Desperté con un suspiro, con el vaho de mi aliento saliendo de
mi boca chocando contra el frío del cuarto. Veía atento al techo esperando en
silencio a que pasara algo, intentando averiguar porque me había despertado en
medio de la madrugada.
Gire mi cabeza buscando el reloj que estaba en la mesa a un
lado de la cama, 4:00 am., ¿Qué demonios
me pasa? Son las cuatro de la mañana y hace un frío de la chingada. Debería
estar durmiendo. Pensaba mientras me llevaba las manos al rostro y volvía a
ver el techo de la habitación.
Lancé otro suspiro y gire al otro lado del reloj y la vi;
dormida con los pies recogidos y abrazados por sus brazos, con su cabello largo
y lacio cubriéndole parte de su rostro y con las sabanas cubriéndole hasta
medio brazo. Me apoye un poco y la cubrí por completo hasta su hombro, no debía
pasar este frió y no quería que se despertara.
Me senté en la cama aun un poco desorientado hasta que
decidí ir al baño, tal vez ahí estaba lo que buscaba. Me coloque en la orilla y
me puse mis pantuflas; como todo una persona que sufre por ir al baño en la
noche y con un frío de ese tamaño.
Prendí la luz, me senté en el retrete y nada; ni una sola
necesidad. Dime que no es alguna
preocupación o algo que me tiene nervioso, no puedo estar enfermo; debo tener
hambre o sed. Y tengo que bajar a la cocina con este frío, me caga. Me pare
y con un poco de agua me lave el rostro; no sabía si estaba fría el agua o si
era mi cara. Al verme en el espejo note algo, esa mirada que hace tiempo no
veía en mí, ese algo que había prometido no volver a hacer y que estaba
cumpliendo o ¿acaso era algo más? Algo había cambiado. Deja de estar diciendo tonterías y baja a la cocina, te tomas un vaso
de agua y regresas a la cama, la besas en la mejilla y te vuelves a dormir;
solo que rápido que hace frío.
Apague la luz del baño y baje a oscuras por las escaleras de
la casa tratando de no hacer ruido hasta que escuche algo y me detuve al pie
del ultimo escalón. Alcé la vista y no vi nada con excepción de esas esferas y
luces de colores del árbol de navidad; todo estaba apagado pero resaltaban por
la luz de la calle. Volví a escuchar ese ruido, era un rechinido de madera; el
sonido de cuando alguien pisa una madera vieja en una casa y el piso de mi casa
era de madera.
Voltee rápidamente a donde había escuchado el ruido y lo único
que vi fueron muebles, nada extraño. Me quede pasmado un par de segundos
tratando de imaginar si había algo extraño pero todo me resulto muy familiar y
en orden; hasta todavía estaba el vaso de leche que había dejado en la mesa
enfrente del televisor. Que flojera
caminar un par de pasos para recogerlo, mañana lo hago. Con una mueca en la
cara volvía a voltearme para ir a la cocina y repentinamente sentí una mano en
mi garganta que me empujaba hasta llevarme a una pared y levantarme del piso
uno par de centímetros.
No podía hablar y me costaba respirar. Su mano era grande y
su fuerza inmensa para haberme levantado solo con su mano. Me tenía viendo al techo
y lo único que escuchaba era un respirar agitado y entrecortado. ¿Qué carajo está pasando?
Sus dedos me apretaban cada vez más fuerte el cuello y
trataba de alejarlos de mí, pero resultaba imposible, era muy fuerte. Trate de
encontrar su rostro o alguna parte de su cuerpo para golpear o patear pero lo único
que hacía era mover el viento. Comenzaba a sentir un mareo, no tardaba mucho en
esa posición en desmayarme.
-¿Quién eres?- Me dijo esa voz, esa voz que escuchaba a diario
pero en ese tono que estaba queriendo olvidar.
-No sé a qué te refieres. Sigo siendo yo- Hablaba
cortadamente.
-¡¿Quién eres?! ¡¿Qué te pasó?! ¡¿Por qué cambiaste?! ¡No
eres el mismo!-
-En serio, no se a que te refieres… Decidí tener otra vida,
decidí que era hora de cambiar, no podía ser el mismo-
-¡¿Por qué?!-
-Era lo mejor para mí y para los que me rodean-
-Sabes que sigues siendo el mismo ¿por qué negarlo? Sabes que
sigues siendo ese infeliz y no hace mucho de demostraste pedazo de mierda ¿por
qué te crees diferente?- Maldito, bien
sabía que con eso me iba a tener a la medida.
-¡Hijo de puta! No fue a propósito, no fue mi intensión, no
quería hacerlo; nunca fue el plan, nunca quise que pasara así. ¡Púdrete estúpido!-
El coraje y la tristeza comenzaban a invadir mi mente.
-¿Entonces? ¿Qué fue eso?- Su tono era retador.
-Lo siento, en verdad lo siento; no quise que fuera así. Por
eso decidí cambiar, tener otra vida; demostrarme que puedo hacerlo, que puedo
ser mejor. Prometí no volverlo a hacer y no lo voy a volver a hacer, por eso a
ti te mate, ¡por esa razón te saque del juego! ¡Eres historia en mi vida pedazo
de mierda! No volveré a eso y sé que cometo errores pero voy a cambiar, estoy
cambiando y por eso estas aquí. Te vi en el espejo, tú también ya eres
diferente inútil-
Me soltó sorpresivo y caí al piso. Mis piernas estaban
dormidas y me tomaba en cuello tratando de recuperar el aliento mientras le
veía las piernas y como estas iban a un sillón y se sentaban tranquilamente. Ya
repuesto lo acompañe lentamente sentándome a su lado en forma de L.
-¿Qué haces aquí?- Ya podía hablar con más tranquilidad.
-Soy la razón por la que estas despierto- Me lleva la chingada, dime que estas
mintiendo.
-¿Y ahora qué?-
-No puedes sacarme de tu vida. Sabes que no puedo salir,
para empezar-
-Lo sé, pero es para mí bien. Quiero hacerlo.-
-Debes pagar por tus acciones del pasado-
-Y lo estoy haciendo, en verdad siento mucho los
malentendidos con todas las personas con quien los tuve; no sabes el arrepentimiento
de todo esto-
Se levanto de su lugar y antes de desaparecer en la
oscuridad y frialdad de la noche dijo:
-No es suficiente-
…
Volví a abrir los ojos en el sillón enfrente de la mesa
donde estaba el vaso de leche que había olvidado.
Debió ser una
pesadilla. Maldita leche echada a perder. Tome mi rostro y jale mis
cabellos mientras estaba apoyado en mis rodillas hasta que de pronto escuche un
golpe muy fuerte en la puerta principal de la casa que estaba enfrente de mí.
El golpe hiso que brincara de mi lugar y me pusiera de pie; segundos después se
escucho otro más estruendoso ya que la puerta se abrió de golpe y choco contra
la pared.
Tres personas vestidas de negro completamente y con los
rostros tapados con mascaras de animales entraron rápidamente a mi hogar. No
pude pensar nada y solo alcance a decir en un grito:
-¡¿Qué demonios está pasando aquí?!- Cuando de pronto uno de
ellos alzo una pistola y apunto hacia mí, segundos después sentí como algo
entraba en mí; como una inyección muy dolorosa.
Volvía a alzar la vista y empecé a ver borroso hasta que caí
al suelo chocando con la mesa y solo viendo por ultimo los pies que se quedaban
quietos, esperando.
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