Desapareces cada que pienso en ti, apareces cuando menos me
lo espero. Me tocas la mejilla lentamente con tus finos dedos y yo solo cierro
los ojos para sentir millones de emociones transitar por mis venas, llegando a
mi corazón y enviando señales al cerebro de un éxtasis eterno y sublime.
Lloro por tu ausencia a cada minuto y sonrió al saber que
estas mejor que yo. La noche es nuestra y nadie nos la arrebata. Paso mi mano
por tus mechones de cabello mientras beso tu liso y tierno cuello queriendo
morderlo para satisfacción ajena, tu propia satisfacción que cambiara el frío
por un intenso calor.
Evito pensar en ti y ver tus fotos; ansió escuchar tu voz
decir solo una palabra. Nuestras manos se juntan, nuestros labios se besan,
nuestro amor choca contra una muralla inmensa que es destruida; nuestros
pensamientos están conectados al igual que nuestros cuerpos y almas están
fundidas en sonidos sensitivos, en roses de pieles ardientes, en nada más que
no sea nosotros.
Leo tu nombre y no soy capaz de pronunciarlo, te has vuelto
algo imposible. Un chorro de agua cae sobre la forma de dos cuerpos que hemos
creado, dos cuerpos que no hacen más que solo decirse cuanto se gustan y cuanto
encajan entre sí.
Veo atreves de la ventana y solo observo gente caminar, las
ramas de un árbol se mueven sin tener un sentido, el viento sopla y pasa por
cada una de sus ramas chocándolas y produciendo un agradable sonido. La lluvia
comienza a caer sobre la ciudad vaciando las calles de personas y solo
produciendo el golpeteo de agua contra el suelo.
Escribo cada palabra que pienso y pienso cada sensación que
logro recordar. Bajo la incesante lluvia aparece tu silueta mirándome y
sonriendo ligeramente, no dejo de verte con los ojos cerrados.
Veo tu sonrisa en un soleado día, veo tus ojos expresivos
decir miles cosas, siento tu calor y tu amor, huelo tu aroma y saboreo cada
parte de tu cuerpo tan delicado; y cada una de estas cosas las hago con tan
solo imaginarte bajo la lluvia, viendo tu figura inexistente bajo los
estallidos de la tormenta que no tarda en llegar.
Dejo de verte y empiezo a odiar cada que te recuerdo, cada
situación que vivimos, cada momento de felicidad que diste. Te has vuelto solo
palabras en un texto creado por una mente sin recuerdos y que desea olvidar aun
sabiendo que eso sería en estos momentos imposible.
Sigues aun bajo mi ventana, sigues aun tocándome la mejilla,
besándome y a un lado mío susurrando cada una de las cosas que nos prometimos y
que yo deje ir. No dejo de escribir bajo una luz tenue, mientras tú, comienzas
a gritar tratando de atraer mi atención. No dejo de concentrarme y tratas de
girar mi rostro para verte una vez más.
Puedes desaparecer y dejarme ir pero no, estoy huyendo de
ti, de un recuerdo que no quiero que regrese y solo quiero estar yo, con mis
palabras, con mis pensamientos, donde soy quien en verdad. Donde puedo decir lo
que sea, donde puedo llorar en mi mente por todo lo que he hecho, donde puedo
acelerar mi corazón con tan solo imaginar y vivir de una realidad que no es
posible.
Me tomo del rostro desgarrado por las sensaciones y ahora
estas sentada de frente a mi impidiendo que escriba. No eres real pero te vez y
sientes así. Te inclinas, me tocas y solo cierro los ojos tratando de recuperar
la cordura para que cuando los abra ya no estés y así es.
Respiro de alivio y detrás de mi alguien me toma de la
frente, me alza la cabeza para verla y eres tú, con tus ojos llenos de odio
hacia mí. La mano me tiene fuertemente agarrado y evita que pueda soltarme,
siento algo frío y delgado pasar por mí cuello presionándolo mientras comienzas
a llorar y tus gotas caen sobre mi frente; comienzo a sangrar de la yugular rápidamente
y solo puedo dar mis últimos respiros antes de también soltar una lagrima y
querer decirte como lo sentía pero así tenía que ser.
Me sueltas y caminas hacia atrás desapareciendo de mi vista,
de mi cuarto y de mi mente aunque sea solo por el día de hoy. Me reincorporo en
la silla y me veo todo bañado en ese líquido rojo lleno de vida al igual que mi
teclado, y todo lo que he escribido. Cierro los ojos esperando que todo acabe.
…
Son las diez de la noche y vuelvo a la realidad. Ahora a
esperar nuestro próximo encuentro ilusionado de que este haya sido el último
aunque sé que no va a ser así.
-Buenas noches-
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