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Silencio. Un rayo cae muy cerca e ilumina toda la
habitación, después viene su estruendo que no nos sorprende pero si nos deja
sordos.
Pasan los segundos y ninguno de nosotros se atreve a hablar
ni a mirar otra cosa que no sea el cero que ahora está en la pantalla.
Pasan los segundos por el reloj de pared hasta hacerse un
minuto y todo sigue igual. Aun nada diferente.
Comenzamos a relajarnos en nuestros lugares aun guardando
silencio hasta que Juan pregunta:
“¿Ahora qué?” Y junto con el final de su frase su cabeza se
cae sobre su teclado golpeándose en seco.
Eso hace que Marco se dé la vuelta y me voltee a ver preguntándome
que hacer pero sin decir una palabra.
Pasaron unos segundos y en nuestras computadoras apareció una
pregunta con cuatro opciones a hacer.
“Estas en una situación en la que un amigo tuyo está
sufriendo un colapso en sus pulmones ¿Qué haces?
a)Le ayudas a reaccionar y repruebas el examen.
b)No le ayudas y continúas con el examen.
c) Tocas el botón que está en su cuello parpadeando
(provocando una falla total en sus pulmones y terminas con su vida) y apruebas
el examen con honores y te vas a casa con $1,000,000. De dólares, un hogar en
la playa, un auto deportivo del año y sin necesidad de trabajar para vivir bien
tú y tu familia.
d) Ninguna de las anteriores y reacciona tu
compañero, pero sufres graves consecuencias.
Tu respuesta será definitiva pero solo recuerda una cosa. Tu
amigo no tiene mucho tiempo y quien está consciente junto a ti no podría ser
tan noble. Tienes un minuto.”
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