¿Acaso es la crema para la piel que llevas puesta? ¿Es un
perfume suave que cubre tu seductor cuello? ¿Es el olor del acondicionador de
cabello que usas cuando el agua pasa por tu cuerpo y tienes los ojos cerrados?
¿Es el detergente de tu ropa que tanto deseo desgarrar o del de las sabanas que
por momentos están enredándonos y en otros ya están en suelo? ¿O es acaso tu
olor corporal? Tan suave, tan delicado y tan delicioso que no me canso de
disfrutarlo con cada bocanada de aire que entra por mis pulmones. Sea lo que
sea quiero seguir saboreándolo dentro de mi cuerpo y en mi mente que esta
extasiada.
Aun es de noche y estas acostada sobre mí, acurrucada en mi
pecho que crece y se hace pequeño por cada respirar, con tu mano en mi hombro y
tu oreja pegada en donde mi corazón late lentamente. Tu cabello oscuro esta enredado,
tus ojos cerrados descansan y por tu mente pasan miles de imágenes que se
vuelven tus sueños; tu respirar es pausado y relajado y aunque no estoy sobre
ti, escucho tu corazón moverse en el interior de tu cuerpo impulsando litros de
sangre que pasan por cada rincón de tu organismo haciendo que puedas vivir en
ese momento y yo te pueda disfrutar. De vez en cuando tu lengua sale a
humedecer tus labios un poco y vuelve a donde pertenece; quisiera ser esa
lengua y esos labios o por lo menos poderlos tocar con todos mis sentidos
agudizados y poder sentir ese calor que emana de tu cuerpo.
No dejo de ver el techo de nuestra habitación y te empujo un
poco hasta quedar libre de tus manos y de tu cuerpo y poderme levantar sin
hacer mucho ruido para evitar despertarte. Al final lo logro y camino descalzo
y con solo un pantalón de pijama para el baño, entro y prendo la luz cuando
estoy frente al espejo.
Mis pupilas se dilatan y me hacen doblarme un poco porque la
luz me afecta; parpadeo un par de veces hasta que me acostumbro. Hace frío y
por el espejo veo como sale humo de mi cuerpo tocándome los brazos queriéndolo atrapar.
Me lavo la cara y con una toalla me seco pasivamente y me quedo con ella un
momento más presionándola contra mi rostro. Me la quito y me miro al espejo con
el pecho desnudo y los vellos erizados por el frío
Estoy tranquilo, feliz y un poco cansado pero tengo un
rostro calmado; sin ninguna preocupación.
Se abre poco a poco la puerta y ella entra al baño con una
blusa que le queda grande y debajo de ella un pequeño bóxer, le cuesta igual de
trabajo acostumbrarse a la luz pero cuando ya lo está me mira atreves del
espejo con la cabeza un poco inclinada y el cabello cayéndole a un hombro y a
la frente. Lanza un bostezo y se rasca los ojos con la parte exterior de sus
manos; fue una escena tierna, dulce y de esos momentos que jamás cambiaría por
nada ya que lo único que yo hacía era sonreír y ser víctima de sus actos que me
encantaban.
Se acerco a mí y me abrazo por la espalda diciendo:
-Hace frío- Fue un susurro pero con el silencio de la noche cómplice
de nosotros sonó como si hablara en su tono normal.
Acaricie su mano y sin dejarla de ver en el espejo le dije:
-Lo sé, pero ahora ya no tanto-
Me di la vuelta y la bese tiernamente con mi mano debajo de
su oreja y mis dedos entrelazados en su cabello oscuro. Sentí su calor, el
palpitar de su corazón, sus manos en mis hombros y la suavidad de su piel.
La lluvia comenzaba a caer y solo se escuchaba el golpeteo
de las gotas con la ventana hasta que cayó un rayo del cielo y sus manos me tomaron
con más fuerza; no sé si habrá sido por ese momento o porque en ese mismo
instante nuestras lenguas se comenzaban a tocar.
De pronto se fue la luz y aunque ya estaba en la oscuridad
por tener los ojos cerrados ya no se pasaba luz por mis parpados y en esa
oscuridad estábamos los dos juntos, como desde el principio.
Estuve de nuevo en la oscuridad y sin tener frío.
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