Se acercó a mi rostro y me todo con sus manos fuertes del
cuello.
-Pero te lo digo una vez y solo una vez. Vuélvete a aparecer
en mi vida y no voy a ser tan piadoso de ti preciosa- Después de sus palabras y
su mirada centrada en la mía me escupió dejando su saliva en mi nariz y cubriéndome
un ojo.
-¿Entendiste bonita? Búscame y hasta quedaras- Me soltó de
la cara y se salió de la tina con lentitud.
Me limpie la cara con las manos mojadas aun y lo vi ahí parado;
debajo del marco de la puerta del baño. Sin camisa exhibiendo su cuerpo
tonificado y su pantalón de mezclilla mojado. Era más alto de lo que pensaba.
Nos quedamos viéndonos por unos momentos hasta que le dije
seriamente.
-No somos tan diferentes. Yo te trate de matar y luego te
salve; lo mismo hiciste tú conmigo. Te demostré que eres tan perro como yo-
-Pero todo eso lo hiciste sin tener un motivo; yo si lo
tenía y esa era la gran diferencia-
-¿Un motivo? Aun no puedes saber el motivo; no es tiempo mi
amor- Estas palabras lo dejaron en silencio y me regalo una última mirada antes
de ir a la puerta de salida del cuarto y desaparecer de mi vista.
Era silencio la habitación, por alguna razón no había salido
aun del cuarto. Algo esperaba y yo no tenía su tiempo.
Salí de la tina escurriendo sangre diluida en agua y me pare
donde él había estado, sacando solamente mi cara y ahí fue cuando lo vi.
Parado enfrente de la puerta, pensando, decidiendo que hacer
conmigo sobre todo.
-¿Por qué aun no te vas? ¿Qué esperas al dejarme aquí como
novia de pueblo? ¿Crees que te necesito o que voy a cumplir con mi palabra?
Eres como cualquiera, solo vez a las mujeres como objeto, pero cuando una te
quiere matar estas en todo un dilema- No se movía de la puerta –Dime ¿Cómo vas
a acabar conmigo?-
Giro su cuello y me miro de reojo
-Te encontrare y te matare- Con su mano tomo la perilla y la
trato de abrir. Se giró viendo su mano en el objeto de metal y ahora con ambas
manos trato de abrir. Estaba cerrada.
Empezó a empujar la puerta y a golpearla con sus puños histéricamente.
-¡Ayuda! ¡Alguien por favor, ayúdeme! ¡Alguien! ¡Ayuda!- gritaba
con fuerza mientras golpeaba la puerta.
-No tendrás que buscarme, porque yo ya te encontré- Y las
luces del cuarto se apagaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario