viernes, 29 de abril de 2016

La prueba. Parte 15

-No puedo más, no puedo- Decía entre lágrimas mientras bajaba la miraba y miraba a Marco que estaba de rodillas frente a mí.

-No lo vas a hacer, sabes que no puedes- Hablaba serio.

-Le dispare a este tonto ¿no? ¿Y aun así dudas de si soy capaz?-

-Sí, si lo dudo-

-¡Pues te equivocas!- Gritaba y presionaba el arma en un costado de mi cabeza.

-¿Eso crees?- Baje el arma mientras aun Marco la veía y me gire para ver a Juan directo a los ojos -
¿En verdad crees que me equivoco?-  Ahora su arma la tenía en medio de mis ojos.

-¡Sí! ¡Solo eres un peón más en este juego de ajedrez en el que nadie va a salir ganando, estamos los tres condenados!- La mano le temblaba, no lo iba a hacer.

-Eso aún no lo sabes. Podemos salir los tres de aquí, te lo prometo-

-No, hace un momento le estabas apuntando a él ¿y dices que vamos a salir los tres?- Me quitaba el arma de la cabeza para apuntar al techo y la regresaba a mi frente.

-Tenía que saber en quien podía confiar- Lo miraba a los ojos llorosos.

-¿Y confías en mí?- Lloraba, lloraba de impotencia y tristeza.


Guarde silencio ya que, él sabía la respuesta.

-¡¿Confías en mí?!- Se acercó tanto a mí que podía sentir su respiración.

-No, tú nos quieres a los dos muertos- Quito el arma de mi cara dejando caer su brazo y entre sollozos dijo:

-Los quiero a los dos bien muertos- Y con una sonrisa final se llevó el arma a un costado de su cabeza y jalo del gatillo.

El estallido no se confundió con una ola, la explosión ilumino la sala y su sangre marco todo lo que quedaba del desorden. Frente a mí ya había un cuerpo acostado sobre su lado derecho viendo al vacío sobre un charco del líquido de la vida.

-Vamos a salir de aquí- Susurre mientras veía lo que quedaba del cráneo de mi ex-compañero.

-¿Cómo?- Con el mismo tono de voz decía Marco mientras tenía las manos tapándose la boca.

Gire y levantando mi arma apunte a una esquina de la habitación y le dispare a la cámara de seguridad.

Baje de nuevo el arma y la deje en una mesa.

-¿Ya no nos ven?- Dijo Marco.

-No lo sé- Empecé a caminar por la habitación.

-¿Y no crees que ahora vengan por nosotros?- Seguía sentado en el suelo siguiéndome con la mirada.

-No si antes nos vamos-


-¡¿Cómo?!- Tomé una silla, la cargue y con un grito de guerra la estampe contra la lámina que cubría las ventanas; esta se dobló un poco.

lunes, 25 de abril de 2016

La Prueba. Parte 14

Lo deje inservible, inútil; ya era un desecho más y entonces enfoque mi mirada al que estaba frente a mí, y brincando sobre la mesa como un primate, me abalancé sobre la computadora tirándola al suelo y pateándola hasta destruirla.

Así fue con las que restaban hasta que ya no había más, ni un solo monitor, ni un solo CPU servible y con el único medio de comunicación sirviendo, que era el teléfono. Me acerque y al momento de alzar el martillo para destruirlo Marco me tomo de la muñeca y me vio con miedo, un miedo que no puedo explicar; parecido al de un niño al que lo mandas a la escuela por primera vez, ese miedo de no saber qué hacer ni que esperar de lo siguiente.

No supe que decirle, solo le expresé mi mirada de odio y desesperación y me dejo, soltó mi mano y con fuerza destruí el teléfono.

Ya no había nada con lo que nos pudiera controlar, nada con lo que nos pudieran poner en contra o poner en situaciones de decisiones complicadas. Éramos libres o eso creíamos.

-¡¿Qué más quieren de nosotros?! ¡¿Lo esperaban?! ¡¿En serio estaban esperando esto malditos bastardos?!- Furia, coraje, enojo, tensión, estrés y todos los sentimientos reprimidos salieron de mi junto con lágrimas de impotencia y miedo, un miedo real.

Respiraba exaltado buscando alguna respuesta en el techo, de esa voz femenina y malévola. Nada; solo las olas chocar contra la ahora placa y el ambiente de tensión entre nosotros.

Baje la mirada y vi a mis compañeros, estaban parados expectantes y temerosos. Tire el martillo al suelo y me dirigí a mi bolsa en busca de algo que sabía que encontraría.

Esta estaba grande y llena; un llenado diferente al que nos había dado la primera vez y de la que habíamos sacado cosas de ella en busca de auxilio. Cuando la abrí solo había algodón, mucho algodón y lo fui sacando con mis manos llenas de él hasta que la deje vacía y la encontré, solitaria y de seguro llena de balas.

La saque de un movimiento y le apunte a Marco  en la frente.

-¿Por qué? ¿Por qué me quisiste matar imbécil?- Le pregunte seco.

No sabía que decir, solo veía el arma fijamente y tartamudeaba.

-¡Contéstame!- Se asustó y con lágrimas comenzó a hablar.

-No sé de qué hablas, yo no te quise matar-

-¡No mientas! ¡¿Por qué?!- Le acerque el arma hasta que el cañón toco su sudor.

Tragó saliva y bajando un poco la cara cerrando la cara dijo al final sollozando:

-Perdón, perdón, perdón. No teníamos opción y ya quiero que se acabe esto. Acaba esto ya. Ya acabalo-

Lo miraba debajo de mi cuando sentí algo frío en mi lado derecho de la sien, era la otra arma. Estaba siendo apuntado por Juan.

-¿Qué crees que estás haciendo Juan?- Lo miraba de reojo sin dejar de estar de frente a Marco.

-Lo necesario para salir de aquí como ganador- Su voz, estaba seguro de eso; quería acabar con la prueba.

sábado, 23 de abril de 2016

La Prueba. Parte 13

La puerta ya estaba abierta, los pasillos y las escaleras igual. Todo había cambiado y ellos habían ganado, quienes fueran; ya tenían el control de nosotros y ya no podíamos hacer algo para cambiarlo, estábamos en sus manos, éramos sus títeres y ellos jalaban de los hilos. Títeres, marionetas. Estamos acabados y no vamos a poder salir hasta que solo quede uno y eso dependía de nosotros. El tiempo pasaba y nosotros solo nos destruíamos más, pronto; ya pronto esto terminaría.

Llegue a la puerta del centro de control y recargado en ella, en el suelo había un martillo. Lo tome y fije la mirada en una cámara que había en una esquina del techo. Tenía que hacerlo a su manera.

Entre a la habitación y los vi sentados en sus lugares, frente a los monitores y con una mirada de ansiedad y sorpresa. Uno estaba más sorprendido que el otro.

“¿Y la comida?” preguntó Marco.

“No había” conteste mientras me dirigía a pararme a un lado de Juan y esté contestó:

 “¿Y ahora?” Ya a su lado lo tome del hombro y con una cara sarcástica le dije:

“No lo sé, tendremos que volver a esperar”

“Que horror es esto, ya que se acabe” Dijo Marco llevándose las manos al rostro.

“¿Si verdad Juan? Que esto se acabe pronto” Esté alzó el rostro y me vio directo a los ojos mientras con mi otra mano levantaba el martillo y con fuerza lo dejaba caer haciendo a Marco espantarse y brincar de su lugar.


Uno, dos, tres, cuatro golpes hasta dejarlo inutilizable. Ya no era parte del juego y tenía otro que destruir y estaba justo frente a mí. 

Un anti-héroe más. Parte 16. Final.

-No espera, no. Sabes que no- Le decía mientras volvía a entrar a la habitación recuperado de la mano.

-¿No? ¿No qué?- Ella me preguntaba indignada.

-No pienso hacerlo, no pienso pelear a muerte contigo y para empezar, tú ya deberías estar muerta y en vez de eso estas ahí parada con la blusa rota y machada de sangre, con una sonrisa en tu rostro y dispuesta a hacer lo que sea necesario para terminar conmigo pero no, yo no quiero hacerlo ¿Qué eres? ¿Una clase de inmortal? ¿Cuántos años tienes? ¿Qué tan vieja eres?-

-¿A qué te refieres con eso estúpido? ¿Piensas que soy una clase vieja y que vive desde la Edad Media?- Esa era indignación femenina.

-Algo así, sí. ¿Estuviste en la Edad Media?- Ni en las más peligrosas situaciones de mi vida he dejado de tener mi pendejo humor.

-¡Claro que no pendejo!- Coraje femenino al decirle a una mujer vieja.

-Que humor carajo, pero bueno; no nos distraigamos. No pienso hacerlo contigo y hablo de sexo, porque eso está riquísimo contigo; sino de enfrentarnos aquí y ahora-

-No tienes escapatoria-

-No, si la tengo; me puedo ir por esa puerta y ya. A esperar lo que sigue y desaparecer o simplemente puedo desaparecer en este momento y jamás volverás a saber de mi-

-¡No, no puedes hacer eso!- Ya era berrinche femenino.

-Sí, sí puedo y deja de gritar que alguien nos puede escuchar-

-¡Pues que nos escuchen! ¡Qué escuchen que estoy con un maricón que se quiere ir y dejar las cosas así!- Esta pelea estaba tornándose de tipo como las de las relaciones de noviazgo.

-¿Quieres verlo?- Esto ya me estaba resultando estúpido y divertido a la vez; si parecía mi novia.

No contestaba a mi pregunta y solo su cuerpo comenzaba a relajarse poco a poco mientras se daba cuenta que era verdad todo lo que le comentaba.

-No, no te vayas- ya era tristeza en su voz.

-Como es divertido esto, hace unos momentos me tenías colgando de una silla haciéndome sufrir como nadie lo había hecho y ahora me pides que no me vaya como lo hace una amante a un esposo. 
Y lo acepto, solo quiero intentar algo que me está dando curiosidad-

-Lo que quieras pero no te vayas, no me puedes dejar así. No puedes solo irte y ya ¿Qué no me quieres matar?- Guau, que cambiante es la vida.

-Ok solo, no te muevas ¿sí?- y como un niño emocionado asintió abriendo las piernas, extendiendo sus brazos y mirándome sin parpadear. –Bien, solo una pregunta antes de que lo haga ¿Cuánto quieres que me quede contigo y porque? ¿Cuántos hay de nosotros?- No dudo ni un momento y contesto.

-Con todo mi corazón porque eres igual que yo, somos únicos y podremos hacer cosas maravillosas. 
Te encontré y me enamore de ti, jamás deje de pensar en ti y cuanto e volví a ver mi corazón volvió a palpitar. Y somos los únicos, ya somos los únicos. Destruiste todo rastro e investigación de los demás con tu explosión; solos tú y yo mi amor-

-Bien, bien- La mire a los ojos y parándome correctamente y frente a ella dije:

-No te muevas querida, solo disfruta del momento- Ella sonrío, cerró los ojos e hizo su cabeza hacía atrás.

Suspire y con mis dedos forme una pistola.


Cuando me acerque a ella tenía los ojos abiertos y mantenía su sonrisa aunque en todo su cuerpo había agujeros de un diámetro de un centímetro, desde los pies hasta la frente, en medio de su pecho y en sus brazos. Todo pasó tan rápido que no hubo sangre, sus heridas estaban quemadas y su sonrisa congelada, como su corazón.

Tape su cuerpo con una sábana y me fui de su apartamento saludando a sus vecinos cordialmente.

No sabía si la iba a volver a ver y por un lado deseaba que sí, pero por otro quería empezar de nuevo mi vida, en otro lado. No me había arrepentido de regresar y no lo hago pero ojala no hubiera acabado así pero la vida es así y hay cosas que no puedes manejar, sin embargo, y con una sonrisa mirando el cielo y desapareciendo de aquel lugar; nada había cambiado, iba a seguir haciendo lo que quisiera cuando quisiera.

Tal vez algún día tu y yo nos encontremos y decida ayudarte o simplemente pasar desapercibido pero ten por seguro de que volteare de nuevo a verte y sé que tú también lo harás, en otro momento pero aunque sea en ese momento, tu y yo habremos estado en contacto.


Hasta pronto amigo o amiga mía. Nos vemos después. 

miércoles, 20 de abril de 2016

La Prueba. Parte 12



Se cerró la puerta y todo estaba en completa oscuridad hasta que se prendió un foco en una de las paredes del ahora visible pasillo. 

Camine lentamente por él por miedo a tropezarme con algo por unos diez metros hasta que empezaron unas escaleras que descendían, de estás solo se alcanzaba a ver el comienzo pero no el fin; ya en la profundidad era de nuevo completa oscuridad. 

Me sostuve del barandal y comencé a bajarlas lentamente hasta llegar a la parte oscura. No pare hasta que deje de sentir escalones y con los brazos extendidos trataba de tocar algo o siquiera escuchar algo que no fuera mi respiración agitada. Caminaba a ciegas sin tener alguna idea de lo que me tenía que encontrar frente a mí. 

Una pared, no, un marco; la entrada a una habitación, una habitación fría y vacía por el eco de mis pasos dentro de ella. 

“Detente” La misma voz femenina del teléfono y obedecí.

Se cerró la puerta haciéndome brincar de miedo y seguido se encendieron las luces del cuarto blanco, totalmente blanco, con luces en todo el techo detrás de un acrílico, una pantalla empotrada en una pared y una silla de metal; nada más.

“¿Y la comida? ¿Y las bebidas? ¡¿De qué se trata esto?! ¡Nos lo prometieron!” Ya no podía más disimularlo, esta histérico. 

“Nosotros no les prometimos nada” La voz tranquilamente contesto.

“¿Qué hacemos aquí? Esto dejo de ser una prueba mental ¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué nosotros?”
“Eran los más aptos a la prueba, nunca ha dejado de ser una prueba. Somos los dueños de la prueba y ustedes los experimentos y es hora de ver los resultados finales”

“¿De qué están hablando? ¡¿Qué nos van a hacer?!” Y se prendió la pantalla de televisión mostrando una imagen en vivo de lo que sucedía en el centro de control donde estaban mis dos compañeros sentados en las sillas de las computadoras trabajando en las computadoras; se veían preocupados por algo, nerviosos porque se tocaban el rostro y se mordían las uñas.

“Ellos en estos momentos están tomando una decisión acerca de que hacer contigo, así como tú la tomaste con uno de ellos. La pregunta era:

Pueden ser ahora dos dejando a uno de sus compañeros fuera de la prueba y ya teniendo asegurados un millón de pesos, carro del año y un trabajo seguro en una compañía internacional sin hacer preguntas y con un sueldo valuado en miles de dólares mensuales, las opciones son:
a)      Que muera y yo recibo todos los premios.
b)      Que viva pero quede inválido para toda su vida y recibo solo el carro del año.
c)       Que regresé y pierdo todo.
d)      Que mueran mis dos compañeros y ganó automáticamente.

Tienes un minuto”

Y apareció un reloj en lo bajo de la pantalla, ya solo tenían diez segundos. 

Pasaron muy lentamente hasta que vi el cero en el reloj y empecé a sudar frío. 

“Los resultados son un punto para la opción a) y un punto para la opción d). Gracias por participar, puedes regresar a la habitación con tus compañeros”

Un anti-héroe más. Parte 15



“Tú me arruinaste mi vida. Tú me dejaste sin familia. Tú me dejaste sola y lo vas a pagar muy caro maldito freak, te lo voy a hacer pagar como nunca nadie te haya cobrado nada. Vas a sufrir que ni siquiera vas a saber lo que es vida después” Me decía mientras con un bate de baseball me golpeaba el cuerpo. 

“Lo siento…” Trataba de decir pero mi boca ya tenía sabor sangre y mis huesos comenzaban a romperse. 

“No, no lo haces y ¿sabes porque?” Otro y otro y otro golpe con su voz seca de fondo.

“No, no lo sé” 

“¡Porque ya estás muerto!” Y un golpe en el rostro que me noqueo por completo y dejo con la cara colgando. 


Abrí los ojos de golpe y con una agitación intensa en el cuerpo. Había sido porque conecto una batería con unos cables y del otro extremo de estos me los coloco en la cara haciéndome reaccionar.
“Buenos días corazón”

“¿Por qué simplemente no me matas?”

“Porque quiero que sientas lo que sintió mi esposo”

“Para que sepas tu esposo no sintió nada, todo fue muy rápido” 
 
“Mentira”
 
“Yo solo cerré los ojos y adiós”
 
“Mentira”

“El solo era un peón más, una persona en el lugar y momento equivocado”

“¡No, mentira!” Lagrimas salían de sus ojos y se cubría sus orejas con sus manos cerradas que sostenían pequeños cuchillos. 

“¡Termino hecho ceniza! ¡Polvo!”

“Muérete” Y con la amenaza se avanzó hacia mi persona y me enterró en cada pierna un cuchillo. 

Solo fue un grito ahogado y el cerrar de mis ojos con fuerza mientras lágrimas salían de ellos. Pero no fueron los únicos. 

Rápidamente se dio la vuelta y tomo otro par que me enterró en los brazos y por último, tomando un tercero; se quedó parada viéndome con sus lágrimas y su rabia y dijo:

“Eres un maldito mutante y no debes de vivir, nadie debe vivir siendo como tú” y enterró el último en mi pecho dejándome sin aliento ni con otra cosa que no sea la sensación de dolor y vacío. 

Tenía el cuchillo sostenido del mango con fuerza y con su otra mano en mi nuca hasta que se alejó lentamente con una gran sonrisa en su rostro. 

“Ahora eres libre, haz lo que tengas que hacer” Levante la vista ante sus palabras y con fuerza y energía saque los cuchillos de metal mi cuerpo aventándolos por toda la habitación y enterrándolos en las paredes. 

Los cuchillos están hechos de metal y el metal es un buen conductor de electricidad, lo que me permitió poder sentirlos dentro y sacarlos de mi cuerpo arrojándolos velozmente. 

Al hacer esto la cinta ya se había rasgado y con un poco más de concentración pude calentarla y podérmela quitar de encima liberándome por fin y curar mis heridas hasta estar al cien por ciento sano. 

Pero en todo ese tiempo no me había percatado que mi amada había recibido el cuchillo que yo tenía en el pecho en su vientre y ahora ella se encontraba tirada en un charco de sangre con sus manos sobre el mango del cuchillo enterrado en su cuerpo y viéndome con lágrimas mientras estaba parado a un lado de ella.

“Estas muerto” alcanzó a decir antes de que me diera la vuelta, me pusiera mis pantalones que estaban en el baño y me dirigiera a la puerta de salida.

“Aléjate de mí y no vuelvas jamás aquí porque regresare y terminare contigo” Le decía de reojo mientras tomaba la perilla de la puerta, abría está y salía.

Deje mi mano del lado del departamento para jalar la puerta cuando sentí que un cuchillo la perforaba; era un dolor que no esperaba y por tal razón grite de dolor e instintivamente quise quitarla pero estaba atorada a la puerta de madera. 

Regrese a la habitación y vi mi mano perforada por un cuchillo, el mismo que antes tenía en el pecho, el mismo que estaba en su vientre y ahora el mismo que estaba en mi mano. 

Voltee a ver el cuerpo que se suponía que estaba en el suelo pero para mí horrible sorpresa; ella ahora se encontraba de pie, sin ninguna herida en su cuerpo y con una sonrisa.

“Ahora sí, vamos a terminar con esto”. Dijo satisfactoriamente.