domingo, 31 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 17

-Fue la hermana de mi novio, mi mejor amiga a quien lastimaste y utilizaste. A quien humillaste y casi matas a golpes-

Comenzaba nuevamente a llorar.

-No era mi intensión, no quería, yo la amaba…- Trataba de darse a explicar y que lo entendiera cuando lo interrumpí con un gesto.

-Ya cállate, no sirven de nada tus explicaciones. Ya estamos aquí y no hay vuelta atrás a nuestros actos- Volvió a bajar la cara y lloro aun con más ganas.

Pasaron los minutos y el tiempo se nos acababa, tenía que apresurar las cosas mientras pudiera.

-Escúchame...- seguía llorando- ¡Escúchame de una vez! Aun puedes salir de esto- Se calló por unos momentos.

-¿Yo salir de esto? Tienes un cómplice y él va a hablar, va a decir que tú fuiste quien me trajo y engaño. Tú eres la que debe de estar preocupada. Eres una niña tonta.- Sonrió un poco.

-Me gusta que sonrías ahora, porque te la voy a borrar de ese lindo rostro. El supuesto cómplice ya hace muerto en el pasillo para llegar al cuarto; era un suicida. Esa es la razón por la que se tardan tanto en llegar- Y se cumplió, su sonrisa dejo de existir –Soy menor de edad aunque no lo parezca, tienes antecedentes de violencia y presuntas acusaciones de violación, la llamada a la policía era de que yo estaba secuestrada, de que se oían mis gritos de dolor y auxilio. Nadie puede decir que no era verdad. El arma que vacía que está en el baño tiene tus huellas; fuiste el último en tocarla, tengo tus dedos en mi cuello como intento de ahogamiento sin decir que estoy todavía mojada con golpes en todo el cuerpo y una costilla rota…-

-Pero mi dedo…-

-Pero mi dedo…- en tono burlón –fue mi respuesta a la violencia-

Estaba callado pensando en todo lo que había pasado y como podía salir de esta situación.

 -Si se te ocurre lo de la sustancia que te inyecte, también es utilizada como droga y creo que también tienes antecedentes por eso. ¿Se me olvida algo más?-

El llanto volvió y sin importar su mano, se llevó ambas al rostro tratando de cubrir toda su pena. Ya se había dado cuenta que no tenía salida.

-Aun tienes una salida, una última oportunidad que te ofrezco-

-¿Cuál?- Dijo en un grito de angustia y dolor.

-Quítate la vida- le dije mientras le enseñaba una segunda arma, una pequeña que guardaba en mi bolsa y que saque junto con el cuchillo y la lámpara cuando estaba oscuro el cuarto –Tiene una bala-

viernes, 29 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 16

Las múltiples patrullas ya se habían estacionado afuera del motel con sus sirenas prendidas y junto con este ruido se escuchaba a la gente que se iba agrupando en las afueras de nuestras paredes. De seguro también ya habrán llegado los medios de comunicación y estarían en un enlace directo con los noticieros. Nuestra tranquila noche ya estaba siendo interrumpida y no faltaba mucho para que todo esto acabara.

Seguíamos a oscuras en el cuarto hasta que prendí una lámpara que traía en la bolsa. Era pequeña pero alumbraba lo suficiente y ahí fue cuando lo vi.

Sentado en el piso con su mano entre las piernas, cubierta por parte de las supuestas sábanas blancas que ahora se manchaban de rojo. Miraba el piso y me daba la espalda, pero ya se había dado cuenta de que aunque fuera poca, ya había luz y estaba a la vista. Pero eso no le importaba ya. Estaba destruido, roto; totalmente a mi disposición.

Aun con el ruido de fuera escuchaba sus sollozos y su respirar tímido.

-¿Cómo supieron que estabas aquí?- Pregunto casi en un susurro.

-El gerente del lugar es mi novio y él les llamo-

-¿Por qué?-

-Porque ya todo estaba planeado-

Alzo el rostro y se dio la vuelta sin pararse para verme de frente.

Su rostro estaba rojo, lleno de lágrimas secas. Cuidaba entre sus piernas, cubriendo con parte de la sabana de la cama y presionando con su otra mano el dedo amputado de su mano. Seguía perdiendo sangre y claro que el dolor existía, pero eso ya era en segundo término y en tercer; el dedo que estaba botado en la alfombra sucia a unos pocos centímetros de nosotros, ya estaba morado y había dejado de sacar sangre. Era como una cola de lagartija, curveada y aunque no muy delgada daba esa forma.

-¿Recuerdas que yo fui quien te insistió en tener sexo? ¿En qué fuera lo más rápido posible aunque fuera en un motel sucio? ¿La que te señalo el lugar mientras andábamos en el carro buscando donde hacerlo? ¿Quién se ofreció a pagar el cuarto y tú los condones?-

Él me veía, pero no creía una sola palabra que decía. Estaba fascinado con la historia.

-Te vengo cazando desde hace tiempo mi amor. El conocerme no fue ironía, el enamorarte no fue de a gratis, el que te dijera que lo hiciéramos donde fuera no fue porque sí-

-¿Por qué yo?-

-Porque has lastimado a mucha gente, a muchas mujeres las has utilizado y abandonado. Eso se acaba hoy- Nos mirábamos directamente a los ojos aunque uno con más fuerzas que otro.

Se hizo un silencio corto mientras miraba como es que meditaba la situación.

-¿Por qué le llamó a la policía si no querías que nadie me ayudara?-

-Yo se lo pedí, él sabía todo está la situación y  también no permitiría que nadie más se quedara en el motel. No podíamos hacer que alguien nos aguadara la fiesta. Los policías estaban planeados justo en este momento-

-¿Por qué?-

Un breve silencio ya que era la pregunta correcta.

-¿No te has puesto a pensar que es a mí a quien buscan mi amor?- Alzo la cara de su mano ensangrentada y su color de piel cambio a un pálido tipo cadáver -¿Sabes cuantos años tengo?-

miércoles, 27 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 15

Lloraba y gritaba de dolor. Se cubría la herida con su mano entera mientras chollos de sangre brotaba de su mano.

-¡Maldita perra estúpida! ¡Te voy a matar! ¡Estas muerta! ¡Ah!- Maldecía con las nuevas fuerzas encontradas mientras pataleaba como un niño malcriado al que no le habían comprado su dulce.

-Grita todo lo que quieras, golpea todo lo que desees, haz lo que quieras. Nadie te va a encontrar, nadie se va a acordar de ti, nadie te llorara o extrañara. Serás solo una nota en el periódico y noticia de un día-

-¡Ayuda! ¡Por favor!- Comenzaba de nuevo a llorar en el piso.

-Nadie te puede ayudar. No hay nadie aquí. ¿Qué acaso no pensaste o te preguntaste que si yo ya conocía este lugar? Estas solo y mejor vete dando cuenta de eso-

-¿Porqué? ¿Qué hice yo? ¿Qué te hice?- Ya no eran gritos, sino lamentos.

-Porque has sido una mala persona, porque no mereces esto, porque te lo mereces, porque has lastimado a muchas mujeres y hombres, porque te crees poderoso, porque crees dar lástima, porque tienes dinero, porque respiras, porque yo te debo matar, porque debes sobrevivir a esta noche-

-¿Sobrevivir?- Era la pregunta indicada.

-Así es, debes vivir para poder pagar tus cuentas. Escucha, ahí vienen por ti-

Se hiso el silencio entre los dos cuando al fondo se escuchaban múltiples patrullas llegar al hotel.

lunes, 25 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 14


Se escuchó un pequeño chillido que salía de sus entrañas y un gemido de dolor emitido de su boca mientras golpeaba con aun mayor fuerza la puerta y gritaba con todo lo que le daban sus pulmones.

-¡Ayuda carajo! ¡Alguien ayúdeme! ¡Me quieren matar!- Una y otra vez gritaba en la oscuridad de la habitación.

Un golpe tras otro, patadas y hasta utilizo su peso para tratar de abrir la puerta empujándola. No había manera que la abriera pero no aceptaba ese hecho hasta que cansado de sus intentos cayo de rodillas en la puerta mientras comenzaba a gimotear impotente de poder salir por ahí.

Como un haz de luz recordó que había una ventana en el baño por la que talvez pudiera salir y decidido se levantó y se dio la vuelta. 

La oscuridad del cuarto era total y por eso estiro sus manos tratando de sentir las cosas a su alrededor para no caer.

-¿Crees que iba a ser tan fácil? ¿Crees que esto solo era un juego?- Comencé a reír sin piedad.

-¡Callate! ¡Callate ya! Si te encuentro te matare, te juro que te matare maldita-

-Si no es que yo te mato primero mi amor- y aprovechando la oscuridad y mi agilidad me acerque lo suficiente a él sin que se diera cuenta y con un cuchillo lo comencé a cortar de la espalda.
Trataba de agarrarme, pero no podía. Yo si podía ver, él no. Uno, dos, tres, cuatro… múltiples cortadas le hacía mientras trataba de llegar al baño.
-¡¿Qué quieres de mí?! ¡¿Por qué yo?!- Decía mientras aguantaba el dolor de su espalda y llegaba a la puerta del baño.
-Eso es fácil. Porque no te gusta mi música- Volví a reír y puse una canción que claro que conocería.
Esa canción sonaba en toda la habitación, sino es que en todo el hotel. Las trompetas y el acordeón marcaban el ritmo. Era baile, era danzón, era sabor.
Amor, amor, amor. Amor, amor, amor. Quiero que me vuelvan a mirar tus ojos. Amor, amor, amor. Amor, amor, amor. Quiero volver a besar tus labios rojos”*
Reía sin parar mientras la canción sonaba y lo veía batallar por llegar a la tina.
-Anda mi amor, canta conmigo. ¿Cómo no acordarme de ti? ¿De qué manera olvidarte? Si todo me recuerda a ti. En todas partes estas tú- Justo en ese momento, ni un segundo más lo tome de la espalda y lo tire al piso azotándolo y acostándome encima de él mientras le cantaba al oído con un susurro y él gritaba de intenso dolor. 
-Si en una rosa estas tú, si en cada respirar estas tú ¿Cómo te voy a olvidar? ¿Cómo te voy a olvidar?- Cantaba tranquila en su oído mientras aguantaba las contracciones de su cuerpo y su grito de dolor ya que le había cortado un dedo de su mano izquierda; el dedo donde va el anillo de bodas.
*Como te voy a olvidar, Los Angeles Azules.

sábado, 23 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 13

-Suficiente de ti. Suficiente de tus juegos, de tus retos y de tus maldades- Ahora él sonreía confiado de sus palabras –No sé qué tramabas al traerme aquí, al hacerme caer en tus brazos para después demostrarme que eres una perra cualquiera que intentaba hacer locuras, pero todo para que al final quedaras hecha porquería dentro de la tina donde casi mueres-

Se acercó a mi rostro y me todo con sus manos fuertes del cuello.

-Pero te lo digo una vez y solo una vez. Vuélvete a aparecer en mi vida y no voy a ser tan piadoso de ti preciosa- Después de sus palabras y su mirada centrada en la mía me escupió dejando su saliva en mi nariz y cubriéndome un ojo.

-¿Entendiste bonita? Búscame y hasta quedaras- Me soltó de la cara y se salió de la tina con lentitud.

Me limpie la cara con las manos mojadas aun y lo vi ahí parado; debajo del marco de la puerta del baño. Sin camisa exhibiendo su cuerpo tonificado y su pantalón de mezclilla mojado. Era más alto de lo que pensaba.

Nos quedamos viéndonos por unos momentos hasta que le dije seriamente.

-No somos tan diferentes. Yo te trate de matar y luego te salve; lo mismo hiciste tú conmigo. Te demostré que eres tan perro como yo-

-Pero todo eso lo hiciste sin tener un motivo; yo si lo tenía y esa era la gran diferencia-

-¿Un motivo? Aun no puedes saber el motivo; no es tiempo mi amor- Estas palabras lo dejaron en silencio y me regalo una última mirada antes de ir a la puerta de salida del cuarto y desaparecer de mi vista.

Era silencio la habitación, por alguna razón no había salido aun del cuarto. Algo esperaba y yo no tenía su tiempo.

Salí de la tina escurriendo sangre diluida en agua y me pare donde él había estado, sacando solamente mi cara y ahí fue cuando lo vi.

Parado enfrente de la puerta, pensando, decidiendo que hacer conmigo sobre todo.

-¿Por qué aun no te vas? ¿Qué esperas al dejarme aquí como novia de pueblo? ¿Crees que te necesito o que voy a cumplir con mi palabra? Eres como cualquiera, solo vez a las mujeres como objeto, pero cuando una te quiere matar estas en todo un dilema- No se movía de la puerta –Dime ¿Cómo vas a acabar conmigo?-

Giro su cuello y me miro de reojo

-Te encontrare y te matare- Con su mano tomo la perilla y la trato de abrir. Se giró viendo su mano en el objeto de metal y ahora con ambas manos trato de abrir. Estaba cerrada.

Empezó a empujar la puerta y a golpearla con sus puños histéricamente.

-¡Ayuda! ¡Alguien por favor, ayúdeme! ¡Alguien! ¡Ayuda!- gritaba con fuerza mientras golpeaba la puerta.

-No tendrás que buscarme, porque yo ya te encontré- Y las luces del cuarto se apagaron.

jueves, 21 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 12

No paro hasta que se cansó, hasta que el afamado “dolor de caballo” apareció y lo termino sentando de nuevo en el borde de la tina conmigo en el fondo aun hecha “bolita”, con rasguños, moretones y manchas de sangre en todo mi cuerpo.

Una costilla rota fue la herida más grave que sentía aunque por ahora tampoco podía sentir las piernas.

Jadeaba como un perro después de correr, con la lengua por fuera y parpadeando múltiples veces. Era mi perro.

Poco a poco me fui incorporando, adolorida e hinchada de mi cara y todo mi cuerpo. Me recargue de nuevo en un extremo de la tina y alce la cara.

Sangre salía de mi nariz, mi ojo derecho estaba hinchado y veía poco, mi boca tenía un sabor metálico en ella y mis orejas dolían como nunca.

-¿Terminaste?- pregunte firmemente.

-¿Qué quieres de mí?- su voz aún era cansada.

-Te pregunte que si ya terminaste-

-No- trago saliva y volvió a jadear –Aún no término contigo-

 -Qué bueno, porque yo tampoco. Esto esta apenas empezando y tú y yo tenemos que pasar aún por muchas cosas. Bienvenido al juego-

-¡¿Qué juego?! ¡¿De que estas hablando mandita perra?! Estas acabada. ¿Qué quieres de mi por Dios?-

-Lo quiero todo- reí por un momento -¿Todavía no te das cuenta? De esta no vas a salir-

lunes, 18 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 11

Una y otra y otra y otra y una más hasta que en verdad, ese silencio de las madrugadas en la ciudad se apoderó de igual manera de la habitación y del baño.

La luz seguía parpadeando teniendo un falso y ya la tina estaba totalmente vacía con excepción de una mujer que estaba sentada en el piso de está con los ojos cerrados y con un par de pies de un hombre que sudaba frío y jadeaba por la boca por falta de oxígeno en sus pulmones mientras iba regresando su brazo con el arma a su cuerpo lentamente; no sin antes volver a jalar el gatillo un par de veces más oprimiendo la mandíbula con fuerza y con el ceño fruncido.

Se escuchaba cansado, arrepentido y frustrado. 

-No hay bala, siempre estuvo vacía- Le dije aun con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa.

Dejaron de escucharse sus inhalaciones y exhalaciones, solo hubo silencio por unos segundos hasta que sentí un golpe contundente en la cabeza producto del mango del arma y por la inercia de esté mi cabeza igualmente golpeo con el borde de la tina haciéndome sangrar de ambos lados de la cara.

Solo pude gemir de dolor y abrir lentamente los ojos. Pase mis manos por mis heridas y ambas estaban con rastros de sangre, nada grave pero que si dejaría marca por mucho tiempo.

-¡Eres una maldita, malagradecida perra mal parida! ¡¿Por qué no te mueres?!- Me gritaba mientras una fuerte jaqueca me atacaba.

-No hasta que te vea tras las rejas o seis metros bajo tierra pequeño bastardo-

Ahora respiraba por la nariz y en vez de usar el arma ahora me golpeaba con sus puños, me azotaba contra el piso y me pateaba con todo su enojo.

Él no lo sabía, pero esto apenas estaba comenzando.

domingo, 17 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 10

El juego de la ruleta rusa se trata de que en una de sus seis recamaras haya una bala, pero no se sabe dónde está. Tienes una de seis probabilidades de que salga una bala disparada.

Hoy no fue la situación.

Solo se escuchó un golpe en seco de los mecanismos del arma y su reacción tardía ante la sorpresa de que jale el gatillo haciéndolo brincar de su lugar.

Lagrimas comenzaban a salir de sus ojos y volvía a respirar profundamente mientras sus piernas temblaban y tenía la mandíbula cerrada fuertemente.

Yo solo lo miraba con seriedad aun apuntándole con el arma que a cada segundo pesaba más.

-Te toca- Le dije invitándole a tomar la pistola de mi mano.

Con una mano temblorosa la tomó y se la puso en el regazo admirándola como si fuera un objeto prohibido. Alzo la cara inexpresiva y con fuerza me coloco el cañón del arma en la frente inclinándose.

No decía ni una sola palabra y no sabía que cara tenía ya que estaba ligeramente más arriba de mi posición y su mano cerca de mi cara me lo impedía. El arma se notaba más grande de lo normal y comenzaba a doler la fuerza con la que chocaba mi frente con el extremo de está.

Nadie dijo nada, nadie hizo algún esfuerzo para cambiar la situación.

Uno, dos, tres, cuatro… cuatro veces jalo el gatillo y si sabía contar es que a la siguiente vez que lo presionara iba a salir una bala a una velocidad endiablada perforando los tejidos de mi piel y penetrando por mi cráneo haciendo explotar mi cerebro por la presión y manchando todo el baño de rojo sangre.

Lo pensó, se tardó, se acomodó las piernas, y los dedos del arma la tomaron con fuerza.

Llego la quinta.

viernes, 15 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 9

Sus labios dándome más que un beso, sus manos siendo rudas y fuertes las sentía en mis hombros y mejillas y una oleada de aire inundo mi cuerpo mientras gritaba que despertara.

Abrí los ojos de golpe y expulse el agua que había en mis pulmones mientras asustada trataba de jalar oxígeno para mi cuerpo. Mis piernas y manos temblaban con ese hormigueo característico de falta de sangre.

Cuando mis ojos se adaptaron a la luz y pude recuperar el aliento me di cuenta que seguía dentro de la tina pero está bajaba su nivel de agua poco a poco y que él estaba sentado enfrente de mí en el borde de la estructura con sus piernas dentro.

Sus ojos estaban totalmente centrados en mí, expresando cierta angustia pero también cierta tranquilidad. Respiraba con nerviosismo y fatiga.

-No despertabas- Dijo en un tono bajo y serio.

-No tenía que despertar- Tampoco lo dejaba de mirar con seriedad.

-¿Porqué? ¿Por qué todo esto?-

-Porque así tiene que ser- Fueron palabras que hicieron el silencio en la habitación hasta que volví a hablar.

-En mi bolsa, ve a mi bolsa y tráemela- Titubeo por un momento pero se terminó parando yendo por mi bolsa y aventándome a las piernas que estaban mojadas.

Se volvió a sentar en la tina apoyándose con las manos y haciéndome un ademan de que ahí estaba mi bolsa.

Lance un suspiro, cerré los ojos y le dije:

 -¿Has jugado a la ruleta rusa?-

-No, nunca-

-Entonces juguemos- conteste en una onda de adrenalina abriendo los ojos y sacando con un movimiento una pistola de la bolsa para al final apuntarle y jalar el gatillo.

lunes, 11 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 8

Todo mi cuerpo estaba bajo el agua mientras lo observaba pedir por aire.

Con mis manos tome un pedazo de cinta que amarraba sus piernas y dado que ya estaba mojada la pude romper con facilidad liberando sus piernas y con esto su demás cuerpo.

Él se dio cuenta y de inmediato comenzó a revolverse quitándose la cinta de su cuerpo hasta quedar totalmente en libertad y poderse parar en la tina que seguía recibiendo y tirando agua por todo el alboroto que había generado.

Se quedó parado en silencio mientras recuperaba la respiración y el agua se apaciguaba un poco. Se apoyó en una cabecera de la tina y se sentó cansado.

Yo lo miraba bajo el agua hasta que poco a poco me fui sentando en la tina sacando solo mi cara.

Miraba al agua tratando de encontrar respuestas a sus preguntas mientras inhalaba y exhalaba el aire contaminado del cuarto.

Estuvimos en silencio hasta que de golpe alzo el rostro y me miro con ojos de odio en lo que se lanzaba sobre mi cuello con sus manos por delante y devolviéndome al fondo del agua ahorcándome.

Ahora mis piernas y manos hacían en chapoteo tratando de ayudarme para poder salir de ahí, tratando de apoyarme en algo o de llegar a su rostro para poderme liberar. Era imposible, su fuerza dada su posición era la idónea para evitar que me escapase de ahí.

Necesitaba aire lo más rápido posible y seguí luchando hasta que mis extremidades dejaron de reaccionar y mis ojos se cerraban poco a poco. Fuera del agua escuchaba palabras, pero no descifraba lo que decían y solo veía un espejismo de su cuerpo encima del mío.

sábado, 9 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 7

La luz comenzaba a fallar en el baño, parpadeaba mientras un pequeño sonido se oía que estaba empezando a hacer corto. Una mosca volaba sobre nosotros mientras nos encontrábamos inmóviles en la tina que comenzaba a tirar agua por los bordes. Solo se escuchaba el agua desbordarse y nuestro respirar profundo. El agua estaba al ras de sus hombros y al ras de mi mentón mientras yo aún me encontraba recargada en él, en su hombro que había dejado de temblar bajo el tono de su respiración que se había normalizado conforme los minutos pasaban.

De pronto, del fondo de la tina sentí un pequeño brinco de sus piernas el cual me anunciaba que ya su cuerpo estaba superando los efectos del tranquilizante. Su respiración volvió a dar un brinco de adrenalina en lo que sus demás extremidades comenzaban a responder.

Empecé también a escuchar un pequeño quejido por medio de boca y como trataba que sus músculos de la cara respondieran para que pudiera hablar.

Me quite de su hombro y le tome el rostro con las manos escurriendo haciendo que me viera a los ojos mientras le decía en medio de que yo comenzaba a llorar.

-Espera mi amor, espera un poco y todo el efecto habrá pasado en par de minutos pero por favor espera un poco más. No hagas mucho esfuerzo o sino comenzaras a sufrir calambres, por favor- Las lágrimas salían de mi rostro, mis dedos temblaban y mi voz se entrecortaba; al final él confió en mí.

Se tranquilizó en su respiración y dejo de hacer esfuerzo en sus brazos y piernas.

Mi miro con curiosidad y trato de decir algo pero aún su lengua estaba dormida. Le tape los labios con un dedo y dije:

-No digas nada mi amor, solo descansa y disfruta el momento- Lo bese enredando mis brazos en su cuello.

Nos besamos sin abrir la boca, solo chocando nuestros pálidos labios. Recargue mis pies firmemente en el piso de la tina y lo jale de la orilla con mis brazos en su cuello  tirándonos en el fondo de la tina.

Estábamos bajo el agua y ahora sus piernas fuera de ella. Yo estaba encima de él con los ojos abiertos para poder ver como se asombraba por la situación y como aclamaba por aire en sus pulmones.  Se comenzó a retorcer con fuerza y yo trataba de contenerlo hasta que hice que giráramos en la tina dejándome ahora debajo de él.

Lo solté del cuello, él se alejó de mis labios y se inclinaba tratando de sacar su cara del agua para respirar.

Fuera del agua se escuchaba en chapoteo que hacía para poder respirar y dentro de está todo era tranquilidad. Veía el agua agitarse, como si estuviera bajo una ola que chocaba en la orilla de la playa y veía su rostro salir y entrar ahogándose mientras yo, en el fondo de la tina lo observaba tranquila, era una película que pasaba en cámara lenta frente a mi ojos.

jueves, 7 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 6

-Veras que esta será una noche en la que pueden pasar muchas cosas, en la que los dos estaremos atentos en cada una de nuestras palabras, en la que podremos expresar todo lo que sentimos y aunque ahora tengas miedo y no puedas moverte; en un momento dado de la noche querrás estar conmigo y con nadie más- Le decía mientras lo metía al barro arrastrándolo por las piernas.

-Mira, hay una tina. Yo ya estaba mentalizada de que era una regadera de donde salía agua café y con una coladera llena de vellos pero mira; el motel me ha sorprendido- Me voltee, me agache y lo bese en la frente.

Había dejado de llorar y de temblar, pero aun no recuperaba su tono de piel y tenía los ojos hinchados.

-Espérame un momento, ahora vuelvo- Fui a mi bolsa y saque una gruesa cinta de aislar.

Lo volví a tomar pero ahora de su cadera y lo metí en la tina con su cara en uno de los extremos en una de las orillas.

-Estas un poco pesado mi amor, pero nada fuera de lo normal dada tu complexión-

Tome la cinta y lo empecé a enredar en ella sin importar que aun tuviera sus pantalones y calcetines puestos. Sus ojos se volvieron a abrir todo lo que pudieron mientras lo hacía.

-Tranquilo, no pasa nada; es solo cinta. En unos pocos momentos podrás volverte a mover pero no quiero que haya ningún accidente así que, mejor prevenir ¿No lo crees?- Ocupe toda la cinta hasta dejarlo suficientemente amarrado.

-Listo, creo que ahora estás listo para escuchar cómo es que quedaste inmóvil la cual es una de tus más grandes preguntas pero no sin antes cerrar el ducto por donde se va el agua y abrirle a la llave- Lo hice como exactamente lo dije.

La música había dejado de sonar pero ahora estaba el ruido del agua salir por la llave, ese ruido que se hace cuando una tina se va llenando poco a poco.

-Fue en un rasguño cuando estaba debajo de ti. Si te das cuenta tengo bolsillos, y en un rasguño de los que te gustan te corte un poco. Saque una ampolleta y te la exprimí en la herida que te hice con amor-

La tina estaba llena a una tercera parte y la le cubría parte de las piernas.

-¿Qué que hay en la ampolleta? Solo un tranquilizante para caballo que puedes conseguir en cualquier veterinaria en un pueblo y sin mayores preguntas. Hasta los médicos se ofrecieron a ayudarme a poner a dormir al caballo ¿tú crees?- Me metí a la tina con él y le dije al oído –Que fáciles son los hombres ante una mujer-

Me recosté sobre él mientras mi cabeza reposaba en su pecho escuchando su respirar acelerado y su corazón palpitar sin importarme que me comenzara a mojar al igual que él.

Así nos quedamos mientras la tina se llenaba poco a poco.

martes, 5 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 5

Le di un delicado beso en la frente y me levante caminando hacía mi bolsa de la que saque unas bocinas y un reproductor de música.

Presionaba los botones para poner la canción que había escogido para ese momento mientras le daba la espalda, de todos modos no podía hacer nada, estaba bajo un fuerte somnífero y esté era demasiado fuerte para que el efecto durara.

No te asombres si una noche entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía. Bien conoces mis errores, el egoísmo de ser dueño de ti vida. Eres mía, mía, mía. No te hagas la loca, esa ya muy bien lo sabías. *

Sonaba en toda la habitación de una manera espectacular, adecuada para que nuestros vecinos solo escucharan la música y también se ambientaran pensando que nosotros hacíamos lo mismo que ellos en aquel motel.

Gire sobre mi eje apoyándome en la mesa y viéndolo mientras le decía:

-No es mi música favorita, pero es apta para la situación. ¿No lo crees?- Llegue mis dedos a mis labios acariciándolos tiernamente y mordiendo mis uñas.

-El ambiente es eléctrico, es apasionado, es sensual, es lo mejor que pude imaginar en esas noches de vela planeando esto. No sabes lo que siento en mi cuerpo y en mi corazón- Con mis brazos presione mi pecho abrazándome y doblando un poco las piernas le seguí diciendo- Es un gran día, es una gran emoción y hoy serás mío, mío, mío-

Me agache y lo tome de los tobillos comenzándolo a arrastrar por la alfombra.

-Ahora ven mi amor, hay que aprovechar la noche-

* Romeo Santos, eres mía.

domingo, 3 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 4

Tus ojos están en blanco, tu piel a palidecido, tus músculos están tensos y respiras con algo de dificultad por tu boca; no hay aire en tu cuerpo.

Me acomodo sobre la cama debajo de ti y te empujo quitándote de estar encima de mí y cayendo de espaldas de la cama. No se escucha más que un golpe en seco sobre la alfombra.

El silencio de la habitación es profundo sobre la que esta iluminada por un par de lámparas en ambos extremos de la cama.

El cuarto en si es sucio y trata de ser acogedor pero no es más que un lugar que en vez de vender un cuarto te vende por un módico precio un lugar privado con una cama rechinante, lámparas y una alfombra sucia; sin olvidar el baño del que no he tenido tiempo de criticar.

Volteo a ver uno de los buros en donde esta una lámpara y veo una cajetilla de cigarros y un encendedor. La tomo y me llevo un cigarro a los labios besándolo, encendiéndolo y succionándolo con tranquilidad pienso en lo que me dijo el doctor hace un par de semanas y lo repito en voz baja pero no tanto para que mi compañero que esta inmóvil en el piso escuche.

-El fumar un día te va a matar- Talvez sea cierto, pero ¿qué importa? Todos algún día nos vamos a morir y yo quiero hacerlo aunque sea cómoda.

Me levante de la cama y fui directo en donde estaba mi amigo, tirado en esa alfombra color vino con el cuerpo tieso, la boca abierta y tratando de moverse. Ahora respiraba con un poco de normalidad y movía sus ojos preocupado por su falta de movimiento.

Con pasos lentos y sensuales me miraba como me acercaba a él y me sentaba doblando mis rodillas en su miembro que estaba igual de duro que su cuerpo.

-¿Me escuchaste cariño? El fumar un día te va a matar- Le dije mientras con los dedos me quitaba el cigarro de la boca y acercaba mi cara a su rostro apoyándome en mis manos y nunca dejándolo de ver.

Faltaron unos cinco centímetros para que nuestros labios cocaran antes de que me detuviera y saca ese aire contaminado de mis pulmones restregándoselo en tu cara. 

-Ay guapo ¿qué fuiste a hacer para merecer esto?- Me aleje de nuevo de su cara estando bien parada de nuevo y con el cigarro encendido lo apague en uno de sus bíceps apretándolo con fuerza hasta hacer pedazos el cigarro.

No pudo gritar ni moverse, solo lágrimas salieron de sus ojos que se cerraban con fuerza ante el dolor.

Lleve una mano a su mejilla acariciándola con ternura y le dije:

-Ya, ya amor. No llores; es solo el comienzo-

viernes, 1 de agosto de 2014

Dulces Labios. Parte 3

Tratas de tomarme por los brazos pero los evito y te vuelvo a empujar, ahora caes de espaldas en la cama. Es lo que tú y yo queremos; yo más que nada.

Te recargas en tus brazos elevándote pero yo me subo en ti a gatas. Te vas haciendo poco a poco hacia atrás hasta llegar a las almohadas en donde te detienes y te recuestas por completo mientras me miras con excitación y esa ansiedad que crece en ti de que sea tuya.

Llego hasta tu rostro y me recuesto sobre ti besándote poco a poco y lentamente la oreja, la mejilla, el cuello y al final los labios. Es un beso prolongado y romántico en donde tus manos me toman de los brazos y tus piernas tiemblan debajo de mí.

Me sostengo de un brazo y con la mano libre recorro tu pecho por el que quiere salir tu corazón expulsado, tu vientre en el que siento tu respiración agitada y llego al botón de tu pantalón que desabrocho haciendo un eco en la habitación. En ese momento me tomaste con aun más fuerza de los brazos y la intensidad del beso creció.

Ante esa situación giramos sobre nosotros y ahora a mí me dejaste debajo de ti y me dices al oído con tu voz agitada:

-Me encantas, me vuelves loco, me dejas sin respiración. Desde que te vi caminando en la calle supe que tenías que ser mía, ese cuerpo, esa mirada seductora; me matas preciosa, me matas y ya eres mía-

Lo abrazo de la espalda y le entierro las uñas haciéndolo gritar de placer y erotismo. Me acerco a su oído y le pregunto seductoramente:

-¿Ya soy tuya?-

-¡Si, claro que sí! ¡Mía, toda mía!- me responde casi en un grito de pasión.

-¿Estás seguro?-

-¡Que si maldit…!- Su voz se cortó de la nada –Si, si eres mí…- Su cuerpo se tensó y su mirada se dirigió al frente con los ojos cerrados de dolor.

-¿Cómo amor? ¿Qué dijiste que no te escucho bien?-