Se alejo de mí lentamente, se abrió la puerta del elevador y
luego se cerró silenciosamente. Estaba solo y no pasaba nada, ni una brisa que
pudiera relajarme; nada me podía hacer entender que había ocurrido en ese
edificio, el por qué seguía de pie y ni siquiera sabía en donde estaba en esos
momentos. Estaba muerto, literalmente esa mujer tan hermosa me dejo vacio,
vacio de conocimiento y de razón.
Fui abriendo los ojos lentamente y vi al cuerpo colgante;
todo estaba igual. No podía dejar así las cosas aunque tuviera una fuerte
necesidad de irme de ahí. Tome todas cosas sobre la mesa y las guarde hasta
solo dejar al joven goteando pero sin dejarlo limpio, cogí un plumón de mi
maleta y le escribí un pequeño mensaje sobre su pecho:
“Aquí les dejo un regalo, la familia”
Guarde el plumón y me fui rápidamente. No podía pensar en
nada, solo camine hasta mi auto, guarde en el maletero mis cosas y conduje
rápidamente a mi hogar; sabía que eso era algo imprudente pero no era capaz de
hacer otra cosa, quería… no que quería solo no podía pensar en otra cosa que no
fuera el sonido del cuchillo caer al suelo. Mil dudas entraron a mi cabeza y
ninguna la podía resolver, solo veía las luces de los demás autos dirigirse a
mí y después pasar velozmente a un lado de mi auto.
Cuando llegue a casa, frene precitadamente, como si hubiera
querido estrellarme con un poste enfrente de mí pero al final cambiara de
decisión, estaba tomado del volante con fuerza, sudaba por todos lados y no
podía parpadear. Minutos después me di cuenta como estaba y solté el volante
suavemente, los dedos me dolían. Trague un poco de saliva porque mi boca estaba
seca y al final pude parpadear. Salí del auto como un ebrio, saque las cosas de
mi cajuela, entre al edificio, luego a mi departamento. Ya era tarde así que
nadie me vio aun cuando se me cayeron las llaves porque las manos me temblaban.
Cerré la puerta, solté mis cosas y me senté en mi sillón. ¿Qué había pasado?
Sonó el teléfono. Al principio no quería contestar pero como
si una voz me lo ordenara cogí la bocina y la lleve a mi oído.
-¿Hola?- fue lo único que pude decir y que era capaz de
hacer, después de esas palabras me sentí
agotado; como si hubiera corrido un maratón por días.
-¿Puedes venir a mi casa?- era ella.
…
No me daba cuenta que las calles estaban vacías y que ningún
auto estaba circulando aun a pesar de que estaba a punto de amanecer; era como
si las personas me dejaran este momento a solas con mis pensamientos. Un par de
ebrios en la calle, perros caminando por la acera en manada y sujetos corriendo
con la finalidad de hacer ejercicio ¿Qué será de ellos? ¿Pasaran por lo mismo
que yo? Lo dudaba, era gente normal con vidas normales; se levantaban,
desayunaban, iban a su trabajo, regresaban a casa, tenían un poco de vida
personal y después dormían para volver a repetir la secuencia al día siguiente;
algo que trate de hacer para verme normal pero nunca sucedía de esa manera. No
los envidiaba ni los apreciaba, era gente como yo pero diferente, normal.
Estaba en silencio el auto, mis pensamientos, la calle,
todo; hasta que llegue a la puerta de su hogar. Fue como si todo el ruido que
no percibiera antes se fuera acumulando hasta ese momento. Mi cabeza gritaba
temerosa pero no entendía que quería decir, mis piernas de daban por vencidas y
pedían un respiro, mi corazón quería dejar de estar excitado y poder descansar
y mi voz guardaba silencio.
No sé como salí de mi auto y camine hasta su pórtico, solo antes
de que tocara el timbre y se abriera la puerta con ella del otro lado fue como
si regresara a mí mismo, como si volviera a tener control de mi persona y
volviera a poder sentir un respiro y mi corazón calmado. Pero no fue porque me
relajara sino porque la vi, ahí parada con la misma ropa que la última vez,
viéndome fijamente, con su cuerpo tenso, su maquillaje corrido y su cabello
hecho un lio.
Me pidió entrar con un gesto con la mano y la seguí hasta su
cuarto en un primer piso, todo estaba en silencio y ordenado, ningún libro
estaba fuera de lugar o una sola mancha en el piso. Era como estar en un lugar
donde nadie antes había estado, un lugar virgen, tan limpio y ordenado pero
traía con ella algo que no se si lo tenía que ver o no, en su espalda baja,
atorado en su pantalón, un objeto rectangular de unos veinte centímetros
aproximadamente.
Se dio la vuelta en frente de su cama y me volvió a ver muy
detenidamente. Yo no podía decir nada ni moverme incluso, solo también la
observaba fijamente. Y sin decir nada se acerco a mí velozmente hasta estar tan
juntos que sentíamos nuestra respiración y podíamos escuchar e corazón del
otro, latía como una locomotora a su máxima velocidad. Así estuvimos por un par
de segundos hasta que… me beso en los labios.
Sus labios era fríos y sus ojos estaban cerrados, sus manos
me tomaron de mis brazos fuertemente y me beso aun mas apasionadamente, solo
pude mover mis manos a su cadera,
inclinar mi cara y cerrar los ojos también. Ya en la oscuridad de mis parpados
vi todo pasar, una serie de sentidos que nunca antes había sentido, colores
transitar por un fondo negro iluminando mi espacio. Sentí como mi cuerpo se erizaba
y pedía más de esa sensación. Ya me había besado antes pero esta vez era
diferente, me transmitía algo que no puedo nombrar, tal vez sus sentimiento o
sus emociones pero era como si por fin estuviera conectado con alguien, al fin
podía sentir algo de esa manera sin tener que matar a alguien, incluso esa
sensación y esta era tan diferentes que llegue a odiar en estos segundo mi
terrible adicción y desearía que esta, esos labios, esa emoción, esa sensación
de conexión y ese sentimiento de amor fueran una nueva; hasta que sentí húmedo
por mi nariz pegada a su mejilla, era una lagrima no de ella, era mía. Segundos
después de eso sentí como un objeto filoso penetraba mi costado izquierdo
cortando mi piel, mis músculos y todo a su paso. El cuchillo entraba por debajo
de mis costillas hasta que su mango se lo impidió, solté un gemido pero sin
seguir besándola y aun con los ojos cerrados que ahora los oprimía con mis
parpados. Sentí otra lágrima pero ahora ya no era mía, era de mi pareja.
Dejo de presionar el cuchillo sobre mi cuerpo y lo soltó al
igual que mis labios. Ambos abrimos los ojos, ambos estábamos llorando y solo
yo era el que volteaba a ver solo el mango del cuchillo sobre mi costado, no lo
quería tocar; la volví a ver a ella y estaba ahí parada, viéndome, con una mano
ensangrentada, la mano que primero me agarro el brazo y lo oprimió con fuerza,
la mano que me había soltado y había cogido de su espalda el objeto que ya
antes había visto y después enterrármelo.
Sentí calor, luego un hormigueo y al final un dolor que me
doblo poniéndome de rodillas en frente de ella. Derramaba sangre y lagrimas
sobre su limpio piso pero no decía nada, tal vez porque así tenía que pasar,
eso era lo que se tenía que hacer y yo lo sabía, tenía que cobrar mi vida y dejarme
morir como tanto deseaba.
La volví a ver, ahora ella más alta que yo y me dio la
espalda, camino hacia uno de sus muebles a un lado de su cama y un objeto que
cuando lo vi solo me paralice más; la imagen era clara y lo que iba a suceder a
continuación. Después de tomar el objeto se ergio y camino lentamente, en su
mano tenía una navaja y sus brazos con marcas de ella la delataban, por esa
vista al fin pude decir algo en susurro “no lo hagas, no” y después me retorcí
aun más por el dolor poniendo mi frente en el piso y viendo como se hacía más
grande la mancha de sangre en el suelo, y solo pude escuchar como una puerta se
cerraba.
Levente la vista con la fuerza que aun me restaba, me
derrumbe sobre el suelo y el charco de sangre y como pude gatee así la puerta
que estaba más cercana, era un baño. Cuando llegue entre sollozos y gritos de
dolor me alce con los brazos, gire la perilla y empuje la puerta. Lo que vi me
termino de destruir. Estaba acostada sobre su tina con un brazo afuera de ella y se hermosa cara
viendo el techo, su brazo expulsaba sangre rápidamente y su color de piel se
palidecía aun mas rápido. El corte era vertical y no se podía hacer nada, eso
lo sabía ella y yo.
Me volví a tirar al suelo y llore aun más de dolor, tristeza
y enojo y grite aun con más fuerza “No” sin importarme que hiciera más
esfuerza, que derramara más sangre y que apresurara más mi muerte. Cuando la
volví a ver parpadeo, eso me lleno de fuerza y me volví a levantar sobre el
nuevo charco de sangre de ahora dos personas.
Me acerque lo más que podía y estire mi brazo hasta tomar su
mano que estaba fuera de la tina, no sé si lo que paso fue real o fue algo que
quise que pasara, pero cuando la toma de la mano con poca fuerza ella me volteo
a ver con esos ojos que eran tan perfectos que volví a romper en llanto, era un
regalo y lo mejor me pudo haber pasado en la vida; ver sus ojos, tan hermosos,
tan perfectos, tan sinceros que no los pude dejar de observar; después de eso
sonrió levemente y yo también lo hice y dije a penas con algo de fuerza que
tenía:
-Te amo-
Y sin que lo esperara me contesto antes de que callera su
cabeza sobre la tina pero con sus ojos aun viéndome perdiendo la vida:
-Yo también- y sonrió.
No podía llorar, solo
admirarla unos segundos antes de que yo también callera muerto sobre el piso,
sobre la sangre que habían derramado dos personas que se amaban y que lo
siguieron haciendo hasta el fin de sus vidas. Una de una mujer con problemas
pero que siempre tenía una sonrisa para dar y otra la de un hombre con problemas
diferentes pero que deseaba ser alguien más y que nunca se retracto de nada.
“La vida es algo
privilegiado que tenemos los seres vivos, un regalo que todos debemos de
aprovechar hasta el fin de esta”
FIN
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