¿Qué estoy haciendo? Era la única pregunta que pasaba por mi
cabeza en esos momentos.
La carretera estaba vacía y oscura con la poca iluminación
que tenía. De vez en cuando me encontraba con otro auto pero lo pasaba rápidamente,
no quería tardar más tiempo de lo pensado.
Cuando entre al pueblo todo seguía como lo imaginaba y recordé
conforme pasaba por las calles vacías y los sembradíos porque había escogido un
lugar recóndito para hacer una de mis tantas maldades; era un lugar perfecto
donde nadie se entera de nada y donde pueden pasar miles de cosas y no van a
pasar de ahí. Tan rural, tan cerrado y complicado de llegar en auto o en
cualquier otro medio. Era perfecto y lo seguía siendo.
Pase por el único semáforo que existía en el lugar y me toco
el rojo para que me detuviera, pudiera dar un suspiro y poder ver lo que pasaba
por la ventana. Un borracho tirado en la banqueta, un perro flaco y feo
caminando sin rumbo y un par de niños disfrazados; uno era una calavera y el
otro como un tipo de momia, ambos acompañados por un señor y una señora que
supongo que eran sus padres. Una familia humilde.
No los deje de ver hasta que me di cuenta que ya tenía el
verde pero sin que hubiera algún otro carro detrás de mi continúe tranquilo
hasta llegar a aquella casa que tantos recuerdos me traía.
-Ya estoy cerca- Me repetía una y otra vez cuando
familiarizado por la calle supe que en verdad estaba cerca de mi destino. Mi
corazón palpitaba emocionado y mi mente se encontraba aterrada por la situación;
pero era tal la cantidad de adrenalina que tenía que empecé a sudar frío y mis
manos a temblar un poco. Hace mucho que no tenía esa sensación y creo que ya
había perdido la habilidad de no mostrar mi nerviosismo ya que no me había
pasado desde que cometí mi primer crimen ya muchos años atrás; pero eme ahí, como
un niño en una juguetería o como un viejo viendo fotos de sus años de gloria.
Estacione el carro donde la ultima vez y lo apague quedándome
adentro un momento viendo aquella casa en cenizas que aun se mantenía de pie. Me
recordé caminando por aquella senda de arbustos con un cuerpo de un hombre cargando
en mi hombro y volviendo al carro para sacar todas mis cosas. Era una persona
con voluntad, con fuerza, decidida a lo que iba, ansiosa y envuelta en un
pensamiento de color rojo pero que hacía de regreso ahí, porque tuve que
regresar para ver lo que había sido de mí
en ese lugar.
Estaba limpio desde ya hace mazo menos tres meses desde que
mate aquel hombre que me había convertido en monstruo, estaba asistiendo a la
doble A para recuperarme de mi adicción, empecé a enfocarme en otras cosas como mi trabajo, una pareja nueva; una vida
nueva pero ¿Qué hacía de regreso? ¿Por qué estaba tan emocionado de estar ahí? ¿Por
qué mi corazón comenzaba a latir como aquella noche mientras preparaba a mi huésped?
Tenía que aclararlo todo y quitarme este peso de encima.
Salí del auto y camine por el mismo lugar donde me había dado
la vuelta la última vez viendo como la casa era envuelta en llamas y como un
cuerpo era convertido en polvo.
Había diferencias pero todas habían sido causadas por mi o
por lo menos la mayoría. Ya no había puertas o ventanas solo las paredes
estaban manchadas de negro y con dibujos de grafiti y el techo estaba agujerado
lo que permitía que la Luna entrara sin permiso.
Me quede parado y como si hubiera sido un fantasma en el
pasado me vi. Vi todo lo que hacía, todos mis movimientos medidos, toda mi
ansiedad en los ojos, todo el dolor del hombre que pedía por su vida, toda esa
pasión y emoción de hacer lo que más amaba, en lo que era el mejor.
Mi recuerdo termino cuando me observaba poniéndome de pie
dejando al hombre envuelto en plástico ensangrentado enfrente de mis ojos con
un cuchillo en medio de su cuerpo y con los ojos abiertos; dándome la vuelta y
como si hubiera estado presente físicamente en ese momento nos vimos el pasado
y el presente, de frente. Era la misa persona, pero algo era diferente.
-Y dime ¿A quién engañas? ¿A caso a tu nueva pareja, a tu
nuevo estilo de vida o a ti mismo? ¿En serio eres feliz o te hace fala algo?-
Sentado entre las sombras saliendo de una esquina se asomaba un hombre de mi
misma edad, de mi misma altura y complexión, del mismo tono de voz que el mío y
con la misa ropa que yo.
-¿No vas a contestarme mal educado? ¿Acaso no sabes quién
soy ó quien fui? ¿En serio eres feliz niño?- Me decía mientras se comenzaba a
parar lentamente y me miraba fijamente.
-Crees tener esto contenido, crees saber cómo curarlo- y con
un tono burlón haciendo ademanes continuo- Mírenme, mírenme, ya soy una persona
nueva, ya deje de ser el mejor asesino en serie que hay en este lugar, ya tengo
una vida nueva y ya puedo ser feliz, mírenme, mírenme- Comenzaba a subir su
tono de voz hasta casi gritar.
-¡Eres un mentiroso! ¡Acepta quien eres y lo que fuiste,
porque sabes que eras el mejor!- No sé como paso pero cuando me di cuenta ya
tenía una piedra en mi mano y se la arrojaba con fuerza dando un grito ahogado.
Solo escuchaba como está se hacía pedazos en lo que quedaba de una pared.
-Desde hace tres meses no sabes lo que es saciar esa sed que
tanto te molesta. Crees que con haber encontrado a quien te hiso quien eres y
cobrar venganza ibas a estar bien, ibas a ser una persona mejorada. Que grave
error.- Ahora hablaba detrás de mí, pegado a mi oreja y en un susurro. Sentí su
calor y el aliento de su boca. Era tan real.
Me da la vuelta bruscamente y gritando “¡déjame en paz!” me
puse de rodillas con las manos en la cara.
-Por cierto, estas de rodillas en el mismo lugar donde
estaba aquel hombre que merecía sufrir y hasta acaso morir, en el mismo lugar
donde se calcino- Ya no sabía de dónde me estaba hablando pero esas fueron sus últimas
palabras.
Me pare poco a poco y viendo a mí alrededor me fui del
lugar. Ya en el auto pero sin aun encenderlo no pude pensar en otra cosa que no
fueran esas palabras, en esa adrenalina, en esa sensación, en ese momento en el
que yo soy el presente, el pasado y el futuro de la persona que tengo enfrente
mi.
Una sonrisa de éxtasis salió de mi rostro y una mirada que
hace tiempo no veía. Había vuelto.
Mire por el espejo retrovisor y lo vi, sentado en los
asientos de atrás viéndome con esa misma mirada que yo traía y solo diciendo
entre su sonrisa:
-Y… ¿Ahora qué?-
Volvía la mirada al frente y me dije a mi mismo:
-Es hora de volver. Tengo tantas cosas que hacer-
Somos lo que somos y
nadie nos puede decir lo contrario; solo nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario