martes, 6 de noviembre de 2012

Ángel de alas rotas. Parte 7. El final


Pasaron las caricias, los besos y los arrebatos de amor. Como una consecuencia de todo eso me quede sentado en el suelo, solo, con una idea en la cabeza.

-¿Porqué viniste?- le pregunte mientras estaba sentada a un lado con su cabeza apoyada en mi hombro y acariciándome el pecho con su mano.

-¿Ya te diste cuenta?- pregunto alzándose y viéndome con un rostro de tristeza.

-Creo que si-

Lanzo un suspiro al aire y dijo al final –La primera vez que te vi, vi dentro de ti una persona vacía, sola, destrozada por sus acciones y por lo que había vivido; pero cuando paso lo de la primera noche vi dentro de tus ojos algo que no me hubiera imaginado… a otra. Tal vez tú no te habías dado cuenta pero estabas pensando y siempre has estado pensando con la última chica con la que estuviste y eso es lo que te lastima, pero cuando nos besábamos deseabas muy dentro de ti, con tu corazón, que fuera alguien más; alguien a quien habías lastimado pero no a propósito sino para su propia felicidad y eso es lo que más te dolía, dejarla…- Hablaba con la cabeza baja y casi a susurro mientras yo la escuchaba como si fuera una voz sonora dentro de mi cabeza, igual con la cabeza baja y con una lagrima en la mejilla.

-Por eso volví, porque yo quería convertirme en esa persona; nunca había visto a alguien tan… enamorado, con el corazón tan entregado a una persona y yo quería ser esa persona pero ahora me doy cuenta de que no voy a poder serlo. Aun la amas y deseas estar con ella hoy y siempre-

-¿Ahora que soy?- pregunte tajante a pesar del sentimiento.

-Eres una persona cualquiera solo que cuando quieres estar con alguien de una manera muy fuerte apareces enfrente de ella. A veces es bueno, a veces malo, pero te hace sentir una satisfacción mejor que el éxtasis- Cuando dijo estas últimas palabras se  llevo sus manos al pecho, alzo la cabeza y cerró los ojos como tratando de enfatizar la sensación –Dejas de vivir por ese primer instante en que lo vez y el tiempo se detiene para ambos, aunque a veces la otra persona no se da cuenta de nuestra presencia. Somos como… ángeles, nuestras alas solo son vistas por quienes queremos que las vean. Y tú deseas estar con alguien más, así que desea lo con fuerza y lo estarás.-

La mire con asombro por qué me costaba trabajo creer algo así. Que aparecieras enfrente de quien querías y aparte manejando el tiempo.

Volví a ver al vació y cerré los ojos con fuerza haciendo lo que me había dicho. Deseando estar parado junto a ella, volverla a ver y recordando todo lo que habíamos hecho, todas las rosas, los llanto y los momentos tan sencillos pero tan valiosos que adoraba; después de unos segundos sentí una brisa fría correr por todo mi cuerpo y la sensación de estar parado. Abrí los ojos y estaba parado en una terraza en la que ya había estado.

La noche era oscura y silenciosa, todos dormían en sus hogares dentro de sus camas. Gire a ver mi alrededor y el lugar era muy familiar, no podía creerlo; esto estaba en contra de todo y de todos.

-Algo que me he dado cuenta en que cuando haces los viajes, tu cuerpo aparece desnudo pero el tuyo no- Eso me espanto y me vi a mi mismo, solo tenía un pantalón puesto –Aparecen desnudos porque das el cuerpo y alma para estar con esa persona pero como nunca dejas la razón tú no estás desnudo, es algo impulsivo e instantáneo.

-Te refieres a que estoy…- y antes de terminar de hablar voltee a ver frente a mí y ahí estaba, dormida.
Su cabello caía por su cara, su brazo estaba sobre la sabana y respiraba tranquilamente. A pesar de la noche yo la veía como si fuera de día, viendo su esplendor y pasando por mi mente todo lo que vivimos por un año.

-Solo veía el sentimiento pero ahora veo a la persona, es bonita y le gustan las cebras- decía.

-Es hermosa, sus ojos siempre me encantaron y nunca les podía decir que no, sus labios los cuales no le gustaban para mi eran un manjar de dioses, su pensamiento tan… diferente, sus ideas, su actitud, sus acciones, ella sabia como hacerme feliz- Pensando esto y diciéndolo me rompía en pedazos y en llanto, no sabía que me mantenía de pie –Es una persona única, sus celos, sus enojos, sus defectos… su amor. Y yo lo destroce, lo deje a la deriva…-

-Pero también dejaste el tuyo a la deriva de cualquiera, veme aquí. Tu estas mal, lastimado y te estás quedando solo porque quieres; ve por ella, toca su mejilla y bésala en los labios como estas deseando en estos momentos- me tomo del hombro y me empujo hacia ella, camine lentamente por la terraza hasta que llegue al cristal y pensé.

-No pienses solo hazlo. No lo entiendas solo disfrútalo- ella me dijo y yo lo pensé al mismo tiempo pero aun así me estaba deteniendo a mí mismo.

-Solo le traería más dolor y no quiero eso para ella. Nunca lo quise y por eso me aleje, por eso soy lo que ahora soy, esta es mi pena y mi castigo. El estar lejos de ella… vayámonos.

-¿Porqué lo haces? ¿Que no vez que esto te destroza más?- me decía mientras ahora me detenía.

-Porque ella será feliz y amara a alguien mejor. Ella merece a alguien mejor. No soy lo que hoy le puedo dar, pero siempre hay un futuro y una esperanza en el que ella esta; cumpliendo las promesas  que nos hicimos un día. La amo y por eso la tengo que dejar por un tiempo, mientras tanto trabajare para que ella este y tenga todo lo que quiera- Le dije con convicción y creyendo cada palabra que decía.

-Es en verdad lo que quieres y te creo, lo dices del fondo-

Gire sobre mí para volverla a ver por una última vez, también vi el lugar donde ya no iba a estar y acepte que la iba a extrañar como a nadie pero tenía que dejarla por ahora.

-Es hora de irnos- y desaparecimos en la oscuridad de la noche.

Soy un ángel que estará por una persona esforzándose y trabajando. Tengo un castigo por mis acciones y lo afrontare con la cabeza en alto. Soy un ángel con alas para poder determinar en donde estoy parado. Soy un ángel que vive en tierra con las alas rotas por sus acciones, soy una persona como tú que carga con los errores y que puede mejorarlos. Soy tu, soy un ángel con alas rotas.


“Los ángeles existen entre nosotros. Son aquellos que viven para darnos fuerza y esperanza, los que nos dan la mano y nos hablan de algo mejor. Son los seres míticos en los que nos gusta creer”

En honor a la persona en la que todos pensamos y desearíamos estar a pesar de todo.

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