Sabía que esperar, sabía que iba a pasar y eso me encantaba.
Estaba en casa viendo las caricaturas cuando escuche a una
mujer reír por el otro lado de mi puerta e irse alejando de está. Voltee a ver
el reloj y eran las siete con quince minutos.
No le preste importancia y deje que el tiempo corriera
mientras yo seguía inmerso en la televisión.
Dieron las nueve y me prepare para la cena. Me di un baño,
me arregle y tome una botella de vino que había en mi departamento, era vieja y
nunca la había abierto pero también sabía que nunca me le iba a tomar así que
decidí llevarla para la ocasión.
Salí del departamento, lo cerré con llave y camine por aquel
pasillo que dividía nuestros hogares y me detuve hasta estar enfrente de la
puerta de aquella dama con la que había estado últimamente.
Pasaron un par de segundos antes de que levantara mi mano y
tocara el timbre. De inmediato una voz femenina con tono tierno dijo que
esperara un momento, así que me quede parado viendo la botella que tenía en una
mano tratando de averiguar de dónde la había conseguido.
De pronto la puerta se abrió un poco y apareció aquella dama
vestida con un mandil para cocinar de color amarillo con verde. Ella se
escondía detrás de la puerta primeramente para ver quién era quien tocaba y al
darse cuenta que era yo abrió por completo la puerta y me invito a pasar.
Ya dentro de su hogar me cuenta que debajo del mandil
portaba un vestido rojo con la espalda descubierta y tan largo que le llegaba a
las rodillas. Se había arreglado el cabello y maquillado, ya que tenía una
novedosa trenza en un lado de su rostro y unos labios tan rojos como su
vestido.
Me sonrió y sin decir una palabra me invito a caminar por su
casa hasta llegar a la sala solo con un gesto con la mano.
En su departamento había poca luz ya que todo estaba
iluminado con velas dándole un tinte romántico y seductor.
Llegue al comedor y vi a mi excompañera de la escuela
sentada del otro lado de la mesa. Había palidecido y abierto los ojos como
platos cuando me vio pasar pero sin decir una sola palabra; no podía.
-Anda siéntate amor. ¿Te sirvo?- me dijo la mujer mientras
sacaba la silla por debajo de la arreglada mesa con velas, flores, fruta y
demás detalles de metal.
Guarde silencio un momento viendo a aquella dama que solo me
veía extrañada hasta que dije:
-Traje vino- mientras que lo levantaba y se lo mostraba.
-Que detalle, muchas gracias; no debiste. Déjame primero
servirle a nuestra invitada y vemos que tal esta. Muchas gracias- Tomo la
botella y la llevo hasta donde estaba la invitada. Irguió la botella tomándola del
cuello y la estampo contra la nuca de aquella dama que por el impacto le sacudió
todo el cuerpo y le empujo su rostro hasta la mesa impactándolo y dejándolo ahí.
Fue un golpe hueco que destrozo la botella en miles de
pedazos dejando todo el piso y a la mujer mojada por completo de aquel liquido
tinto.
-Estaba muy buena querido, me gustó mucho- Me dijo mientras soltaba
lo que quedaba del cuello de su mano y se estrellaba en el suelo.
-Qué bueno que te gusto, la verdad no sé de qué año era pero
ese tiempo de añejamiento lo valió- Le decía mientras me sentaba en la mesa y
acomodaba mi servilleta por encima de las piernas.
-Lo valió bastante. ¿Te sirvo?-
-Por favor, estoy hambriento-
…
Comimos, platicamos y reímos hasta que dieron las tantas
horas de la madrugada y le comente que ya me tenía que retirar.
Me acompaño hasta la puerta y nos despedimos con un beso en
la mejilla y un abrazo.
-Oye, que pena que mi invitada se pusiera de esa manera y se
quedara dormida sobre la mesa- Me decía eso mientras veía el cuerpo inmóvil con
sangre saliendo de la parte de atrás de la cabeza, los ojos abiertos y el
cuerpo amarrado a la silla de aquella mujer que había sido golpeada por horas.
-No te preocupes, el alcohol es el alcohol-