jueves, 17 de enero de 2013

Manzanita con amaranto.


A seis días de otro festejo por paciencia, por entrega, por fidelidad, por amor, por pasión, por respeto, por compromiso, por tolerancia, por amistad, por un amor que ya hace tiempo se mantiene firme a pesar de caer y estar en el suelo; pero siempre termina donde pertenece, en lo alto del cielo donde una pareja expresa su felicidad, presume su amor y celebra el seguir con la persona que ama.

Hoy diecisiete de enero de 2013, una situación se metió en mi cuerpo por una visión de lo más común para ustedes, pero para mí fue un chispazo de imaginación, de fantasía, de realidad y como una llama en madera, se expandió por todo mi ser para poder terminar imaginando, pensando y al final escribiendo lo que ahora van a leer.

Al terminar un día arduo de estudios regreso a mi hogar por medio de un autobús de la misma institución; como es de costumbre a esas horas las personas se tienen que formar para poder subir por la alta demanda de esa ruta, y como era de costumbre aun viendo la fila que iba creciendo espere para formarme por el estar hablando con un amigo.

Ya arriba del autobús la mayoría de los estudiantes escogen los asientos de las ventanas y como sabía que ya no iba a haber un par de asientos solos decidí sentarme en el primer lugar que viera, ya que también no quería causar la burla de algunos de llegar al fondo del autobús y tener que regresarme por falta de asientos en la parte de atrás.

Vi mi primera oportunidad de sentarme pero la decline ya que en uno de los lugares (el de la ventana) estaba una chica sentada, pero no es por ser despectivo no nada del estilo pero esta mujer tenía un aspecto de lo más “fresa” que se podían imaginar. Detrás de ella había otra chava comiendo algo de un molde, igual sentada en el lugar de la ventana y mejor decidí sentarme a lado de ella, esta no parecía tan “fresa” como la otra.

Al pedirle permiso para sentarme y hacerlo me di cuenta de lo que estaba comiendo de su molde; manzana cortada en trozos cubiertos de amaranto. De inmediato pensé en mi novia, “mi manzanita” y en mi mente se aparecieron imágenes de los momentos de diversión que hemos pasado, todas las risas, los abrazos, los besos y de todos los momentos en los que hemos estado juntos. Desde la primera vez que la vi hasta la última, su sonrisa, sus ojos, su cabello, su piel, su voz; todo de ella me vino a la cabeza haciéndome sonreír y hasta lanzar una pequeña carcajada al recordad sus risas aunque no recordaba de que nos reíamos pero aun así.

Arranco el transporte y televisaron una película en las pantallas, no sabía el nombre de la película ni me llamaba la atención así que cerré los ojos mientras escuchaba mi música. Minutos después llego un mensaje a mi celular y al verlo vi que era mi preciosa. Volví a sonreír y a volver a ver el molde de la mujer que estaba a mi lado mientras degustaba su manzana con amaranto. Ya contestando el mensaje volví a acomodarme en mi lugar y a cerrar los ojos tratando de descansar.

Al principio no fue agradable, en mi  mente pasaban todos los momentos desagradables, las discusiones, las peleas, los llantos, la ira, los comentarios en forma de eco, los momentos de soledad y el  enojo mutuo en situaciones muy especificas, pero… como si me relajara volví a pensar en la comida de la niña. Era la imagen de la chava tomando con su tenedor un pedazo de manzana con amaranto y llevarlo a su boca para poder obtener todas sus aportaciones nutritivas además de satisfacer su hambre y como una enseñanza vino a mi cabeza una frase:

“A pesar de todo, la manzana sigue junta al amaranto. No importa lo que digan los demás ni lo que pase, la manzana sigue teniendo su autentico sabor, sus vitaminas y su virtud especifica; que ninguna otra fruta tiene. El amaranto le acompaña a pesar de ser cortada y degustada, tal vez no empiezan sus vidas juntos ya que la fruta empieza en un árbol y el amaranto es una semilla pero a pesar de todo y desde que se encontraron ya no se han separado. La semillita se ha aferrado a la fruta y juntos hacen una combinación deliciosa, agradable, curiosa y saludable. La manzana y el amaranto hacen bonita pareja.”

Volví a abrir los ojos, vi que todos los que me rodeaban estaban dormidos y al ver por la ventana en el lugar donde estaba alce la vista y me di cuenta en el número de asiento en el que estaba. Llámenlo coincidencia, destino o cualquier otra cosa, solo sé que la amo y sea como sea seguiré a su lado.

Al final llegue a mi destino y sin poderle agradecer a mi compañera de asiento por haber comido su alimento en el autobús ya que también se había dormido me baje y como es de costumbre en todo momento, volví a pensar en mi manzanita amada y yo siendo su amaranto, jeje; amaranto.


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