domingo, 31 de marzo de 2013

Y que si quiero soñar bajo la lluvia.

Las gotas incesantes caen sobre las ramas de los árboles desnudos por el frío, se juntan en el suelo y se expanden sin importar lo que esté en su camino hasta volverse una fuerza imparable para el humano que al final necesita de ella, del agua misma de la naturaleza para coexistir en este planeta llamado Tierra.

Siento sobre mi cabeza caer las primeras gotas frías del cielo, pasan por mi frente explorando nuevos caminos hasta encontrar mi nariz y postrarse en su punta, volverse a acumular y caer al suelo para reunirse con sus iguales. Otras pasan por mis mejillas, por mi cuello estremeciéndome y produciendo un suspiro de escalofrío; pasan por mi pecho caliente y palpitante ante la aceleración de la sangre que pasa por el cuerpo, es fuerte el palpitar pero no lo suficiente para botarla ya que esta está adherida a la piel y se aferra con todos sus elementos y características propias. Otras caminan por mis brazos y llegan a las puntas de los dedos donde puedo destruirlas con un solo movimiento y dejarlas seguir su camino virgen.

Un minuto, una hora, un día; el tiempo que sea podemos sentir la simplicidad de la Tierra y en un mismo instante podemos ser destruidos por la misma sencillez con la que fuimos creados y traídos a este mundo; productos de una situación con cómplices como caricias tiernas y ráfagas de rasguños y gritos de pación o dolor. Con miradas de reojo o manteniéndola postrada en los del contrario mientras las manos acarician los pliegues de piel y al final se aferran con las uñas a los músculos para demostrar su propia satisfacción en lo que un susurro pasa por los oídos y una frase estremece nuestra espalda dejándola sensible a un beso voraz de una bestia deseosa de dar y recibir.

La Luna sobre nuestras cabezas esta de observadora ante el mundo que se genera bajo ella, donde además de sus deberes naturales expresa más que miles de palabras con solo una mirada. Mi pensamiento pasa por una sensación de extrañar, de amar, de desear, de motivación, de algo más que una imagen que pasa por mis ojos.

Un cuerpo mojado por la naturaleza, unos ojos viendo a una Luna que, una mente que piensa en una sola persona; una dama de manzana, un alma que esta con una persona a kilómetros de distancia, un deseo de estar con ella un momento de mi vida y después poder descansar en paz parea luego pedir más y más hasta volverse en… una adicción que ahora es mi vida, es mi futuro que deseo, un con quien quiero estar, es… sin importar nada la dama que observa la Luna del otro lado del país.

Deseo, sueño, pienso, trabajo, anhelo y solo quiero estar con ella. Una manzana que jamás terminare de probar ya que desde que esto empezó como una semilla en el suelo con un deseo que de creciera, fue una maravillosa aventura ver como florecía para que un día; algún día la manzana y un limón siembren algo juntos; solo ellos.

Mientras tanto ¿porque no puedo soñar bajo la lluvia con un futuro, una vida y sentir un amor eterno por una dama llamada manzanita mientras veo a la Luna que está debajo de los dos?

lunes, 25 de marzo de 2013

Adiós.

(Por razones personales, las historias del asesino se acabaron; así de fácil y así de sencillo.

No espero respuestas o comentarios, ni que me entiendan porque no lo van a hacer.

...

Adiós queridos lectores, espero no estén tan enfermos como yo.

Mi vida, mis males. No quiero lastimar a nadie mas ni que la gente piense como yo. Por algo soy así y así me quedare, tengo que superarlo y dejarlo ir.)

MENTIRA...

Esperen los nuevos textos, tengo por lo menos ahora uno muy bueno.

Soy lo que soy y ya. Pudranse los que quieran pensar como yo, porque yo si tengo una razón de ser así y tengo una razón, un alguien por el cual me acepta. Así que, no se consideren tan rotos como yo por el simple hecho de leerme.

Todo tiene una razón de ser y la mía es porque...bueno, si me leen ya lo habrán sabido. 

Mientras tanto, ahí alguien que me acepta, estoy roto porque así me toco y ya. Sigan en contacto y leyéndome porque aun me quedan muchas historias que contar.

Te amo Pame y gracias por lo que has hecho hoy. Soy lo que soy y por ti mas de lo que soñaría. Te amo y quiero una vida a tu lado, punto.

viernes, 22 de marzo de 2013

Buenos días.


Frase que expresa el deseo de tener un buen inicio de semana.

Un par de palabras que empezaron como un pretexto de entablar algo más que una relación, fue amor a primera vista.

Gritándolas en medio del metro, siendo mis primeras palabras al llegar a la escuela durante días en las mañanas y solo dirigidas a una persona.

Un día no estaba seguro si decir buenos días, pensaba que por sus cabezas o entre susurros dirían “ahí viene ese niño raro del buenos días” pero mi sorpresa fue que tú y tu amiga dijeron esas palabras. Sonrojado y con una sonrisa de pena les conteste con las mismas palabras.

Sentados en los extremos de un tronco y con lo único que se me ocurría “¿y de dónde vienes?” estaba atónito, perplejo. Un silencio incomodo entre nosotros mientras que las personas sentadas entre nosotros empezaban una amistad.

Comentarios cortos, frases comunes y favores como el de tomar mis cosas mientras jugaba en el receso empezaron algo que; bueno, ya saben que paso.

Un día me arme de valor, ese valor que durante días me estaba tragando y que tenía que decirlo, no perdía nada en intentarlo. Era una mañana en el descanso y a mi equipo y a mí nos habían sacado de la cancha ya que eran retas de voleibol; estaba sentado a tu lado derecho y recuerdo que me espere a que faltara poco para que regresara a la cancha para decirlo ya que quería evitar eso del “silencio incomodo”. Ya cuando nos toco me arme de un valor inmenso y por fin lo logre decir. Al igual fueron dos palabras “Me gustas”.

Y lo primero que paso mi mente fue “¿Si me habrá escuchado? creo que lo dije muy bajito y ¿si lo tengo que hacer de nuevo?; por favor dame alguna señal de que si lo oíste me va a costar trabajo volverme a armar de valor. ¿Por qué no haces nada o algo?” aunque la verdad ni te quería ver en esos momentos porque me moría de pena ya que como toda situación así también piensas desde hace antes “¿y si no siente lo mismo? Voy a quedar como un tonto” pero gracias a ese valor máximo que salió de mis entrañas algo que hasta hoy sigue es gracias a eso.

Gracias a ese “buenos días” del primer día todo pudo empezar, seguir y crecer hasta que aun no conocemos un final de eso.

Puede ser una historia de novela mi noviazgo o hasta de película de Hollywood donde los actores principales son Brad Pit y Megan Fox pero no; es nuestra vida juntos, es Gabo y Pame como principales y en una película que aun no tiene un final escrito y que no lo va a tener.

Solo tuyo, solo mía, solo nuestro.

Te amo y feliz año seis meses, pero espera aun mas meses, años, décadas y el tiempo que sea; en todo eso te voy a amar sin límites. TE AMO.

lunes, 18 de marzo de 2013

Ella y solo ella.

Bese sus labios, sus ojos como lunas en la noche oscura iluminaba mi cielo, su sonrisa mostraba un mar de palabras que salían de su boca como una cascada maravillosa en un mundo irreal; su risa eran las olas que chocaban contra las rocas generando espuma y una sensación relajante y hermosa. Su cabello oscuro se enredaba en mis manos mientras la paseaban con una dosis de seducción y furia. Su piel suave me invitaba a tocarla con ternura y a rasgarla con pasión, con esa pasión con la que le mordía sus labios, su cuello y sus orejas. Estar con ella es mandarme a un mundo irreal en el que solo ella estaba con su personalidad, su carisma, su rostro, su belleza; en el que solo ella era dueña de su mundo y en el que me permitía estar.

Sus cielos cubiertos de un azul en el que solo las joyas de la reina eran comparables con su pureza, en ella las nubes se movían rápidamente bailando un danzón, un tango, una salsa; un vals en que ellas solo entendían los acordes y con sus movimientos inesperados se llegaban a unir a otra haciendo parejas en sus pasos rítmicos. El Sol las iluminaba y dirigía toda la orquesta que estaba bajo él haciendo notar al mundo que solo él era capaz de tal magnificencia hasta que caía la noche en la que la rebeldía caía, la lujuria se adueñaba y el electro se manifestaba en rayos poderosos que asustaban y llenaban de adrenalina el aire que paseaba; mientras que las estrellas cómplices sin parpadear para seguir viendo la fiesta que se organizaba se juntaban y se expandían para crear un ambiente en el que solo sus ojos, sus lunas cafés existían.

En el atardecer y anochecer de todos los días las olas chocaban contra todo lo que hubiera a su paso sin discriminar nada aunque solo quisiera que chocaran contra mí y me remolcaran hasta la orilla para que me volviera a parar con la espalda rasguñada y los ojos rojos y volverme a adentrar en sus misterios, en su oscuridad y luz y en ese amor que solo a mí me permitía estar. La veía y la saboreaba, cada instante antes y después porque durante era totalmente suyo; todos mis movimientos eran para satisfacerla, para estar más dentro de ella y para que al final de tirarme y dejarme sin fuerzas en la orilla me volviera a invitar a adentrarme y para que volvamos a repetirlo una y otra vez, con más fuerza, con más energía, con más amor; con esos labios suyos que tanto amaba a los que besaba, mordía y gozaba cada minuto.

Corro por los misterios de su cuerpo, una selva suave y peligrosa, llena de retos y obstáculos en los que corriendo, brincando, arrastrándome, balanceándome y manteniendo el equilibrio me costaba avanzar pero siempre con una sonrisa y con la alegría de estar ahí. Al final brincaba cascadas y caía en las lagunas de agua helada para emerger de lo más profundo y verla a mi lado de nuevo invitándome a seguir explorando su cabello y piel.

Tratar de llegar al centro de la tierra nunca ha sido imposible y menos cuando te permiten entrar al corazón, si es que eres capaz y apto para hacerlo. El amor se gana, se respeta y se propaga para que nunca se apague ese incendio que causo una chispa de un beso y la pólvora de una pasión, de una locura y de un amor incomparable en que solo estamos ella y yo.

A cinco del 23, del uno punto seis, a nada de algo que ya comenzó y que no ve fin.

sábado, 9 de marzo de 2013

Del otro lado del cuchillo.


Mi hogar era grande, una planta baja y un primer piso, una cocina de gran tamaño, un y medio baño, dos habitaciones en la que una de ellas era donde dormía y en la otra era donde trabajaba y hacia demás cosas, un cuarto de servicio, un jardín trasero en el que solo había pasto, un garaje no muy grande y un lugar de estacionamiento. Lo que más me gustaba era un traga luz que había en las escaleras para subir, que en la noche a cualquier hora se veía la Luna. Por el interior toda la casa estaba pintada de blanco, solo el piso de madera y los muebles daban un tono diferente.

La fachada era estilo americano en la que había un portón no muy grande y unas ventanas viendo a la calle, al igual que la ventana del a lo alto del baño del primer piso. Estaba pintada entre blanco y con detalles con piedra.

No sabía qué hora era cuando había llegado a mi hogar después de trabajar, debió ser de noche pero perdí la noción del tiempo. Lo primero que siempre hacia era entrar a la cocina y tomar un vaso de agua o algo de refresco; pero siempre era un liquido y hoy no había sido la excepción.

Habían sido unos últimos días pesados y extenuantes ya que la carga de trabajo y mis errores en mi vida personal no me dejaban en paz, sabía que había hecho mal y que le había causado daño a mis seres queridos, en especial a uno; al que más amaba y al que más me importaba. Tenía ganas de hacer algo pero no sabía que era, quería volver a hacer lo que antes más me gustaba pero sabía que estaba mal, había dejado esa vida y me había enfocado en una vida normal pero aun así había cometido errores que ahora debía de pagar y que estaba dispuesto a arreglar por amor; pero esa sensación no me dejaba en paz.

Todo estaba en silencio cuando deje el vaso de agua en la mesa de la cocina y me recargue en ella cerrando los ojos y suspirando; estaba mal, yo estaba mal y quería arreglarlo pero ahora lo único que podía pensar era en volver a tomar un cuchillo y hacer lo que mejor sabía. Escuche que la puerta de la entrada se abría y se cerraba enseguida, abrí los ojos y me di la vuelta caminando a ver qué era lo que había escuchado tratando de recordar si había cerrado con llave la casa, si lo había hecho.

Pase la puerta de la cocina y al ver la de la entrada vi a una persona parada en frente de ella viéndome. Tenía puesto un pasamontañas, guantes de hule oscuros, tenis de uso rudo de punta de casquillo, un pantalón oscuro y una playera negra de manga larga y de cuello de tortuga. No era más alto que yo y solo veía sus ojos, eran cafés y penetrantes, se me hicieron conocidos.

-¿Quién demonios eres y que haces dentro de mi hogar bastardo?- Fue lo primero que logre decir.

… guardo silencio y me siguió viendo.

-¡Te hice una pregunta estúpido! ¡¿Quién eres?!-

… oculto sus manos detrás de su espalda y cuando las  volvió a sacar la izquierda estaba vacía porque la abrió completamente y la derecha tenía un cuchillo de tamaño regular, lo sostenía con fuerza. El cuchillo también se me hiso familiar.

Me estremecí y volteando a ver de re ojo la cocina observe que tan lejos estaban también mis cuchillos, a no más de cinco pasos pero ahora los sentía a kilómetros. Lo vi de nuevo y con la mano vacía enseño el dedo índice haciendo una seña de negatividad, un no.

Salte dentro de la cocina y lo más rápido que pude tome un cuchillo y me di la vuelta. Ya estaba enfrente de mí, nadie era tan veloz. Me tomo del cuello y me empezó a alzar, empuñe el objeto de mi mano y lo clave en sus costillas, por un momento me dejo de apretar el cuello y me permitió ver si había acertado, y así era ya que empezaba a sangrar de uno de sus costados. El sujeto vio su herida y volvió a verme a los ojos para volverme a tomar del cuello con aun más fuerza y aventarme a la puerta de la cocina con un movimiento contundente. Estaba en suelo cuando me pregunte “¿porqué no había gritado? Es una herida de gravedad la que le hice y me aventó como si nada y sus ojos, se que lo conozco”. Lo vi desde el suelo mientras él me observaba y comenzaba a caminar lentamente hacia mí.

Como pude me puse de pie tomando el cuchillo que no estaba muy lejos de mí y empecé a correr hacia las escaleras donde sentí que me tomaba del pie haciéndome caer y golpeándome la cabeza, me dio la vuelta y por encima de él estaba la Luna, imponente que hasta detuvo el tiempo y me dejo admirarla, hoy estaba más brillante que nunca y más hermosa que de costumbre. Lentamente su cara la fue cubriendo hasta ser remplazada por el pasamontañas y tomándome de los hombros me levanto y alzo dejando que ya no tocaran mis pies el suelo. Con un movimiento con fuerza logre que soltara cayendo de pie y poniéndome en posición para que como un bateo a una pelota pasara mi cuchillo por su cuello, había sido un movimiento fino y preciso del que nadie se libra y del que todos caen muertos, pero él no; solo se había hecho para atrás y como si nada volvió a verme.

-¡¿Quién eres?! ¡¿Qué quieres de mí?!- estaba aterrado pero con un momento de cordura y como si algo me lo pidiera vi la pared por donde había pasado el viento producido por mi cuchillo después de cortar su cuello que empezaba a sangrar de una manera lenta y estaba limpia, blanca. Después vi escaleras abajo y de igual manera estaban limpias como si no estuviera pasando nada.

Me palidecí y solté el cuchillo produciendo un único silencio del metal contra el suelo, la cabeza me daba vueltas y con dificultad me podía poner de pie. Me tomo del cuello y me aventó escaleras arriba, a la entrada de mi cuarto donde veía enfrente de mí la mesa de cama y encima de ella el teléfono. Tenía tantas ganas de hacer una llamada que cuando empecé a gatear volví a sentir una mano que me daba la vuelta y me impedía que me moviera. El sujeto se sentó encima de mí y se descubrió el rostro.

Esos ojos, ese cabello, esa boca, esa nariz, ese mentón, esas mejillas, esa frente, esas orejas… era yo y estaba sonriendo.

-Quiero que la llames y le digas todo lo que le tienes que decir. No te arrepientas de nada y solo hazlo. No importa si piensa que es una broma después de lo que le hiciste o si no te cree, solo hazlo y no dejes que le miedo te invada. Sabes que la amas y que eres un estúpido que quiere recuperar al amor de su vida a costa de todo.- Diciendo esto tomo el teléfono de la mesa y marco un número, al final me puso el auricular en la oreja y empecé a escuchar el tono hasta que contesto con un “bueno”.

Cerré los ojos y empecé a decirle:

-Lo siento, no me importa que no me creas, no me importa que ahora me odies y que me lastimes o hagas algo. Solo lo siento, perdón por lo que hice, se que te lastime y que nunca lo olvidaras, que no merezco estar a tu lado y que sientas que jugué contigo, que te trate como quise y que nunca te respete. Que confiabas en mi y que me creías aunque no lo aparentaras, lo siento.- las lagrimas comenzaban a brotar de mi rostro.- No me importa que estas palabras no te llegue al corazón y hasta las odies, que me odies y que me hagas sufrir por lo que te hice; me lo merezco. No me importa si me quieres dejar después de esto, pero yo quiero remediar las cosas, no quiero ser como los demás quiero quedarme como lo he demostrado antes; quiero ser diferente porque no me quiero dar por vencido contigo, quiero una vida en un futuro a tu lado. Lo siento, en serio lo siento, jamás debí, nunca debí y fue demasiado tarde cuando me arrepentí pero nunca quise y nunca quiero perderte. No sé si pensar que ahora tú me harás lo mismo pero te perdonaría porque tú lo has hecho, porque sé que en verdad te amo y aunque ahora no lo valga, en serio lo hago y nunca me cansare de decirlo aunque me cueste mi propia vida. ¡Perdón, e serio perdón! Nunca me perdonare por lo que te hice y por esa razón siempre tratare de ser el mejor, de darte lo mejor y de que aunque no lo olvides te des cuenta de que aprendí de mi error de que aunque me pude ir aceptando mis consecuencias y tal vez aprendiendo, decidí quedarme apara asumir mis faltas de una mayor manera ya que ahora tengo que volver a recuperar tu confianza.- Comencé a sentir un liquido, mojado debajo de mi espalda y se acercaba a mi cabeza y piernas. – Perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón y perdón. Luchare, en serio  lo hare.-

Solté el teléfono y moví mi cuello para ver qué era lo que estaba mojándome. Tenía un cuchillo enterrado en la boca de estomago y lo que estaba mojándome era mi propia sangre que salía. No estaba el hombre y el silencio apodero mi cuarto hasta que deje caer mi cabeza en el suelo de madera y cerré los ojos lentamente.


… Tiempo después.


El silencio del hogar había sido sustituido por pisadas, el sonido que producían las cámaras profesionales al tomar una fotografía y de comentarios en voz baja de lo que estaban viendo.

El blanco de las paredes y el café del suelo habían sido sustituidos por un rojo en dos distintos tonos, uno vivo al juntarse con el blanco de las paredes y uno oscuro al estar con el café del piso y de uno que otro mueble.

El olor a hedor había llegado a casa de  los vecinos y estos llamarón a un policía el que encontró la escena, este llamo a la jefatura y con unas palabras comenzó una investigación “traigan a un equipo de forenses, peritos, a la policía estatal, a la federal y a todo el mundo; aquí paso algo horrible.” Era novato.

-Explíqueme que paso aquí en el nombre del Señor- dijo el detective que acababa de llegar a que estaba al mando de las investigaciones del peritaje.

-Empecemos con que la puerta principal estaba cerrada y el sujeto toma un vaso de agua. Se termina el vaso y lo deja en la mesa, en seguida toma un cuchillo y se lo clava en la costilla inferior derecha, se queda parado un rato y comienza a caminar a la puerta; se tropieza, suelta él cuchillo ensangrentado en este punto y se vuelve a incorporar tomando el objeto para llegar a las escaleras donde se detiene a la mitad y se corta una parte del cuello, no tan profundo pero si de peligro. No se mueve y comienza a subir las escaleras lentamente. Aquí podemos ver que el flujo de sangre aumenta al ver más cantidad de sangre sobre las paredes y el piso. Se tropieza llegando al final y comienza a gatear a su cuarto donde por estas manchas en el mueble de la cama trato de tomar el teléfono solo logrando tirarlo. Para este lugar, su cuerpo ya debió haber perdido dos terceras partes de su sangre y empieza a alucinar dejando que sus órganos dejen de funcionar. Con el teléfono en el suelo el logra tomar el auricular y se lo coloca en la oreja.-

-Ahí es donde llama por teléfono.- dijo el detective.

-No señor, nunca llama a nadie porque ya no le quedan fuerzas, su cuerpo esta a minutos de perecer. Continuo, pone el teléfono en su oído y el cuchillo lo acuesta en la boca del estomago; se da la vuelta y ahí es como lo encontramos.-

El detective comenzaba a analizar lo antes dicho y como última pregunta dijo:

-¿En qué parte de las escaleras se detuvo?-

-Justo a la mitad y justo debajo del traga luz.-

El señor se quedo callado y dijo:

-Debe haber una hermosa vista de la Luna desde ese punto.-

-Así es señor, es preciosa.-






Observaciones del autor.

Más de dos veces voltee a ver la puerta de mi habitación asustándome por los cambios de ritmo de la música que escucho mientras escribo, no me había pasado tan seguido; estaba aterrado. Mi pierna por un momento deje de sentir y mi corazón bombeaba con tanta fuerza que me distrajo más de una vez.

Hace tiempo un texto de este tipo no me hacia llorar.

Lo siento.

viernes, 8 de marzo de 2013

Noche de amor.


Una bailarina danzando en un pasillo alumbrado solo por los majestuosos candelabros de un techo no muy alto, pasaba puerta en puerta tocando solo dos veces mientras que con sus movimientos agraciados brincaba de derecha a izquierda y de izquierda a derecha mientras tocaba dos veces. Su vestido era blanco y usaba zapatillas, de vez en cuando giraba sobre su propio eje y sin cansarse bailaba por el inmenso pasillo tocando solo y solo dos veces. Su cabello era café como la más fina de las maderas  y su piel blanca como la nieve, sus labios eres rojos  fuego y sus ojos oscuros y rasgados se abrían para expresar miles de cosas y se cerraban para causar incertidumbre y suspenso. No era muy alta ni muy delgada, era de cuerpo promedio pero se movía con sigilosa por el estrecho pasillo. Por las puertas que tocaba a ton, sin perder el ritmo y alertando a todos los vecinos que había. Era el llamado, un llamado de la noche y tenía que salir con sus mejores prendas todas las personas para que pudieran darle una digna bienvenida a la nueva Luna que se acercaba.

Detrás de cada puerta había un vecino, un personaje característico y solo junto a él esta su herramienta favorita y su vida entera. Los cuartos estaban vacios y entregados a la oscuridad y solo con un foco alumbraban cada esquina al igual que con una silla y su herramienta que se convertiría su vida entera.

Había un pianista que vivía en su habitación con su novia que le besaba los dedos día a día. Una bailarina de ballet con un tubo de forma horizontal y un espejo en el cual veía su belleza inigualable y como se volvía cada vez más flexible. Un poeta con una libreta infinita de hojas y una pluma que nunca se acabaría, el piso estaba lleno de sus obras, mismas que eran hermosas, únicas y diferentes a lo que el mundo había visto. Un pintor con una pared blanca y cajas repletas de pinturas de todos los colores que pudieran existir. Un carpintero con una mesa, un hacha y madera que aparecía día a día aunque sus obras desaparecieran al día siguiente por falta de espacio a él nunca le molestaba y seguía creando figuras de sus demás vecinos que solo veía una vez al año. Un maestro, una tejedora, un científico, un filosofo, un escultor, una actriz, etc.

Eran personas que no salían de sus cuartos a menos que fuera el día de la bienvenida de la nueva Luna. Todo el año, todos los meses y todos los días estaban encerrados, no comían, no dormían, no tenían necesidades físicas, eran seres que habían dejado la realidad para empezar su propio mundo en el que ellos eran dueños.

Al escuchar el sonido de la puerta al ser golpeada por el otro lado sabían que debían de dejar lo que estuvieran haciendo y ponerse su único y segundo conjunto de ropa; un traje o un vestido. El pintor dejo sus pinceles, el pianista dejo de tocar, la tejedora soltó su estambre y el carpintero de sacudió sus manos. En un momento todos se quedaron parados en sus habitaciones y vieron sus ropas formales aparecer listas en los picaportes de la puerta de entrada y salida. Con tiempo y sin demoras todos se cambiaron.

En un mismo momento todos abrieron las puertas y se volvieron a ver soltando una sonrisa amigable y estrechando una que otra mano. Voltearon a ver el final del pasillo y observaron a la bailarina parada de manera muy recta viéndolos a todos y haciéndoles un gesto de que la siguieran, desapareció en otro pasillo y los demás salieron de sus puertas sin voltear atrás y con un paso firme, seguro estaban a punto de ver a su nueva iluminación.

Todos estaban en un castillo, una mansión inmensa llena de pasillos alumbrados por los mismos candelabros y de puertas del mismo tipo separadas por la misma distancia, pero adentro de cada uno había una persona diferente. Eran puertas incontables, eran pasillos eternos, era una mansión en la que había mundos diferentes y esta noche todos esos universos se juntarían.

La bailarina salió de la gran puerta principal del castillo apurada y con una gran sonrisa, seguida de ella venían todas las personas caminando tranquilamente pero contantes por parejas. Eran decenas, centenares, miles de personas las que salían por esa gran puerta de madera y se dirigían al barranco donde ya los estaba esperando la bailarían que ahora tenía un vestido aun más elegante del mismo color blanco, era un vestido de novia con detalles mostrando flores y líneas como si fuera una cebra teñida de blanca; un ser majestuoso y hermoso.

Cuando todos llegaron al barranco lo único que hicieron fue ver el cielo y esperar. Delante de todos, la bailarina ansiosa esperaba la llegada de la nueva Luna cuando sintió que alguien le estrechaba la mano y se paraba a un lado de ella, lo volteo a ver y era un hombre no muy lato a ella, con el cabello corto y vestía de un traje ajustado a su medida, era el traje más elegante al igual que el vestido de su pareja. Los ojos del hombre eran cafés claros y sonriéndole a ella la vio tranquilamente disfrutando de ese momento.

Nunca apartaron sus ojos hasta que llego el momento, el momento en que todos observaron como las nubes se abrían y aparecía una nueva Luna, la Luna que verían por minutos antes de regresar al castillo; la Luna que todos ansiaban para inspirarse pero era diferente para la bailarina y el caballero del frente.

Era la única vez en la que se veían a los ojos, en la que se estrechaban de la mano y en la que antes de partir se daban un beso que duraba minutos pero todos sabían que para ellos duraban años y cuando se separaban ya esperaban al año siguiente para volverse a ver.

Todos vivían en mundos diferentes pero se unían al salir la Luna una vez al año, bajo la Luna estaban juntos y mientras esta existiera nunca se iban a separar; era la ley que regia al castillo y sus vidas; la promesa del hombre y la bailarina, la inspiración de todos los que vivían en sus mundos.

Bajo la misma Luna existirían y todo lo que desearan podía realizarse.