martes, 8 de enero de 2013

El 23. Llegando al final.


Al fin llegaba tras un día más de viaje por una ciudad cubierta por sangre, muerte, gritos, disparos y de gente muerta caminando en un mundo de los vivos. Una noche en la que solo se escuchaban cristales romperse, gente correr por las calles tratando de no ser atrapadas, de uno que otro disparo y de ráfagas de luz aparecer y desaparecer en la oscuridad de las calles donde había poca luz, toneladas de basura, edificios destruidos, quemados y algunos protegidos por sus puertas y ventanas con cartones, maderas y metales varios.

No había tenido la necesidad todavía de usar el arma pero moría de ganas por escuchar su ruido, de propagar miedo a los que la escucharan, de arrebatar una vida de un muerto y de salvar a una posible victima en el futuro.

Cuando ya estaba cerca de mi destino acelere el auto a toda su potencia sin importar nada, estaba tan cerca de volver a ver esos ojos que hacían latir mi corazón a mil revoluciones por segundo, de sentir de nuevo esos labios tan deliciosos como un majar de dioses, de escuchar su voz entrar por mi cuerpo, de oler ese éxtasis de su cuerpo y de sentir su piel rosar contra la mía. Era una sensación de adrenalina la que me conducía por las calles, la que me había llevado hasta ese punto y de la que estaba locamente enamorado.

El día era soleado y no había ningún mal en su calle pero no todo estaba bien, en lo largo de mi camino en la ciudad me había dado cuenta que el señor tenía razón, no había ninguna persona viviente en las calles de día, solo en las noche donde los muertos tenían desventaja sobre los vivos pero aun así seguían siendo un peligro inminente, lo preocupante era que, no eran muchos, solo unos cuantos de las millones de personas que antes vivían en esta metrópoli. Me gustaba pensar que solo salían cuando realmente era necesario, que eso era lo obvio pero aun así esa situación me mantenía tenso.

Me baje del auto y empecé a caminar por la acera por la que antes tomado de la mano de mi novia no teníamos ninguna preocupación, no teníamos que correr ni esperar algo que saliera por los arbustos rápidamente y nos empezara a perseguir siendo nosotros su presa; esos días se habían acabado.

Las casas estaban protegidas por enrejados antes de todo, seguían así pero ahora los grandes ventanales tenían maderas al igual que las puertas. Antes la calle era limpia y solo veías las hojas de los arboles en el suelo, ahora veías basura, rastros de sangre, árboles caídos, carros chocados, casquetes de una bala que había sido lanzada y demás suciedad.

Llegue a su hogar y estaba intacto, solo con manchas rojas y raspones en la reja; pero todo parecía en orden, lo que me tranquilizo y provoco un suspiro de alegría. Me apresure a tocar el timbre pero no se oía que sonara, lo volví a presionar y nada. Me aleje de la puerta y parándome en la mitad de la calle empecé a gritar con euforia el nombre de mi amada una y otra vez, cada vez más fuerte; al principio sonreía luego esta fue desapareciendo mientras no había respuesta de la casa. Esperaba que saliera por la terraza pero nada sucedía; la casa parecía vacía hasta que la puerta de cristal de la terraza de su cuarto se empezó a abrir lentamente y


Y vi a un joven asomarse, no era de su familia, ni mucho menos de su escuela. No era mayor que yo pero tampoco más chico que mi amada que tenía que asomarse en su lugar. Mis terrores se habían juntado en ese momento y todo dejo de importarme. La felicidad de mi cuerpo se había disipado al igual que mis esperanzas.

Al otro lado de la calle se empezaron a escuchar gritos, no estaban lejos.

Lo vi mirarme con extrañeza y no pude gritar más y solo mire al suelo y camine en dirección contraria al carro. Estaba muerto en esos momentos, todo lo que había pensado en mi trayecto se había cumplido, debí ser más rápido, debí haberlo esperado de esa manera, ella debió de haber sido fiel, debió de haberme creído y esperado. Todo lo que pase por… nada, no estaba, se había ido, no me había esperado.

Camine solo con mis pensamientos, no escuchaba ni sentía hasta que sentí una mano sujetarme con fuerza de mi hombro y jalarme de la espalda. Ese era mi fin, en el lugar donde esperaba volver a sonreír y volverla a ver una vez más. No sabía que le había pasado ni en donde estaba, sabía que tenía que seguir buscando por donde fuera pero ahora tenía que resignarme.

La mano me jalo con fuerza, me dio la vuelta y antes de ver quien era escuche mi nombre ser pronunciado por aquella voz que tanto amaba y deseaba volver a oír. No se había ido, me había esperado como tanto deseaba; su voz me activo el corazón y me envió por unos instantes a todos mis recuerdos que tenía con ella., todas las sonrisas, risas, discusiones, pleitos, caricias, besos, miradas; toda mi vida que había pasado con ella y pude volver a sentirla cerca de mí sonriendo, mirando me con sus bellos ojos, diciéndome que me amaba.

Pero ahora un cuerpo se había abalanzado contra mí tirándome al suelo, se dice que antes de morir vez tu vida pasar enfrente de ti, no creía que eso fuera posible pero hoy era posible.

Su voz, su aroma, su mirada; la volví a escuchar y eso era una bendición de la vida propia.

Baje la mirada y vi que…

No hay comentarios: