sábado, 1 de agosto de 2015

Caperucita y el Lobo.

Sus ojos, sus orejas, sus labios, su cabello, su nariz, su piel, su cuello, sus mejillas, sus cejas, sus pómulos, sus brazos, sus piernas; su no sé qué… Eran las imágenes que pasaban lentamente por la cabeza de un lobo que acostado en su habitación recordaba a  aquella caperucita que conoció en el campo o en el bosque o en las praderas o en las montañas; no importaba eso, sino ella y solo ella.

Sus audífonos ahora tocaban la canción de “Digital Love” del grupo Daft Punk del álbum Discovery y con los ojos cerrados y las piernas cruzadas sonreía al ver en la oscuridad de sus pupilas aquella vez que estuvo con ella por primera vez. Ese hola, esa plática de ciencia ficción, esa charla de lecturas, ese momento en que le enseño un juego y rozo con temor su piel; esa piel tan seductora que de tan solo recordarla, la sonrisa crece al igual que el flujo de sangre por sus órganos. Ese momento en que lo tomaron de la mano y aunque talvez haya sido sin intensión; esas cosas nunca se olvidan y el tiempo se congela cuando suceden. Y claro que el momento en que la extrañó.

¿Puedes extrañar a alguien que apenas conoces de unas horas? Demonios que sí, se contestaba a su pregunta el animal que había hablado poco esa noche y solo se concentraba en las palabras que salían de aquella humana, del conocimiento acerca de las artes que aunque tenía y aunque para el fueran nuevas; estaba dispuesto a aprender. No había nada más en la mente del lobo esa noche que no fuera saber más acerca de ella.

¿Qué hubiera pasado si esa noche…? Una pregunta inconclusa que le hizo abrir los ojos y mirar al techo blanco, dejar de mover sus pies al ritmo de la música y dar un suspiro. Sabía que las casualidades no existían pero tampoco que todos tenemos un plan ya establecido; pero era increíble cómo no se la había podido sacar de la cabeza aunque no la haya visto desde hace más de dos meses, como se sentía esa emoción de volverla a ver; como cuando era una cría y salía por primera vez a una cita, esa llama interna que no se puede controlar aunque lo intentes.

Estuvo a punto de no ir esa noche, al igual que ella. Esa noche iba a ser solo de desesteres, de pensar en otra cosa que no fueran las actividades cotidianas pero; pasó, la conoció y ahora… ¿Y ahora qué?

Nunca han dejado de hablar, nunca ha dejado de preguntar por ella aunque sea por medio de terceros, nunca la pudo sacar de su mente.

¿Un lobo enamorado de una, caperucita? A algunos les suena complicado, extraño de entender; pero para él era un sueño hecho realidad, aunque sea para él.

“There is something about us” Se dijo y escuchó al mismo tiempo.

¿Caperucita se podía enamorar del lobo? Pronto lo sabría y sabiendo que le iba a costar tiempo y paciencia; la tendría, sabía que la tendría porque lo valía.


Dejo de mirar al cielo y se recostó sobre su brazo volviendo a recordarla y ansiando volverla a ver. 
La noche pasó al igual que las canciones en sus oídos pero ella seguía ahí y no se fue hasta el momento en que la volvió a ver y nuevos recuerdos comenzaron a quedarse con él.