-¿Cómo sobreviviste?- Le pregunte mientras avanzábamos gateando
por los ductos de ventilación que estaban arriba de los pasillos oscuros del
hospital.
-Después de la ola desperté en la costa y observe como te llevaban
a este feo lugar-
-¿Dónde estuviste todo este tiempo?- Hacia frío y tratábamos
de avanzar lo más rápido posible pero ya estábamos tardando demasiado para
salir.
-Escondido en este lugar, tratando de encontrar el momento
indicado para ayudarte a escapar y que por fin se terminara esta pesadilla-
Giraba en las esquinas, derecha, izquierda; parecía que estábamos dando vueltas
en círculos.
-¿Sabes por dónde ir?- Comenzaba a desesperarme, no tardaba
en amanecer.
-Claro que sí, ya pronto esto acabara- Su tono era serio,
bastante serio para la ocasión.
-¿Podrías dejar de decir que esto se va a acabar? He estado demasiado
tiempo esperando ese verdadero momento y siempre pasa algo-
-Tranquilo compañero, ya casi llegamos-
Mientras avanzábamos sentí como comenzaban a temblar el
ducto por donde veníamos y como iba perdiendo la vista, trataba de hablar pero
solo veía como se iba alejando mi amigo y por un momento todo cambió. Ya no
estaba en el ducto, ya no estaba cansado, ya no estaba en la oscuridad; ahora
regresaba a mi cuarto, acostado en mi cama con el Sol pegándome en el rostro.
Todo era tan tranquilo, todo era tan hermoso; ya no recordaba hace mucho tiempo
que era sentir esa sensación.
Parpadee un par de veces y a la segunda vez regresé al
ducto, todo había sido una alucinación; un sueño despierto.
-¿Estás bien?- Levante la vista y ahí estaba Marco, mirándome
de reojo.
-Sí, solo me maree un poco- Y continuamos.
Gateamos unos metros más hasta que se detuvo y quitando un
pasador abrió una ventanilla que nos llevaba a la parte superior de un cuarto
de aseo. Se acomodó y se soltó cayendo de pie sobre el suelo, trate de hacer lo
mismo pero no logre tener la fuerza en las piernas para aguantar el impacto y
termine con la espalda en el piso.
-Llegamos a casa, ahora esperaremos a que abran el hospital
para salir vestidos de enfermeros y por fin ser libres-
-¿Cuánto falta para eso?- Me levantaba lentamente mientras
volvía a sentir como el cuarto comenzaba a temblar igual que como pasó en el
ducto.
-Poco, muy poco-
-No me siento muy bien- Todo se movía en todas direcciones y
solo observaba como Marco se acercaba a un estante mientras aparecía y
desaparecía de mi vista modificada.
-No entiendo porque, aun no pasa nada. Debes aguantar, ya
falta poco para que se acabe-
-Deja de decir eso y ayúdame, no puedo ver bien, tomo está
temblando ¿Qué vas a tomar del estante? Dame la mano, no puedo estar de pie-
-Esto se va a acabar ahora, por fin seré libre- Y tomaba
algo del estante, era un arma y en cuanto me apunto con ella, como pude me
avente sobre su cuerpo. Forcejeamos por unos momentos hasta que hubo dos
estallidos en la habitación.
Mi vista se recuperó después de eso y mientras me levantaba
del suelo pude ver sus ojos perdidos, vacíos; su boca estaba abierta y sus
labios resecos. Debajo de él ya había un charco de sangre que crecía por el
orificio que tenía en su pecho.
Me senté recargado con mi espalda en la pared más próxima mientras
enfrente de mi veía su cuerpo muerto.
No se cuento tiempo pasó pero nunca me había dado cuenta de
que había una puerta cerca de su cuerpo. Me levante con mis manos manchadas del
líquido rojo y tome la perilla, la gire y abrí la puerta.
Un destello de luz me deslumbró la vista al principio pero
momentos después pude observar que había alguien parado frente a mí, vi sus
pies y sus piernas; era una mujer.
-Se acabó- Era la misma voz que nos había dado la bienvenida
a ese centro de control, la que hablaba por el teléfono, por las bocinas y en
mi cabeza.
-¿En verdad?-
-En verdad, eres el único con vida- Era seria su voz e
invisible de la cintura para arriba.
-¿Ya puedo ir a casa?-
-Sí, ya puedes irte con tu premio a casa-
-¿Y qué me gané?-
-¿Ya no recuerdas?- Y por primera vez sentí su mano en mi
hombro, eran dedos largos y fríos; era el tacto de una mujer fuerte y
aterradora.
-Por algo pregunto señorita-
-Dime Amanda, ya no tenemos que tener formalidades, querido-
-Amanda, bien. ¿Qué me gané Amanda?-
-Todas tus respuestas ¿recuerdas?-
-¿Respuestas?- Sentí como se acercaba a mí y su rostro gélido
casi rozaba el mío. Su respirar era tranquilo y su olor era desagradable, a
algo muerto.
-Tu siempre pediste que se murieran ellos ¿recuerdas? Cuando
estaba con el ataque en la computadora frente a ti, cuando le disparo, cuando
estabas en el cuarto viendo por las pantallas, cuando ibas caminando por la
playa, cuando estabas en el hospital; siempre quisiste la muerte de ellos y
ahora la tienes, es tu mejor premio; el mejor de todos, tus deseos se hicieron
realidad ¿Miento?- Su voz era fría, su voz era malvada; estaba maldita.
-No, no mientes- Todo era verdad, nadie es tan santo como
pretende.
-Bien, ahora una cosa más antes de que te vayas-
-Dime Amanda- Era extraña la sensación ahora, de cansancio,
mareo, la vista se volvía a nublar y un zumbido en mis oídos.
-Hubo dos disparos y tu compañero solo tiene uno ¿Dónde está
el segundo?-
-Jamás íbamos a salir, ¿verdad?- apenas sonreía por la
ironía de la vida.
-No eres tan tonto como pensaba- Se alejaba de nuevo de mí y
me daba un beso en la mejilla con esos labios congelados –Siempre fuiste mi
favorito para llegar al final, pero jamás me imagine que llegaran tan lejos; en
verdad que sobrevivieron a todas las pruebas pero…-
Y la interrumpí tomándola
del brazo con la fuerza que restante ya que ahora me tocaba a mí decirlo.
-Pero todo ha llegado a su fin, ahora lo sé- La solté y me
desvanecí en sus pies como un muñeco de trapos o mejor dicho, como a un títere al
que al fin le cortaron los hilos y se volvía libre; libertad que ahora le
costaba su movimiento, su vida y su respirar; sus sueños y sus anhelos;
libertad que ahora obtenía a costa de todo.
-Ahora soy libre, ya se acabó-
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