martes, 28 de enero de 2014

Azul intrigante.

No importa la demás gente, no importa si está lloviendo o no, no importa lo que sé y lo que no, no importa si no me estás viendo a mí, sino sabes quién soy, si no sabes mi nombre; nada de eso importa en estos breves segundos en los que me paralizas con esa mirada tuya, en los segundos en los que me dejas sin aliento y con la sangre hirviendo. Tu mirada me cautiva y me está enviando a un mundo lejano al que estoy ahora ya que solo estoy concentrado en esos ojos, en esos labios, en esas mejillas, en ese cabello y en esa gorra roja de tu sudadera que te cubre. Tú no lo sabes, pero en estos segundos soy totalmente tuyo; soy rehén de tu mirada.

Estas agachada y con el rostros un poco de perfil. Tu sudadera roja te cubre del entorno al que he dejado de prestar atención y es cuando giras y pasan miles de cosas.

Tu piel blanca cubierta por la sombre de tu gorra y manchada por esas diminutas pechas alrededor de tus mejillas. Es porcelana y calidez para mis sentidos.

Tu nariz fina y pequeña también está cubierta por unos cuantos puntos rojos, pero debajo de ella está el paraíso que ahora se presenta con seriedad y con un candado del que no me atrevo a abrir. Inexpresivos, peligrosos y seductores. No sonríes, no hablas, no haces el esfuerzo de darme un golpe final que me dejaría en el otro mundo, solo están quietos, esperando el momento adecuado. Son un par de rosas con pétalos color rojo claro; tan peligrosas para tocarlas sin cuidado, tan hermosas para solo verlas una vez.

Un cristal azul sobre sale de la oscuridad de la sombra, un azul intenso que no me deja de mirar, un azul precioso, un azul que no trata de decir nada pero sé que detrás de él hay más que esa mirada intrigante. Intriga, me intriga que es lo que piensas y porque no puedo hacer durar más este momento en el que me demuestras a la lejanía que me observas.

Delgados hilos café claros o rojos claro se asoman por la capucha cubriéndome de vez en cuando de tu mirada. No tienen un orden, pero detrás de esa tela que los cubre sé que hay un lio; lio que quiero explorar con mis manos.


¿Quién eres? ¿Existes? No se ninguna respuesta pero quiero averiguarlo. Espero volver a escuchar esa melodía llamada silencio que está entre los dos y alejarme de este mundo para estar envuelto en ese azul intrigante. 

martes, 14 de enero de 2014

Intrusos. Parte 7. Final

Su boca estaba tapada al igual que sus ojos por una tela gruesa. Sus manos estaban atadas al igual que sus piernas impidiéndole moverse libremente por cadenas no muy delgadas; cadenas que no pueden ser cortadas por un cuchillo.

Ambos conjuntos de cadenas estaban unidos a una argolla incrustada en el suelo lo que solo le dejaba el movimiento leve de su cuerpo al tocarla.

Levemente comencé a tocarla descubriendo sus límites de movimiento tratando de relajarla con un tacto suave y con mi voz que iba perdiendo fuerza pero trataba de ser calmada.

No me quedaba mucho tiempo, mi cuerpo comenzaba a dejar de funcionar como una computadora dañada, los dolores iban incrementando y mis extremidades dejaban de moverse. Tenía que apurarme sin pensar en nada, solo quería descubrir quién era ella.

Es el momento, tengo que quitarle esas vendas y descubrir quien es aunque sea por su voz. Aquí voy.

-Tranquila, te voy a quitar la venda de la boca primero y quiero que me digas quien eres, que es lo que tienes, como te lastimaron y todo lo que sepas de ellos. ¿Entendido?- Ella solo asintió.

Mis manos apenas alcanzaban su cara ya que mis piernas aun seguían atadas por un plástico grueso que envolvía una cadena delgada; de esas cadenas que se utilizan para asegurar tu bicicleta a un poste o una barda. Por medio de ellas eran emitidas las descargas eléctricas que corrían por todo mi cuerpo.

Como pude le quite la venda para que después ella emitiera un grito pidiendo ayuda. Su voz, al fin escuchaba la voz de aquella mujer; era familiar pero no lograba identificar quien era.

-¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme! ¡Ayuda por favor! ¡Ayuda!-

-Por favor trata de calmarte, no te voy a hacer daño. Por favor- Le rogaba que lo hiciera, no aguantaba el dolor más sus gritos en mi cabeza.

-¡Ayuda!- Seguía gritando a todo lo que daban sus pulmones. Caí en la desesperación luego de varios intentos de tranquilizarla.

-¡Te puedes callar por favor! ¡Deja de gritar mujer! ¡Cállate!- Al fin lo logro pero antes de que le preguntara quien era, ella comenzó a hablar rápidamente entre gemidos y lamentos.

-Lo siento ¿sí? Perdón por lo que hice, perdón por hacerlo pero no veía salida, no pude hacer otra cosa. No pude evitarlo, solamente lo hice. Era tan tentador, era algo que no pude dejar de desear. Perdón, perdón, perdón, perdón; es que no tenía salida, era una necesidad que tenía en el interior como un virus que se expande por mi sistema y cubre mi mente hasta lograr borrar todos mis sentimientos y hacerme actuar. ¡Perdón!- ¿Un virus? ¿Necesidad? ¿Alivio? ¿Qué me está tratando de decir?

-¿De qué estás hablando? ¿Quién eres? Cálmate por favor que no nos queda poco tiempo. Cal-mate, ya- No puedo más, no lo lograre.

Se escuchaba su llanto en el silencio de la habitación oscura mientras trataba de calmar su voz.

-¿Quién eres?- Una vez más pregunte.

-Mi nombre es Sara, vivo en las afueras de la ciudad y soy contadora de una agencia de viajes-¿Sara? No conozco una mujer llamada Sara que trabaje en una agencia de viajes y que viva en las afueras de la ciudad. No sé si sentirme aliviado de saber quién ya que eso deja a mis seres queridos protegidos pero entonces ¿Qué haces aquí?

-¿Cómo llegaste aquí?-

-Iba llegando a mi hogar después de un tiempo de… estar ausente y cuando entre a la cocina sentí algo que me penetraba en el brazo y caí dormida mientras escuchaba unas pisadas y las mismas voces que estaban aquí hace un momento.- Vacilo por un momento- Pero por favor no me mates, lo siento, en verdad lo siento; no era mi intensión solo que no lo pude manejar, no lo hagas por favor.- Todo este tiempo escucho todo lo que pasaba en el cuarto mientras se quedaba quieta y callada. ¿Qué no pudo manejar?

-¿Qué pasó? ¿Por qué estás aquí en verdad? ¿Qué no pudiste manejar? ¿Quién eres?- No me quedaba más fuerza y estaba tirado en el suelo sobre los charcos de sangre que seguían aumentando su tamaño.

-No me mates por favor, no lo hagas en verdad. Lo siento mucho- Seguía lloriqueando.

-¿Sientes esto?- Tome el cuchillo y lo pase suavemente por su mejilla mientras ella se movía y reprimía su llanto- Si no me dices quien eres en verdad y que fue lo que pasó, te matare y no dudare en hacerlo; me queda poco tiempo y una vida más que quite no me remordería la conciencia. Así que dime-

Trataba de contener sus lágrimas cuando al final dijo:

-Mate a mi ex esposo y a la zorra con la que me había engañado en su departamento. Estaba en el ministerio público dando mi declaración cuando me dejaron salir por no encontrar evidencias que me culparan antes de llegar a mi casa y me atacaran- Ahora lo entiendo, lo entiendo todo. Claro-Pero por favor, no me mates. Lo siento mucho- comenzó a llorar de nuevo.

Te la dejaron, como a un león de zoológico se le deja una cebra indefensa y moribunda. Quieren que yo te quite la vida por tus crímenes así como lo hice con los demás. Quieren ver si soy capaz de aguantar esto como mi última voluntad.

-¿De dónde estás lastimada?- Fue lo único que se me ocurrió decir.

-¿Qué?- La pregunta la desoriento.

-¿Qué de donde estas lastimada? ¿De dónde sangras tanto?-

-No estoy herida, es este traje que me pusieron que estaba lleno de un líquido que se fue saliendo mientras ellos te lastimaban- ¿Por qué fui tan ciego? Por eso la ropa holgada, era como un traje de bombero, solo que estaba lleno de un liquido rojo que ahora entiendo que no es sangre; sino pintura roja diluida. La única sangre que está en el piso es la mía y a ella la dejaron intacta para que saboreara su pena de muerte. Por eso el cuchillo. Malditos, malditos mal nacidos. Me estoy muriendo en verdad, ¿pero seré él único difunto de esta noche o también habrá una mujer?

-No me mates por favor- ¿Sí o no? ¿Debe pagar? ¿Una última? Lo puede volver a hacer.

-No lo hagas por favor- Trataba de alcanzar sus manos con las mías por los leves rozones que sentía.

Maldita sea. Esto debe acabar.

Con las fuerzas que tuve agarre el cuchillo con fuerza y alzándolo en lo alto de su cuerpo lo arroje escuchando como el metal chocaba con el piso de madera. Al escucharse el sonido eso también la relajo y dejo de gemir.

Me deje caer al suelo haciendo salpicar la sangre con la pintura y me quede en silencio; no podía decir nada más, solo esperar.

Después de un rato las luces del cuarto se  prendieron cegándome por unos segundos. Entraron de nuevo el hombre y la mujer con sus rostros tapados y su ropa obscura. Él portaba en una de sus manos un destornillador.

Algo debí de hacer mal. Perdón por dejarla con vida.

El hombre se puso de rodillas y con el destornillador comenzó a hacer algo enfrente de la mujer. No podía ver ya que el mismo cuerpo de la mujer me lo impedía.

Un par de minutos pasaron cuando se volvió a levantar, guardo el destornillador en su bolsillo y se fue a parar a un lado de la puerta; del otro lado estaba la mujer con voz sensual parada.

No puede ser, dime que no es verdad. Jeje, increíble, imposible. Me engañaron por completo. Me deje llevar por mis sentimientos por primera vez y eso término por matarme.

Seguía maldiciendo en mi mente y con una sonrisa en el rostro mientras veía como la supuesta asesina de ex maridos se levantaba con las manos y piernas libres dándome la espalda. Se estiro, lanzo un bostezo y se quito la venda de los ojos que nunca le quite.

-Impresionante, si cambiaste. Estoy asombrada; dejaste vivir a una asesina. Mataste todos tus ideales y sucumbiste a tus sentimientos, muy asombroso pero, eso no evitara que mueras aquí.- Su voz era diferente, tranquila, pasiva, relajada, alegre y suave.

Después la mujer que estaba parada de un lado de la puerta saca de su pantalón una pistola que se la arroja a la dama que goteaba sangre falsa y que tenía el cabello largo y quebrado; como lo había pensado. No era muy alta y tenía una figura delgada.

-¿Ultimo deseo?- Me pregunto mientras preparaba la cámara de la pistola para ser accionada.

-Verte. Quiero saber quien fue quien en realidad me mato- Me volví a poner de rodillas pero no tenía fuerza para sostener mi espalda así que estaba decaído.

Sin decir nada se dio la vuelta y me dejo ver sus ojos azules claros, sus labios pequeños, su frente amplia y sus facciones definidas como su nariz; su piel no era muy clara pero hacia destacar sus facciones; un tono rosado y café. Era una mujer bonita. Maldita perra.

-Tiene una bala, termina con tu vida de una vez o con la de alguno de nosotros- Me dijo mientras me mostraba el arma y me la aventaba.

Sin dudar el tome en el aire y sin necesidad de cargar la bala apunte a su cara y jale el gatillo. La bala salió sin demora  y entro por su frente haciendo que su rostro se hiciera para atrás y mientras regresaba caía su cuerpo muerto en el suelo.

-Esto fue por la bala que me metiste en la pierna estúpido- Dije mientras lo veía ya en el suelo desangrándose.

Solté el arma y quede sin fuerzas. Estaba acabado sin darme cuenta los rostros de pánico de las dos mujeres enfrente de mí.

Hubo un momento de silencio hasta que la dama que me había besado con anterioridad camino afuera de la habitación y en seguida regreso con un bote de gasolina y comenzó a esparcirlo alrededor del cuarto salpicándome una que otra vez y también regando liquido sobre el cadáver de aquel hombre que durante la noche hablo poco hasta que el bote estaba vacío y lo volvió a sacar del cuarto.

Es hora, muy listas; un cuarto lo suficientemente  quemado con dos cadáveres sin poder ser reconocidos y sin ninguna conexión. Un caso fácil de determinar cómo imposible de resolver.  

-Es hora, pagaras por todo lo que has hecho, pensado y dejado de hacer. Que Dios se apiade de tu alma y espero verte en el infierno; en donde perteneces.- Me dijo aquella mujer por la que antes me había preocupado pero ahora no tenía ningún resentimiento.

-Gracias, nos veremos en el infierno- Fue lo último que le dije antes de que se dirigiera a la puerta y la atravesara perdiéndola de vista.

Se acerco la otra dama que ahora tenía una lágrima en su mejilla y le temblaba el labio. No dijo nada y solo me soltó una patada que me dejo en el suelo recargado en un brazo ahora dejaba de tener sangre. Era cuestión de uno o dos minutos para que dejara este mundo.

-Lo nuestro no hubiera funcionado de todos modos amado mío. Lo mataste, lo mataste en frente de mí y no me importa porque a ti te llegue a amar pero ahora debo dejarte morir. Es lo mejor para los dos. Adiós, siempre serás mi asesino preferido- Se agacho y me regalo un beso en la mejilla. El ultimo que recibiría en la vida.

El último que di fue a ella, el deje en la cama descansando. Dormida entre las sabanas hecha bolita con su cabello suave y liso; perfecto pero molesto al quererla besar en los labios, en ese cuello y en esa espalda. Ahora te digo adiós amada mía; se acabo y no tienes la culpa; nunca la tuviste. No pienses que te abandone por favor que nunca pensé hacerlo. Lo siento por no estar ahí en la mañana diciéndote buenos días y dándote un beso en los labios mientras veo tus ojos que brillan como la luz que trata de ser intrusa en nuestra habitación. Adiós preciosa. Te quiero mucho y ojala nos veamos en otra vida; ojala ahí pueda ser otro. Cuídate mucho por favor.

-Apaga la luz cuando salgas por favor- Le dije con mi último aliento.

Las dos salieron por la puerta y se apago la luz, después del otro lado de la puerta comenzaba a  crecer una llama que al final paso al cuarto.

El fuego se expandió rápidamente a mí alrededor y se acercaba a mí, podía sentir el calor de las flamas mientras veía los tonos anaranjados y azules que crecían sin control.

Qué hermoso.

Cerré los ojos y suspire. El cobijo del calor me protegió hasta que todo termino por fin mientras la veía en mi mente acostada y abriendo los ojos de el comienzo de su nueva vida.

Lo siento. Te quiero mucho. Nos vemos después preciosa, adiós.






FIN.

miércoles, 8 de enero de 2014

Intrusos. Parte 6

No puedo más, simplemente no puedo más; esta vez me han ganado. Tuvieron que pasar más de cuatro años para que alguien se hiciera cargo del trabajo que nadie logro hacer, ni un policía, ni un grupo de jóvenes ambiciosos, de mi mismo o incluso todos aquellos que estaban en mis manos en el momento en que cortaba sus gargantas o los penetraba con mi cuchillo; nadie fue capaz de hacerlo antes.

En parte les agradezco el gesto, me han liberado y han evitado que siga teniendo manchadas las manos pero por otro lado han salvado a aquellos que merecen un castigo pero ¿quién soy yo para ser el que los ejecuta? ¿Quién me nombro vengador? Nadie. Este es mi fin, lo ansío y mi única curiosidad es como lo van a hacer.

No pude salvar a aquella mujer que esta ante mis ojos sufriendo por mi culpa y sin saber quién es, se que está ahí por mis actos siendo una persona totalmente inocente de ellos. Solo era una espectadora, quien sea que fuera. Perdón, no te veré en el cielo ya que yo tengo pase directo al infierno donde cientos me esperan y no creo que me reciban con un abrazo.

Aun recuerdo a mi primera víctima, su rostro, sus gestos y todo lo que necesitaba saber para que fuera mi primer castigado; un hombre. Recuerdo que lo lleve a un edificio abandonado en la otra ciudad donde vivía; antes de que aquel policía comenzara a molestarme. Lo colgué de cabeza y después de una plática intensa y de esa emoción; ah… esa emoción, esa adrenalina y esa paz que me traía cumplir con mi deber; son cosas que nunca cambiaría.

Le corte el cuello y deje que la gravedad hiciera su trabajo mientras su sangre caía en una cubeta; yo observaba y… y… estaba vivo, ese era yo…

Mi cuerpo comenzó a perder fuerzas y comencé a desmayarme.

-No espera, no es momento- Me decía la voz angelical mientras agarraba mi rostro con su mano derecha y lo alzaba; yo tenía la mirada ida. Estaba adentrado en mis pensamientos.

Todo eso una y otra vez hasta hace más de un mes. Recuerdo sus caras, sus ojos llorosos tan llenos de suplicas y lamentos, su cuerpo tratando de liberarse para matarme y salir huyendo de donde los tuviera ocultos, sus marcas, sus rasgos, lo que les hacía pasar que no era mucho pero satisfacía mis demandas y lo que más recuerdo son esas emociones que pasaban por mi cuerpo, esa adrenalina, esa efervescencia de vida, estaba vivo; más que vivo y ahora… ahora estos cretinos creen que me van a detener, jamás, ¡jamás nadie lo hará!

Aun te puedo salvar aunque signifique mi muerte.

Algo decían, algo estaban explicándome y yo solo no prestaba atención cuando de pronto caí al piso; me había cortado la soga por la que estaba colgado, seguía amarrado de manos y piernas a pesar de eso. Esa sensación de caer sobre el piso cubierto por un líquido, escuchar el eco del cuarto, el dolor de mi cuerpo golpearse aumentando el sufrimiento, el golpeteo del agua y sobre todo estar cubierto totalmente de mi propia sangre; era una sensación que me impacto.

Levante la cara y los vi que se iban del cuarto lentamente sin decir una palabra; las habían dicho pero no preste atención. Primero salió ella seguida de él, este ultimo me miro fijamente y tras de sí cerró la puerta; segundos después se apagaron las luces y estaba totalmente en la oscuridad.

Estaba encogido esperando a que la sangre volviera a mis extremidades, la poca sangre que me quedaba. Me empecé a mover poco a poco en total penumbra, no se veía nada en absoluto cuando la recordé.

Como pude trate de gatear a donde estaba, parecía que lo hacía sobre un charco de agua hasta que con mis dedos que iban al frente pude sentirla por primera vez y se volvió a retorcer. Ese movimiento me asusto y me contraje pegando mis brazos al cuerpo. Seguía viva pero ¿Por qué me había dejado con ella?

Volvía a sacar mis manos  de mi pecho cuando escuche que la puerta se abría y un haz de luz me cegaba, alguien entro a la habitación. Escuche sus pasos hasta mi pero lo que no pude evitar fue que su primer acto fue que me sostuvo los brazos con fuerza y en mis manos puso un cilindro no muy grande; quería que lo sostuviera con fuerza y después me dijo:

-Haz lo correcto. Sálvala del dolor y demuestra que no has cambiado; que sigue siendo aquel hombre sin sentimientos, sálvate del dolor y habremos estado equivocados; tendrás que dejar toda tu vida atrás o sálvalos a los dos. Pero te aseguro algo; nunca sabrás quien es ella aunque si la conoces pero eso ya no importa ahora. El tiempo corre- Su voz varonil no estaba muy lejos de mí, me hablaba de frente y me lo imaginaba viéndome a los ojos; claro que tenía lentes de visión nocturna sino como hubiera sabido donde están mis manos-

Me soltó con el objeto en mis manos y se fue volviendo a abrir la puerta, deslumbrándome y cerrándola.

Con el poco movimiento que tenía en las manos sentí el objeto, su mango cilíndrico, su parte metálica delgada y afilada y con un final puntiagudo. Era un viejo amigo, un cuchillo diminuto pero capaz de hacer muchas cosas y ahora tendrá que demostrarlo.

¿Ser o no ser? Ese es el dilema. Shakespeare, eres un genio.


Sabes que hacer pero ¿ eres capaz de? 

-No tienes alternativa, quítale la vida y luego la de ellos. Algo se te ocurrirá- De nuevo esa voz que había escuchado en mi casa antes de ser secuestrado que claramente venía de mi mente; me estaba volviendo loco.

No voy a volver.

-¿Y qué fue lo último que pensaste, eso de “jamás nadie lo hará”? Sabes que quieres y debes hacerlo. Revivir esa emoción-

Necesito pensar, debo saber quién es ella.

-Pues corre o más bien gatea, que el tiempo se acaba-

Lo sé.

lunes, 6 de enero de 2014

Intrusos. Parte 5

-¿Quién será? Adivina adivinador, adivina querido asesino ¿quién será la que está dándote la espalda? ¿Es acaso tu pareja a la que dejaste en la cama mientras estabas sentado en tu sala esperando nuestra llegada? O ¿Es la mujer que te salvo aquella vez en el bosque, la que solo fue cómplice de tus actos? Piensa, piensa ¿quién será?- Tenía la cara tapada pero veía sus ojos claros mirándome y con su seño fruncido que se le notaba a través del pasamontañas negro.

Su figura era delgada y no era muy alta, más bien promedio. Su pantalón negro igual y unas botas oscuras que se consiguen en cualquier ferretería. Su compañero estaba igual vestido; era un hombre no tan delgado y algo esbelto; a él le podía alcanzar a ver sus ojos cafés y tenía una mirada tranquila mientras esperaba sentado en una silla blanca su momento de entrar en acción. Tenía los brazos cruzados al igual que sus piernas y se mecía en la silla de adelante para atrás.

-¿Es acaso tu madre o hermana o algún familiar? Sabes que te alejaste de ellos terminando tu carrera ¿por qué? ¿Estabas cansado de ellos, no eran como tú, no te entendían, pensabas que eras adoptado, de pequeño no te compraron ese juguete y los odias a partir de eso o simplemente no querías ser recordado por ellos? Vamos dime la verdad que a final de cuentas será la última en tu vida-

 Ya no sentía los brazos y piernas y el charco de sangre debajo de mi incrementaba aunque no se comparaba con el que tenía enfrente que parecía que crecía y crecía ante mis ojos.

¿Quién eres? Ese cabello oscuro, entre lacio y quebrado, largo; tu figura no muy delgada pero tampoco grande, tus hombros pequeños, tu cadera marcada pero era por tu posición, tus piernas creo grandes aunque el pantalón también parece ser grueso; entonces son delgadas, no eres muy alta o creo que de mi altura. Traes ropa oscura y holgada, no puedo definir tu figura bien. Solo déjame verte la cara, puedes ser cualquiera o nadie. Vamos, déjame verte el rostro, una pista aunque sea como tú última voluntad. ¡Ya dime quien eres! No podía pensar, no podía imaginármelo, no podía recordar, esa  impotencia, esa pesadez de inutilidad; el nerviosismo me estaba matando poco a poco. En otros momentos podía imaginarlo mejor, haber hecho suposiciones pero ahora; aquella mujer frente a mí era una completa desconocida.

-¿Qué se siente? ¿Qué se siente no saber si es acaso una persona que conoces a la que vez ensangrentada ante tus ojos o si acaso es un desconocido? Dime ¿qué es lo que te estás perdiendo?- Me hablaba desde la silla en la que estaba sentado; tranquilo e indiferente.

¿Qué me estoy perdiendo? ¿Qué no estoy viendo? ¿Qué quiere que me dé cuenta? ¿Qué acaso estaba tan grande la mancha de sangre bajo ella? No creo que no, creo que… o por Dios.

No pude pensar, no pude hablar, no pude moverme; solo abrí los ojos y palidecí. No era posible, no eran capaces, no, no, no lo creía. La sangre si estaba aumentando bajo ella, por Dios.

-Veras… nunca estuviste solo en esta habitación, nunca fuiste el único atado aquí; había alguien más y pues como te acabas de cuenta, no hace mucho tiempo pues ella no tenía nada- ¡Malnacidos, la mataron frente a mí! ¡Malditos estúpidos hijos de mierda!

Se paró de su lugar y camino lentamente a donde estaba el cuerpo hasta mancharse la suela del tenis y se puso de cuclillas muy cerca del cuerpo. Alzo su mano y yo tratando de gritar sin dejarme de mover lo más que podía, tratando de evitar lo que fuera a hacer; la toco.

Pasó sus dedos por su cuello cubierto por su cabello y lo quito lentamente y algo aterrador pasó, algo que hizo que cerrara los ojos lo más fuerte que pude y deseara estar muerto, que no estuviera en ese lugar pasando eso, deseando no ser como era, no haber hecho todo eso en mi pasado y que me mataran lo más rápido posible. Lagrimas salían de mis ojos rápidamente y como podía abría la boca y trataba de gritar detrás de la cinta adhesiva cuando sentí que un cuchillo atravesaba mi otra pierna, la que no tenía la bala y giraba con fuerza mientras la mujer me gritaba con furia “Abre los ojos amado mío, ábrelos y ve todo, ve todo lo que has hecho, ve tu pasado, tu presente y tu futuro. ¡Ábrelos ahora!” por el dolor no pude evitarlo.

Cuando la toco, el cuerpo de la mujer se movió de pies a cabeza tratando de levantarse, de soltarse, de gritar, de llorar, de lo que sea. Aun estaba viva a pesar de lo que le hayan hecho para derramar tanta sangre.
 
-Ahora dime ¿Quién vale tanto para ti para que este aquí frente a ti? Contesta-

sábado, 4 de enero de 2014

Intrusos. Parte 4

-Comencemos entonces- Dijo ella tranquilamente.- Mientras lo hago mereces escuchar mis palabras, así que pon mucha atención que esto te podría interesar y hasta salvar mi amado-

-¿Qué planeas hacer joven dama de voz dulce?-Haz tiempo, dile lo que quiere escuchar; tal vez eso pueda ayudar en algún momento.

-Eso es mi amor, es justamente como me gusta que me hables aunque eso no va a evitar que corte tu piel suavemente con este fino cuchillo; que rasque tus extremidades, pecho y cara tratando de hacerte sentir más que vivo. En verdad lo siento mucho pero es momento de empezar- Y con un cuchillo corto lentamente y cuidadosamente mi platera y pantalón para dormir dejándome solo con mis bóxers. Las yemas de sus manos pasaron por mi pecho rozándolo con cierto erotismo al mismo tiempo que sentía su respirar nervioso en mi piel que estaba más que erizada.

-Algo que quiero que sepas es que no nos conoces, no pudiste hacernos nada antes de esto. No sabes quién soy yo ni quien es mi compañero- No son pareja por la forma en la que lo describió, con cierto desprecio.-Te conocí, te investigue y te seguí viendo tu nueva vida; vaya sujeto que oculta todo esto bajo su rostro, bajo esta piel blanca- Una de sus manos se apoyo en mi pecho y no muy lejos de esta sentí como un fino metal rasgaba mi piel firmemente y delicadamente haciendo una cortada de más o menos 5 centímetros, no muy profunda pero lo suficiente para que sintiera la sangre brotar.  Solo mantuve la boca cerrada y los ojos cerrados debajo de la tela tratando de disimular el mínimo dolor que me aplicaba a comparación de la pierna que palpitaba.

-No has de sentir mucho dolor pero piensa en que es solo un grano de arena en el océano. Te aseguro que va a ser una larga noche y por desgracia no tenemos mucho tiempo así que hay que apurar las cosas.-Rápidamente volvió a repetir el movimiento de sus manos en todo mi cuerpo; en mi pecho, brazos, piernas, manos, espalda, pies, vientre y estomago. Se fue volviendo un dolor imposible de soportar, una sensación de frío y calor en la piel, una sensación de sudor pero en vez de agua era sangre.

El cuchillo frío y firme seguía las ordenes de aquella mujer delicada en su voz, con su fuerte punta entraba por la piel estirándola hasta romperla y cruzar ese límite que me protegía, tocaba el musculo virgen y lo destruía haciéndolo sangrar ese liquido rojo al que me había vuelto tan adicto pero que había dejado a un lado; ahora volvía con su tono rojo sensual, con su densidad extraña y con su vida capaz de dar aun más vida. A veces tocaba un nervio y como una cuerda de guitarra lo rompía haciendo que mi cerebro temblara y enviara una señal intensa de dolor a mi cuerpo haciéndolo retorcer por varios minutos para que al final me dejara exhausto.

Ella hablaba mientras yo trataba de resistir, de mantenerme vivo aunque ya resultaba complicado.
-Llegaste a gustarme, lo admito; con toda esa fuerza y vigor, un hombre peligroso, intrigante, misterioso,… roto. No sabes el placer que me da tenerte aquí enfrente de mí y aun más el poder tener tu vida en mis manos, ahora entiendo esa sensación tuya de hacerlo; resulta algo extasiante. Si pudieras ver mis manos pintadas de rojo, de tu oro hecho líquido, de tu vida cariño; es fascinante en verdad.-

Había perdido la cuenta de las cortadas, pero ya eran bastantes. Recuerdo esa vez en el bosque, estaba en una situación parecida pero ahora no iba a haber llamada salvadora; ellos lo tienen bien pensado, tienen bien pensado en todo; creo que ahora si me voy a morir. Ojala me equivoque y si vaya a pasar algo aunque ya comienzo a dudar si debo morir o vivir.

-Has dejado de pelear, de ponerte tenso ¿qué pasa? ¿En verdad ya te estás dando cuenta de que esta vez nadie te va a salvar? Creo que es hora de que veas algo, de que abras esos ojos y te des cuenta que…- Dejo de cortarme y me beso tiernamente en los labios, no respondí pero tampoco intente quitarme. Estaba derrotado, por primera vez no sabía qué hacer o que quería, por primera vez estaba deseando la muerte, que todo acabara de una vez de una u otra manera.

-Escúchame un momento y regresa a este mundo- Hablo mientras me quito la venda de los ojos y me regreso la vista; la luz de la habitación vacía con piso de madera y paredes aun con el gris del cemento me lastimaba. Tenía la vista borrosa pero aun así vi enfrente de mí, tirado en el piso, un bulto o eso pensé hasta que pude ver bien y me regreso el alma al cuerpo de golpe dejándome sin palabras y con un temor inmenso en la mente, el corazón respondió y volvió a trabajar a tope mientras veía…

-Así es, no estás solo- Era un cuerpo, el cuerpo de una mujer de cabello oscuro y largo que me daba la espalda y que ya hacía sobre un gran charco de sangre.


¡¿Quién eres?! 

jueves, 2 de enero de 2014

Intrusos. Parte 3

Mi  mente comenzaba a dar vueltas, estaba muy mareado bajo la oscuridad que cubría mis ojos. Mis brazos y piernas comenzaban a dormirse y conforme pasaba el tiempo sentía como el corazón palpitaba cada vez más fuerte. No podía pensar en otra cosa que no fuera: Me voy a morir, me voy a morir, me voy a morir aquí colgado por dos sujetos; por una mujer que me habla con una voz seductora y por un hombre que trata de ser el hombre rudo, el cual ya se atrevió a dispararme en la pierna la cual no deja de sangrar. Son unos malditos, si solo estuviera libre…si solo lo estará.

Por mis mejillas comenzaban a correr lagrimas, gotas de odio e impotencia mientras que mis dientes chocaban entre sí con la fuerza de tenía en la mandíbula.

-¿Es acaso cierto lo que estoy viendo? ¿Es cierta esa cara de sed de venganza que tienes? No sabes las ganas que tenía de verla, no sabes cómo he soñado con ese rostro forzado por su mandíbula, con esos ojos entrecerrados y esa mirada maldita que tienes. Esto es un sueño hecho realidad para mí y me encanta; quiero que sea mío- Volvió esa voz dulce, pausada y seductora, y ahora estaba encantada. Se acercaba conforme hablaba hasta llegar a estar tan cerca que sentía esa brisa que salía de su boca mientras hablaba.

-¡Aléjate de mí, no me toques maldita!- Era más mi odio que mi cordura al hablar.

-Calla amado mío, calla- Dijo tranquila antes de volver a pasar corriente por todo mi cuerpo; ahora era más fuerte, sentí como si la pierna herida me fuera a ser arrebatada del cuerpo y fue inevitable el dolor; grite, grite con todo el odio que tenía dentro abriendo mis ojos por debajo del trapo que los cubría.

Al terminar estaba exhausto y sediento, pero estaba en la punta de mi momento de adrenalina. Me sentía con más fuerza que antes y no podía dejar de imaginármela ahí parada, enfrente de mí, viéndome con unos ojos tal vez negros o cafés y en su rostro mostrando su placer de verme así.

Afortunada de tenerme así.

-Desde aquí puedo escuchar tu corazón palpitar con fuerza, es algo hipnotizante en verdad, una delicia- Al final solo lanzo un suspiro y se alejo de mí.

-Veras, ese es el verdadero hombre que eres. Esa persona deseosa de estar libre, de tener entre sus manos la vida de aquellos que supuestamente son malos, de tener el poder mí amigo; ese eres tú. Ahora veamos, por ser tu estas donde estas ahora; colgado por los brazos con un balazo en la pierna, con los ojos vendados y recibiendo choques eléctricos pero, ese solo es el principio. Hoy vivirás cosas horribles, hoy vivirás lo que sufrieron tus victimas- Era el hombre que seguía hablando con su tono de rudeza.- Decidiste cambiar, ser alguien mejor, una persona de bien; pero ¿en verdad lo eres? La respuesta es no, nunca dejaras de ser ese asesino, ese dios de la destrucción y ¿por qué? No lo mereces, así de fácil- Y al final solo escuche un escupitajo, no sé a donde fue enviado.

-¿Cómo me encontraron?-

-Ahhh, muy bien; eres capaz de formular aun preguntas, nunca  pierdes la concentración; eso es algo que siempre te ha caracterizado, buen muchacho. Pues ¿Cómo encuentras a alguien que se encarga de sí mismo de no existir y además de extinguir a sus demás presas? No fue fácil, eso sí.-

-¿Quiénes son?-

-Conocíamos a una de tus victimas, éramos amigos cercanos. Al supuesto narco que dejaste en este mismo edificio abandonado hace ya un par de años- Conozco este lugar, se donde estoy. Debió de estar ya avanzada la construcción para que hubiera un cuarto y estamos pisos arriba del suelo y en la parte central del edificio porque no he escuchando ningún auto y aun debe ser de noche- Veras, investigamos el caso, pensamos como un asesino, como alguien que deja a su víctima colgada boca abajo dejándola desangrando, te hicimos un perfil el cual fallo muchísimas veces pero al final dio con una persona solitaria, con un buen puesto de trabajo, que sabe lo que hace por sus conocimientos de anatomía humana y principios de física aplicada, viviendo alejada de la sociedad, con recursos económicos y materiales a la mano, totalmente alejada de sus víctimas pero que no las escoge a la zar, alguien metódico y perfeccionista- Estúpido, pretende saber quien soy-Luego vino el incendio en el bosque de una choza abandonada, dime ¿qué tanto sentido tiene que se queme una choza abandonada por causas incendiarias, como la gasolina con un cuerpo adentro el cual ya fue antes penetrado por un cuchillo, el mismo tipo de cuchillo que corto el cuello de mi amigo? ¡Dímelo!-

-¿Muy pocas?- mentía.

-Muchísimas, eres un genio. Pensaron que fue un suicidio los estúpidos policías; pero algo sonaba mal y nosotros lo sabíamos- ¿Son investigadores? ¿Periodistas? Quedo claro que policías no ¿son solo una pareja excéntrica por la muerte de su amigo?-Pero luego de eso, tiempo después, luego de estar sin casi nada en la investigación vino la masacre del bosque. Ese fue un suceso que nos dio mucha esperanza pero había ciertas cosas que no concordaban, alguien más llego esa vez y te salvo de unos drogadictos maniacos- Ya recuerdo, estaban locos esos muchachos y esa vez me salvo… recuerdo bien, gracias por salvarme- Pero por primera vez había huellas, unas malditas huellas en una piedra que los oficiales no encontraron por su mexicaneidad llamada flojera.- Rió, esa maldita risa, una maldita risa. Unas malditas huellas, como no lo pensé antes, porque no regrese a aquel lugar antes para eliminar todo.

-Eso nos llevo a una dama, a una mujer que no encajaba con el perfil a penas de lo que había pasado y de ser la presunta culpable principal, pero al final se llego que todo fue acto de esos adictos, pero tu… el hombre que estaba en el hospital gravemente herido, la victima de todo lo sucedido y me encanta, la persona que sobrevivió a todo ese tormento. Eras tú mal nacido hijo de mierda; el asesino perfecto- Estaba emocionado de decir su gran logro, de haberme encontrado.

-Encajabas perfecto en el perfil, eras el hombre predilecto- no paraba de disfrutar este momento- Y luego el incendio del decimo piso, sabrás que fue una gran nota en los periódicos por días. Un hombre, un ex violador arrepentido que se calcino sin antes auto lastimarse.-

-Eso decían los periódicos y noticieros, el pobre no aguanto la pena que cargaba y fue su única salida. Pobre diablo ¿Cuántas habrán sido sus víctimas? ¿A cuántos no habrá evitado haber violado con su muerte?- No debí decir eso.

-No lo sé, tu dímelo o ¿acaso no lo conocías de antes?- Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito, Maldito.

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-Lo conocí… y por eso lo mate-