domingo, 24 de febrero de 2013

Cazado. Parte 3


-Quiero un beso de él- Sus ojos mostraban su deseo y las ganas de hacerlo, no era algo normal. Su ansiedad, su pasión, su lujuria salía a relucir en esos momentos al igual que mostraba todos sus males, todo lo que estaba mal en ella.

No me podía negar a eso, tenía que hacer tiempo para pensar y aplazar todo lo que tenían planeado hacer. No tenía de otra que aceptar de mala gana su confesión y lo que estaba a punto de hacer; mis expresiones no mostraban sentimientos, solo ella sonreía maliciosamente intentando sacarme una sonrisa también o eso creía.

Se hiso el silencio entre las demás personas y solo se hicieron a un lado para que ella pudiera pasar y pararse enfrente de mí para hacerlo; y así fue. Su caminar fue lento pero preciso, seguro de sí misma y sin dudar, no tropezó ni vio por donde caminaba; solo me veía a mí y a nadie más. En esos momentos lo que más quería era soltarme y hacer algo, quería matarlos a todos por lo que estaban haciendo.

Se detuvo y se puso de puntitas para poderme alcanzar; sentí su presencia, olí su aroma y como una brisa en contra la sentí muy cerca de mis labios. Sus ojos estaban lo más cerca de mi sin que me tocara hasta que lentamente lo empezó a hacer, se empezó a acercar y a cerrar los ojos segura de que no me iba a soltar, de que no iba a tomar el cuchillo y de no la iba a matar en esos momentos.

Sus labios empezaron rozando los míos y terminaron completamente junto a los míos. Ella inclino la cabeza y cerró los ojos, con sus manos empezó a recorrer mi cuerpo hasta sujetarme de la parte de atrás de la cara y con sus dedos aferrase de mi cabello. En ningún momento cerre los ojos, en ningún momento lo disfrute, en ningún momento deje de ver como los otros tres sujetos me veían ansiosos de empezar su obra maestra; su iniciación.

Después de varios minutos dejo de besarme y se alejo lentamente, dejo de estar de puntitas y volvió a abrir los ojos; aun no estaba satisfecha aunque haya suspirado, aun sus ojos esperaban más, querían mas.

-Yo te hare mío, ya eres mío- Fue lo primero que dijo antes de que se diera la vuelta extendiera su mano y tomara un cuchillo de un tamaño pequeño. Me volvió a ver y empezó a pasar el filo por mi abdomen hasta llegar a mi costado izquierdo, debajo de mis costillas y empezarlo a enterrar lentamente, con suavidad, disfrutando del momento, respirando a mil por hora, sintiendo al corazón palpitar aceleradamente, sin cerrar los ojos  y sin dejarme de ver.

Sentía como el frío metal entraba por mi costado, como el calor de mi cuerpo salía y como la sangre empezaba a brotar por debajo del cuchillo, cerré los ojos intentando soportar el impacto pero era difícil, no podía pensar en otra cosa que no fuera mi piel ser desgarrada, mi musculo perforado y mi órgano penetrado por un intruso. En mi mente pasaban todas las cosas que había hecho en mi vida, todo lo que había disfrutado; los momentos que había pasado con la persona, con mi amada, su sonrisa, su alegría, su llanto de amor, en ella solamente; fue como ver pasar mi vida frente a mi pero no podía darme por vencido, tenía que salir vivo de ese lugar. Yo no podía terminar así. Solo solté un pequeño sollozo y cerré un momento los ojos.

Cuando volvía a abrir los ojos no pude evitar ver como estaba. Era una imagen aterradora para cualquiera, ver un cuchillo enterrado, ver como se manchaba de tu propia sangre, sentir como este perdía frío y cambiaba su temperatura. Volvió a poner su mano en el mango y lo saco con paciencia; lo estaba disfrutando hasta que saco la punta y de esa empezó a gotear el exceso de sangre que tenía.

Era una cortada en mi cuerpo, era un intruso que había entrado a mi cuerpo sin mi permiso. No podía evitar pensar que para mi desgracia, no era un ataque mortal; quería que viviera, quería hacerme sufrir aun más.

Me volteo a ver de reojo y con una sonrisa me guillo el ojo y me envió un beso. Tenía suerte de que estuviera atado y empezara a sentir un hormigueo en mis piernas. Camino a su lugar inicial y abrazo el cuchillo como si fuera un peluche, disfrutando como se manchaba de mi sangre, misma que estaba por mi pierna y goteaba por mis dedos de los pies.

Después de ella los demás siguieron por todo mi cuerpo, uno tras otro repitiendo lugares. Todos con una sonrisa en el rostro, todos mirándome a los ojos, todos sin dudar, todos penetrando en lugares distintos, todos cerrando los ojos cuando el filo estaba dentro; todos excitados y con una maldita sonrisa en el rostro al sacar el cuchillo y sentir mi sangre por sus manos. Eran como yo en mi primera vez, solo que yo lo pude disfrutar más porque estaba solo.  

Casa cortada fue distinta, cada fisura no era mortal, cada corte me hacía pensar más en mi amada y en mi vida; aun no deseaba la muerte pero estaba cada vez mas agotado, ya no tenía fuerzas y empezaba a sufrir de falta de sangre aunque goteaba poco por cada penetración pero la cantidad de estas aumentaba.

-Creo que es hora de terminar con esto mis hermanos- Dijo en un momento dado el líder. No podía verlos bien, mi vista empezaba a fallar.

-Júntense que los cuatro lo haremos al mismo tiempo, perforaremos el corazón del asesino en serie más grande que ha existido y compartiremos esta gloria para que seamos los mejores. Es hora de terminar con la vida de un ejemplo a seguir, de una leyenda, de un dios entre los humanos- Eran inspiradoras esas palabras, llenas de seguridad y de entusiasmo; era un buen orador.

Se juntaron los cuatro sujetos, caminando a la par y con el cuchillo en la mano derecha se empezaron a acercar hasta que sentí su respiración en mi cuello. Todo fue muy lento, alzaron sus cuchillos como espadas y sus puntas las pusieron en frente de mi corazón, sentí como mi corazón las empujaba desesperadamente.

No pude cerrar los ojos ni verlos a los ojos aunque sabía que ellos si lo hacía; solo alce la vista y vi a la Luna estar en lo alto de mí; una lágrima salió de mis ojos. Me podía dar por muerto en esos momentos hasta que de la nada y como si fuera el destino empezó a sonar un teléfono no muy lejos de donde estábamos, del suelo, de mi ropa amontonada; era mi teléfono.

Se detuvieron los cuatro y sin haberlo esperado quitaron el cuchillo de mi piel. No sabían qué hacer y solo se veían entre ellos sin decir ni una palabra hasta que el líder se separo, camino a mi ropa, tomo mis pantalones y saco mi teléfono; vio la pantalla y como un susurro alcanzo a decir:

-¿Quién es Pam?- Me había salvado la vida pero lo más importante ella estaba a salvo, no sabían de ella.
Pulso la tecla para contestar y puso el altavoz.

-Bueno, bueno…-

Sin dudarlo empecé a gritar:

-¡Kilometro 45, México-Toluca, pasando La Pila, rápido. Te amo!- Eso me daría tiempo y una idea. Tenía aun esperanza de salir de esa situación y sabía cómo y quién me iba a ayudar; esa persona iba a ser impulsiva a sus sentimientos; todos ya estaban bloqueados, ya no sabía qué hacer. Era mi turno de jugar y pensé “Gracias Pame, me has salvado la vida”

Lance un suspiro y con una sonrisa empecé a decir:

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