La música salía por las paredes haciendo vibrar las ventanas
de los autos y los cuerpos que esperaban formados impacientes y con sus mejores
prendas donde los hombres usaban camisas de colores y playeras con cuellos V,
pantalones de mezclilla y zapatos entre formales y elegantes y las mujeres
vestidos entallados para mostrar sus atributos naturales entre los que destacaban
en la mayoría las piernas, la espalda, los muslos y los senos; todos esperaban
entre comentarios y risas para poder entrar al famoso club del que todos
hablaban, donde no cualquiera podía entrar y en la entrada era regido por un
hombre fornido con un traje que hacía notar sus músculos.
¿Qué me había llevado ahí? No lo sé, solo recordaba como última
vez que estaba en mi casa y me había acostado en mi cama dispuesto a dormir
para poder recuperarme ya que estaba muy cansado. Me había tomado unas
pastillas y después de eso nada. ¿Cómo me había bañado, vestido, llegado al
auto y arribado a aquel lugar de ladrillos rojos, con solo una puerta pequeña
de lamina y ventanas en lo alto de donde salían luces de muchos colores sin
alguna sincronización?
Era una situación extraña ya que podía pensar con cierta
claridad y tenía todos mis sentidos pero no era dueño de los movimientos de mi
cuerpo; era como si estuviera viendo una película en primera persona o tal vez jugando un video juego pero
en la parte donde la computadora toma los controles del personaje.
¿Acaso era loción? ¿Me había bañado? ¿De dónde saque el saco
entallado, el pantalón oscuro entubado y los zapatos? La camisa que traía si la
tenía y la corbata negra a medio ajustar.
Estacione el auto enfrente de la puerta y me bajaba dejando las
llaves en el vallet aventándolas al aire y después recogiéndolas el muchacho
con su chaleco negro y camisa blanca. Pero qué bonito carro traía.
Caminaba a la puerta principal y con un gesto estreche la
mano del cadenero, parecía que lo conociera ya que movía sus labios en forma
amigable, como si estuviéramos hablando pero no podía escuchar nada, ni de mí
ni de él. De pronto con una sonrisa, el hombre se quito de enfrente de mí y me
dejaba pasar al lugar. Ya dentro, era una locura total.
El lugar era oscuro y grande pero estaba todo iluminado por
luces de neón y lásers de colores que parpadeaban en todas direcciones de forma
descontrolada mientras que la gente enfrente de mi brincaba con las manos en el
aire dejándose llevar por la música que era lo único que escuchaba; el ambiente
estaba muy bueno, envidiable unos dirían pero tenía algo raro.
Había un segundo piso en el edificio que rodeaba las paredes
siendo solo pasillos. Al fondo dos torres de bocinas gigantes que prendían de
colores en cada extremo de una mesa donde había una mujer tocando la música electrónica.
Todos bailaban.
Las mujeres dejaban su largo cabello relucir y moverse sin
ninguna restricción mientras que sus blusas y vestidos se levantaban con cada
brinco; los hombres con sus camisas desabrochonadas o sin ellas dejaban que su
sudor corriera por sus pechos y abdomen haciéndolos brillar mostrando sus músculos
o sus panzas producidas por la cantidad de cerveza que ya había consumido.
Empecé a caminar entre la multitud y observe de todo,
parejas de todas las combinaciones demostrándose su amor apasionadas por la
música, dejando que sus manos tuvieran mente propia y sus labios fueran dueños
de la situación; hombres y mujeres tomando todo tipo de bebidas de todos los
colores y de formas diferentes como mangueras, botellas, zapatos, latas, en
grupo, de barriles, etc.; gente en mesas drogándose con pastillas, caminos de
polvo blanco, pipas y cigarros alargados.
La gente estaba feliz, y se dejaba llevar por las
vibraciones de la música hasta que empezaron a saludarme estrechándome la mano,
dándome palmadas en la espalda y levantando sus bebidas; todo eso de parte de
hombres y por las mujeres se me acercaban dándome besos en las mejillas,
abrazándome efusivamente y haciéndome gestos seductores con una sonrisa, una
mirada picara y sus manos recorriendo su cabello y cuerpo lentamente.
¿De dónde parecía que conocía a esta gente? ¿Por qué todo
mundo me saluda? ¿Qué pasó aquí? Todo era un caos en mi mente pero no podía
hacer nada al respecto, no dejaba de saludar a la gente y al parecer conversar con
ellos.
Después de ese momento llegue a una puerta de madera que
cruce dejando la música y la multitud atrás. Estaba en el baño que era de lo
más sencillo pero como el de cualquier otro antro; sucio. Me agachaba, me
mojaba la cara y al momento de levantar la cara me miraba al espejo y no era
yo.
Veía a un sujeto con una mirada cansada, con ojeras enormes
en los ojos, con los labios pálidos, con un golpe en la mandíbula, con el
cabello hecho un desastre y con los dientes amarillentos. Tenía un aspecto
demacrado por el alcohol, las drogas y el desvelo; yo sospechaba. Pero después de
ver bien esa cara, resultaba ser que si era yo. ¿Qué me había pasado?
De pronto dejaba de ver el espejo y miraba la puerta que se
azotaba y entraban dos hombres grandes; en ese momento el ruido de la música
entro y volvió a salir con la puerta cerrada.
Los hombres portaban trajes negros con camisa blanca y
corbata oscura, no eran mayores de cuarenta años, ambos calvos, uno estaba
perforado de la oreja y el otro de la ceja y con un tatuaje en el cuello de un
tigre. Tenían un aspecto serio, algo estaba pasando ya que yo dejaba de estar
apoyado en el lavamanos y me levantaba con los brazos estirados hacia ellos
como si los fuera a detener de algo mientras yo iba retrocediendo y ellos acercándose
a mí hasta que llegue a la pared.
Los hombres no mostraban otro rostro que el de su seriedad y
no tenía que escuchar para saber que iba a pasar. El de el tatuaje soltó el
primer golpe y después el de la perforación en la oreja.
Trataba de defenderme pero solo sentía golpe tras golpe en
el rostro y en el cuerpo que retumbaban por toda mi mente taladrándola de
dolor. Yo soltaba golpes pero parecían que ninguno hacía efecto hasta que uno
de ellos me tomo del cuello y me aventó al vidrio del espejo tronándolo con mi
espalda. Me levantaba lentamente pero de nuevo me tomaban del cuello y ahora me
arrojaban a la pared donde antes estaba.
De pronto la música subió de tono y como si tuviera la
bocina a un lado escuchaba el electro mientras me golpeaban.
Decidí mejor por cubrirme pero lo único que logre era que
los golpes fueran más efectivos y dolorosos hasta que se detuvieron cuando yo
ya estaba en el suelo y tras unas patadas en el estomago me sentaron en el piso
mojado por el agua, las vomitadas, los orines y mi sangre que salía de mi boca,
nariz y cortadas.
Sentía toda la cara hinchada y el inmenso dolor de mi cuerpo
que me impedía levantarme hasta que alcé la cara y vi a ambos hombres, ellos como
si no hubiera pasado nada ya que seguían con su seriedad pero un poco exaltados.
Uno de ellos metía su mano a su saco y sacaba una pequeña
pistola con la que jugó un poco entre sus manos y al final me apunto.
El olor era asqueroso, la boca me sabía a metal, el cuerpo
me dolía y la música se escuchaba fuertemente mientras salía la bala del arma a
alta velocidad hacia mí.
…
Estaba sudando frío en mi cama cuando me desperté.