No era una chica normal y no por ser bella e inteligente, ni
porque me estaba propagando el mal; sino porque sabía que también tenía un
secreto y ella sabía que yo sabía y los dos sabíamos que éramos diferentes. Y
sabíamos que el saber que no sé qué chingados estoy diciendo… ella me estaba
haciendo esto, no tenía cabeza para otra cosa que no fuera ella.
Un día no la vi y fue uno de mis días más tranquilos, en
donde pude estar en paz y pensar en otras cosas de mi vida que no fueran esas
curvas que se generaban en su rostro al sonreír y en las curvas que mostraba al
agacharse por una pluma; pero que curvas eran esas.
Todo iba bien hasta que la noche empezó a generarse, hasta
que las luces de la calle se encendieron y le gante empezó a estar en sus
hogares con sus familias y en la hora en que todos los males comenzaban a
surgir, incluyéndome.
Caminaba por la acera de una calle poblada de gente con un
cierto síntoma de ansiedad, había contenido tanta energía en todo el día, había
sido tan bueno que ahora no sabía que hacer; como si necesitara de la
preocupación, del estrés y de algo en que ocuparme para poder estar bien,
aunque eso era cosa de toda mi vida. Siempre había sido una persona exagerada
con mis actividades, no me gustaba estar solo con mi mente, me ponía nervioso.
Se escuchaban gritos en la dirección en la que caminaba y
eran de un hombre que había encontrado a su novia, supongo, con otro hombre
tomando un café. Ya se habían presentado golpes porque un hombre se encontraba
tirado en el piso cubriéndose el rostro mientras el otro era contenido por la
mujer que tenía su maquillaje corrido en el rostro de sus lágrimas y en la
mejilla una mano marcada; claramente por el mismo hombre que había tumbado al
tipo del suelo. Ella le argumentaba que era un amigo y el solo la amenazaba que
se la iba a pagar.
La demás gente estaba rodeándolos admirando el espectáculo,
porque algunos ocupaban su celular para grabar la situación.
Una sensación de adrenalina corrió por mi cuerpo y como
ingresando a la arena de pelea me metí entre la gente hasta estar cerca del
golpeador.
“Déjala ya y vete” esa no era mi voz, hace tiempo jamás me
hubiera imaginado en esa situación y mucho menos con esa frialdad.
“¿Y tú pinche morro qué?” se volteo a verme y de pronto solo
vi como una de sus manos en forma de puño se acercaba rápidamente a mi rostro y
acepte el golpe. Lo recibí limpio en el rostro, lo que me hizo tambalearme y
poner una rodilla en el suelo.
En mi boca comenzaba a sentir ese sabor a sangre de mis
encías mientras el tipo gritaba “Y ahí te quedas por pendejo”.
Con seguridad me volví a levantar frente a él y le volví a
decir con tranquilidad “vete ya y dejara en paz”, de inmediato y ya sin decir
nada antes volvió a soltar un golpe pero ahora lo contuve con mi mano y con fuerza
apreté su puño hasta que… hasta que como si tuviera en vez de su mano una
naranja, esta explotara y quedaran todos sus gajos en mi mano.
La gente empezó a gritar que llamaran a una ambulancia y a
patrulla y el antes hombre fuerte y varonil se encontraba sentado en el suelo,
llorando, lleno de sangre y sin una mano.
No sabía que había pasado, como había sucedido, todo había
sido tan rápido que no tenía memoria para poder visualizar lo anterior, solo
ahora veía a mi alrededor a la gente aterrorizada viéndome y algunos aun con
sus celulares grabándome. Quería irme, quería irme ya de ahí y al dar el primer
paso para correr volví a sentir esa sensación de mi cuerpo dormido y un haz de
luz; en un parpadeo ya estaba en un callejón sin gente y recargado en un bote
de basura de metal.
“¿Que chingados acaba de pasar? ¿Qué hice? Voló en pedazos
su mano” y baje mi mirada y me vi también cubierto de sangre.
Lentamente salí del callejón y con la cabeza abajo camine
rápidamente hacia mi hogar. Al llegar a la puerta mi mano temblaba y se me
cayeron las llaves, cuando las recogí del suelo y me volví a levantar escuche
su voz.
“¿Una noche larga?” sin verla y aun con la mirada en el
cerrojo con la llave dentro contente:
“Un poco, sí. No deberías estar aquí, ya es tarde”
“Lo sé y tú tampoco y mucho menos cubierto de sangre por un
hombre al que le acabas de despedazar la mano” del miedo me di la vuelta y ella
estaba ahí parada, con esa mirada, con esos labios, con ese cuerpo y con una
seriedad encantadora; de la que me gusta porque causa intriga y una sensación
que impone tanto que excita.
“Vamos” me tomo de la mano y me jalo afuera de la entrada de
mi casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario