martes, 1 de marzo de 2016

Un anti-héroe más. Parte 5



No era una chica normal y no por ser bella e inteligente, ni porque me estaba propagando el mal; sino porque sabía que también tenía un secreto y ella sabía que yo sabía y los dos sabíamos que éramos diferentes. Y sabíamos que el saber que no sé qué chingados estoy diciendo… ella me estaba haciendo esto, no tenía cabeza para otra cosa que no fuera ella. 

Un día no la vi y fue uno de mis días más tranquilos, en donde pude estar en paz y pensar en otras cosas de mi vida que no fueran esas curvas que se generaban en su rostro al sonreír y en las curvas que mostraba al agacharse por una pluma; pero que curvas eran esas. 

Todo iba bien hasta que la noche empezó a generarse, hasta que las luces de la calle se encendieron y le gante empezó a estar en sus hogares con sus familias y en la hora en que todos los males comenzaban a surgir, incluyéndome. 

Caminaba por la acera de una calle poblada de gente con un cierto síntoma de ansiedad, había contenido tanta energía en todo el día, había sido tan bueno que ahora no sabía que hacer; como si necesitara de la preocupación, del estrés y de algo en que ocuparme para poder estar bien, aunque eso era cosa de toda mi vida. Siempre había sido una persona exagerada con mis actividades, no me gustaba estar solo con mi mente, me ponía nervioso. 

Se escuchaban gritos en la dirección en la que caminaba y eran de un hombre que había encontrado a su novia, supongo, con otro hombre tomando un café. Ya se habían presentado golpes porque un hombre se encontraba tirado en el piso cubriéndose el rostro mientras el otro era contenido por la mujer que tenía su maquillaje corrido en el rostro de sus lágrimas y en la mejilla una mano marcada; claramente por el mismo hombre que había tumbado al tipo del suelo. Ella le argumentaba que era un amigo y el solo la amenazaba que se la iba a pagar. 

La demás gente estaba rodeándolos admirando el espectáculo, porque algunos ocupaban su celular para grabar la situación.  

Una sensación de adrenalina corrió por mi cuerpo y como ingresando a la arena de pelea me metí entre la gente hasta estar cerca del golpeador. 

“Déjala ya y vete” esa no era mi voz, hace tiempo jamás me hubiera imaginado en esa situación y mucho menos con esa frialdad. 

“¿Y tú pinche morro qué?” se volteo a verme y de pronto solo vi como una de sus manos en forma de puño se acercaba rápidamente a mi rostro y acepte el golpe. Lo recibí limpio en el rostro, lo que me hizo tambalearme y poner una rodilla en el suelo. 

En mi boca comenzaba a sentir ese sabor a sangre de mis encías mientras el tipo gritaba “Y ahí te quedas por pendejo”.

Con seguridad me volví a levantar frente a él y le volví a decir con tranquilidad “vete ya y dejara en paz”, de inmediato y ya sin decir nada antes volvió a soltar un golpe pero ahora lo contuve con mi mano y con fuerza apreté su puño hasta que… hasta que como si tuviera en vez de su mano una naranja, esta explotara y quedaran todos sus gajos en mi mano. 

La gente empezó a gritar que llamaran a una ambulancia y a patrulla y el antes hombre fuerte y varonil se encontraba sentado en el suelo, llorando, lleno de sangre y sin una mano. 

No sabía que había pasado, como había sucedido, todo había sido tan rápido que no tenía memoria para poder visualizar lo anterior, solo ahora veía a mi alrededor a la gente aterrorizada viéndome y algunos aun con sus celulares grabándome. Quería irme, quería irme ya de ahí y al dar el primer paso para correr volví a sentir esa sensación de mi cuerpo dormido y un haz de luz; en un parpadeo ya estaba en un callejón sin gente y recargado en un bote de basura de metal.

“¿Que chingados acaba de pasar? ¿Qué hice? Voló en pedazos su mano” y baje mi mirada y me vi también cubierto de sangre. 

Lentamente salí del callejón y con la cabeza abajo camine rápidamente hacia mi hogar. Al llegar a la puerta mi mano temblaba y se me cayeron las llaves, cuando las recogí del suelo y me volví a levantar escuche su voz.

“¿Una noche larga?” sin verla y aun con la mirada en el cerrojo con la llave dentro contente:

“Un poco, sí. No deberías estar aquí, ya es tarde”

“Lo sé y tú tampoco y mucho menos cubierto de sangre por un hombre al que le acabas de despedazar la mano” del miedo me di la vuelta y ella estaba ahí parada, con esa mirada, con esos labios, con ese cuerpo y con una seriedad encantadora; de la que me gusta porque causa intriga y una sensación que impone tanto que excita. 

“Vamos” me tomo de la mano y me jalo afuera de la entrada de mi casa.

No hay comentarios: