sábado, 12 de noviembre de 2016

Días del Futuro. Parte 6.0

-¿Te piensas quedar ahí sentado toda la noche viendo la televisión?- Me preguntaba mientras seguía sentada en aquel sillón de tela colorida y yo estaba sentado en la cama recargado en la pared con el control remoto en mi mano tratando de encontrar algún canal que no fuera pornografía ni violencia sexual.

-¿Por qué no simplemente disfrutas del momento como me lo comentaste en tu discurso de hace un momento y respiras?- Trataba de no mirarla porque claro, estaba encantado de ella.

-Porque los de tu tipo son los que más miedo me dan. Están tranquilos en un momento y después de un rato van al baño a drogarse y regresan más bestias que nunca- Ya había perdido esa postura de seducción y estaba recargada con sus codos en sus rodillas.

-Ten por seguro que no traigo droga y que no me voy a volver una bestia, es un error que este en estos momentos contigo. Nunca quise en realidad tocar ese vidrio, jamás quise contratarte ¿de acuerdo?- Nada en la televisión, era mejor apagarla y buscar algo en el radio, un noticiero o algo diferente.

-Nada pasa porque no queramos, todo es por algo en esta vida. Por algo estas ahí sentado, estas esperando algo; al igual que yo y no soy una persona que tenga mucha paciencia- Ya estaba recargada en el sillón con su vista en el techo blanco.

-Espero irme de este lugar lo más pronto posible- Apague el televisor y con la mirada comencé a buscar el radio, nada; esto no era bueno.

-Esto no va a acabar hasta que hagas algo conmigo. Tu y yo sabemos que hay cámaras por todos lados y están viéndonos por pantallas esperando que hagamos algo para entretenerlos y al terminar, abrirán la puerta y te podrás ir- Me lo decía como si no hubiera otra manera y creo que no la había.
-En ese caso ven, siéntate a mi lado y… no lo sé; primero lo primero- Pensar, debía pensar.

-Me parece bien- Y regreso aquella voz seductora mientras se paraba y caminaba a mi lugar. Decidió detenerse a los pies de la cama y subiéndose a ella comenzó a gatear hasta mí, hasta tener su boca cerca de la mía y sentir su gélida piel.

-Listo guapo ahora ¿qué se te ocurre?- Y me regala un beso en el borde de uno de los lados de mis labios.

-Creo que, irme de aquí- La tome de golpe por los hombros y la tire a un lado mío haciendo que los giráramos hasta yo estar encima de ella con la misma distancia entre nuestras bocas. Solo soltó un gemido por la sorpresa pero al final mantuvo la boca cerrada y los ojos bien abiertos por lo que había pasado -¿Dónde están las cámaras?- le pregunte y eso la sorprendió.

-En aquella esquina detrás de ti y en la mesa que está a un lado de la cama- Y con un gesto con el rostro me reafirmo las ubicaciones –Después de esto puedes pedir tu DVD en alta definición, a mí también me dan una comisión mientras más bueno este-

-No lo vas a querer porque no va a existir. Te voy a besar y vas a enredar tus piernas en mi cadera, después te voy a cargar levantándome de aquí y poniendo tu espalda contra la pared; momentos enseguida debes soltarte e irme empujando a la mesa, me acostare y te pondrás encima de mí; debes hacer muchos movimientos para tirar las cosas de la mesa contando la cámara- Mientras le decía esto tocaba sus mejillas tiernamente y le hablaba al oído en lo que con mi mano libre sujetaba su muslo y cadera –Me levantare regresando a esta misma posición donde yo le daré la espalda a la cámara y comenzaras a gritar pidiendo ayuda ¿Entiendes?- No paraba en mis movimientos.

-Entiendo la parte de los besos y las caricias pero no entiendo…- Y antes de que terminara la comencé a besar ferozmente y ella respondió de la misma manera.

Seguimos los pasos en el orden antes dicho y ella le agrego mordidas en los hombros y rasguños en la espalda al estar recargada contra la pared, después fueron gemidos al yo golpear su trasero al estar sobre la mesa y ella sobre mí; sin duda que tiro la mesa y todo lo que había ahí.

Regresamos a la cama y me senté en su cadera mientras ella acostada me veía.

-¿Lista?- le pregunté.

-¿Lista para qué?- Y le enseñe mi puño mientras lo ponía frente a mí.

Lo vio hipnotizada y tragando saliva solo dijo antes de que abalanzara mi fuerza contra ella “eres igual a todos” y cerró los ojos con fuerza.

Exactamente, lo era; y con fuerza solté el primer golpe en el que solo ella forzó todos los músculos en su rostro para tratar de evitar el dolor.


Uno, dos, tres, cuatro. Con las dos manos. Uno, dos, tres, cuatro. 

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