Miras a la gente pasar mientras bebes tu café caliente. Las
personas en la cafetería platican, ríen, sonríen y uno que otro teclea su computadora
portátil mientras bebe su café que expulsa humo y escucha música por sus audífonos.
Los padres, los niños, los adolescentes las parejas caminan
por la plaza comercial viendo en los aparadores lo que hay de novedad, criticando
y a veces entrando a las tiendas para ver las prendas de más cerca. Algunos compran,
algunos solo se prueban y algunos solo ven.
Hay ruido por todos lados y tu solo te escuchas a ti mismo,
tus latidos, tus pulsaciones, tus pensamientos y dejas a los demás a un lado
haciendo un silencio que nadie puede evitar.
Piensas en todo y en todos, piensas en lo que en un futuro próximo
harás y te repites en la mente todo lo que has hecho. Le das un sorbo a tu café,
té reclinas en la silla y suspiras esperando que algo extraordinario pase en tu
mundo de silencio, en tu vida, en todo lo que has hecho queriendo cambiar tu
destino o tu camino; pero simplemente te quedas sentado, pensando y viendo a la
gente disfrutar de su sábado por la noche.
Alguien te toma del hombro y el ruido aparece, vuelves al
centro comercial. Te levantas de tu lugar y dejas en la silla todo lo que paso
por tu cabeza mientras degustabas tu bebida. Tiras el envase vació y caminas
entre la multitud, entre su ruido y sus vidas tan simples y complicadas como la
tuya.
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