“Busca en las mochilas algo para curar su herida mientras yo
le hago presión” Le decía a Juan mientras un poco desesperado pasaba mochila
por mochila sacando todo y tirándolo al suelo hasta que encontró una aguja e
hilo.
“Toma” Me dijo mientras me lo pasaba ya con mis manos llenas
de sangre.
“¿Lo sabes hacer?” me preguntó irónico.
“No pero es como cocer un botón, supongo. Busca alcohol o
agua para lavar primero la herida” Dudo un poco pero en seguida me paso una botella
de alcohol mientras preguntaba al aire:
“¿Cómo sabían que íbamos a necesitar esto?”
Era demasiado terrorífica la respuesta a esa pregunta por el
momento.
Abrí la botella y le tire el líquido en su oreja o en lo que
quedaba de ella. Claro que grito y pataleo de dolor.
“¡Hazme un pinche favor y acuéstate en sus piernas para que
no me vaya a mover mientras cierro esto, por favor!” Estaba congelado viendo la
escena hasta que con sus brazos sostuvo sus piernas mientras que introducía el
hilo a la aguja y la aguja a su oreja.
Grita tras grito, lagrimas, sudor y gemidos de dolor salían
de mi compañero mientras que trataba de meter la aguja y sacarla hasta cerrar
con fuerza su herida hasta que por fin quedo sin antes volverle a tirar alcohol
sobre esta.
“Listo, no ha sido mi mejor trabajo pero quedo, esperemos
que no se le infecte y no pierda el sentido”
“¿Crees que se muera?” Me pregunto Juan asustado.
“Por el momento sigue vivo y eso es lo que cuenta”
Nos fuimos tranquilizando poco a poco los tres hasta que por
fin Marco pudo hablar.
“Te voy a matar Juan, te juró que te voy a matar”
“No olvides quien tiene el arma en su bolcillo” Contentó.
“¡Ya!, los dos. Estamos los tres en esto y así vamos a salir
de aquí, los tres” Tenía que haber control.
Pasaron minutos en silencio hasta que Juan comento que hacía
calor y era verdad, hacía mucho calor, más de lo habitual.
“Tenemos que mantener fresco a Marco para que no sufra de
temperatura y un colapso” Le dije a Juan mientras tratábamos de averiguar cómo
hacerlo. No teníamos agua ni una entrada de aire fresco, solo el vidrio que
chocaba contra las olas del mar; así que lo cargamos y lo pusimos contra esté y
ante la buena idea los tres nos quedamos apoyados contra el vidrio.
El hambre nos atacaba y esa sensación de cansancio volvía a
nuestros cuerpos. No habíamos comido y dormido, esto dejaba de ser un juego o
una prueba cualquiera.
Trataba de pensar en mi familia, en mis amigos, en mi novia,
en todo lo que había tenido que hacer en la universidad para poder llegar aquí,
y ahora me preguntaba si todo eso había valido la pena para estar sufriendo
esto.
No se cuento tiempo paso pero cuando abrí los ojos la puerta
estaba abierta y estaba solo en la habitación.
Ya no hacía calor y no tenía
hambre o sueño.
Me levante y camine por la habitación buscando alguna señal
de mis ahora, amigos. Pero no había nada, solo el mismo desorden de antes.
Me dirigí a la puerta y escuche un sonido profundo de
oleaje, como cuando te acercas al mar y se escuchan cada vez más cerca como las
olas chocan entre sí; pero yo no me estaba moviendo, estaba parado y entre la
oscuridad pude ver que algo se acercaba y se movía desordenadamente y dado el
sonido, era obvio que era.
Reaccione lo más rápido posible tratando de cerrar la puerta
pero el impacto me venció tirándome al suelo y entrando litros y litros de agua
al cuarto que se llenaba velozmente.
A los pocos segundos ya el agua me llegaba a la cadera
mientras trataba de ir contra la corriente o trataba de romper el vidrio que me
separaba del mar. Fueron segundos más en lo que estaba ya nadando sin tocar el
suelo y acercándome al techo.
Mientras trataba de pensar que hacer ante la histeria vi una
rendija de aire sobre mí y trate de jalarla con toda la fuerza que tenía pero
era inútil sin alguna herramienta para poder quitar los tornillos que la
mantenían fija al techo.
El agua venció el nivel del techo y con una sola inhalación
de aire baje a las mochilas a ver si encontraba algo que me sirviera; nada,
nada de herramientas y nada de aire; solo mire por el vidrio el paisaje y me
quede flotando.
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