lunes, 4 de abril de 2016

Un anti-héroe más. Parte 12



Humo negro en el cielo, llamas sobre las ruinas y el sonido de patrullas del desierto acercándose rápidamente hacía los hechos. 

¿Qué había sucedido? No lo sé, pero había sido algo fuerte, que quedaría en la mente de aquellas personas que me buscaron y que desafortunadamente, me encontraron. 

Tal vez no todos era culpables y había unas personas más inocentes que otras, la señora de la cafetería o el perro vagabundo del desierto, no lo sé; pero todos hoy por hoy, eran parte de la arena del desierto, una arena negra con una historia por detrás. 

“¿Qué hago?” Las patrullas se acercaban rápidamente y no había manera de escapar, ya que; además de mi cansancio, no sentía alguna presencia de electricidad. Estaba en verdad en medio de la nada. 

“Tendré que ser un sobreviviente y ya al estar cerca de un poblado desapareceré, pero; me van a volver a encontrar. Ya lo hicieron una vez ¿qué va a evitar que lo vuelvan a hacer?” Y ante no respuesta a mi pregunta final, decidí no preocuparme por eso por ahora. 

Y como lo pensé, sucedió. Me subieron a una ambulancia y tras un camino corto en la carretera y preguntas acerca que había sucedido y quien era escape desapareciendo enfrente de sus ojos y aunque creo que por mi osadía exploto la ambulancia y murieron los paramédicos; escape sin dejar marca y desaparecí por unos días. 


No podía ir a casa o si quiera ver a aquella mujer que ahora retumbaba en mi cabeza cada vez que conocía a una nueva dama en mis diferentes viajes que hacía sin dinero o visa ya que si tenía hambre entraba a un supermercado cerrado y comía; si tenía sueño dormía en un cuarto vacío de un hotel que me gustara, si quería jugar video juegos pues iba a una plaza y jugaba; básicamente, mi vida fue más fácil y aunque siempre corriendo no me quejaba para nada. 

Conocí a mucha gente, hombres y mujeres, robaba si quería y necesitaba, ligaba si me lo disponía y veía paisajes inigualables. Fueron días increíbles y aunque debía cumplir con una cuota de hacer cosas buenas para evitar frustraciones, no me quejaba; a veces se sentía bien hacer el bien, luego hasta me hostigaba. 

Era libre, fui libre. Hice justicia y mis manos se mancharon de sangre con los años. Me convertí en una leyenda urbana, en un héroe y en un demonio andante. Nadie sabía de donde venía o a donde iba; pero ¿quién lo sabe en verdad? Las cosas cambian tan rápido que nada puedes planear. 

Ya era un adulto y sin tener un lugar fijo o un hogar, regrese a mis orígenes esperando que algo hubiera cambiado y aunque ya dominaba por completo mis habilidades nunca estuve preparado para volverla a ver, sirviendo café en un restaurante elegante, sonriendo a los clientes y jugando con sus manos lentamente. Esos ojos, esa boca, ese cuerpo y ese ser; ya era una mujer madura, consciente y hermosa, muy hermosa y, aunque la veía a través del ventanal bajo la lluvia del otro lado de la acera sé que ella me observo y en un parpadeo desaparecí de su vista. 

“Hermosa”

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