domingo, 13 de marzo de 2016

Un anti-héroe más. Parte 8

“Yo no hice nada; no me pueden culpar de nada”

“Hay un video en donde se ve como mataste a dos personas hoy por la mañana y uno de ayer en donde le destrozas la mano a otro señor”

“Pero no me puede culpar de nada, esos hombres estaban haciendo cosas malas y… y no sé cómo explicarlo y aunque lo intentara no me creería”

“Puedes intentarlo hijo porque vas a estar aquí por mucho tiempo”

“Maldita sea. Pues todo comenzó un día por la noche que iba caminando rumbo a mi casa y…” Y asé le comenté acerca del viejo, de la marca en el pecho, de los viajes por la red de luz y de aquella mujer que me había encantado la noche anterior.

Estaba en una habitación de cemento con una mesa de metal, dos sillas y un foco en el techo que nos iluminaba. Claramente en la jefatura de la policía y siendo entrevistado por un detective, creo.

“Pues en algo tenías razón; jamás me iba a creer esa mamada que me acabas de contar” Me decía el señor con una sonrisa fingida en su rostro.

“¿Y cómo es que explica todo lo que ha pasado?” Le pregunte esperando una respuesta coherente.

“Pues que eres un muchacho que no debe estar en donde no debe y que le gusta meterse en problemas. Que llegaste a la edad en donde no sabes quién eres y para eso te drogas y te metes esas ideas a la cabeza y piensas tener súper poderes y para acabarla; eres un pendejo” Eso era lo que me imaginaba que me contestaría tras mi pregunta, pero tenía cierta fe; fe que se desvanecía con mi libertad.

“Tiene que creerme, por favor” Rogaba por una oportunidad y claro que podía demostrárselo pero por alguna razón, por un presentimiento; no quería hacerlo.

“Lo único que creo es que vas a estar encerrado hasta que te mueras. Vamos, se acabó la entrevista” Me decía mientras cerraba su block de notas, se levantaba de su lugar y me levantaba del brazo mientras mis manos estaban esposadas.

“Espere, no. Tengo derechos; mi llamada, un abogado, un juicio” El estrés comenzaba a invadirme y eso no era bueno.

“El único juicio que vas a tener en cuando llegues al pena y te digan en que celda vas a estar y la única llamada que vas a hacer va a ser gritando desde una mesa fría de metal mientras te meten sustancias para investigarte porque hijo; estas frito”

Y antes de que girara la perilla para salir del salón le contesté:

“No, lo siento; yo no estoy frito. Usted si” Cerré los ojos y me concentre y como un hormigueo, mi cuerpo se erizo y pase electricidad por todos mis músculos pasándole una carga eléctrica al “detective” y aventándolo contra la pared dejándolo inconsciente.

“Dime que no lo mate. No hice mucha fuerza” Me decía a mí mismo mientras rompía las esposas y me agachaba a tocarle el cuello al señor. Aún tenía pulso.


“Gracias a Dios” Y con un suspiro me levantaba “ahora ¿cómo chingados salgo de aquí?”

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