Al fin llegaba tras un día más de viaje por una ciudad
cubierta por sangre, muerte, gritos, disparos y de gente muerta caminando en un
mundo de los vivos. Una noche en la que solo se escuchaban cristales romperse,
gente correr por las calles tratando de no ser atrapadas, de uno que otro
disparo y de ráfagas de luz aparecer y desaparecer en la oscuridad de las
calles donde había poca luz, toneladas de basura, edificios destruidos,
quemados y algunos protegidos por sus puertas y ventanas con cartones, maderas
y metales varios.
No había tenido la necesidad todavía de usar el arma pero
moría de ganas por escuchar su ruido, de propagar miedo a los que la
escucharan, de arrebatar una vida de un muerto y de salvar a una posible
victima en el futuro.
Cuando ya estaba cerca de mi destino acelere el auto a toda
su potencia sin importar nada, estaba tan cerca de volver a ver esos ojos que
hacían latir mi corazón a mil revoluciones por segundo, de sentir de nuevo esos
labios tan deliciosos como un majar de dioses, de escuchar su voz entrar por mi
cuerpo, de oler ese éxtasis de su cuerpo y de sentir su piel rosar contra la
mía. Era una sensación de adrenalina la que me conducía por las calles, la que
me había llevado hasta ese punto y de la que estaba locamente enamorado.
El día era soleado y no había ningún mal en su calle pero no
todo estaba bien, en lo largo de mi camino en la ciudad me había dado cuenta
que el señor tenía razón, no había ninguna persona viviente en las calles de
día, solo en las noche donde los muertos tenían desventaja sobre los vivos pero
aun así seguían siendo un peligro inminente, lo preocupante era que, no eran
muchos, solo unos cuantos de las millones de personas que antes vivían en esta metrópoli.
Me gustaba pensar que solo salían cuando realmente era necesario, que eso era
lo obvio pero aun así esa situación me mantenía tenso.
Me baje del auto y empecé a caminar por la acera por la que
antes tomado de la mano de mi novia no teníamos ninguna preocupación, no teníamos
que correr ni esperar algo que saliera por los arbustos rápidamente y nos
empezara a perseguir siendo nosotros su presa; esos días se habían acabado.
Las casas estaban protegidas por enrejados antes de todo, seguían
así pero ahora los grandes ventanales tenían maderas al igual que las puertas.
Antes la calle era limpia y solo veías las hojas de los arboles en el suelo,
ahora veías basura, rastros de sangre, árboles caídos, carros chocados,
casquetes de una bala que había sido lanzada y demás suciedad.
Llegue a su hogar y estaba intacto, solo con manchas rojas y
raspones en la reja; pero todo parecía en orden, lo que me tranquilizo y
provoco un suspiro de alegría. Me apresure a tocar el timbre pero no se oía que
sonara, lo volví a presionar y nada. Me aleje de la puerta y parándome en la
mitad de la calle empecé a gritar con euforia el nombre de mi amada una y otra
vez, cada vez más fuerte; al principio sonreía luego esta fue desapareciendo mientras
no había respuesta de la casa. Esperaba que saliera por la terraza pero nada sucedía;
la casa parecía vacía hasta que la puerta de cristal de la terraza de su cuarto
se empezó a abrir lentamente y
…
Y vi a un joven asomarse, no era de su familia, ni mucho
menos de su escuela. No era mayor que yo pero tampoco más chico que mi amada
que tenía que asomarse en su lugar. Mis terrores se habían juntado en ese
momento y todo dejo de importarme. La felicidad de mi cuerpo se había disipado
al igual que mis esperanzas.
Al otro lado de la calle se empezaron a escuchar gritos, no
estaban lejos.
Lo vi mirarme con extrañeza y no pude gritar más y solo mire
al suelo y camine en dirección contraria al carro. Estaba muerto en esos
momentos, todo lo que había pensado en mi trayecto se había cumplido, debí ser
más rápido, debí haberlo esperado de esa manera, ella debió de haber sido fiel,
debió de haberme creído y esperado. Todo lo que pase por… nada, no estaba, se había
ido, no me había esperado.
Camine solo con mis pensamientos, no escuchaba ni sentía
hasta que sentí una mano sujetarme con fuerza de mi hombro y jalarme de la
espalda. Ese era mi fin, en el lugar donde esperaba volver a sonreír y volverla
a ver una vez más. No sabía que le había pasado ni en donde estaba, sabía que
tenía que seguir buscando por donde fuera pero ahora tenía que resignarme.
La mano me jalo con fuerza, me dio la vuelta y antes de ver
quien era escuche mi nombre ser pronunciado por aquella voz que tanto amaba y
deseaba volver a oír. No se había ido, me había esperado como tanto deseaba; su
voz me activo el corazón y me envió por unos instantes a todos mis recuerdos
que tenía con ella., todas las sonrisas, risas, discusiones, pleitos, caricias,
besos, miradas; toda mi vida que había pasado con ella y pude volver a sentirla
cerca de mí sonriendo, mirando me con sus bellos ojos, diciéndome que me amaba.
Pero ahora un cuerpo se había abalanzado contra mí tirándome
al suelo, se dice que antes de morir vez tu vida pasar enfrente de ti, no creía
que eso fuera posible pero hoy era posible.
Su voz, su aroma, su mirada; la volví a escuchar y eso era
una bendición de la vida propia.
Baje la mirada y vi que…
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