miércoles, 18 de agosto de 2010

Todo por placer

Las luces de la calle pasaban por encima de mi ser, la pared de mi lado derecho continuaba junto al sementó que pisaba. De vez en cuando un par de luces me segaban y otro haz de luz aumentaba hasta que un auto a alta velocidad me pasaba zumbando el ambiente, en algunos se notaba el conductor y en otros a parte de este un par de pasajeros sentados en los asientos traseros disfrutando el amor ó simplemente un rato de placer pagado.

No me tomo mucho tiempo llegar a el motel “Rinconcito”, en el cual deslumbraban luces de neón y las puertas de los cuartos de la planta baja y del primer piso. En la recepción del motel se encontraba un hombre viejo y de sobre peso.

-Quisiera un cuarto en el primer piso-
-¿Por cuánto tiempo lo va a ocupar?-
-Una noche completa-
-Desea algo de…- Haciendo un movimiento con los brazos de adelante a atrás a la altura de la cadera.
-Por algo vine, ¿no?-
-Eso es cierto, ¿alguien en especial?- Desapareciendo en su escritorio y volviendo con un catalogo de fotos con mujeres de edad adulta y maquillaje en exceso.
Y solo con una mirada a este y respondiendo lo planeado -Me han dicho que Dulce es la mejor, así que ella.-
-Es buena. Cuarto quince. Van a hacer en total $500, prefiere pagar ahora o... –
Y sin dejar que termine de hablar contesto –Ahora, confió en su criterio- Y sacando un fajo de billetes, ya contados, se los entrego.

El cuarto era de aspecto desagradable, el techo blanco con manchas oscuras, la cama con un par de sabanas de dudosa limpieza y una lámpara vieja que alumbraba el cuarto; sin contar el baño lleno insectos y un olor molesto de alcohol. Era el lugar perfecto para una noche oscura.

La puerta rezumbo con dos golpes seguidos por una voz angelical que decía, “servicio al cuarto”. Sin ningún impedimento abrí la puerta y vi una mujer de o más de 30 años con piel libre de imperfecciones, ojos azules, delgada, cabello negro y de una altura de un metro cincuenta centímetros; era hermosa. Con u movimiento de la mano la deje pasar al cuarto y con la otra cerrando la puerta ya cuando ella estaba adentro.

-¿Qué quieres hacer esta noche, amor?-
Moviéndome a su espalda y sacando una jeringa de mi bolsillo e inyectándola en su cuello, respondo a su pregunta.
-Solo quiero una noche placentera- Mientras ella caía en la alfombra café de la habitación.

Al llegar al cuarto me había puesto botas de plástico y guantes quirúrgicos para evitar algún rastro de mi presencia en la habitación y en la mujer que cargaba directamente al baño. Ya colocada en la regadera y desnuda la envolví en cinta adhesiva de los pies a los hombros y además pegándola al suelo del baño. Abrí la regadera para que la niña despertara y con un grito ahogado dice:

-Qué carajo-
-No es un buen momento para decir eso, ¿cómo lo haces?
-¿Hacer qué?, no se a que te refieres-
-¿Cómo es que logras sacar los cuerpos de los hombre a los que matas en esta misma habitación?
-Te juro que no se de lo que estás hablando-
-No era lo que esperaba- Acariciando el cuchillo por su pómulo húmedo por el agua.
-Los saco por la ventana del cuarto, debajo de ella hay un bote de basura que coloque para que cuando cayeran no sonara.-
-Luego que- Exigiendo con una voz fuerte.
-Los recojo al final de la noche, los subo a mi auto y los tiro en el bosque-
-Solo tuviste un error-
-¿Cuál?- Diciendo asombrada y con voz temblorosa.
-Que yo no voy a esperar a que termine la noche para recoger el cuerpo- Tomando y pedazo más de cinta y pegándola a su boca, mientras ella se ahogaba en sus gritos y mi cuchillo penetraba entre sus senos perfectos. Como nunca cerré la regadera un hubo necesidad de limpiar, solo espere a que la maldita se desangrara; viendo como su piel se pintaba de rojo por debajo de la cinta que la envolvía y además la sangre que escurría por el suelo y dirigiéndose directo a la coladera.

El cuerpo inmóvil lo metí en una bolsa de plástico y luego lo tire por la ventana, en la cual se encontraba un bote como la mujer había pronunciado. Recogí mis cosas del cuarto y revisando a mí alrededor algún indicio de problemas me fui cerrando la puerta de este. Me dirigí al bote que estaba detrás del motel, cargue el cuerpo y caminando un par de metros por un camino de tierra que estaba entre los arbustos. Cuando ya estaba lo suficiente lejos del motel lance el cuerpo y oyendo como crujían las ramas que aplastaba el cuerpo desangrado.

-Esto me da placer-