Azules como el profundo mar cuando lo vez por primera vez, claro
como una rosa, pequeños como una perla. Rojos como la sangre virgen de un
cuerpo, intensos como electrizados, pequeños como un atardecer entre las montañas.
Azul y rojo, lo único que veía en la oscuridad donde no
sabía nada, solo sentía la entrada y salida del aire de mis pulmones,
la expansión y contracción de mi pecho, el parpadear de mis ojos, el
palpitar de mí corazón hasta ahora en calma y el sonido de unos tacos altos
y puntiagudos acercarse a mí.
El aire era fresco aun sin sentir una sola brisa en el rostro,
solo estaba frío. La luz estaba sobre mí y solo me rodeaba mientras portaba mi
traje de graduación, negro con camisa blanca y corbatín; mi estado era peinado,
afeitado y con un aroma bastante rico. Estaba por la espalda esposado de las
muñecas y de mis tobillos con grilletes. No me podía mover de ese lugar, solo
sentarme o acostarme pero no tenía ganas de hacerlo; no recordaba nada antes de
eso pero seguía tranquilo, en calma. Parado esperando a que el sonido se
detuviera al igual que la mujer que se me acercaba lentamente.
No era muy alta, tenía el cabello pintado de negro y corto, frente
no muy amplia, ojos azules claros y pequeños, nariz respingada, unos labios
pequeños pintados de rojo, extremidades no muy largas, uñas pintadas de color
rojo también, de complexión flaca, pies pequeños con tacones negros y
puntiagudos y portaba un vestido largo color rojo atado solo de un hombro lo cual
desnudaba un lado de su cuerpo y supongo que toda su espalda.
Sus ojos fijos y penetrantes mostraban adicción, tentación, enojo,
estrés pero sobre todo ansiedad.
Sus labios sonrientes y algo torcidos decían que estaba feliz, emocionada
y atraída.
Estaba quieta con la espalda erguida y el cuello estirado. Dio un
paso lento, luego otro y otro hasta llegar a mi posición, tan cerca que sentía
su respirar agitado, olía su aroma dulce, sentía su calor y escuchaba su
corazón palpitar; el único sonido que inundaba el lugar.
Sus uñas empezaron a pasear por mis brazos, por mi pecho, por mi
cuello, por mis mejillas hasta llegar a mi nuca y jugar un poco con mi cabello.
Sus ojos nunca vieron otra cosa que no fueran los míos a pesar de
que su rostro se empezó a inclinar poco a poco a su lado derecho. Su sonrisa,
sus dientes blancos y su cuello expuesto demostraban que estaba agitada; excitada.
Después de unos momentos se volvió a enderezar dejando mi cabello
en paz pero llevando sus manos ahora a mis hombros apretándolos con la fuerza
para juntarlos y sus uñas se enterraban hasta un punto que estoy seguro llego a
hacerme sangrar y nadie lo hacía.
De un momento a otro se inclino a mi rostro y abriendo la boca
completamente hiso el gesto de que me iba a morder el rostro entero y hasta que
cerró la boca hiso un sonido parecido a una carne asada en la parrilla. Nunca cerró
los ojos, nunca los deje de ver; movió sus manos a mi cadera y jalándome a su
cuerpo sentí su sudor, su palpitar, sus pulmones abriéndose y cerrándose, sus
venas ser recorridas por glóbulos y su fuerza en sus manos que se aferraban con
firmeza.
Nunca hice ningún gesto, nunca me gusto, nunca sentí algo
diferente a una serenidad y seriedad que tenía. Solo que no la dejaba de ver ir
y venir ya que podía pasar algo.
Se alejo de mi rostro y se enfoco en mi cuello, lo mordió con
fuerza y no se separo hasta después de varios minutos; sabía que algo había
pasado y lo comprobé al verle la boca de nuevo cuando se separo; estaba llena
de rojo que goteaba de un lado de su mentón.
…(cambio de historia, final alternativo)
Los grilletes se abrieron al igual que las esposas. Ella se dio
vuelta mostrando su espalda desnuda. Di un paso y poniendo mis manos sobre su
cuello y frente gire los brazos y la desnuque dejándola muerta con su boca
llena de mi sangre.
Sentí una presencia a mis espaldas y me di la vuelta, puse mis
manos sobre su cuello estrangulándolo; era un hombre que minutos después cayó
muerto con los ojos abiertos. No lo puedo describir, solo sabía quién era.
De nuevo alguien estaba detrás de mí pero esta persona era de
menor tamaño que yo y tenía un aroma adictivo. Di la vuelta y puso una de sus
manos en mi boca tapándomela y la otra con un cuchillo enterrándomelo; era
hermosa, ojos cafés algo rasgados, cabello largo, labios pequeños y seductores.
Tenía un vestido verde y fue todo lo que pude ver.
…(de regreso a la historia original)
Su lengua paseo por sus labios limpiándose el tinte rojo y se
acero de nuevo a mi cara pero ahora con los ojos cerrados, sus labios estaban
listos para besarme cuando se detuvo y abrió sus pupilas intensamente y su
cabeza empezaba a temblar. Retrocedió y cayó de rodillas en mis pies hasta al
final quedar boca abajo; tenía un cuchillo enterrado por la espalda que
sangraba a mares ya que le habían perforado el pulmón y aun estaba viva.
Alce el rostro y vi a una dama, a la dama de vestido verde claro;
ojos cafés como la caliente madera y rasgados como el sol cuando esta anocheciendo;
labios de color natural, pequeños y seductores con una sonrisa deslumbrante.
Se acerco, me beso como nunca, me abrazo como si fuera el último,
sentí su corazón decir mi nombre y sus manos pasear por mí cuerpo, escuche su
respirar tranquilo que me dio calma y paz y olí de nuevo esa rica y deliciosa
adicción. Su sabor, el de sus labios, el de su amor; incomparable,
inimaginable, extraordinario y único. El único que deseo y el único que siempre
amare.
La luz que me rodeaba se apago y nos quedamos solo los dos.
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