La brisa, la humedad, el aire fresco, el calor de un Sol que
era tapado por unas nubes pero que aun así sentías en tu rostro. Esa sensación
de estar en libertad y de perderte en el entorno y que a pesar de todos los
males, sabías que todo iba a estar bien; ese pequeño momento de libertad y
tranquilidad; algo por el momento, irreal y aunque, éramos perseguidos por
personas que no conocíamos, como un regalo del cielo; comenzó a llover y por
instinto, como si no conociéramos las gotas del cielo sacamos las manos y sentimos
esa agua fría que caía desde las alturas. La podíamos saborear, la pidamos
sentir como un ser vivo; como si esas pequeñas porciones de líquido contuvieran
formas de vida tan valiosas para nosotros y era así; en ese momento, era lo único
que tenía vida para nosotros ya que ni nosotros mismos podíamos tener esa
pureza y esperanza que tenía una sola gota de agua.
Uno, dos, tres golpes a la pared y se podía asomar el rostro
de un policía cubierto por un pasamontañas. Lo único que podíamos identificar
de él eran sus ojos, penetrantes y poderosos y a cada momento que dejábamos pasar
podíamos observar más su cuerpo; ya casi podía caber una persona.
-¿Qué vamos a hacer?- Preguntaba Marco mientras caminaba de
espaldas hasta chocar contra el borde de la ventana rota.
-Tenemos que salir por la ventana- Y me asomaba para ver
alguna manera. Era brincar y ser golpeado por las olas y arrastrado hasta las
piedras o tratar de escalar por piedras que había a nuestro alrededor hasta
llegar a la cima y esperar algo mejor. Ninguna opción era vista de buena manera
pero eran las únicas.
-¡Podemos luchar, podemos contra ellos!- Trataba de darse ánimos
pero ni él creía que era una victoria alcanzable.
-Podemos dispararles pero si nosotros tenemos armas, armas
que ellos nos dieron; sin duda también tendrán ellos- La lógica era obvia.
-Dios, ayúdanos- Y como si la divinidad lo hubiera escuchado
dejaron de golpear la puerta y se cerró de golpe dejándonos solos y en
silencio.
-¿Qué fue eso?- Pregunte asombrado y poco creyente que algo
maravilloso hubiera pasado.
-¿Se fueron?-
-No lo sé, pero pueden volver y no quiero estar aquí cuando
eso pase-
-Cierto, vámonos de aquí- Los dos estábamos viendo la puerta
expectantes de que se volviera a abrir pero ante la negativa, nos dimos la
vuelta y al volver a ver el mar descubierto una ola nos golpeó aventándonos al
suelo y arrastrándonos hasta el otro extremo de la habitación.
Nos tratamos de parar pero otra ola volvió a entrar al
cuarto empapándonos y llevándonos al suelo de nuevo.
-¿Qué chin…-Otra ola ingreso sin ni siquiera dejarnos
levantar.
Algo raro estaba sucediendo pero no podíamos con eso; estaba
fuera de nuestro control.
Agua empezó a entrar al cuarto como si se derramara de una
tina llena y empezara a mojar el piso del baño, nosotros estábamos en el baño.
-No sé nadar- Fue el último comentario que escuche de Marco antes
de que una ola volviera a entrar al cuarto y golpearnos dejando a Marco flotando
al igual que el otro cuerpo de mi amigo muerto que flotaba boca abajo.
Me acerque tan rápido pude y tome del brazo a ambas personas
mientras veía como el cuarto de llenaba y una ola más se formaba al fondo.
-Dios, si estás ahí en verdad; ayúdanos- Y cerré los ojos
para solo esperar el impacto de la ola.
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