“a, b, c, d” decía en un susurro y pensaba “a, b, c, d” decía
en un susurro y pensaba que iba a escoger “a, b, c, d” decía en un susurro y
pensaba que iba a escoger Marco “a, b, c, d” decía en un susurro y pensaba en
el éxito “a, b, c, d” decía en un susurro y pensaba en el dolor “a, b, c, d”
decía en un susurro y me quedaban treinta segundos “a, b, c, d” decía en un
susurro y pensaba en las consecuencias “a, b, c, d” decía en un susurro y
pensaba en la vida de tranquilidad para mí y para mi familia “a, b, c, d” decía
en un susurro y… 10, 9, 8, 7 “vamos, presiona una opción” 6, 5, 4 “ya, hazlo;
acaba con esto” 3, 2, 1… 0
Pulse la opción, guardo la respuesta y se apagó la
computadora automáticamente. Le sucedió lo mismo a Marco, aunque no sabía que
había hecho él.
“A, reprobar. B, egoísta. C, éxito. D, sufrimiento” Decía
Marco en voz baja una y otra vez viendo las olas moverse sin rumbo y chocar
entre ellas.
Yo lo veía de espaldas porque quería evitar ver a Juan,
aquel Juan que ya hacía sobre su teclado con los ojos cerrados y la boca abierta;
aparentemente sin moverse.
Súbitamente Marco se dio la vuelta y se abalanzo sobre la
mesa donde estaba la computadora tirando de espaldas el cuerpo de Juan junto
con el suyo; se puso de rodillas a un lado de él y…
…
Un rayo se estrelló en el océano iluminando la casi obscura habitación.
Después el sonoro de su impacto.
…
Y Marco con sus manos rodeo el cuello de Juan y lo comenzó a
asfixiar.
“¿Cuáles eran tus opciones?” pensé.
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