jueves, 8 de noviembre de 2012

El extrañar.


Una sensación de vacío y soledad esta en el entorno de todos. La vida dejo de tener sentido para todos los habitantes de un mundo que está próximo a desaparecer y de solo dejar rastro en un espacio del universo en que otras civilizaciones pensaran que hay vida pero cuando vayan a buscarlo ya no este.

La gente se empieza a caer de lo más alto de los edificios dejándose vencer por la mínima fuerza del viento que sopla sobre sus cabezas, dejándose atraer por la fuerza de atracción de la tierra hacia los cuerpos. Sus cabellos se mueven descontroladamente mientras se acercan al suelo, sus ojos están cerrados viendo pasar una vida y su corazón late por última vez sintiendo el recuerdo más memorable antes de destrozarse con el suelo.

El sonido de armas tronar ante el silencio no hace que nadie se esconda o se agite, es algo que se ha vuelto muy común en los últimos días. Las personas solas en sus habitaciones con fotos alrededor de ellos, tirando lágrimas y suspirando ante lo que perdieron. Ven a la ventana tratando de imaginar algo pero solo logran recordar; cogen el arma del mueble más cercano, la colocan en uno de los hemisferios de su cabeza y empujan con el dedo el gatillo que con una serie de mecanismos hace chocar una bala alojada en el interior que sale más rápido que el sonido y se impacta. Nadie ve ni sabe, solo escucha.

La luz del baño blanco parpadea incesantemente. Hombres y mujeres se meten a sus tinas desnudos, las llenan de agua y respiran profundamente sintiendo el calor del agua moverse por su piel. Lloran en silencio y recuerdan a gritos todo lo que vivieron. Mientras ven el azulejo toman la navaja, se cortan las muñecas y esperan a que todo pase lentamente volviendo lo blanco en un rojo atrayente.

Se suben en un banco, ponen la cuerda en una viga del techo, se la amarran al cuello y ven por última vez la foto de ellos con la persona que aman. Se dejan caer del banco y solo las lágrimas logran caer al suelo; la foto sigue en su mano aferrada.

Yo camino por la avenida principal escuchando música. Tal perece que los autos hoy no circulan ya que no hay ni uno, todos están estacionados. La lluvia cae ligeramente sobre mi frente y sin importarme sigo mi rumbo lentamente.

No oigo los estallidos de las casas, no veo las personas caer a mis lados de lo alto de los edificios. Solo cambio de canción y miro mi reflejo en el charco teñido de rojo. Veo mi celular y espero saber algo de ella. Vivo en un mundo en el que no salen ni entran llamadas. Miro al frente y sonrió ante mi suerte y castigo, pero nunca dejo de caminar en este planeta mio y de mis penas.

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