viernes, 16 de septiembre de 2016

Días del Futuro. Parte 2.0

Recuerdo una vez que estaba en el bosque con mi madre, los dos sentados sobre un verde pasto frente a un cristalino lago mientras el Sol se ocultaba detrás de las montañas y el aire paseaba por los árboles moviéndolos en toda dirección. Escuchábamos el sonido de las pequeñas olas, de los animales que comenzaban a refugiarse de la penumbra y el danzar de las hojas por el viento. Una escena que era perfecta en todo sentido.

 Mi madre era una mujer hermosa de toda perspectiva, tierna y sensible. Ella me enseño todo de la vida, a nunca dejar de amar y a nunca dejar de luchar. Pase doce años a su lado, doce maravillosos años hasta que todo cambio, hasta ese día en el bosque; ese día que ella me había regalado, el último de su vida dada una seria enfermedad que tenía que estaba haciendo que su sistema inmunológico fallara, así como todos sus órganos y sentidos. Ella sabía que si salíamos del hospital moriría pero no quería que sus últimas horas fueran ahí.

Papá estaba sentado detrás de nosotros abrazándonos en ese momento, mi mamá tenía mi mano sostenida con la suya y todo transcurría perfectamente hasta que comencé a escuchar el llanto de mi padre diciendo “no quites la vista de enfrente” mientras que poco a poco sentía como la mano de mi madre perdía fuerza y se alejaba de la mía hasta que quede completamente solo.

No sabía qué hacer, que decir o que pensar; solo tenía una orden y pensaba seguirla hasta el final, no quitar la vista de enfrente.

No se cuento tiempo paso hasta que mi padre volvió a hablar y me dijo mientras caminaba hacía el carro “Hijo, vámonos”; ya era de noche y hacía frío. Me levante y vi en el horizonte como mi papá lleno de tierra y con la pala para cavar en su hombro caminaba directo al auto con la cabeza baja.

Quería alcanzarlo pero solo mis pies caminaban lentamente. Sabía dónde estaba mi mamá y sin detenerme fije mi vista a un montón de tierra que estaba revuelta en un montículo con una planta recién sembrada en lo más alto. Ahora estaba varios metros bajo tierra y de ella saldría una plata, me gustaba pensar eso.

Seguí caminando al auto mientras me esperaba aquel hombre que estaba sufriendo de la misma manera que yo pero que solo por ahora estaba aferrado al volante y con la vista en el camino, el mismo hombre que después cambiaría el volante por botellas de alcohol día tras día.

Después de ese día todo cambiaría y el futuro comenzaría escribirse.


Ahora una rata corría frente a mí atravesando el departamento de una pared con su hocico ocupado con un pedazo de pan viejo. Yo estaba sentado en el suelo segundos antes de que la luz de neón de un prostíbulo que estaba en el edificio de enfrente del mío llamara mi atención.

“Grandes y jugosas” decía mientras mostraba el perfil de una atleta del tubo y las fotografías de la variedad del día de hoy.


-No creo que vendan fruta- Dije mientras veía mis piernas acostadas en la madera podrida –Ya nadie lo hace- 

domingo, 11 de septiembre de 2016

Días del Futuro. Parte 1.0

No es el futuro que queríamos, no es el futuro que buscábamos ni el futuro que tano anunciaban. Nunca lo vimos venir y nunca nos prepararon para esto. Los días ya no son soleados, la gente no tiene una vida más fácil y estamos sujetos a escuchar solo la palabra de algunos en los medios de comunicación. ¿Cómo llegamos a este punto? ¿Qué hicimos mal?

Gente caminando por la calle bajo la lluvia en una noche que perdura las 24 horas dados los altos índices de contaminación. Su ropa es de un material parecido al plástico con colores extravagantes y diseños obscenos; hombres y mujeres en direcciones opuesta. Humo sale de las coladeras, vagabundos caminando desconcertados, asaltantes golpeando a sus víctimas, perros comiendo de la basura del suelo, parejas haciendo teniendo relaciones en la entrada de callejones y vendedores de drogas y de sexo en cada esquina. ¿Este era el futuro que nos prometían?

Hay autos voladores, más bien; levitan sobre el suelo solamente, gadgets súper inteligentes; comida condimentada, procesada y fácil de hacer, y edificaciones enormes con millones de luces. Eso es el futuro.

Un régimen único policiaco corrupto, un gobernador adicto al dinero, adicciones al por mayor, una ruptura de la economía, pobreza en cada hogar, asesinatos cada hora, servicios públicos insuficientes, inflación monetaria, mala educación pública y millones de huérfanos; los derechos humanos ahora se han vuelto un mito. Eso es el futuro.

Voy viajando sobre mi auto por las autopistas a toda velocidad viendo a los demás conductores con sus celulares en las manos, con sus parejas haciéndoles felaciones, con sus cigarrillos en las manos y sus botellas en sus labios. Se transita a 200km/hr diariamente y siempre hay cuerpos sobre el suelo o autos destruidos, es el pan de cada día de las grúas y de un servicio médico que se ha privatizado. 

Vivó en un edificio viejo, junto con vagabundos, familias rotas, adictos, viejos olvidados, prostitutas, perros y ratas. Es un departamento vacío, sucio y olvidado; con paredes delgadas, suelo de madera y goteras en el techo. Con un gran ventanal para que pueda ver la desgracia de la humanidad y si me quisiera suicidar tenga problemas en salir por ella.

Llego a una mesa de madera con una botella de alcohol, me siento en la única silla igual de madera podrida subo mi brazo, amarró mi musculo superior con una liga y me inyecto en la parte interna del codo; pasan los minutos y comienzo a disfrutar del presente hasta que caigo dormido o muerto.


Al final de cuentas, nadie es perfecto en el futuro.