viernes, 27 de julio de 2012

El fin del asesino. Parte 15

El cuchillo cayó al suelo y fue lo único que pude oír. Seguía con los ojos cerrados, mi mente se preguntaba que había pasado, mi corazón gritaba en mi interior revolcándose en un gemido de “¡porque no lo hiciste!” y mis músculos aun estaban listos para ser atravesados por la fina punta de un metal que ya estaba predilecto a matarme.

Se alejo de mí lentamente, se abrió la puerta del elevador y luego se cerró silenciosamente. Estaba solo y no pasaba nada, ni una brisa que pudiera relajarme; nada me podía hacer entender que había ocurrido en ese edificio, el por qué seguía de pie y ni siquiera sabía en donde estaba en esos momentos. Estaba muerto, literalmente esa mujer tan hermosa me dejo vacio, vacio de conocimiento y de razón.

Fui abriendo los ojos lentamente y vi al cuerpo colgante; todo estaba igual. No podía dejar así las cosas aunque tuviera una fuerte necesidad de irme de ahí. Tome todas cosas sobre la mesa y las guarde hasta solo dejar al joven goteando pero sin dejarlo limpio, cogí un plumón de mi maleta y le escribí un pequeño mensaje sobre su pecho:

“Aquí les dejo un regalo, la familia”

Guarde el plumón y me fui rápidamente. No podía pensar en nada, solo camine hasta mi auto, guarde en el maletero mis cosas y conduje rápidamente a mi hogar; sabía que eso era algo imprudente pero no era capaz de hacer otra cosa, quería… no que quería solo no podía pensar en otra cosa que no fuera el sonido del cuchillo caer al suelo. Mil dudas entraron a mi cabeza y ninguna la podía resolver, solo veía las luces de los demás autos dirigirse a mí y después pasar velozmente a un lado de mi auto.

Cuando llegue a casa, frene precitadamente, como si hubiera querido estrellarme con un poste enfrente de mí pero al final cambiara de decisión, estaba tomado del volante con fuerza, sudaba por todos lados y no podía parpadear. Minutos después me di cuenta como estaba y solté el volante suavemente, los dedos me dolían. Trague un poco de saliva porque mi boca estaba seca y al final pude parpadear. Salí del auto como un ebrio, saque las cosas de mi cajuela, entre al edificio, luego a mi departamento. Ya era tarde así que nadie me vio aun cuando se me cayeron las llaves porque las manos me temblaban. Cerré la puerta, solté mis cosas y me senté en mi sillón. ¿Qué había pasado?

Sonó el teléfono. Al principio no quería contestar pero como si una voz me lo ordenara cogí la bocina y la lleve a mi oído.

-¿Hola?- fue lo único que pude decir y que era capaz de hacer, después de esas palabras me  sentí agotado; como si hubiera corrido un maratón por días.

-¿Puedes venir a mi casa?- era ella.

No me daba cuenta que las calles estaban vacías y que ningún auto estaba circulando aun a pesar de que estaba a punto de amanecer; era como si las personas me dejaran este momento a solas con mis pensamientos. Un par de ebrios en la calle, perros caminando por la acera en manada y sujetos corriendo con la finalidad de hacer ejercicio ¿Qué será de ellos? ¿Pasaran por lo mismo que yo? Lo dudaba, era gente normal con vidas normales; se levantaban, desayunaban, iban a su trabajo, regresaban a casa, tenían un poco de vida personal y después dormían para volver a repetir la secuencia al día siguiente; algo que trate de hacer para verme normal pero nunca sucedía de esa manera. No los envidiaba ni los apreciaba, era gente como yo pero diferente, normal.

Estaba en silencio el auto, mis pensamientos, la calle, todo; hasta que llegue a la puerta de su hogar. Fue como si todo el ruido que no percibiera antes se fuera acumulando hasta ese momento. Mi cabeza gritaba temerosa pero no entendía que quería decir, mis piernas de daban por vencidas y pedían un respiro, mi corazón quería dejar de estar excitado y poder descansar y mi voz guardaba silencio.

No sé como salí de mi auto y camine hasta su pórtico, solo antes de que tocara el timbre y se abriera la puerta con ella del otro lado fue como si regresara a mí mismo, como si volviera a tener control de mi persona y volviera a poder sentir un respiro y mi corazón calmado. Pero no fue porque me relajara sino porque la vi, ahí parada con la misma ropa que la última vez, viéndome fijamente, con su cuerpo tenso, su maquillaje corrido y su cabello hecho un lio.

Me pidió entrar con un gesto con la mano y la seguí hasta su cuarto en un primer piso, todo estaba en silencio y ordenado, ningún libro estaba fuera de lugar o una sola mancha en el piso. Era como estar en un lugar donde nadie antes había estado, un lugar virgen, tan limpio y ordenado pero traía con ella algo que no se si lo tenía que ver o no, en su espalda baja, atorado en su pantalón, un objeto rectangular de unos veinte centímetros aproximadamente.

Se dio la vuelta en frente de su cama y me volvió a ver muy detenidamente. Yo no podía decir nada ni moverme incluso, solo también la observaba fijamente. Y sin decir nada se acerco a mí velozmente hasta estar tan juntos que sentíamos nuestra respiración y podíamos escuchar e corazón del otro, latía como una locomotora a su máxima velocidad. Así estuvimos por un par de segundos hasta que… me beso en los labios.

Sus labios era fríos y sus ojos estaban cerrados, sus manos me tomaron de mis brazos fuertemente y me beso aun mas apasionadamente, solo pude mover  mis manos a su cadera, inclinar mi cara y cerrar los ojos también. Ya en la oscuridad de mis parpados vi todo pasar, una serie de sentidos que nunca antes había sentido, colores transitar por un fondo negro iluminando mi espacio. Sentí como mi cuerpo se erizaba y pedía más de esa sensación. Ya me había besado antes pero esta vez era diferente, me transmitía algo que no puedo nombrar, tal vez sus sentimiento o sus emociones pero era como si por fin estuviera conectado con alguien, al fin podía sentir algo de esa manera sin tener que matar a alguien, incluso esa sensación y esta era tan diferentes que llegue a odiar en estos segundo mi terrible adicción y desearía que esta, esos labios, esa emoción, esa sensación de conexión y ese sentimiento de amor fueran una nueva; hasta que sentí húmedo por mi nariz pegada a su mejilla, era una lagrima no de ella, era mía. Segundos después de eso sentí como un objeto filoso penetraba mi costado izquierdo cortando mi piel, mis músculos y todo a su paso. El cuchillo entraba por debajo de mis costillas hasta que su mango se lo impidió, solté un gemido pero sin seguir besándola y aun con los ojos cerrados que ahora los oprimía con mis parpados. Sentí otra lágrima pero ahora ya no era mía, era de mi pareja.

Dejo de presionar el cuchillo sobre mi cuerpo y lo soltó al igual que mis labios. Ambos abrimos los ojos, ambos estábamos llorando y solo yo era el que volteaba a ver solo el mango del cuchillo sobre mi costado, no lo quería tocar; la volví a ver a ella y estaba ahí parada, viéndome, con una mano ensangrentada, la mano que primero me agarro el brazo y lo oprimió con fuerza, la mano que me había soltado y había cogido de su espalda el objeto que ya antes había visto y después enterrármelo.

Sentí calor, luego un hormigueo y al final un dolor que me doblo poniéndome de rodillas en frente de ella. Derramaba sangre y lagrimas sobre su limpio piso pero no decía nada, tal vez porque así tenía que pasar, eso era lo que se tenía que hacer y yo lo sabía, tenía que cobrar mi vida y dejarme morir como tanto deseaba.

La volví a ver, ahora ella más alta que yo y me dio la espalda, camino hacia uno de sus muebles a un lado de su cama y un objeto que cuando lo vi solo me paralice más; la imagen era clara y lo que iba a suceder a continuación. Después de tomar el objeto se ergio y camino lentamente, en su mano tenía una navaja y sus brazos con marcas de ella la delataban, por esa vista al fin pude decir algo en susurro “no lo hagas, no” y después me retorcí aun más por el dolor poniendo mi frente en el piso y viendo como se hacía más grande la mancha de sangre en el suelo, y solo pude escuchar como una puerta se cerraba.

Levente la vista con la fuerza que aun me restaba, me derrumbe sobre el suelo y el charco de sangre y como pude gatee así la puerta que estaba más cercana, era un baño. Cuando llegue entre sollozos y gritos de dolor me alce con los brazos, gire la perilla y empuje la puerta. Lo que vi me termino de destruir. Estaba acostada sobre su tina  con un brazo afuera de ella y se hermosa cara viendo el techo, su brazo expulsaba sangre rápidamente y su color de piel se palidecía aun mas rápido. El corte era vertical y no se podía hacer nada, eso lo sabía ella y yo.

Me volví a tirar al suelo y llore aun más de dolor, tristeza y enojo y grite aun con más fuerza “No” sin importarme que hiciera más esfuerza, que derramara más sangre y que apresurara más mi muerte. Cuando la volví a ver parpadeo, eso me lleno de fuerza y me volví a levantar sobre el nuevo charco de sangre de ahora dos personas.

Me acerque lo más que podía y estire mi brazo hasta tomar su mano que estaba fuera de la tina, no sé si lo que paso fue real o fue algo que quise que pasara, pero cuando la toma de la mano con poca fuerza ella me volteo a ver con esos ojos que eran tan perfectos que volví a romper en llanto, era un regalo y lo mejor me pudo haber pasado en la vida; ver sus ojos, tan hermosos, tan perfectos, tan sinceros que no los pude dejar de observar; después de eso sonrió levemente y yo también lo hice y dije a penas con algo de fuerza que tenía:

-Te amo-

Y sin que lo esperara me contesto antes de que callera su cabeza sobre la tina pero con sus ojos aun viéndome perdiendo la vida:

-Yo también- y sonrió.

 No podía llorar, solo admirarla unos segundos antes de que yo también callera muerto sobre el piso, sobre la sangre que habían derramado dos personas que se amaban y que lo siguieron haciendo hasta el fin de sus vidas. Una de una mujer con problemas pero que siempre tenía una sonrisa para dar y otra la de un hombre con problemas diferentes pero que deseaba ser alguien más y que nunca se retracto de nada.















“La vida es algo privilegiado que tenemos los seres vivos, un regalo que todos debemos de aprovechar hasta el fin de esta”











FIN

No hay comentarios: