-Mira, hay una tina. Yo ya estaba mentalizada de que era una
regadera de donde salía agua café y con una coladera llena de vellos pero mira;
el motel me ha sorprendido- Me voltee, me agache y lo bese en la frente.
Había dejado de llorar y de temblar, pero aun no recuperaba
su tono de piel y tenía los ojos hinchados.
-Espérame un momento, ahora vuelvo- Fui a mi bolsa y saque
una gruesa cinta de aislar.
Lo volví a tomar pero ahora de su cadera y lo metí en la
tina con su cara en uno de los extremos en una de las orillas.
-Estas un poco pesado mi amor, pero nada fuera de lo normal
dada tu complexión-
Tome la cinta y lo empecé a enredar en ella sin importar que
aun tuviera sus pantalones y calcetines puestos. Sus ojos se volvieron a abrir
todo lo que pudieron mientras lo hacía.
-Tranquilo, no pasa nada; es solo cinta. En unos pocos
momentos podrás volverte a mover pero no quiero que haya ningún accidente así
que, mejor prevenir ¿No lo crees?- Ocupe toda la cinta hasta dejarlo
suficientemente amarrado.
-Listo, creo que ahora estás listo para escuchar cómo es que
quedaste inmóvil la cual es una de tus más grandes preguntas pero no sin antes
cerrar el ducto por donde se va el agua y abrirle a la llave- Lo hice como
exactamente lo dije.
La música había dejado de sonar pero ahora estaba el ruido
del agua salir por la llave, ese ruido que se hace cuando una tina se va
llenando poco a poco.
-Fue en un rasguño cuando estaba debajo de ti. Si te das
cuenta tengo bolsillos, y en un rasguño de los que te gustan te corte un poco.
Saque una ampolleta y te la exprimí en la herida que te hice con amor-
La tina estaba llena a una tercera parte y la le cubría parte
de las piernas.
-¿Qué que hay en la ampolleta? Solo un tranquilizante para
caballo que puedes conseguir en cualquier veterinaria en un pueblo y sin
mayores preguntas. Hasta los médicos se ofrecieron a ayudarme a poner a dormir
al caballo ¿tú crees?- Me metí a la tina con él y le dije al oído –Que fáciles
son los hombres ante una mujer-
Me recosté sobre él mientras mi cabeza reposaba en su pecho
escuchando su respirar acelerado y su corazón palpitar sin importarme que me
comenzara a mojar al igual que él.
Así nos quedamos mientras la tina se llenaba poco a poco.
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