“Yo no hice nada; no me pueden culpar de nada”
“Hay un video en donde se ve como mataste a dos personas hoy
por la mañana y uno de ayer en donde le destrozas la mano a otro señor”
“Pero no me puede culpar de nada, esos hombres estaban
haciendo cosas malas y… y no sé cómo explicarlo y aunque lo intentara no me
creería”
“Puedes intentarlo hijo porque vas a estar aquí por mucho
tiempo”
“Maldita sea. Pues todo comenzó un día por la noche que iba
caminando rumbo a mi casa y…” Y asé le comenté acerca del viejo, de la marca en
el pecho, de los viajes por la red de luz y de aquella mujer que me había
encantado la noche anterior.
Estaba en una habitación de cemento con una mesa de metal,
dos sillas y un foco en el techo que nos iluminaba. Claramente en la jefatura
de la policía y siendo entrevistado por un detective, creo.
“Pues en algo tenías razón; jamás me iba a creer esa mamada
que me acabas de contar” Me decía el señor con una sonrisa fingida en su
rostro.
“¿Y cómo es que explica todo lo que ha pasado?” Le pregunte
esperando una respuesta coherente.
“Pues que eres un muchacho que no debe estar en donde no
debe y que le gusta meterse en problemas. Que llegaste a la edad en donde no
sabes quién eres y para eso te drogas y te metes esas ideas a la cabeza y piensas
tener súper poderes y para acabarla; eres un pendejo” Eso era lo que me
imaginaba que me contestaría tras mi pregunta, pero tenía cierta fe; fe que se
desvanecía con mi libertad.
“Tiene que creerme, por favor” Rogaba por una oportunidad y
claro que podía demostrárselo pero por alguna razón, por un presentimiento; no
quería hacerlo.
“Lo único que creo es que vas a estar encerrado hasta que te
mueras. Vamos, se acabó la entrevista” Me decía mientras cerraba su block de
notas, se levantaba de su lugar y me levantaba del brazo mientras mis manos
estaban esposadas.
“Espere, no. Tengo derechos; mi llamada, un abogado, un
juicio” El estrés comenzaba a invadirme y eso no era bueno.
“El único juicio que vas a tener en cuando llegues al pena y
te digan en que celda vas a estar y la única llamada que vas a hacer va a ser
gritando desde una mesa fría de metal mientras te meten sustancias para
investigarte porque hijo; estas frito”
Y antes de que girara la perilla para salir del salón le
contesté:
“No, lo siento; yo no estoy frito. Usted si” Cerré los ojos
y me concentre y como un hormigueo, mi cuerpo se erizo y pase electricidad por
todos mis músculos pasándole una carga eléctrica al “detective” y aventándolo contra
la pared dejándolo inconsciente.
“Dime que no lo mate. No hice mucha fuerza” Me decía a mí
mismo mientras rompía las esposas y me agachaba a tocarle el cuello al señor. Aún
tenía pulso.
“Gracias a Dios” Y con un suspiro me levantaba “ahora ¿cómo
chingados salgo de aquí?”
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