jueves, 24 de enero de 2013

Ansiedad.


Parece que naces y vives tu primer día en toda tu vida.

Sabía a quien atacar, cuando hacerlo, donde hacerlo y cómo hacerlo; pero ese como me metía de dudas, no estaba seguro del todo y era la primera vez que me pasaba pero no le tomaba mucha importancia, se me ocurriría algo al final y sería algo como los anteriores asesinatos, limpios, perfectos y una sensación de algo bien hecho.

Lo tenía que hacer, últimamente estaba muy ansioso y hace tiempo que no veía sangre correr por las manos de una persona mala, extrañaba eso en un punto de mi vida pero ya no lo sentía necesario, por un tiempo bastante largo había desaparecido y solo lo recordaba como una mancha en mi vida y un pase directo al infierno pero no pasaba de ahí; seguía viviendo mi vida con normalidad, más que de costumbre; pero ahora, sentía que lo necesitaba, que era algo que requería para poder seguir. Últimamente estaba enojado con todo mundo, no aguantaba nada y mi único respiro de alivio era cuando hablaba con mi prometida, era el único momento del día en el que me sentía aliviado de esta pesadez aunque ahora, en estos momentos parecía estar hambrienta, como una bestia que sale de un zoológico ansiosa de comer y cazar. Por un momento quería sentir de nuevo esa disque libertad, pero sabía que no estaba bien que era algo malo, pero no me podía detener ahora, estaba suelto.

Con solo pensarlo las manos me temblaban a más no poder, la cabeza me daba vueltas una y otra vez, no podía estar de pie y mi boca se secaba a cada respiro que daba. Era algo efervescente y adictivo que corría por mi cuerpo.

Era de noche y la vi salir de una tienda de licores, era una mujer caucásica de mediana edad, de cabello rubio, piel oscura y rasgos comunes; también era una alcohólica, materialista y asesina viuda de tres esposos. Siempre había salido impune en los juicios, pero no en el mío.

Por la calle donde caminaba había un callejón, en ese callejón había unas escaleras de emergencia de un lugar abandonado, en ese lugar abandonado estaban todas mis cosas; solo tenía que llevarla hasta allá. Todo lo tenía bien pensado, todo estaba preciso para que saliera perfecto, lo había pensado ya desde hace tiempo, estaba perfecto.

Salí de mi auto desde donde la estaba viendo y lentamente me fui acercando a ella para cuando llegara al callejón la empujara, pegaría su espalda a la pared, le taparía la boca con mi mano, mientras que me estuviera viendo estupefacta por la situación, con ojos de sorpresa y terror;  y con la otra le inyectaría la dosis; serán una lástima las botellas que caerían al suelo y se rompieran por la inercia de la situación.  Luego la cargaría por las escaleras de emergencia  hasta llegar a un segundo piso donde la colgaría como a todos de los brazos, la taparía con plástico y después de haberle explicado porque estaba ahí me daría el gusto de irla matando poco a poco. Después me desharía del cuerpo en un basurero no muy lejano y se lo dejaría a los perros de la calle, necesitaban comer. Era un plan perfecto.

Todo paso como debía pasar hasta el punto donde la deje en el piso de la habitación vacía y sucia, había ido a buscar la soga para colgarla y le había dado la espalda por un momento cuando me di la vuelta sentí como me golpeaba algo en la cabeza tirándome al suelo y dejándome aturdido por unos momentos. Estaba de rodillas inmenso en el dolor de cabeza cuando escuche que un objeto cayó al suelo, había sido un bate de baseball con lo que me había golpeado. La vi caminar lentamente, efecto de la dosis, para la ventana por donde la había introducido, tome el bate, parándome y caminando hacia ella espere a que se diera  la vuelta para golpearla en la cabeza y dejarla noqueada; así también fue. Había sido un golpe en seco y solo se escucho su cuerpo caer al suelo de madera podrida del cuarto.

Solté el bate y me di cuenta que en esos pocos segundos había cometido dos errores, el primero había sido haberle dado una dosis mínima, la había preparado mal; nunca lo hacía, y el segundo error había sido golpearla con el bate con las manos descubiertas, ahora tenía que quemarlo y eso me costaba tiempo y esfuerzo; odiaba hacer cosas de más.

Por el golpe no se levantaría en una media hora así que la prepare y me prepare a mi mismo para el gran momento.

En la habitación había una mesa en la que había puesto todos mis utensilios, perfectamente acomodados y en orden, pero cuando los tomaba me temblaba la mano, como si no debiera de hacerlo, sentía que me daba vueltas la cabeza y me mareaba de estar de pie ¿porqué? Me preguntaba.

“Eres débil y no puedes hacerlo, nunca pudiste; solo eres un enfermo mental que necesita su dosis, pero ni eso sabes hacer bien” la mujer me dijo mientras me trataba de apoyar en la mesa a causa del mareo. Ya estaba colgada pero no envuelta y bastante lucida aun por el golpe.

“No sabes lo que soy, ni por lo que paso; así que no me critiques vieja que tu ni un cuerpo sabes quemar” Le respondía mientras me volteaba a verla y acercándome a ella lentamente, me seguía sintiendo mareado.

“Eres débil, como mis ex –esposos; por eso se murieron y así te va a pasar a ti o peor aun te vas a quedar solo por seguir haciendo tu ansiedad, te vas a cerrar y cada vez vas a necesitar algo más fuerte para calmarte pero sigues siendo un inútil, estúpido joven que no sabe lo que quiere ni lo que siente” me dijo con un tono de voz que me irrito.

“¡No sabes nada de mí! No intentes suponer nada de mi ¡cállate!”

“Eres demasiado débil, un inútil, nadie te quiere, te vas a quedar solo, no tienes en quien confiar, nadie confía en ti, estas solo”

“¡Cállate, cállate…!” Había alzado el cuchillo en lo imponente y con rapidez lo enterré, pero no en su cuerpo; en el mío.

Sus ojos estaban sorprendidos, no creía lo que estaba viendo la vieja; yo me di cuenta hasta que la vi y no vi nada enterrado en su cuerpo, cuando seguí con la mirada mi brazo vi como el cuchillo estaba metido en mi muñeca, como mi mano brincaba como una cola de una lagartija y como sangre salía brotando en todas direcciones de mi brazo salpicando todo lo que estaba frente a  mí.

¿Cómo?  ¿Qué había hecho? ¿De qué se traba eso? Fueron las cosas que pensé antes de escuchar una risa, una maldita risa sobre mi nunca, una risa de una mujer que trataba de decir “Ni eso puedes, eres un estúpido, el que se muere eres tú y así vas a terminar” No aguante eso y con un fuerza me quite el cuchillo de la muñeca y gritando “¡cállate!” el objeto termino perpendicular en la garganta de la dama, lo sacaba y lo metía una y otra y otra vez mientras seguía gritando, luego de que termino destrozado su cuello pase a su estomago, y luego a su pecho salpicando todo, volviendo la habitación roja con un hedor a muerte. No paraba de gritar, no para de enterrarlo aunque ya estaba muerta, deshecha.

Deje de hacerlo hasta que me canse, era horrible; no tenía que ser así, así no era yo, por primera vez me arrepentía de lo que había hecho, todo estaba mal; había sido impulsivo, un niño malcriado ante la situación pero no dejaba de verla o lo que estaba de ella. Luego vi mi brazo y estaba morado, ya había perdido sangre y de seguro lo iba a perder también y hasta más que eso.

Me hinque en el charco de sangre suya y mía, solté el cuchillo y solo pensé en una cosa, en que lo había perdido todo, que no debía de ser así. Recordé que tenía mi celular en el pantalón, otro error; lo tome con la mano buena y limpiando la pantalla de tanta sangre trate de marca un número y cuando estaba sonando un golpe en seco se escucho en la puerta del cuarto, voltee a ver y reincorporándome volví a escuchar otro golpe pero ahora la puerta se habría y de ella salían policías tratando de apuntar, alce la mano donde tenía el celular y solo escuche un grito antes de los disparos “¡tiene un arma!” caí al suelo hincándome con tres plomazos en mi pecho. Veía todo borroso y solo escuchaba las pisadas de los oficiales rodeándome.
Me había seguido, la habían mandado como una presa que seguiría, me habían casado; todo estaba mal, siempre lo estuvo.

Antes de caer y como última voluntad de mi cuerpo recordé a quien le había llamado y vi el celular y estaba en la llamada, había contestado. Lo puse en mi oreja “Bueno” a penas alcance a decir “¿Todo bien? ¿Qué paso, escuche disparos? ¿Estás bien?” era ella, estaba preocupada y solo alcance a decir una cosa más “Dime que me amas” se guardo el silencio en el teléfono y dijo “Te amo más que tu” y solo conteste “Ahora estoy bien” tome el celular con fuerza y con lo último que me quedaba lo estrelle en el suelo destrozándolo. Nadie la tenía que molestar, nadie sabría de ella, estaría bien. Al final caí en la sangre sobre el piso sin vida.


La amo, no saben cuánto, ni ella lo sabe. Muy pocas veces le hablo de mi y cuando lo hago solo parece que se aleja de mi, solo soy un joven con problemas mentales; pero en serio quiero estar en ella.

Le he contado cosas que a nadie más, sabe mis temores como a las arañas, a regresar a una enfermedad y hasta el miedo que me tengo a mi mismo.

Hemos estado separados físicamente pero nunca me sentía tan cerca de ella, la necesito, la amo.

Le confió cosas porque creo en ella, se ha ganado mi confianza y puedo decir que no estoy solo, que puedo contar con ella.

A todas las personas, los cientos de personas que leen este blogg semana a semana, les quiero decir que no están solos. Nunca lo van a estar, así como yo tengo a mi ángel de la guardia esperándome y cuidándome desde que se de ella, ustedes también tienen al suyo.

No creo en Dios, pero me pregunto, hoy me pregunte mientras entraba al baño ansioso por hacer algo que me prometí no hacerme ni a la persona que amo que si en verdad existía; que si por alguna razón a los seres vivos nos daba esos segundos para detener nuestro tiempo y reflexionar.

Lo vi, brillante y filoso sobre la mesa, lo sentí y recordé todo lo que me hiso alguna vez. Solo me dejo solo, ahora no lo estaba, contaba con alguien en mi vida y la amaba con fuerza y aunque no lo crea nunca me había enamorado así de alguien.

Puede haber millones de personas en este mundo pero ninguna como ella, era única así como era. En sus problemas yo estaría y yo estaré ahí, podía confiar en mí, sus defectos me parecían hermosos, díganme algo mal de ella y lo amo. Se puede enojar lo que quiera conmigo por mis idioteces pero yo nunca me podría enojar con ella en verdad.

Ayer cumplimos 1.4 años, maravillosos.

Hoy casi vuelvo a cortarme.

Mañana por fin la veré.

Pasado mañana la volveré a ver.

El domingo la extrañare y el lunes y el martes y todos los demás días de este año y del que sigue.

Le pido que se quede por amor.

No creo en Dios, lo saben; pero solo a ella le diré un secreto acerca de Dios, nadie lo sabe; ¡nadie! Y quiero que ella si lo sepa, quiero que conozca mi vida entera para que después ya no tenga nada que contarle porque ella habrá estado en ella desde el punto que la conocí.

La ansiedad hoy casi me mata y me deja sin nada, soy más fuerte que eso.

Solo quiero besarla y acompañarla por el resto de su vida como su amigo, su novio, su esposo y su viejito quejumbroso.

Casi siempre que escribo acerca de ella, lloro; es un hecho y por notario público, pero no es de tristeza, sino de amor.

Quisiera ser más rudo, mas hombre, más arriesgado pero a cambio de eso se cocinar, cocer, hacer la limpieza, ser un poeta, un maestro, un amigo, un escucha, se hacer manualidades, se jugar video juegos, se limpiar un baño y hasta destapar un caño (cuantos en verdad lo saben), se estudiar, se lavar la ropa, se sembrar, se de electrodomésticos, se construir, se organizarme, se tranquilizarme y se amar. Y todas esas cosas, a su tiempo se las hare a ella. (aun así le rompería la boca a quien le hiciera daño)

Hoy, hoy solo quiero saber de ella y apoyarla en todo.

Tengo planes a corto, medio y largo plazo y en esos planes, aunque a todos les cueste trabajo verlo hasta a ella, está presente en cada uno de ellos.

No sabe las cosas que hecho por ella y nunca las sabrá, porque es el amor que tengo por ella; dejaría todo por un minuto a su lado. Hoy lo daría todo por estar con ella, pero la paciencia es una virtud y ya mañana será el día que por fin la veré con su nueva imagen y solo les diré una cosa, me la comeré viva.

Con o sin, enojada o feliz, llorando o riendo, maquillada o lagañosa, comiendo o durmiendo, abrazándola o besándola. La amo y no espero que me crea, solo lo hare y hoy podre decir que salí adelante por mí mismo y por ella.

Quiero una vida a su lado, es mi asesina perfecta, mi novia perfecta, mi amiga perfecta y es tan imperfecta que la amo como es.

Hoy la amo, mañana la amare y pasado mañana me casare con ella. No lo prometo, solo lo hare.

Quisiera saber cómo terminar este texto, pero hay tantas cosas que decir todavía. Pero a su tiempo.

Solo quiero estar con ella, eso es todo. La amo, la amor tanto.

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