martes, 31 de julio de 2012

Solos con nuestro silencio.

La luz de la alcoba se prende y apaga constantemente, la gente entra y sale del cuarto y tú no debes hacer ninguna pregunta.

Estas acostado de lado en la cama cuando sientes una mano que pasa por tu mejilla lentamente, esta palma es suave y cuidadosa. Sientes como la cama de hunde seguido por un beso en la oreja por una persona que sabes quién es, ya que no existe. Y al final solo te abraza con sus brazos cálidos y se queda quieta.

No dices nada, no preguntas nada y no haces nada; nada es real pero tampoco un sueño ya que estas despierto y aun no puedes dormir.

Ves pasar a miles de personas a un lado tuyo rápidamente pero no tienen rostro y no te hacen caso, para ellas tú no existes. Tu cuarto se transforma en diferentes escenarios cambiando la iluminación, el clima y hasta nuestra posición. Recuerdas que ya has estado ahí antes, lo que estabas haciendo y con quien estabas hablando en ese momento, pero ahora eres invisible y nada te puede pasar. Crees caminar o hacer algo pero la verdad es que no te puedes manipular, actúas de manera involuntaria sin tener sentimientos algunos o alguna sensación.

Algo sucede, todo cambia y vuelves a tu cuarto obscuro, con tus sabanas enredadas en tus piernas y solo cubriendo medio cuerpo semidesnudo. Volteas a tu lado pensando que la caricia, el beso y el abrazo son reales y te das cuenta que estas solo, no hay nadie caminando a un lado de ti o acostado a un lado tuyo; solo sientes frio y te vuelves a acomodar en tu cama, tratas de cerrar los ojos y todo es diferente ahora. Estas en un lugar que nunca has visto con gente que nunca pensaste ver junta pero todo sigue su curso y no puedes hacer nada, estas solo con tu silencio.

lunes, 30 de julio de 2012

Lamentos de un día igualable.

¿Qué se espera de una persona que piensa en la perfección y que tras un error la gente lo señala como un imbécil, olvidándose de todo lo que ha logrado y solo recordándole su error? ¿Acaso la humanidad solo puede vivir con los gritos y el caos? ya que en un momento de tranquilidad la sociedad no puede estar en paz, tiene que tener algo que la motive a causar caos e ira entre sí.

 Un error y me costó más de lo que pude pensar. Dudas, inseguridad, pena, vergüenza y odio. Pero eso sucede cuando todos nos equivocamos ¿no? Es un efecto que nos produce una baja en la autoestima y que nos dejemos derrumbar, porque eso queremos; estar en el suelo por esos momentos saboreando nuestro noble fracaso. ¿Nos levantamos? Solo pocos, los que queremos y los que no nos dejamos.

Pensamos en el hubiera, el hubiera nunca ha existido, es un mito, una mala leyenda con la que engañamos a nuestra mente pensando en una realidad alternativa cuando estamos en el proceso de nuestra falla.

“Ojala no hubiera escogido la galleta” un pensamiento que pensé en mi momento de decadencia pero seguido por un “qué bueno que escogí la galleta” ¿qué pasó ahí?

El momento en el que nos caemos es cuando usamos el hubiera; el momento del enojo, el cual utilizamos un pensamiento que involucre al mal que nos afecto en su contra; el momento de levantarnos, cuando aceptamos lo que está hecho y lo que está pasando.

No estoy de pie, ni acostado; solo sentado esperando que todo se mejore por sí solo. Lo hecho, hecho esta y no hay nada que podamos hacer con eso.

Estoy en un momento de aceptación, el momento en el que nos levantamos y dejamos que todo fluya. Al principio de este texto estaba hecho pedazos, pero ahora a casi su final, me pude levantar.

No esperen nada de mí, porque no quiero decepcionarlos y eso me dolería más a mí por ser un perfeccionista excéntrico. Me maldigo por eso.

Tenga un buen día y como una nota final, no tengo ni la más remota idea de lo que escribí aunque tiene un cierto sentido ahora que lo vuelvo a leer.

viernes, 27 de julio de 2012

El fin del asesino. Parte 15

El cuchillo cayó al suelo y fue lo único que pude oír. Seguía con los ojos cerrados, mi mente se preguntaba que había pasado, mi corazón gritaba en mi interior revolcándose en un gemido de “¡porque no lo hiciste!” y mis músculos aun estaban listos para ser atravesados por la fina punta de un metal que ya estaba predilecto a matarme.

Se alejo de mí lentamente, se abrió la puerta del elevador y luego se cerró silenciosamente. Estaba solo y no pasaba nada, ni una brisa que pudiera relajarme; nada me podía hacer entender que había ocurrido en ese edificio, el por qué seguía de pie y ni siquiera sabía en donde estaba en esos momentos. Estaba muerto, literalmente esa mujer tan hermosa me dejo vacio, vacio de conocimiento y de razón.

Fui abriendo los ojos lentamente y vi al cuerpo colgante; todo estaba igual. No podía dejar así las cosas aunque tuviera una fuerte necesidad de irme de ahí. Tome todas cosas sobre la mesa y las guarde hasta solo dejar al joven goteando pero sin dejarlo limpio, cogí un plumón de mi maleta y le escribí un pequeño mensaje sobre su pecho:

“Aquí les dejo un regalo, la familia”

Guarde el plumón y me fui rápidamente. No podía pensar en nada, solo camine hasta mi auto, guarde en el maletero mis cosas y conduje rápidamente a mi hogar; sabía que eso era algo imprudente pero no era capaz de hacer otra cosa, quería… no que quería solo no podía pensar en otra cosa que no fuera el sonido del cuchillo caer al suelo. Mil dudas entraron a mi cabeza y ninguna la podía resolver, solo veía las luces de los demás autos dirigirse a mí y después pasar velozmente a un lado de mi auto.

Cuando llegue a casa, frene precitadamente, como si hubiera querido estrellarme con un poste enfrente de mí pero al final cambiara de decisión, estaba tomado del volante con fuerza, sudaba por todos lados y no podía parpadear. Minutos después me di cuenta como estaba y solté el volante suavemente, los dedos me dolían. Trague un poco de saliva porque mi boca estaba seca y al final pude parpadear. Salí del auto como un ebrio, saque las cosas de mi cajuela, entre al edificio, luego a mi departamento. Ya era tarde así que nadie me vio aun cuando se me cayeron las llaves porque las manos me temblaban. Cerré la puerta, solté mis cosas y me senté en mi sillón. ¿Qué había pasado?

Sonó el teléfono. Al principio no quería contestar pero como si una voz me lo ordenara cogí la bocina y la lleve a mi oído.

-¿Hola?- fue lo único que pude decir y que era capaz de hacer, después de esas palabras me  sentí agotado; como si hubiera corrido un maratón por días.

-¿Puedes venir a mi casa?- era ella.

No me daba cuenta que las calles estaban vacías y que ningún auto estaba circulando aun a pesar de que estaba a punto de amanecer; era como si las personas me dejaran este momento a solas con mis pensamientos. Un par de ebrios en la calle, perros caminando por la acera en manada y sujetos corriendo con la finalidad de hacer ejercicio ¿Qué será de ellos? ¿Pasaran por lo mismo que yo? Lo dudaba, era gente normal con vidas normales; se levantaban, desayunaban, iban a su trabajo, regresaban a casa, tenían un poco de vida personal y después dormían para volver a repetir la secuencia al día siguiente; algo que trate de hacer para verme normal pero nunca sucedía de esa manera. No los envidiaba ni los apreciaba, era gente como yo pero diferente, normal.

Estaba en silencio el auto, mis pensamientos, la calle, todo; hasta que llegue a la puerta de su hogar. Fue como si todo el ruido que no percibiera antes se fuera acumulando hasta ese momento. Mi cabeza gritaba temerosa pero no entendía que quería decir, mis piernas de daban por vencidas y pedían un respiro, mi corazón quería dejar de estar excitado y poder descansar y mi voz guardaba silencio.

No sé como salí de mi auto y camine hasta su pórtico, solo antes de que tocara el timbre y se abriera la puerta con ella del otro lado fue como si regresara a mí mismo, como si volviera a tener control de mi persona y volviera a poder sentir un respiro y mi corazón calmado. Pero no fue porque me relajara sino porque la vi, ahí parada con la misma ropa que la última vez, viéndome fijamente, con su cuerpo tenso, su maquillaje corrido y su cabello hecho un lio.

Me pidió entrar con un gesto con la mano y la seguí hasta su cuarto en un primer piso, todo estaba en silencio y ordenado, ningún libro estaba fuera de lugar o una sola mancha en el piso. Era como estar en un lugar donde nadie antes había estado, un lugar virgen, tan limpio y ordenado pero traía con ella algo que no se si lo tenía que ver o no, en su espalda baja, atorado en su pantalón, un objeto rectangular de unos veinte centímetros aproximadamente.

Se dio la vuelta en frente de su cama y me volvió a ver muy detenidamente. Yo no podía decir nada ni moverme incluso, solo también la observaba fijamente. Y sin decir nada se acerco a mí velozmente hasta estar tan juntos que sentíamos nuestra respiración y podíamos escuchar e corazón del otro, latía como una locomotora a su máxima velocidad. Así estuvimos por un par de segundos hasta que… me beso en los labios.

Sus labios era fríos y sus ojos estaban cerrados, sus manos me tomaron de mis brazos fuertemente y me beso aun mas apasionadamente, solo pude mover  mis manos a su cadera, inclinar mi cara y cerrar los ojos también. Ya en la oscuridad de mis parpados vi todo pasar, una serie de sentidos que nunca antes había sentido, colores transitar por un fondo negro iluminando mi espacio. Sentí como mi cuerpo se erizaba y pedía más de esa sensación. Ya me había besado antes pero esta vez era diferente, me transmitía algo que no puedo nombrar, tal vez sus sentimiento o sus emociones pero era como si por fin estuviera conectado con alguien, al fin podía sentir algo de esa manera sin tener que matar a alguien, incluso esa sensación y esta era tan diferentes que llegue a odiar en estos segundo mi terrible adicción y desearía que esta, esos labios, esa emoción, esa sensación de conexión y ese sentimiento de amor fueran una nueva; hasta que sentí húmedo por mi nariz pegada a su mejilla, era una lagrima no de ella, era mía. Segundos después de eso sentí como un objeto filoso penetraba mi costado izquierdo cortando mi piel, mis músculos y todo a su paso. El cuchillo entraba por debajo de mis costillas hasta que su mango se lo impidió, solté un gemido pero sin seguir besándola y aun con los ojos cerrados que ahora los oprimía con mis parpados. Sentí otra lágrima pero ahora ya no era mía, era de mi pareja.

Dejo de presionar el cuchillo sobre mi cuerpo y lo soltó al igual que mis labios. Ambos abrimos los ojos, ambos estábamos llorando y solo yo era el que volteaba a ver solo el mango del cuchillo sobre mi costado, no lo quería tocar; la volví a ver a ella y estaba ahí parada, viéndome, con una mano ensangrentada, la mano que primero me agarro el brazo y lo oprimió con fuerza, la mano que me había soltado y había cogido de su espalda el objeto que ya antes había visto y después enterrármelo.

Sentí calor, luego un hormigueo y al final un dolor que me doblo poniéndome de rodillas en frente de ella. Derramaba sangre y lagrimas sobre su limpio piso pero no decía nada, tal vez porque así tenía que pasar, eso era lo que se tenía que hacer y yo lo sabía, tenía que cobrar mi vida y dejarme morir como tanto deseaba.

La volví a ver, ahora ella más alta que yo y me dio la espalda, camino hacia uno de sus muebles a un lado de su cama y un objeto que cuando lo vi solo me paralice más; la imagen era clara y lo que iba a suceder a continuación. Después de tomar el objeto se ergio y camino lentamente, en su mano tenía una navaja y sus brazos con marcas de ella la delataban, por esa vista al fin pude decir algo en susurro “no lo hagas, no” y después me retorcí aun más por el dolor poniendo mi frente en el piso y viendo como se hacía más grande la mancha de sangre en el suelo, y solo pude escuchar como una puerta se cerraba.

Levente la vista con la fuerza que aun me restaba, me derrumbe sobre el suelo y el charco de sangre y como pude gatee así la puerta que estaba más cercana, era un baño. Cuando llegue entre sollozos y gritos de dolor me alce con los brazos, gire la perilla y empuje la puerta. Lo que vi me termino de destruir. Estaba acostada sobre su tina  con un brazo afuera de ella y se hermosa cara viendo el techo, su brazo expulsaba sangre rápidamente y su color de piel se palidecía aun mas rápido. El corte era vertical y no se podía hacer nada, eso lo sabía ella y yo.

Me volví a tirar al suelo y llore aun más de dolor, tristeza y enojo y grite aun con más fuerza “No” sin importarme que hiciera más esfuerza, que derramara más sangre y que apresurara más mi muerte. Cuando la volví a ver parpadeo, eso me lleno de fuerza y me volví a levantar sobre el nuevo charco de sangre de ahora dos personas.

Me acerque lo más que podía y estire mi brazo hasta tomar su mano que estaba fuera de la tina, no sé si lo que paso fue real o fue algo que quise que pasara, pero cuando la toma de la mano con poca fuerza ella me volteo a ver con esos ojos que eran tan perfectos que volví a romper en llanto, era un regalo y lo mejor me pudo haber pasado en la vida; ver sus ojos, tan hermosos, tan perfectos, tan sinceros que no los pude dejar de observar; después de eso sonrió levemente y yo también lo hice y dije a penas con algo de fuerza que tenía:

-Te amo-

Y sin que lo esperara me contesto antes de que callera su cabeza sobre la tina pero con sus ojos aun viéndome perdiendo la vida:

-Yo también- y sonrió.

 No podía llorar, solo admirarla unos segundos antes de que yo también callera muerto sobre el piso, sobre la sangre que habían derramado dos personas que se amaban y que lo siguieron haciendo hasta el fin de sus vidas. Una de una mujer con problemas pero que siempre tenía una sonrisa para dar y otra la de un hombre con problemas diferentes pero que deseaba ser alguien más y que nunca se retracto de nada.















“La vida es algo privilegiado que tenemos los seres vivos, un regalo que todos debemos de aprovechar hasta el fin de esta”











FIN

lunes, 23 de julio de 2012

En la oscuridad del amor.

La luz siempre ha sido vista como sinónimo de felicidad y vida, pero en la oscuridad ocurren cosas que proyectan un sentimiento de lo infinito y lo imposible en posible. En la oscuridad pueden ocurrir cosas impensables, con los sentidos sensibles y las respuestas espontaneas. En la oscuridad ocurre el amor y la pasión pero en la luz el furor y lo impensable se revela ante los ojos de dos enamorados.

El sonido se llamaba silencio y lo que la vista veía era oscuridad. Mis labios recitaban tu nombre lentamente y como un susurro entraban en tu oreja, mis manos sin saber a dónde ir conocían tu cuerpo con suavidad y ternura.

Tu aroma, oh… tu aroma hecho un éxtasis entraba a mi cuerpo si querer salir y quedarse ahí por una eternidad. Tu sabor, el más exquisito manjar que ninguna persona podría igualar; el de tu espalda fría.

Nuestras manos se llamarón y se encontraron, se tocaron conociéndose y al final se unieron con una fuerza imparable e inigualable, no se querían soltar.

Era en un cuarto oscuro cuando supe con quiero pasar la eternidad, es en mi corazón el que late por un beso mas de tus labios predilectos que chocan como pólvora en un cuarto de fuego, incendiando todo a su paso y volviéndose imparable para cualquiera que quisiera detenerlo.

Y se encontraron tan suaves, tan dulces, tan magníficos; los labios de dos enamorados.

Por encima de los dos cuerpos, una luz tenue se prendió iluminando solo a las personas, todo lo demás seguía sumergido en la obscuridad.

Hicieron de lo imposible posible en la oscuridad y ante la luz se presentan juntos, inseparables, imparables. Llevan diez meses juntos y les falta una eternidad unidos.  

viernes, 20 de julio de 2012

El fin del asesino. Extra

No sabía cómo empezar este texto, no hay manera de cómo agradecer a todas las personas que colaboraron en este pequeño proyecto pero lo intentare y espero les guste.

Todo empezó con un sentimiento de escribir algo que saliera de lo ordinario, de escribir algo que expresara lo que sentía, lo que tenía que decir y tal vez no lo que deseaba hacer pero si lo que pasaba por mi mente; así nació un personaje que me enseño más de lo que pude pensar aun siendo producto de mi conducta, mis actitudes y de mi mente retorcida. Me enseño a aferrarme a hacer lo que en verdad quiero y a darme cuenta quien soy en verdad, gracias por toda esa sangre derramada.

“El fin del asesino” una serie que fue creciendo conforme la imaginación de su loco creador ingeniaba nuevas cosas una y otra vez. Un conjunto de textos que no narran más que una vida paralela y nos colocan en situación que a veces son de reflexión y otras de simple tensión con el “¿que pasara? o ¿ahora qué?”.

John Katzenbach, un escritor profesional que sigo, que admiro y que me enseño mucho acerca de este género literario. Consumo sus libros con ansias y cada uno de ellos me deja una sensación que muy pocos en la vida real logran, el provocar que mi corazón palpite a mil por hora con cada palabra que leo, con cada situación que pasan sus personajes y con cada escena que queda indefinida lo que provoca leer aun más. Gracias profesor.

Pamela, mi musa, mi dulce adicción, mi admiración, mi gusto, mi sentido de ser y mi acompañante fugitivo. Con diez meses sobre nosotros y sigo aprendiendo de ti. En este texto final protagonizaste un personaje que fue fundamental en la vida literaria de un asesino que es real en la mente de una persona que te ama un sinfín. Gracias por estar presente y si el asesino matara a alguien de amor, sería a ti. Mi mente te ama, mi corazón me pide que no te deje y yo estoy feliz con eso y contigo. No estoy contigo por mucho tiempo como el que desearíamos, ni el suficiente como te mereces pero soy tuyo de mente y corazón y eso nadie lo ha tenido antes. Te amo y créeme que lo hago. Gracias mi asesina.

A mi familia que gracias a su nula curiosidad no quisieron saber que escribo durante jornadas de dos horas en las cuales no estoy para nada ni para nadie porque si tuvieran curiosidad, ya estaría en el psicólogo desde ya hace mucho tiempo. Gracias por darme mi espacio.

Gracias asesino. No tengo palabras para ti, solo miles de historias que faltaron por escribir y que serán dichas a su debido tiempo. Te debo una vida, pero estamos juntos en esto y seguimos salpicando el teclado con lo que me dictas sin parar en mi mente. Gracias por existir.

Gracias lector. Sin ti no habría nada, no tengo con que pagarte excepto con textos que te estremezcan y te dejen sin aliento.

Gracias Ni4. Un espacio que nació de la nada, pero que hoy es mucho.

Gracias Gabriel… en serio gracias.



El fin del asesino. Parte 15 (viernes 27 de julio de 2012)

Un círculo se debe cerrar y que mejor fecha que esa.



Gracias a todos por existir.

lunes, 16 de julio de 2012

El fin del asesino. Parte 16

Todo había empezado con una mujer que me enamoro, que me hechizo con su mirada virgen a la vista pero con secretos malignos guardados en ella. Era un ser hermoso y cautivador, pero letal y que al final de cuentas termino cubierto del liquido que tanto amaba. Fue a simple vista mi iniciación hacia el nuevo sendero de mi vida y nunca pensé que este tuviera un fin, yo era indestructible aun con miles de almas penando en mi cabeza; nunca me arrepentí de nada.

Estuve casado y la deje porque si no lo hacía iba a terminar como todos los demás, ahora solo huesos, polvo algunos otros y otros tantos aun con una piel pálida, ojos abiertos y los pocos músculos sin comer por los gusanos tiesos.

Hubo otra dama en mi vida, no cuenta contarla ya que solo fue temporal; se fue por sus pantalones. Nunca más volví a saber de ella y así está mejor ya que la iba a matar en algún momento dado.

Un detective que termino con un caso cerrado por falta de presupuesto, por falta de convicción y de pruebas para seguir adelante y lo que logro fue porque yo se lo di. Ahora vive en un pueblo alejado de la capital con su esposa y dos hijos; se ve muy feliz y de vez en cuando voy a aquel pueblo a comer a su restaurante una rica casera y nos saludamos. Lástima que no sabe quién soy.

Victimas, no puedo nombrarlas a todas. Solo puedo decir que cada una de ellas fue especial y aprendí lo que pude de sus métodos nada afinados y sus características algo humanas, algo que yo nunca tuve o tendré, a sentir.

Esa sangre que recorría por sus cuerpos al ser penetrados o degollados, cada litro valía la pena, cada sollozo suyo era un éxtasis, pensar que lo último que miran es a su verdugo es una sensación de poder; verlos, escucharlos, sentir su corazón a metros de su cuerpo son cosas que nunca podre igualar pero al final de cuentas todo se acaba.

Tuve una vida normal o trate de tenerla, no pude con ella y por eso le pongo fin a mi vida. Nunca podre sentir un sentimiento de ser amado o de amar; solo un vacio y un nada.

Hoy dejo mi vida y la de ella también, la de la mujer que sujeto mi mano en mi último aliento de vida. La que me dejo libre y la que me permitió sentir el amor. Nunca podre agradecerle o creo que ya lo hice.

El dolor se expande por mi cuerpo y he dejado de sentir gran parte de mi cuerpo, solo veo sus ojos; mirándome llenos de alegría y gratificación y siento mi corazón palpitar bombear sangre inútilmente por un cuerpo que muere rápidamente.

Nuestras vidas estuvieron juntas por el tiempo necesario como para morirnos en nuestro propio amor.

Dejó de latir mi corazón por ti, en la iluminación de la alcoba que se tiñe ahora de rojo, los dos juntos y solos con nuestro propio amor.

El amor, la pasión, la violencia y la muerte que nos caracterizó fue lo que nos termino uniendo y solo uniendo. No podremos vernos en el cielo pero no importa, nunca creí en él; solo en tu mirada.

He dejado de vivir solo para volver a nacer y todo habrá valido la pena.


-Fue un crimen pasional, lo sé- dijo el forense que apenas estaba llegado a la escena del crimen.

-No creo, mire bien. Tiene la mano agarrada a la otra- le comento su pareja de oficio.

-¿Y? mire nomas como están- Señalo la sangre en general con un gesto con la cabeza.

-Puedes puede ser que tenga razón compadre ¿Después de esto nos podríamos ir a comer unos tacos con Doña Lucia?- el  forense empezó a abrir su portafolio.

-Sí, ¿por qué no?- y los dos policías empezaron a hacer su trabajo.



Fin.

“El fin del asesino. Parte 15”

jueves, 12 de julio de 2012

El fin del asesino. Parte 14

Caminaba detrás de ella silenciosamente hasta que llego a la habitación. La luz seguía prendida pero un pilar no dejaba ver lo que había en una pared, tenía que entrar a la habitación por completo y mientras lo hacía yo me quede en el marco de la única salida del cuarto con excepción del vacío del edificio.

Me imaginaba su rostro ya que solo veía su espalda dio vuelta y la vi de perfil, sus manos las llevo a su cara cubriendo su boca y su nariz y soltando solo un gemido. El cuerpo seguía colgado, pálido, inmóvil. No le había hecho nada desde que lo perfore aun con vida, sus pies goteaban sangre dentro del balde ahora lleno del líquido rojo y sus ojos seguían abiertos, sin vida alguna.

El silencio se apoderaba del lugar y sabia que no diría nada acerca de lo que ahora veía así que decidí y como estaba planeado empezar a explicarle que era lo que estaba enfrente de ella, sin moverme de mi lugar solo dejando que mi boca hiciera el trabajo.

-Hay cosas a que todos les tememos y creo que yo soy el conjunto de todas esas fatalidades de este planeta. No sé porque, pero así nacemos todos, con habilidades y defectos; el mío resulto ser la necesidad de algo más, una vida que ni yo me imaginaba hasta que un día como estos pero hace muchos años una persona me cambio y por eso tuvo que pagar. Pero eso ya fue hace muchos años y el sujeto que ahora está frente a ti no es el primero pero espero que sea el último.- Aun no dejaba de ver el cadáver colgante ni aun parpadeaba.

-Todos y todas han sido asesinos a sangre fría. Personas que presumían una vida normal pero que en verdad mataban por el simple gusto de, pero yo  lo hago como un tipo de venganza a aquellas personas que como la que transformo no merecerían existir, ni yo- Y tome el cuchillo que tenía guardado en el pantalón, el mismo con el que mate al joven ratero. Sus respiraciones eran profundas y temerosas.

-No tenia porque hacer esto, pero es parte de la confianza ¿no?- solté una risa y empecé a caminar hacia donde estaba ella eso la tenso más y sollozo por unos instantes- pero esto tenía que acabar, algún día iba a acabar. Él lo iba a hacer-y señale al desangrado con la punta del cuchillo- estaba seguro de eso hasta que… pensé en ti, en lo que habíamos pasado juntos, en que te prometí que te iba a decir la verdad y esa es la última de las promesas que deseaba hacer porque te la merecías. No te pido perdón pero si gracias por esos momentos…-hubo una leve pausa- y ahora te pido que como acabe con esos demonios acabes con el mayor de ellos.- al terminar de decir eso sus ojos cambiaron de dirección y me miraron, eran profundos e hipnóticos.  

Después todo lo que paso fue en cámara lenta. Camino a paso veloz a mi posición hasta ponerse frente a mí y sin dejarme de ver me arrebato el cuchillo de mi mano, vi el arma punzocortante en su mano y con un movimiento se paro firme frente a mí, con el cuchillo pegado a su mano y sus ojos en mi y…

-Te amo- cerré los ojos- Gracias-

martes, 10 de julio de 2012

El fin del asesino. Parte 13

Deje el cuchillo goteando de sangre sobre la mesa, me quite los guantes de látex y tome el celular. Empecé a teclear un número y espere a que me diera tono, sonó y sonó.


-¿Hola?- me contesto la voz angelical.

-Hola, soy yo; me preguntaba si estabas ocupada y quisieras venir. Tengo algo importante que decirte y enseñarte- le hablaba con una voz tranquila dado que tenía un cuerpo lleno de sangre a mis espaldas iluminado por una luz muy tenue y sobre un edificio abandonado.

-¿Es acerca de lo de la última noche que nos vimos?-

-Sí, es acerca de eso-

-Me parece bien ¿Dónde te veo?- al fondo de su voz se escuchaban trastes chocar entre ellos. Estaba lavando los platos de su cena.

-¿Conoces el  edificio abandonado de la avenida 5, entre Don Celes y Vasconcelos?-pregunte aunque ya sabía que la respuesta era…

-Sí, claro-afirmo rápidamente.

-Te veo abajo, donde está la puerta de la reja de seguridad ¿te parece?- y aunque no lo estuviera no iba a cambiar el lugar.

-…ok, tenebroso pero si ahí nos vemos en diez minutos-tardo en contestar.

-Hasta entonces-

-Bye-

-Bye-

Cerré el celular y lo volví a colocar sobre la mesa.

-Las mentiras matan-dije antes de volverme a poner los guantes y a coger el cuchillo que ahora había dejado su marca sobre la madera podrida de la mesa.

Pasaron los diez minutos y yo ya estaba en posición. Vi los faros de un carro a lo lejos y acercarse velozmente a mí. Se detuvo y salió con unos pantalones de mezclilla y una blusa roja con una princesa estampada en el frente (porque tuvo que ser roja).

Camino a un lado mío y dijo:

-He me aquí- pronuncio estas palabras mientras volteaba a su auto verificando que lo había apagado y con un ademan con sus manos mostrando su figura, luego me miro esperando algo; yo estaba callado, esperando, tranquilo.

-Te quiero mostrar algo antes de decirte algo, no quiero arruinar el momento por que ha sido una buena noche-

-¿Esta en el edificio?-pregunto mirando la figura arquitectónica.

-Si- nunca la deje de ver.

-Pues que estamos esperando- y con un movimiento con mis manos la deje pasar delante de mí.

Caminamos silenciosamente sobre la calle y la planta baja del edificio, ella iba sonriendo todo el tiempo. Ojala no esté esperando algo romántico, no es mi estilo. Presione un botón sobre la pared y las puertas del elevador de servicio se abrieron instantáneamente, entro en él y después yo.

-¿Subimos?-dijo aun con una sonrisa.

-Pero claro que si-le conteste con una sonrisa también.

Presione otro botón y se cerraron las puertas.

martes, 3 de julio de 2012

El fin del asesino. Parte 12

Fue abriendo los ojos lentamente, su cabeza notaba una cierta desorientación y la luz que estaba por encima de él le molestaba, así que la apague.

Trato de mover sus brazos y no pudo, trato de mover sus piernas y no pudo. La cabeza le pesaba ya que estaba colgado verticalmente del techo formando una estrella con sus extremidades aunque solo estaba treinta centímetros por encima del suelo.

La luz era más tenue y pudo adaptarse rápidamente. Vio que estaba en un cuadro arquitectónico de un edificio que apenas estaba hecho y había sido abandonado por falta de presupuesto, trato de gritar pero no pudo; después trato de moverse y vio su posición, era algo imposible de hacer y más adelante se dio cuenta que estaba desnudo y con el pecho cubierto de platico lo que hacía que sonara al momento de intentarse moverse.

Yo estaba en la sombra viendo como se retorcía y trataba de escapar. Di unos pasos seguidos y aparecí a su vista, en frente de él.

-Te estarás preguntando “¿Cómo es qué estás vivo? Yo te dispare ¿Dónde estoy? ¿Qué me vas a hacer?” todas esas respuestas son simples pero no eres capaz de pensar en estos momentos, colgado de un tubo en el techo.- Mi voz era pasiva y mientras hablaba me acercaba más a su persona.

-Balas de pintura… nunca confíes en el arma de alguien más; estas en un edificio abandonado, en un octavo piso y un dato interesante, en este lugar fue mi primer asesinato investigado, hay muchos recuerdos aquí.- di un suspiro y mira al piso, seguido a mi mano donde tenía un cuchillo.

- “¿Qué te voy a hacer?” es simple, te voy a desangrar hasta que mueras mientras yo mirare tus ojos perder su vida poco a poco- La intensidad de mi voz aumentando mostrando enojo y frustración. Me acerque lo suficiente a él como para sentir su respiración agitada.

-Te voy a decir algo personal y espero que pongas mucha atención porque puede ser de las últimas cosas que escuches en tú vida de asaltante. Estoy enojado, no contigo ni con la vida; sino con lo que me ha pasado últimamente, me he dejado llevar por mis sentimientos; los cuales odio con desprecio- Seguía igual de cerca de él y lo miraba directamente a los ojos. De repente salió una lágrima de mi ojo, algo que nunca había pasado en una situación así.

-Me he dejado llevar por los sentimientos de los demás y he ignorado a los míos, lo que quiero, deseo y lo que adoro. Así que sigamos con esto.- Me aleje de su cuerpo y desparecí ante sus ojos moviéndome a un lado suyo para tomar una tina metálica y colocarla debajo de él y me volví a incorporar. Ahora nuestras narices rosan entre sí.

Hubo un periodo de tiempo en silencio entre nosotros hasta que al final dije:

-Y sabes algo, tal vez deba cambiar, ser alguien más pero no lo voy a hacer o no será permanente. Porque adoro quien soy y lo que hago- Mis ojos se abrían cada vez mas y me acercaba aun mas a su rostro- Y no me importa la demás gente, a lo mejor suena egoísta; pero esta frialdad, mi pensamiento, mi razón es lo mejor que puedo tener- Moví mi rostro y empecé a hablar a su ojera derecha- Y al final de cuentas pagare por todo lo que he hecho y lo que hare en esta vida, pero mientras tanto no debo perderme a mí mismo porque una persona en especial me ha enseñado a valorarme y eso estoy a punto de hacer aunque me cueste la vida entera- Y al terminar estas palabras clave lentamente el cuchillo en su estomago.

Solo se escucharon gemidos en todo el edificio y las gotas que caían en la cubeta de metal. Me separe de su cuerpo y deje el cuchillo perpendicular a él. Tenía los ojos abiertos y me miraban fijamente, su cuerpo trataba de zafarse y el platico chillaba contra su piel que perdía el color.

Al final se quedo quieto y fue agachando la cabeza hasta quedar viendo al suelo, con los ojos cerrados y las gotas cayendo de su tórax.

-Me puede costar la vida… y espero lo haga-