Tus ojos grises como lunas en lo alto del cielo me miran
fijamente y como un intruso en medio de todo, tu retina es pequeña y oscura;
guardando secretos y siendo tan clara como la transparencia del cielo. Parpadeas
una que otra vez, pero todo es lento para que pueda admirarlo hasta el final.
Tienes alas que cubren tus ojos que me impiden ver tus hermosos ojos por un mínimo
de tiempo que se vuelve una eternidad.
Tu ceja café y delgada destaca entre tu piel pálida que es
acompañada por pecas en tus mejillas y en tu nariz que de un lado recibe al Sol
y del otro esta oscura por su misma sombra. Puedo ver la mitad de tu rostro,
pero a pesar de eso eres hermosa, una dama que me mira y que trato de describir
con palabras que nunca serán suficientes.
Tu cabello era café pero lo volviste blanco y lo controlaste
tratando de hacer una cola de caballo que destaca detrás de ti. Un mecho de
cabello cubre casi la mitad de tu rostro y eso tu ojo no lo recrimina ya que se
asoma con curiosidad tratando de quitarse ese cabello que le impide ver e mundo
pero, ¿para qué? La belleza está detrás y por fuera de ese cabello, el
merecedor de verlo libre será el compañero que pudo descifrar ese laberinto de
cabello blanco por fuera y café por dentro.
Una bufanda negra cubre su cuello y a pesar de que detrás de
ti estar el desierto invitándote a entrar en él, la portas con elegancia y
dejando para todo aquel que te vea que la imaginación vuele.
No veo tus orejas por tu voluminoso cabello pero si veo tus
labios de un rojo quemado, entre abiertos y tus dientes blancos son guardianes
de tus pasiones que guardas custodiando tus palabras y tu aliento. Seductores y
perfectos para regalarles un beso que nunca quisiera satisfacer sino dar hasta
que yo, víctima de tu mirada, belleza, seducción e intriga muera entre tus
brazos.
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