lunes, 18 de febrero de 2013

Cazado. Parte 2.


El frío paseaba tranquilamente por mi piel desnuda y recorría todo mi cuerpo de los pies hasta la cabeza. No podía abrir los ojos, estaba mareado y la cabeza me daba vueltas; apenas podía mantenerla alzada antes de que su mismo peso me ganara y cabeceara como un niño que trata de dormir pero se aferra a estar despierto. Trate de separa mis brazos de mi espalda pero estaban amarrados de las muñecas, trate de igual manera separar mis piernas pero estaban igual de amarradas por los tobillos.

Estaba sentado en la Tierra húmeda y se escuchaba el rechinido del plástico cuando me trataba de mover; estaba envuelto en mi mismo plástico, amarrado con mi misma cuerda y sedado con el mismo tranquilizante que usaba. Las personas que estaban haciendo esto sabían lo que hacían, sabían mi método pero sobre todo, sabían quién era y lo que era. Pero en mis pensamientos entro una idea que me aterro y me trato de despertar con poco éxito “¿Serán como yo? ¿Acaso no estaré solo y hay más tipos que buscan lo mismo que yo?”

Volví a caer en sueño y me tire al suelo a causa del peso de mi cuerpo, sentí la tierra recubrir una mitad de mi cara y su gélido frío entrar por mis orejas. Solo escuchaba murmullos y una que otra pisada.


Volví a despertar pero ahora pude abrir los ojos, seguía en el piso en la misma posición y tenia los brazos y piernas entumecidos por el calor y la falta de movimiento al dormir. Alcance a abrir los ojos y vi a las cuatro personas paradas enfrente de mí, mirándome aun con los pasamontañas puestos. Uno de ellos hiso un gesto de afirmación y en seguía otros dos sujetos caminaron hacia mí, me tomaron de los hombros y me pusieron de piel, solo podía estarlo apoyado a ellos. Luego el último sujeto camino detrás de mí y con ayuda de los demás alzaron mis brazos y me levantaron del suelo colgándome al árbol donde antes estaban mis victimas; la pareja y el abogado. Al acordarme de ellos mire al suelo y vi que las fosas ya estaban tapadas “Que gentiles de su parte” pensé antes de volver a caer dormido.


Los brazos me dolían y en las piernas sentía un hormigueo intenso; el estomago y el pecho pedían descansar y la parte del cuello de atrás dolía cuando trataba de subir la cabeza. Alce la cara y decidí no volverme a dormir y abrir bien los ojos. Después de adaptarme a la luz de la noche pude ver con más claridad a las cuatro personas paradas y calladas frente a mí hasta que uno empezó  a hablar:

-Buenos días rey mío. Son las cuatro de la mañana y usted ha dormido por más de tres horas lo que provoca que su cuerpo este agotado para este momento por su posición tan incómoda en la que esta.- Era un hombre, era lo único que podía pensar.

-Usted verá- empezó a hablar otro, también hombre del mismo tamaño o eso parecía- Somos sus más grandes fans y por años le hemos seguido el rastro hasta llegar a este punto. Al fin conocerlo-

-Es un ejemplo a seguir de la organización, astucia, razonamiento y sangre fría que una persona pueda tener; usted es perfecto, es el hombre perfecto, el asesino perfecto- Esa era la voz de una mujer no mayor que todos los demás, como de mi edad.

-Le damos las gracias por habernos enseñado tanto y permitirnos estar en los mismo pisos en los que usted a pisando. Desde el suceso del contador, la prostituta, el carnicero, el comerciante y todos los demás que ha hecho.- Un hombre más.

-Hemos sido más eficaces que la policía, porque nosotros no somos policías. Somos como usted, solo que esta es nuestra primera vez ya que queríamos que usted viera lo que hemos aprendido de usted mi maestro- Maldita sea, me van a matar o eso traman; veremos hasta donde llegan.

Y con un movimiento se quitaron los trapos que cubrían sus rostros y me dejaron ver sus caras. Eran las cuatro personas parecidas a mi edad, tres hombres de complexiones comunes pero con rasgos propios. 

Uno estaba afeitado de la cabeza y tenía un tatuaje en el cuello de una serpiente, otro era pálido, flaco, con el cabello largo curveado de color rojo y una perforación en la nariz como de un buey y el último… el último no tenía tatuajes, ni perforaciones, el cabello corto y sin ninguna cicatriz, era lo más parecido a un hombre normal, como yo.

La chica era de piel clara con cabello corto y negro, una perforación en la fosa nasal izquierda y un tatuaje de una rosa en el cuello, no muy alta pero con ojos azules. No me dejaba de ver a comparación de los demás. Era una mirada intensa pero con una peculiaridad de hablar por sí sola, estaba ansiosa y eso era malo.

Ya que me habían enseñado sus rostros supuse y afirme en mi cabeza que en verdad querían matarme, enseñarme lo aprendido y darme un castigo por mis actos. Solo suspire antes de que volviera a hablar mi idéntico.

-Usted verá, somos sujetos muy parecidos con cosas en común; sufrimos males como usted. Fuimos violados en muchas maneras, recibimos más dolor que los demás, hubo situaciones que nos marcaron y a causa de todo hoy somos lo que somos. Una fraternidad atenta y con una afición de lo más interesante; a usted. Tenemos una segunda vida, somos contadores, comerciantes, tatuadores y vendedores; pero esa es solo la máscara, como la suya ¿Quién diría que un simple ingeniero con una novia espectacular y una vida normal sería el mayor asesino en serie que haya existido? Creo que nadie.-

-Es todo un hombre, pasando desapercibido en la sociedad y siendo ambicioso; ojala todos fueran como tú- Lo dijo la dama con un tono de voz de sumisión, de enamoramiento.

-Si todos fueran como yo; ustedes no existirían ni nadie más. Estaría solo en este planeta ya que todos nos habíamos cazado mutuamente. Ustedes estaría ya muertos- Por fin pude hablar a pesar de mi estado.

-Y por esa razón vamos a hacer esto, si queremos ser los mejores; tenemos que matar al mejor- Y cada quien saco un cuchillo y me lo mostraron. Eran cuchillos perfectos para situación y con diferentes propósitos; habían aprendido bien y desde ahí supe que no solo me iban a matar, sino que harían lo que sea para mantenerme despierto para ver, sentir y degustar cada minuto antes de mi propia muerte. Estaba acabado y es que en serio eran mis más grandes aprendices; pero siempre el maestro sabe más que los demás aunque ahora no me lo creía.

-Y sin más preámbulo empezare por…- Dijo el líder, el que era parecido a mí antes de que la mujer lo interrumpiera.

-Espera, he estado esperado este momento por mucho tiempo y quisiera hacer algo primero. No va a tardar mucho… si es que se deja- Y me miro con ojos de…

“Lo va a hacer ella al final” lo pensé y sabía que sería así. Pero primero quería algo que muy pocos o, mejor dicho, pocas tienen de mi siendo verdadero y solo una mujer es dueña de eso; mi amada.

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