lunes, 29 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 7

Los días pasaron y no supe nada de aquel hombre moreno y de ojos oscuros y he de ser honesta; no recuerdo si era alto o bajo o el color y textura de su cabello, solo esa voz seria; muy seria.

Sin embargo, no me quise arriesgar y tuve que suspender mis salidas nocturnas del convento y conformarme con esas líneas blancas que formaba en mi habitación y ese palo de plástico que hace vibrar mis entrañas.

Comenzaba pensando en mis aventuras con mis hombres, en la forma en la que me tocaban y recordando lo que habían provocado en ese momento en mi cuerpo pero de un momento a otro comenzaba a fantasear con aquel oficial sin talvez verle bien el rostro, solo con un cuerpo tonificado, esa voz que me encanto dándome órdenes y unas manos fuertes que hacían lo que querían conmigo. ¿Cómo no gemir y suspirarle a un hombre así?

Por el pueblo se veían las patrullas y los oficiales federales con sus armas largas y su uniforme entre azul y negro. Trataba de ver el rostro de cada uno de ellos y cuando se me iban algunos pensaba si acaso habrá sido él. A veces llegaban al puesto de galletas y yo estando distraída cuando alzaba la mirada esperaba sus facciones o un tono serio de voz; jamás lo recibí.

¿Acaso lo habrán matado? ¿Acaso habrá reflexionado y abandonado esta tierra de muertos? ¿Acaso esta tras los malos y solamente esta ocupado? No lo sé, pero me esta volviendo loca.

¿Cómo es posible que una voz, qué un hombre que acaso lo vi un par de minutos haya entrado de esa manera en mi mente? ¿Qué una voz me haya robado la mía cuando yo le robo la voz a los hombres?


¿Dónde estará?

viernes, 26 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 6

Un día, un día que transcurría con normalidad en el puesto de galletas se convirtió en un asalto a mi intimidad y a mis nervios cuando llego en una patrulla de la policía federal aquel hombre alto, moreno, algo fornido, de cabello corto y ojos oscuros.

El gobierno estatal había solicitado apoyo al poder judicial para que les enviaran policías federales tras una oleada de asesinatos, secuestros y homicidios recientes en el pueblo. Algo que ocurría desde siempre solo que con una diferencia; había aparecido el hijo gay del gobernador con cinco plomazos en el cuerpo en un motel junto con su pareja igualmente balaceada. Alguna información no fue dada en los noticieros, pero los del pueblo lo sabíamos.

-Madre, vengo a confesarme- Me dijo con sus lentes oscuros de policía y con una seriedad que por lo menos a mí me mata y me produce algo en el cerebro que me atonta y entre las piernas que me empieza a temblar.

-Lo siento, pero yo no estoy capacitada para hacer eso. Solo los padres- Le dije desde mi silla de plástico en la que estaba sentada.

-Entiendo madre, pero es una emergencia y necesito sacarlo de mi pecho- Y por estúpida mire su pecho; tenía buenos pectorales.

Me quede pensativa un momento sabiendo que iba terminar aceptando y así le dije y acomodamos un par de sillas en su respectiva posición.

-Sin pecado concebido- No lo veía, pero sentía su seriedad y con eso me bastaba.

-Amen, dime tus pecados hermano-

 -Antes que nada madre Carmelita, le quiero decir que por nada del mundo voltee a verme el rostro de ahora en adelante- ¿Cómo sabe mi nombre? ¿Qué está pasando? –Segundo, le voy a hacer unas cuantas preguntas y necesito que me conteste con la verdad. Ante cualquier sospecha que usted me tendrá que acompañar y las cosas se pondrán feas. ¿Entendió lo que le he ordenado?-

¿Ordenes? Yo no sé acatar órdenes. ¿Qué está pasando? ¿Quién es este tipo? ¿Sera otro narco vestido de policía?

-Honestamente no tiene por qué contestarme esa pregunta; de todos modos tendrá que hablar o se tendrá que olvidar por un tiempo de sus escapadas por las noches, de los tragos, los hombres y los moteles baratos- …este hijo de puta ya me había investigado, me ha seguido. Carajo, que pena.

-Cuénteme de los narcos que vienen a confesarse con usted, quiero sus nombres y sus actos. Cuantos hombres y mujeres han matado. Para quienes trabajan y cuanta droga transportan por la frontera madre- No había dicho ni una sola palabra desde que se sentó y ya me sentía sin aliento.

-No, no puedo hacerlo- Espero que me haya escuchado o ¿es que solo lo pensé? Se lo volveré a decir.
Pero me interrumpió, si había escuchado.

-¿Es acaso por ese maldito celibato de las monjas en donde ustedes no pueden hablar de los pecados de las demás personas? ¿No saben que están encubriendo hombres malos y pueden salvar cientos de vidas?- Este parece ser un buen policía, de los pocos. Por su forma de hablar.

-Escúcheme y escúcheme bien. Puede confiar en mí, jamás me han sobornado y tengo tantas ganas como la gente de este pueblo que las masacres que ustedes viven se acaban. Necesito que me de pruebas para mandar a esos tipos a un penal o deportarlos, en verdad lo necesito- Sus palabras son honestas.

-No podrá, son intocables- Otras palabras sinceras.

-Claro que podre. Aquí estoy yo para cuidarlos y cuidarla a usted también- ¿Cuidarme? –Estaremos en contacto, cuídese-

Cuando sentí que se iba a parar de la silla lo detuve con una mano en su hombro, mi mano izquierda en su hombro derecho.

-Su nombre oficial. Quiero saber el nombre del hombre que estará con el señor pronto-

-Arturo, Arturo Cárdenas, para servirle-


Se levantó y se fue. 

martes, 23 de diciembre de 2014

Navidad; feliz, feliz navidad.

¿Es acaso un resumen de lo que fue el año? ¿Una barata reflexión de lo que fue, es y será? Me temo que sí, pero esto es lo que hago.

Nos pasó lo que nos pasó pero estamos aquí o más bien, estas ahí sentada o parado leyendo esto. Meses, días, horas o segundos después de haber estado preocupado, estresado, triste, decepcionado o preguntándote como ibas a salir de cierto conflicto… eso si es para festejar ¿no lo crees?

Pudo ser un año negro, ya saben; la noticia de mamá Rosa y su guardería, el avión perdido en el cielo, la aprensión del Chapo, el ebola atacando al mundo o solo a los Estados Unidos; más bien dicho y los 42 desaparecidos y el calcinado.

Pero también pudo ser un año color amargo con nuestro querido presidente, sus casas y sus giras poniendo en lo alto al país, con el campeonato de Seattle contra los poderosos y supremos Denver Broncos, el fraude del Teletón y el tan afamado y aún seguros de que; no era penal.

El año quizás fue problemático con las crisis económicas de toda Europa, las guerras en Turquía y en toda esa zona y al igual que las peleas en Venezuela contra un dictador nada maduro y con problemas tan reales como los del Politécnico.

2014 fue de innovación con la patineta voladora que se eleva no más de 5cm del piso, con prótesis de extremidades y órganos hechos con una impresora 3D, con un auto que salvara a los autos de altas velocidades cuando ya no haya gasolina; hablo del i8 y con celulares más inteligentes que personas. Como olvidar ese maldito juego del pajarito volador.

Un año talvez empañado por la muerte de actores tanto nacionales como internacionales. Un niño en un barril, un médico que se vestía de payaso, un cura y un corredor de autos callejeros.

Un año con héroes como Ochoa y Navas, con héroes como la mujer que se opuso contra la cultura de una parte entera del planeta y ganadora del novel de la paz.

Un año talvez marcado con uniones sociales de talla mundial como el de la cubeta de hielo o un grito de ayuda desesperado de cansancio o marchas de estudiantes recordando los acontecimientos del pasado que ahora según la población, volvían a suceder.

Marcado quizás por una canción feliz o una acción de una fotografía tomándonos a nosotros mismos.
2014 fue un año… fue el año que quieras. Fue tu año y fue el de tu mejor amigo, el de tu mamá y el de tu vecino, el del gato que salvo a un niño después de ser jaloneado por un perro y el de tu actor favorito interpretando una película apta para un Oscar.

Fue el año de tus más grandes éxitos y el de tus peores fracasos. Fue el año en que comiste algo diferente o conociste un lugar nuevo. 2014 fue cuando hiciste algo que no pensabas nunca hacer por tu cuenta o fue el año en que por momentos te volviste la persona más malvada que jamás imaginaste. Este año lloraste y reíste más que el pasado. Este 2014 conociste a alguien o te olvidaste de quien ya no te acuerdas.

2014 no fue un año malo, ni lo fue 2013 y mucho menos 2012. Pero tampoco lo será 2015, así que no te preocupes por eso ahora.

2014 está a punto de acabar y han pasado muchas cosas en todo el mundo, en tu mundo sobre todo.
Tienes casa, familia, amigos y cosas que no se regalan, se ganan.

Ni tu vida ni la mía y ni la de nadie más es más fácil o complicada, nos toca lo que somos capaces de soportar.

Puedes llorar o enojarte, pero jamás salgas enojado de casa.

Puedes estar triste o desesperado, pero si una persona te ama; vale la pena vivir.

Pudiste perder algo o a alguien, pero jamás es tarde para pedir perdón y remediar las cosas, tampoco es tarde para llorar o reír mientras se recuerda.


De parte de este blog, de esta imaginación que trato de relatarles por medio de letras y de esta persona que estar con las manos en el teclado; seas quien seas. Feliz Navidad o Feliz Janucá o Feliz Vida, solo felicidad.


Creo que este texto iba más bien para año nuevo.

Ni modo, ya lo escribí.


Feliz Navidad.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 5

La noche se acerca y los animales están por salir, las bestias sacaran sus garras y las presas correrán a sus guaridas. La noche es para nosotros y para nosotros esta la noche.

Amén.


De las ganancias que se sacan en el día algunas monjas dan la mitad o todo para la iglesia; lo que cubre nuestros gastos como servicios de agua, luz y gas; y otros como comida, bebida y un cuarto. La otra mitad es para nosotras, para nuestros gastos.

Son entre las seis y siete de la noche y regresamos todas a nuestro convento; tomamos misa y agradecemos por un día más.

Regreso a mi alcoba y recuerdo porque me gusta tanto, esa vista a todas horas y esa barda que esta debajo que puedo saltar con facilidad y escaparme en la noche sin que nadie se dé cuenta. Y eso… eso es lo que hago.

Me cambio de ropa y saco algo más apropiado de mi closet. Unas botas, un pantalón de mezclilla entallado, una blusa y una chamarra. Unos aretes, un collar y una pulsera. Unos cuantos cientos de pesos y un gas pimienta.

Me persino antes de salir por la ventana en la ahora oscuridad del pueblo y doy el primer paso.

En los cuantos minutos ya estoy caminando en la calle y tomando un taxi que pasa solitario. Le pido que me deje en la zona de bares del pueblo y en menos de una media hora ya estoy entrando a un lugar que no conozco pero dispuesta a experimentar lo que se presente en la noche.

Doy el primer trago y ya un hombre se me acerco invitándome otro y sin refutar acepto su petición.

Uno más de los que no recordare su cara y que no me importara, uno más de aquellos hombres que me han invitado algo de tomar, con los que he platicado, acostado y drogado. Uno más que es narco.

En dos horas ya estamos platicando cómodamente y ya esta empezando a invitarme a irnos a un lugar más cómodo.


No escribiré lo que le hice a su verga y ni lo que él le hizo a mi cuerpo en la alfombra, en la cama y en la terraza del cuarto barato del hotel que si conozco. Y todo eso entre líneas de una deliciosa coca.

Ya son las cinco de la mañana y lo dejo tirado en la cama sin unos cuantos billetes y con su arma en el buro del cuarto. He de tomar un taxi de regreso a la ventana que da a mi habitación.


La vida es dura, pero es más dura la verdura. 

lunes, 15 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 4

Es un pueblo simple, pobre, noble y humano que esta en medio de una gran problemática; la justicia que algunos tratan de hacer y la ilegalidad que todos saben pero que no se evita. Es un pueblo que vive de la pesca, las siembras y el narcotráfico. Algunos dicen que del turismo, pero es un turismo local y que solo dura una noche; es beneficioso para quienes quieren hacer un ajuste de cuentas o solo acostarse con alguna mujer que encuentren y se deje. Aquí como en otros lugares de esta república; los esperamos con las fosas abiertas, con cualquier fosa abierta.

Nosotras, las monjas; vivimos de vendarle galletas a esta noble gente pero también en venderle galletas a aquellas familias de narcos y a los mismos narcos, ahí es donde esta el dinero y no solo pesos hay veces que hasta dólares.

La razón de esto es porque los narcos fueron como cualquier campesino pobre que quería tener dinero y una vida mejor sin importar el costo; que estaba cansado de las escaseces y de una vida pobre y que soñaba con dinero, mujeres, autos y acción en su vida; aunque fuera corta. Por esta razón a vernos, al ver a las monjas recordaban sus momentos de comunión y sus orígenes ya que indudablemente este era uno de los tantos pueblos religiosos del país; donde se veneran a los padres y respetan a las monjas aunque no sepan lo que hay detrás de todo eso.

Había ocasiones en las que los narcos llegaban a nuestro puesto de galletas en sus lujosas y ostentosas camionetas y nos pedían que los confesáramos a cambio de una buena cantidad de dinero y aunque sabíamos que eso solo lo podían hacer los sacerdotes nosotras accedíamos ya que ese dinero se iba para nuestros múltiples gastos o para la iglesia. Era un secreto a voces.

El procedimiento era simple. Un par de sillas mirando en direcciones opuestas casi pegadas contra las espaldas y al decir las palabras mágicas de “sin pecado concebido” comenzaban los relatos.

Las historias eran en voz baja pero lo suficiente para escuchar todo lo que salía de las bocas de aquellos hombres de armas largas, lentes oscuros y joyas en el cuello y manos. Eran de cuantos hombres habían matado y como lo habían hecho, de cuantas mujeres habían violado y como lo habían hecho, de cómo habían dejado a niños huérfanos enfrente de ellos mismos, de cómo sus patrones  les daban las ordenes y de cualquier otro tipo de fechoría.

Ellos daban nombres y fechas pero por nuestros votos no podíamos ir a la policía a dar declaraciones; una, porque no nos lo permitía nuestro celibato y otra porque la misma policía lo sabía pero los oficiales querían vivir un día más.


Y después de las historias ellos se paraban de sus lugares y dejaban el fajo de billetes en su lugar. 

martes, 9 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 3

Me dirijo a la cocina y preparo mi dulce elixir. Hirviente en una taza de barro que me regalo una señora a la que le di $200 para que comprara comida para su bebe que lloraba sin cesar mientras lo trataba de calmar con un tenue y cansado arrullo.

Negro como aun es la noche en el convento y fuerte como un animal que trata de escapar de una jaula es mi café a las 7 de la mañana cuando le doy el primer sorbo que entra y cubre mi garganta, que llega a mi estómago y como una bomba calienta el centro de mi cuerpo y a pesar del calor de la mañana no tiro ni una sola gota de sudor.

Lo disfruto de principio a fin y sin importarme que las demás mujeres del lugar me reclamen por qué no les prepare a ellas uno o me dirijan una mirada molesta e incómoda. Pinches viejas huevonas.

Ya con energía en mi sistema salgo del lugar con una canasta llena de galletas y panes que vendo en el pueblo y hasta ahí días en los que vendo más que eso.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 2

Mi día, mi santo día comienza con una maldita alarma que compre en un mercado que primero comienza sonando a todo volumen y conforme pasan los segundos parece que se le va a acabando la batería hasta dar un último que más bien parece un suspiro o un grito de cansancio. Pobre alarma desfallecida.

Mi cuarto es maso menos de dos metros por dos metros alumbrado por un foco desnudo; que por cierto es ahorrador, puedo ser una maldita pero no quiero gastar mi dinero en algo que se puede disminuir. Tengo un pequeño closet de madera que está protegido por un candado de combinación; la razón de esto es porque aparte de tener ahí mis togas para la iglesia tengo mis vestidos con los que consigo bebidas gratis y las chamarras de piel que me dan los hombres con los que me he acostado, aparte de una caja fuerte con demás cosas como joyas, dinero, drogas, alcohol, discos de música y cosas para entretener mis necesidades de mujer; que son muchas. Una mesita en un costado de la cama en donde tengo un pequeño ventilador para las noches calurosas y mi cama claro esta.

Ahí una ventana que da a las montañas en el amanecer, al valle en las tardes y a la Luna y sus estrellas en la noche. Es lo que más me gusta de este cuartito.

Me levanto y me dirijo a un baño en donde me doy un duchazo frio y rápido para no llamar la atención de las demás madres que aunque lo nieguen; son demasiado chismosas. Me gusta cantar en la regadera y pasar mis manos por mí no tan pronunciado cuerpo pero al final de cuentas cuerpo de mujer que muchos hombres en este lugar quisieran poseer.

Después de cepillarme el cabello y vestirme como la monja que supongo ser voy a la capilla en donde me siento en las bancas del frente y me hinco para rezar por quince minutos. Platico de lo que hago, a donde voy y que pienso con mis papas que están espero en el cielo; los saludo y les digo que espero estén bien.

Son quince minutos donde puedo planear mi día, platicar con la gente que ame, desearle el bien a la gente que conozco y a la que no conozco. Son quince minutos donde el silencio me acompaña y solo me escucho a mí.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Castidad. Parte 1

Mi nombre es Carmela, pero algunas personas me dicen madre Carmen o Carmelita; otras me dicen caramelita, mi puta, zorrita mía, Carmen la profunda y Santa Carmen. Son mis nombres, mis apodos; son mi vida.

Me gusta el sexo, el alcohol, el cigarro, las drogas, las armas, las malas palabras, los hombres y a veces las mujeres. También me gusta leer, el silencio de la noche, el calor de la playa, un baño frío en medio de la madrugada, la novela de las ocho y mi café hirviendo en la mañana.

Vivo en las tierras calurosas y húmedas de Veracruz y soy parte de un grupo de monjas llamadas las Monjas Capuchinas desde ya hace tres años. Nos dedicamos a hacer galletas deliciosas que vendemos en el pueblo, a ayudar a los desamparados y sobre todo a acompañar a los padres y obispos a sus viajes por el estado.

He visto, oído, saboreado y tocado los manjares de la vida. Desde estar frente a la casa de Dios más grande y hermosa del mundo, comido lo más exótico en medio de la selva, escuchado la voz más angelical de todos los tiempos y tocado la tela más fina y cara del planeta hasta haber visto a un hombre abusar de un niño en medio de demás adultos, escuchar bombas caer del cielo mientras una madre esta hincada llorando por su hijo que ya hace muerto, probado la más dulce y profunda cocaína con un narcotraficante mientras estamos desnudos en una cama de un motel y tocado el miembro más grande y grueso que jamás pudo haber estado dentro de mí.

Esto es lo que hago y disfruto, lo que me hace llorar y gemir, lo que pienso, digo y hago, lo que esta prohibido y permitido; esta es mi vida y no la cambiaría por nada.