sábado, 28 de marzo de 2015

Mil historias.

La claridad de tu piel, la claridad de tus ojos, la claridad de tu cabello y la claridad de tus labios. No sé qué historias escondes debajo de tus prendas pero quisiera averiguarlas y aprendérmelas una por una.

Las letras de tus dedos forman palabras con una caligrafía hermosa, con un estilo característico y con una delicadeza propia. Cada dedo es un sello que se queda en la piel de quien tocas, una impresión única e irrepetible marcada con la fineza de tus uñas que son la punta del tintero.

Tus líneas de los ojos finamente delineadas, tus cejas remarcadas de un tono café claro, tu expansión que te abre la oreja para que puedas oír mejor, tú anillo en el cartílago medio de la nariz con una piedra azulada y demás plateadas, tus labios rosas claros y tu piel blanca; eres un lienzo y una artista, eres una galaxia y una flor, eres una mujer de los ochentas y un zorro asechado a su presa y eres un diamante rodeado de selva y metales preciosos. Eres tú con ese cabello decolorado blanquezco y azulado, largo e intramuros que forman nuestros labios.

En uno de tus muslos hay una carta de la edad media, una carta cerrada protegida por un búho que nunca deja de cuidarla mientras esta parado en una rama a lado de su compañero rosado que abre las alas para salir liberado ante cualquier urgencia. En lo alto de la rama, una flor que se abre poco a poco, que se embellece conforme pasa el tiempo, una muestra de naturaleza roja que empieza a ser adentrarse a la eterna gloria.

Hay personas que cargar a sus espaldas sueños, deseos, secretos o maldiciones; palabras que nunca pudieron decir o seres que siempre quisieron ser pero tu; tu cargas a una mujer que mira más allá de la infinidad y como una diosa de la naturaleza, está rodeada de hojas y flores que adornan su cabello y su definido rostro. En lo bajo de su cuello muestra su corazón anclado a un deseo, a un amor que esperara hasta que sea el momento adecuado para abrirse y mostrar el otro perfil de la hermosa dama que tienes en una de tus alas.

En el centro de tu cuerpo no hay nada más, no hay nada que no fuera una flor que te protege de los males, una flor de loto que está en todo su esplendor y que sostiene tus pesares.

Como una pared antigua o un libro viejo, hay palabras en tu costado que no logro averiguar pero que cuentan mil cosas que seguro deseo repasar una y otra vez hasta que en mi mente se queden hasta el fin de los tiempos.


Eres un museo, un libro, un mundo, un filme y una mujer que puede contra algunas historias pero que cuenta otras debajo de esos ropajes. 

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