-¿Te piensas quedar ahí sentado toda la noche viendo la
televisión?- Me preguntaba mientras seguía sentada en aquel sillón de tela
colorida y yo estaba sentado en la cama recargado en la pared con el control
remoto en mi mano tratando de encontrar algún canal que no fuera pornografía ni
violencia sexual.
-¿Por qué no simplemente disfrutas del momento como me lo
comentaste en tu discurso de hace un momento y respiras?- Trataba de no mirarla
porque claro, estaba encantado de ella.
-Porque los de tu tipo son los que más miedo me dan. Están
tranquilos en un momento y después de un rato van al baño a drogarse y regresan
más bestias que nunca- Ya había perdido esa postura de seducción y estaba
recargada con sus codos en sus rodillas.
-Ten por seguro que no traigo droga y que no me voy a volver
una bestia, es un error que este en estos momentos contigo. Nunca quise en
realidad tocar ese vidrio, jamás quise contratarte ¿de acuerdo?- Nada en la
televisión, era mejor apagarla y buscar algo en el radio, un noticiero o algo
diferente.
-Nada pasa porque no queramos, todo es por algo en esta
vida. Por algo estas ahí sentado, estas esperando algo; al igual que yo y no
soy una persona que tenga mucha paciencia- Ya estaba recargada en el sillón con
su vista en el techo blanco.
-Espero irme de este lugar lo más pronto posible- Apague el
televisor y con la mirada comencé a buscar el radio, nada; esto no era bueno.
-Esto no va a acabar hasta que hagas algo conmigo. Tu y yo
sabemos que hay cámaras por todos lados y están viéndonos por pantallas
esperando que hagamos algo para entretenerlos y al terminar, abrirán la puerta
y te podrás ir- Me lo decía como si no hubiera otra manera y creo que no la
había.
-En ese caso ven, siéntate a mi lado y… no lo sé; primero lo
primero- Pensar, debía pensar.
-Me parece bien- Y regreso aquella voz seductora mientras se
paraba y caminaba a mi lugar. Decidió detenerse a los pies de la cama y subiéndose
a ella comenzó a gatear hasta mí, hasta tener su boca cerca de la mía y sentir
su gélida piel.
-Listo guapo ahora ¿qué se te ocurre?- Y me regala un beso
en el borde de uno de los lados de mis labios.
-Creo que, irme de aquí- La tome de golpe por los hombros y
la tire a un lado mío haciendo que los giráramos hasta yo estar encima de ella
con la misma distancia entre nuestras bocas. Solo soltó un gemido por la
sorpresa pero al final mantuvo la boca cerrada y los ojos bien abiertos por lo
que había pasado -¿Dónde están las cámaras?- le pregunte y eso la sorprendió.
-En aquella esquina detrás de ti y en la mesa que está a un
lado de la cama- Y con un gesto con el rostro me reafirmo las ubicaciones –Después
de esto puedes pedir tu DVD en alta definición, a mí también me dan una comisión
mientras más bueno este-
-No lo vas a querer porque no va a existir. Te voy a besar y
vas a enredar tus piernas en mi cadera, después te voy a cargar levantándome de
aquí y poniendo tu espalda contra la pared; momentos enseguida debes soltarte e
irme empujando a la mesa, me acostare y te pondrás encima de mí; debes hacer
muchos movimientos para tirar las cosas de la mesa contando la cámara- Mientras
le decía esto tocaba sus mejillas tiernamente y le hablaba al oído en lo que
con mi mano libre sujetaba su muslo y cadera –Me levantare regresando a esta
misma posición donde yo le daré la espalda a la cámara y comenzaras a gritar
pidiendo ayuda ¿Entiendes?- No paraba en mis movimientos.
-Entiendo la parte de los besos y las caricias pero no
entiendo…- Y antes de que terminara la comencé a besar ferozmente y ella
respondió de la misma manera.
Seguimos los pasos en el orden antes dicho y ella le agrego
mordidas en los hombros y rasguños en la espalda al estar recargada contra la
pared, después fueron gemidos al yo golpear su trasero al estar sobre la mesa y
ella sobre mí; sin duda que tiro la mesa y todo lo que había ahí.
Regresamos a la cama y me senté en su cadera mientras ella
acostada me veía.
-¿Lista?- le pregunté.
-¿Lista para qué?- Y le enseñe mi puño mientras lo ponía frente
a mí.
Lo vio hipnotizada y tragando saliva solo dijo antes de que
abalanzara mi fuerza contra ella “eres igual a todos” y cerró los ojos con
fuerza.
Exactamente, lo era; y con fuerza solté el primer golpe en
el que solo ella forzó todos los músculos en su rostro para tratar de evitar el
dolor.
Uno, dos, tres, cuatro. Con las dos manos. Uno, dos, tres,
cuatro.
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