusa rota y machada de sangre, con una sonrisa en tu rostro y dispuesta a hacer lo que sea necesario para terminar conmigo pero no, yo no quiero hacerlo ¿Qué eres? ¿Una clase de inmortal? ¿Cuántos años tienes? ¿Qué tan vieja eres?-

-¿A qué te refieres con eso estúpido? ¿Piensas que soy una clase vieja y que vive desde la Edad Media?- Esa era indignación femenina.

-Algo así, sí. ¿Estuviste en la Edad Media?- Ni en las más peligrosas situaciones de mi vida he dejado de tener mi pendejo humor.

-¡Claro que no pendejo!- Coraje femenino al decirle a una mujer vieja.

-Que humor carajo, pero bueno; no nos distraigamos. No pienso hacerlo contigo y hablo de sexo, porque eso está riquísimo contigo; sino de enfrentarnos aquí y ahora-

-No tienes escapatoria-

-No, si la tengo; me puedo ir por esa puerta y ya. A esperar lo que sigue y desaparecer o simplemente puedo desaparecer en este momento y jamás volverás a saber de mi-

-¡No, no puedes hacer eso!- Ya era berrinche femenino.

-Sí, sí puedo y deja de gritar que alguien nos puede escuchar-

-¡Pues que nos escuchen! ¡Qué escuchen que estoy con un maricón que se quiere ir y dejar las cosas así!- Esta pelea estaba tornándose de tipo como las de las relaciones de noviazgo.

-¿Quieres verlo?- Esto ya me estaba resultando estúpido y divertido a la vez; si parecía mi novia.

No contestaba a mi pregunta y solo su cuerpo comenzaba a relajarse poco a poco mientras se daba cuenta que era verdad todo lo que le comentaba.

-No, no te vayas- ya era tristeza en su voz.

-Como es divertido esto, hace unos momentos me tenías colgando de una silla haciéndome sufrir como nadie lo había hecho y ahora me pides que no me vaya como lo hace una amante a un esposo. 
Y lo acepto, solo quiero intentar algo que me está dando curiosidad-

-Lo que quieras pero no te vayas, no me puedes dejar así. No puedes solo irte y ya ¿Qué no me quieres matar?- Guau, que cambiante es la vida.

-Ok solo, no te muevas ¿sí?- y como un niño emocionado asintió abriendo las piernas, extendiendo sus brazos y mirándome sin parpadear. –Bien, solo una pregunta antes de que lo haga ¿Cuánto quieres que me quede contigo y porque? ¿Cuántos hay de nosotros?- No dudo ni un momento y contesto.

-Con todo mi corazón porque eres igual que yo, somos únicos y podremos hacer cosas maravillosas. 
Te encontré y me enamore de ti, jamás deje de pensar en ti y cuanto e volví a ver mi corazón volvió a palpitar. Y somos los únicos, ya somos los únicos. Destruiste todo rastro e investigación de los demás con tu explosión; solos tú y yo mi amor-

-Bien, bien- La mire a los ojos y parándome correctamente y frente a ella dije:

-No te muevas querida, solo disfruta del momento- Ella sonrío, cerró los ojos e hizo su cabeza hacía atrás.

Suspire y con mis dedos forme una pistola.


Cuando me acerque a ella tenía los ojos abiertos y mantenía su sonrisa aunque en todo su cuerpo había agujeros de un diámetro de un centímetro, desde los pies hasta la frente, en medio de su pecho y en sus brazos. Todo pasó tan rápido que no hubo sangre, sus heridas estaban quemadas y su sonrisa congelada, como su corazón.

Tape su cuerpo con una sábana y me fui de su apartamento saludando a sus vecinos cordialmente.

No sabía si la iba a volver a ver y por un lado deseaba que sí, pero por otro quería empezar de nuevo mi vida, en otro lado. No me había arrepentido de regresar y no lo hago pero ojala no hubiera acabado así pero la vida es así y hay cosas que no puedes manejar, sin embargo, y con una sonrisa mirando el cielo y desapareciendo de aquel lugar; nada había cambiado, iba a seguir haciendo lo que quisiera cuando quisiera.

Tal vez algún día tu y yo nos encontremos y decida ayudarte o simplemente pasar desapercibido pero ten por seguro de que volteare de nuevo a verte y sé que tú también lo harás, en otro momento pero aunque sea en ese momento, tu y yo habremos estado en contacto.


Hasta pronto amigo o amiga mía. Nos vemos después.