¿Cómo empezar a explicar algo que conmociono a toda mi
familia? ¿Cómo describir acerca la partida de uno de los ejes de mi familia? ¿Cómo
explicar los sentimientos, emociones y sensaciones del antes, después y
durante? Simplemente es complicado, no imposible pero si se necesita un
esfuerzo mayor para algo de esa magnitud.
Por donde se puede empezar es agradeciendo a todas esas
personas que ajenas a mi abuelo o sin un lazo tan fuerte estuvieron presentes
dando un hombro en el que podíamos llorar, un oído que escuchara nuestro dolor
y un abrazo que nos recubriera en la oscuridad que nos acobijaba. Gracias a todos
aquellos que nos tomaron del hombro y nos dieron su más sentido pésame, gracias
a por los que por distintos medios nos dijeron palabras que tal vez nos hicieron
llorar más y sentir la pérdida más fuerte pero al final de cuentas fueron
palabras de soporte.
Fue la primera estrella que apareció en la noche, brillante,
imponiendo respeto, diciendo más de mil palabras con su silencio, mirándonos desde
la lejanía dándonos su más fuerte apoyo; así era mi abuelo.
Fue un hijo ambicioso que una vez me dijo que huyo de su
casa porque sabía que no iba a superarse donde estaba, fue un joven trabajador
por un futuro sin necesidades y sin escases, fue un padre que educo a cada uno
de sus hijos y de los cuales él se sentía orgulloso, fue un amigo de muchas
generaciones y una persona muy generosa; muy humana. Fue un abuelo que dio lo
mejor a sus nietos y que también enseño más de una cosa sin que nosotros lo supiéramos.
Fue un hombre sencillo, generoso, respetado y respetuoso,
aferrado y ambicioso en una vida que la vivió como quiso y haciendo lo que más
le gustaba como viajar, conocer gente, comer, beber de las más finas bebidas
del país y hasta del planeta, caminar, platicar, bromear y jugar. Así es como
yo recordare a ese hombre que hablaba de la vida y la muerte como si fueran
pasajeras, siempre con dinero en los bolsillos hasta cuando traía el pijama
puesto, bromeando acerca de todas las personas que conocía y hasta de las que
no, caminando silencioso mientras veía los paisajes y comiendo rápidamente degustando
cada bocado.
Una vez lo dieron por muerto en territorio comunista
mientras viajaba con mi abuela, nunca pensaron que ese hombre llegaría a hacer cosas impresionantes después de
corregir su error y verlo caminar entre la
multitud como si nada hubiera pasado, que ese hombre llegaría a una edad
a la que pocos gozan y tienen el privilegio pleno, sonriente, feliz; pero siempre
siendo él mismo, un comerciante que empezó con un peso y termino teniendo
terrenos, una fabrica, viajes al por mayor y cosas que muy pocos piensan; pero
sobre todo teniendo una familia trabajadora, una esposa que lo amaría hasta el
final y haría lo que fuera por él, unos hijos que lo respetaban y lo querían
sin dudarlo, unos nietos que aprendían mucho de él a cada momento, que vivieron
junto a él momentos tan divertidos que ahora que los recuerdo sonrío aun
teniendo una lagrima en la mejilla. Fuimos dichosos de conocerlo y de ser parte
de su familia, de lo que sembró y vio crecer.
Lo que vimos quedara en nuestros corazones y en nuestra
mente como un recuerdo imborrable.
94 años tenía y para llegar a algo así se tiene que pintar
ojos y boca a los muñecos de cerámica de su esposa, se tiene que viajar por el
mundo, se tiene que invitar a tomar un trago hasta a un menor de edad, se tiene
que inventar apodos que durarían años a familiares, de tiene que insinuar a las
novias de sus nietos a la boda, se tiene que tiene que sonreír eternamente, se
tiene que tomar un trago de alcohol cada domingo con la familia, se tiene que
cuestionar a la autoridad, se tiene que amar lo que hace, se tiene que tener
sueños y planes todo el tiempo, se tiene que comer con gusto, se tiene que
vivir y festejar cada momento.
Yo estaba ansioso de que mi novia conociera a mi abuelo, le decía
“tienes que conocerlo, es genial” siempre con una sonrisa, quería que riera con
él y que él la conociera; lo alcanzo a hacer.
Gabriel González Ramírez 1919-2013, un hombre que vivió
hasta el final todos los momentos de su vida.
Un día yo les diré a mis hijos y nietos “Mi abuelo comía
gato”.
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