El frío paseaba tranquilamente por mi piel desnuda y recorría
todo mi cuerpo de los pies hasta la cabeza. No podía abrir los ojos, estaba
mareado y la cabeza me daba vueltas; apenas podía mantenerla alzada antes de
que su mismo peso me ganara y cabeceara como un niño que trata de dormir pero
se aferra a estar despierto. Trate de separa mis brazos de mi espalda pero
estaban amarrados de las muñecas, trate de igual manera separar mis piernas pero
estaban igual de amarradas por los tobillos.
Estaba sentado en la Tierra húmeda y se escuchaba el
rechinido del plástico cuando me trataba de mover; estaba envuelto en mi mismo plástico,
amarrado con mi misma cuerda y sedado con el mismo tranquilizante que usaba.
Las personas que estaban haciendo esto sabían lo que hacían, sabían mi método pero
sobre todo, sabían quién era y lo que era. Pero en mis pensamientos entro una
idea que me aterro y me trato de despertar con poco éxito “¿Serán como yo? ¿Acaso
no estaré solo y hay más tipos que buscan lo mismo que yo?”
Volví a caer en sueño y me tire al suelo a causa del peso de
mi cuerpo, sentí la tierra recubrir una mitad de mi cara y su gélido frío
entrar por mis orejas. Solo escuchaba murmullos y una que otra pisada.
…
Volví a despertar pero ahora pude abrir los ojos, seguía en
el piso en la misma posición y tenia los brazos y piernas entumecidos por el
calor y la falta de movimiento al dormir. Alcance a abrir los ojos y vi a las
cuatro personas paradas enfrente de mí, mirándome aun con los pasamontañas
puestos. Uno de ellos hiso un gesto de afirmación y en seguía otros dos sujetos
caminaron hacia mí, me tomaron de los hombros y me pusieron de piel, solo podía
estarlo apoyado a ellos. Luego el último sujeto camino detrás de mí y con ayuda
de los demás alzaron mis brazos y me levantaron del suelo colgándome al árbol
donde antes estaban mis victimas; la pareja y el abogado. Al acordarme de ellos
mire al suelo y vi que las fosas ya estaban tapadas “Que gentiles de su parte” pensé
antes de volver a caer dormido.
…
Los brazos me dolían y en las piernas sentía un hormigueo
intenso; el estomago y el pecho pedían descansar y la parte del cuello de atrás
dolía cuando trataba de subir la cabeza. Alce la cara y decidí no volverme a
dormir y abrir bien los ojos. Después de adaptarme a la luz de la noche pude
ver con más claridad a las cuatro personas paradas y calladas frente a mí hasta
que uno empezó a hablar:
-Buenos días rey mío. Son las cuatro de la mañana y usted ha
dormido por más de tres horas lo que provoca que su cuerpo este agotado para
este momento por su posición tan incómoda en la que esta.- Era un hombre, era
lo único que podía pensar.
-Usted verá- empezó a hablar otro, también hombre del mismo
tamaño o eso parecía- Somos sus más grandes fans y por años le hemos seguido el
rastro hasta llegar a este punto. Al fin conocerlo-
-Es un ejemplo a seguir de la organización, astucia,
razonamiento y sangre fría que una persona pueda tener; usted es perfecto, es
el hombre perfecto, el asesino perfecto- Esa era la voz de una mujer no mayor
que todos los demás, como de mi edad.
-Le damos las gracias por habernos enseñado tanto y
permitirnos estar en los mismo pisos en los que usted a pisando. Desde el
suceso del contador, la prostituta, el carnicero, el comerciante y todos los demás
que ha hecho.- Un hombre más.
-Hemos sido más eficaces que la policía, porque nosotros no
somos policías. Somos como usted, solo que esta es nuestra primera vez ya que queríamos
que usted viera lo que hemos aprendido de usted mi maestro- Maldita sea, me van
a matar o eso traman; veremos hasta donde llegan.
Y con un movimiento se quitaron los trapos que cubrían sus
rostros y me dejaron ver sus caras. Eran las cuatro personas parecidas a mi
edad, tres hombres de complexiones comunes pero con rasgos propios.
Uno estaba
afeitado de la cabeza y tenía un tatuaje en el cuello de una serpiente, otro
era pálido, flaco, con el cabello largo curveado de color rojo y una perforación
en la nariz como de un buey y el último… el último no tenía tatuajes, ni
perforaciones, el cabello corto y sin ninguna cicatriz, era lo más parecido a
un hombre normal, como yo.
La chica era de piel clara con cabello corto y negro, una
perforación en la fosa nasal izquierda y un tatuaje de una rosa en el cuello,
no muy alta pero con ojos azules. No me dejaba de ver a comparación de los
demás. Era una mirada intensa pero con una peculiaridad de hablar por sí sola,
estaba ansiosa y eso era malo.
Ya que me habían enseñado sus rostros supuse y afirme en mi
cabeza que en verdad querían matarme, enseñarme lo aprendido y darme un castigo
por mis actos. Solo suspire antes de que volviera a hablar mi idéntico.
-Usted verá, somos sujetos muy parecidos con cosas en común;
sufrimos males como usted. Fuimos violados en muchas maneras, recibimos más
dolor que los demás, hubo situaciones que nos marcaron y a causa de todo hoy
somos lo que somos. Una fraternidad atenta y con una afición de lo más
interesante; a usted. Tenemos una segunda vida, somos contadores, comerciantes,
tatuadores y vendedores; pero esa es solo la máscara, como la suya ¿Quién diría
que un simple ingeniero con una novia espectacular y una vida normal sería el
mayor asesino en serie que haya existido? Creo que nadie.-
-Es todo un hombre, pasando desapercibido en la sociedad y
siendo ambicioso; ojala todos fueran como tú- Lo dijo la dama con un tono de
voz de sumisión, de enamoramiento.
-Si todos fueran como yo; ustedes no existirían ni nadie más.
Estaría solo en este planeta ya que todos nos habíamos cazado mutuamente.
Ustedes estaría ya muertos- Por fin pude hablar a pesar de mi estado.
-Y por esa razón vamos a hacer esto, si queremos ser los
mejores; tenemos que matar al mejor- Y cada quien saco un cuchillo y me lo
mostraron. Eran cuchillos perfectos para situación y con diferentes propósitos;
habían aprendido bien y desde ahí supe que no solo me iban a matar, sino que
harían lo que sea para mantenerme despierto para ver, sentir y degustar cada
minuto antes de mi propia muerte. Estaba acabado y es que en serio eran mis más
grandes aprendices; pero siempre el maestro sabe más que los demás aunque ahora
no me lo creía.
-Y sin más preámbulo empezare por…- Dijo el líder, el que
era parecido a mí antes de que la mujer lo interrumpiera.
-Espera, he estado esperado este momento por mucho tiempo y
quisiera hacer algo primero. No va a tardar mucho… si es que se deja- Y me miro
con ojos de…
“Lo va a hacer ella al final” lo pensé y sabía que sería así.
Pero primero quería algo que muy pocos o, mejor dicho, pocas tienen de mi
siendo verdadero y solo una mujer es dueña de eso; mi amada.
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