Estuve casado y la deje porque si no lo hacía iba a terminar
como todos los demás, ahora solo huesos, polvo algunos otros y otros tantos aun
con una piel pálida, ojos abiertos y los pocos músculos sin comer por los
gusanos tiesos.
Hubo otra dama en mi vida, no cuenta contarla ya que solo
fue temporal; se fue por sus pantalones. Nunca más volví a saber de ella y así está
mejor ya que la iba a matar en algún momento dado.
Un detective que termino con un caso cerrado por falta de presupuesto,
por falta de convicción y de pruebas para seguir adelante y lo que logro fue
porque yo se lo di. Ahora vive en un pueblo alejado de la capital con su esposa
y dos hijos; se ve muy feliz y de vez en cuando voy a aquel pueblo a comer a su
restaurante una rica casera y nos saludamos. Lástima que no sabe quién soy.
Victimas, no puedo nombrarlas a todas. Solo puedo decir que
cada una de ellas fue especial y aprendí lo que pude de sus métodos nada
afinados y sus características algo humanas, algo que yo nunca tuve o tendré, a
sentir.
Esa sangre que recorría por sus cuerpos al ser penetrados o
degollados, cada litro valía la pena, cada sollozo suyo era un éxtasis, pensar
que lo último que miran es a su verdugo es una sensación de poder; verlos,
escucharlos, sentir su corazón a metros de su cuerpo son cosas que nunca podre
igualar pero al final de cuentas todo se acaba.
Tuve una vida normal o trate de tenerla, no pude con ella y
por eso le pongo fin a mi vida. Nunca podre sentir un sentimiento de ser amado
o de amar; solo un vacio y un nada.
Hoy dejo mi vida y la de ella también, la de la mujer que
sujeto mi mano en mi último aliento de vida. La que me dejo libre y la que me permitió
sentir el amor. Nunca podre agradecerle o creo que ya lo hice.
El dolor se expande por mi cuerpo y he dejado de sentir gran
parte de mi cuerpo, solo veo sus ojos; mirándome llenos de alegría y
gratificación y siento mi corazón palpitar bombear sangre inútilmente por un
cuerpo que muere rápidamente.
Nuestras vidas estuvieron juntas por el tiempo necesario
como para morirnos en nuestro propio amor.
Dejó de latir mi corazón por ti, en la iluminación de la
alcoba que se tiñe ahora de rojo, los dos juntos y solos con nuestro propio
amor.
El amor, la pasión, la violencia y la muerte que nos caracterizó
fue lo que nos termino uniendo y solo uniendo. No podremos vernos en el cielo
pero no importa, nunca creí en él; solo en tu mirada.
He dejado de vivir solo para volver a nacer y todo habrá valido
la pena.
…
-Fue un crimen pasional, lo sé- dijo el forense que apenas
estaba llegado a la escena del crimen.
-No creo, mire bien. Tiene la mano agarrada a la otra- le
comento su pareja de oficio.
-¿Y? mire nomas como están- Señalo la sangre en general con
un gesto con la cabeza.
-Puedes puede ser que tenga razón compadre ¿Después de esto
nos podríamos ir a comer unos tacos con Doña Lucia?- el forense empezó a abrir su portafolio.
-Sí, ¿por qué no?- y los dos policías empezaron a hacer su
trabajo.
Fin.
“El fin del asesino. Parte 15”
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